lunes, 8 de agosto de 2011

Meditación del Evangelio del 6 de agosto del 2011


11-08-06.
LA TRANSFIGURACIÓN. Mt 17, 1-9.

¡Qué bien se está aquí!

LEER. El texto de san Mateo, que nos habla de la Transfiguración del Señor, sitúa a Jesús, con tres de sus apóstoles,  Pedro, Santiago y Juan, en una montaña. Ese breve anticipo de Cielo, lleva a decir a Pedro ¡qué bien se está aquí!, y a pedirle al Maestro, que hagan tres tiendas y ahí se queden. El Señor Jesús les invitará a que bajen de la montaña y vuelvan a lo cotidiano de la vida, pues es ahí, donde dar testimonio de que llevan a Jesús en su corazón.

MEDITAR: La visión de la transfiguración duró unos instantes, la presencia de Jesús en los apóstoles fue para toda la vida. La experiencia mística que vivieron los apóstoles la podemos referir a esos momentos en que cada uno de nosotros experimentamos algo que nos llena de alegría y acrecienta nuestra fe. Lo más importante no es la experiencia en sí, sino el Señor Jesús. Cuando nosotros nos quedamos ante lo asombroso y en ello ponemos nuestra fe, nos podemos parecer a quienes se sienten fuertes cuando les va bien y se derrumban ante cualquier problema; o a las personas que ante una preocupación buscan “un milagro” de Dios y si no se les concede se desaniman: dicen “perder la fe”, cambian de religión o buscan quien les haga “una limpia” o algún tipo de sortilegio.

El centro de nuestra vida siempre ha de ser Jesús; en vez de buscar las bondades del Señor, debemos permanecer en el Señor de las bondades. Si dejamos que Él entre y permanezca en nuestro corazón, en donde quiera que estemos, podremos decir ¡qué bien se está aquí!, porque Cristo vive en mí.

ORAR: Jesús Sacramentado, concédeme que al estar de rodillas ante Ti, verte transfigurado y recibirte en mi corazón, de tal manera que al volver a mis actividades te lleve a mis hermanos y viva la alegría de darte a conocer y amar, anunciando tu Palabra y siendo testigo de tu amor. Así, si Tú vienes conmigo, en donde quiera que esté podré decir: ¡qué bien se está aquí!

CONTEMPLAR: La transfiguración es un destello de la realidad fundante: Jesús es Dios. Más importante que lo que podamos ver en una visión, es su presencia misma. Por eso, la conversión de nuestra vida, no puede ser para un momento o de vez en cuando, sino que tiene que ser diaria y continua, para toda la vida. Los apóstoles, conducidos por Jesús, regresaron a lo cotidiano de su vida, porque era ahí, donde tenían que dar testimonio de su fe. Para nosotros ocurre igual, creyendo en el Señor, convertidos a Él, debemos dar testimonio de su presencia en nosotros, con nuestras obras, palabras y acciones. Esto será más fácil  al experimentar la presencia de Jesús.

Ciertamente, la transfiguración de Jesús es una manifestación de que Él es el Hijo de Dios. En Jesucristo también nosotros somos, por adopción hijos de Dios. La transfiguración diaria que debemos vivir es la conversión de nuestras vidas y ésta se manifiesta cuando: en vez de devolver mal por mal, perdono. Cuando a pesar de que las cosas van mal, persevero haciendo el bien. Cuando en lugar de sólo mirar el mal del mundo y lo mal que están las cosas, miro el proyecto de Dios y me uno a Él, para anunciar el Evangelio y construir un mundo mejor.

ACTUAR: Nosotros no tenemos una “montaña” en la que podemos contemplar a Jesús transfigurado, como los apóstoles, tenemos algo mejor. En cada altar en el que se celebra la Misa, en cada sagrario, en cada custodia donde está Sacramentado: Jesús transfigurado está real y verdaderamente, para manifestarnos su Gloria y propiciar nuestra conversión. Acudamos a Él frecuentemente, renovemos nuestra conversión ante Él. Anticipemos el Cielo en nuestras vidas, acerquemos a muchos de nuestros hermanos a Jesús. Llevemos a todos lados la alegría de la presencia de Cristo: a lo cotidiano de la vida en nuestro hogar, escuela, trabajo, oficina, lugar de diversión. Llevemos a Cristo en nuestro corazón y al hacer el bien, en cualquier lugar, siempre podremos decir ¡qué bien se está aquí!

Seguimos el esquema de la Lectio Divina: Leer, meditar, orar, contemplar y actuar
Leer, es escuchar la Palabra de Dios y ponerla en contexto
Meditar es reflexionar sobre lo que el texto bíblico me dice
Orar: Es responder a la Palabra, qué le digo a Dios: es petición, intercesión, agradecimiento, alabanza, etc.
Contemplar el reto de llegar a la conversión de la mente, del corazón y de la vida, según el Corazón de Cristo.
Actuar, es mi compromiso por hacer vida la Palabra de Dios.

viernes, 5 de agosto de 2011

Meditación del Evangelio del 5 de agosto del 2011

11-08-05. Viernes XVIII.
Mt 16, 24-28.

¡El que quiera venir Conmigo!

LEER. En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: «El que quiera venir Conmigo, que se niegue a sí mismo, que cargue con su cruz y me siga. Esto se los dice a sus discípulos, después de la profesión de fe de Pedro. También les dice que el que pierda su vida por Él, la encontrará.

MEDITAR: En el texto que leemos parecería que lo más importante es el negarnos a nosotros mismos o cargar la cruz que llevamos, pero no es así. Lo más importante es seguir a Jesús. Tanto “mi cruz” o de lo que “tengo que negarme” son cosas pasajeras. Jesús es Eterno, Jesús es Dios, Jesús es mi salvador. Mi “cruz” y de lo que “tengo que negarme” son “cosas” no son “yo”. Yo soy más importante que ellas y yo le importo a Jesús.

En la medida que aprendo a diferenciar mi yo, de lo que me pasa, de lo que me oprime, de lo que hago o de lo que me hacen o me han hecho, puedo entender mejor las palabras de Jesús. Pues, negarme a mí mismo significa dejar todo aquello que me impide ser feliz y seguir a Jesús. Ciertamente lo primero que tengo que dejar es mi pecado, y para eso Jesús murió por mí en la Cruz. Tengo que dejar las ideas recurrentes, llenas de temor, de ira o de envidia, que me impiden amarme y amar a los demás. Jesús me ama. Debo perdonarme y perdonar a los demás. Jesús ya me perdonó. Debo dejar de vivir esclavizado a mis ideas, vicios y criterios equivocados. Jesús ya me liberó.

Negarme a mí mismo y seguir a Jesús es aprender a ser libre, a perdonar, a amar y a servir en Cristo. Es aprender a vivir sin miedo ni temores. Es vivir cada día, sabiendo que el amor de Dios me acompaña. Es aprender a ser yo mismo, sin los condicionamientos del pecado y de la mentira, porque, por encima de lo que es pasajero, el amor de Jesús por mí, es eterno. En Jesús, mi verdadero yo se manifiesta alegre, fortalecido y decidido a vencer el mal haciendo el bien. Quién me pide que lo siga, es Jesús, quién a cambio de mi “cruz” y del “negarme a mí mismo”, me da vida nueva, en Él.

ORAR: Señor Jesús, Tú sabes que me parece duro e incluso imposible el seguirte, porque tengo miedo de perder “mis “comodidades” y “seguridades”, sin darme cuenta que por vivir apegado a ellas, soy un esclavo y vivo triste y oprimido por el pecado. Señor, quiero ser libre, quiero ser feliz. Derrama la Gracia de tu Espíritu en mi corazón y rompe las cadenas que me impiden seguirte.

CONTEMPLAR: Señor al revisar mi vida, me doy cuenta de cuánto tiempo he perdido, a cuantas personas he ofendido y cómo he dejado que la tristeza y el desaliento se aniden en mí, al haberme apegado a mis gustos y comodidades en lugar de seguirte a Ti.

Señor, sólo en Ti, mi auténtico yo se puede manifestar. Hoy tomo la decisión de cambia de vida, de seguirte para hacerte presente en mi corazón y ser feliz.

ACTUAR: Haz un examen de conciencia y ante Jesús renuncia a lo que te impide seguirlo y ser feliz. Si te es posible, busca un sacerdote para confesarte.

Seguimos el esquema de la Lectio Divina: Leer, meditar, orar, contemplar y actuar
Leer, es escuchar la Palabra de Dios y ponerla en contexto
Meditar es reflexionar sobre lo que el texto bíblico me dice
Orar: Es responder a la Palabra, qué le digo a Dios: es petición, intercesión, agradecimiento, alabanza, etc.
Contemplar el reto de llegar a la conversión de la mente, del corazón y de la vida, según el Corazón de Cristo.
Actuar, es mi compromiso por hacer vida la Palabra de Dios.

jueves, 4 de agosto de 2011

Meditación del Evangelio del 4 de agosto del 2011

11-08-04.
Mt 16, 13-23.

¿Quién dices que es Jesús para ti?

LEER. El fragmento del Evangelio de san Mateo nos presenta dos preguntas de Jesús hacia sus discípulos y la respuesta de san Pedro. También narra la designación de san Pedro como la Piedra en la que Jesús construirá la Iglesia y el regaño a san Pedro, también de parte de Jesús. Visto de este modo el texto nos presenta dos temas diferentes, ambos muy importantes para ser reflexionados. En este momento nos quedamos con el primero. La pregunta de Jesús, que personalizamos porque el mismo Jesús la hace a cada creyente y a cada persona: ¿Quién soy Yo para ti? San Pedro responderá: “Tú eres el Mesías, el Hijo de Dios vivo”.

Para san Pedro y la mujer cananea, de los fragmentos evangélicos que hemos meditado en días pasados, Jesús es su salvador. El nombre de Jesús significa “Dios, salva”. Para san Pedro Jesús es “el Mesías, el Hijo de Dios vivo”.

(Mesías, palabra hebrea que significa ungido y que en griego se dice Cristo, por lo que ser cristiano, significa ser otro cristo, estar ungido. La unción significa estar lleno del Espíritu Santo para actuar como hijo de Dios).

MEDITAR: Hoy el Señor Jesús me hace la misma pregunta a mí. ¿Quién soy Yo para ti? Para responder de manera más personalizada es importante que antes me responda a mí mismo, ¿quién soy yo, para mí?

San Pedro y la mujer cananea sabían que estaban en una situación difícil, no se autoengañaban o se dejaron distraer por lo que había en su entorno. Ante la realidad que experimentaban reconocían que sólo Jesús les podría salvar.

Si entro en mi corazón descubriré que soy un pecador, lleno de limitaciones de todo tipo. Psicológicas por mis experiencias pasadas. Físicas por mis enfermedades. Emocionales por las fracturas relacionales con mis seres queridos. Materiales por mis problemas económicos, etc. Esto es como si bajo una máscara hubiera otro yo, diferente al que muestro a los demás y que me lleva a reconocer que en ocasiones me encuentro tan fragmentado que pienso que estoy a punto de romperme. Ante esto y lo que cada uno de nosotros pudiéramos reflexionar y encontrar en nosotros mismos, Jesús el Mesías, el Hijo de Dios, se nos presenta precisamente como quien nos levanta de la miseria en la que estamos y nos unge con su amor y nos hace hijos de Dios.

Jesús es el Hijo de Dios y para Dios no hay imposibles. Al aceptar a Jesús, somos hechos hijos de Dios. Esta es la auténtica realidad y no la falsa percepción que tengo de mí. Dios me ama y soy su hijo(a). Dios me ama tal y como soy y me da su amor para que yo sea tal como Él quiere que sea: alegre, servicial, amoroso(a), plenamente feliz, santo(a).

Sí, la realidad más profunda de nuestra persona, no es la percepción que tengo de mí mismo(a) a causa de mis limitaciones, sino la de ser hijo(a) de Dios.

Ante esta realidad, ahora si puedo responder con mayor certeza a la pregunta del Señor Jesús: ¿Quién soy Yo para ti?

Señor Jesús, eres mi Salvador, me das nueva vida con tu presencia, tu perdón y amor. Tú eres el Mesías el Hijo de Dios y cuando yo te abro las puertas de mi corazón me redimes, me transformas, me fortaleces porque me purificas, me renuevas, me sanas, me santificas.

ORAR: Señor Jesús, Tú eres el Mesías, el hijo de Dios, mi Salvador. Gracias porque me amas, me perdonas y me redimes. Gracias porque me das a la Iglesia y a través de ella tu Palabra, me fortaleces con los sacramentos, me alimentas con tu Cuerpo y Sangre y me invitas a amarte sirviendo a mis hermanos.

CONTEMPLAR: Señor, al mirar la grandeza de tu amor, al mirar mi pequeñez, quiero ser como Tú. Tú conoces mis deficiencias y sales a mi encuentro y me sacas del fango en el que estoy sumido y me redimes. Acepto la vida nueva que me das, experimento la paz que proviene de tu perdón. Tu mirada llena de amor hacia mí, me invita a seguirte y, a nunca más dejarte. Acéptame Señor como posesión tuya. Gracias porque me conoces y me amas, gracias por permitirme conocerte y amarte, concédeme trabajar para que muchos te conozcan y te amen.

ACTUAR: Procuraré acercarme al sacramento de la reconciliación, procuraré comulgar conscientemente reconociendo que en la Hostia Consagrada está Jesús mi Salvador. Me esforzaré por vivir como hijo(a) de Dios.

Seguimos el esquema de la Lectio Divina: Leer, meditar, orar, contemplar y actuar
Leer, es escuchar la Palabra de Dios y ponerla en contexto
Meditar es reflexionar sobre lo que el texto bíblico me dice
Orar: Es responder a la Palabra, qué le digo a Dios: es petición, intercesión, agradecimiento, alabanza, etc.
Contemplar el reto de llegar a la conversión de la mente, del corazón y de la vida, según el Corazón de Cristo.
Actuar, es mi compromiso por hacer vida la Palabra de Dios.

miércoles, 3 de agosto de 2011

JMJ Madrid y fe de cristianos en occidente en intenciones del Papa

A finales del mes pasado, la Oficina de Prensa de la Santa Sede dio a conocer que la Jornada Mundial de la Juventud (JMJ) Madrid 2011 y la fe de los cristianos de occidente están en las intenciones del Papa Benedicto XVI para el mes de agosto.

La intención general del Apostolado de la Oración del Papa para el mes es: "Para que la Jornada Mundial de la Juventud de Madrid aliente a todos los jóvenes del mundo a fundar y arraigar su vida en Cristo".

La intención misionera es: "Para que los cristianos de Occidente, dóciles a la acción del Espíritu Santo, reencuentren la frescura y el entusiasmo de su fe".

Meditación del Evangelio del 3 de agosto del 2011

11-08-03.
Mt 15, 21-28. 
¡QUÉ GRANDE ES TU FE!

LEER: El fragmento del Evangelio nos presenta al Señor Jesús más allá del territorio judío. Una mujer extranjera, se acerca a Él pidiendo salud para su hija. El Señor aparenta no escucharla e incluso no querer atenderla, sin embargo, Él, al tiempo que cura a su hija, destaca la fe de esta mujer. Las palabras a meditar, son la expresión de la mujer “¡ten compasión de mí!” y la constatación de Jesús: “¡qué grande es tu fe!”. La mujer no sólo obtiene la salud de su hija, sino también y sobre todo, la fe en Jesús. Ella será la evangelizadora de su hogar y de su comunidad.

MEDITAR: En relación al fragmento evangélico que recientemente hemos comentado (Mt 14, 22-36), nos encontramos ahora a una mujer que clama a Jesús ante una necesidad. Ella, al igual que el apóstol Pedro será atendida por Jesús. Se trata de una extranjera, de una persona que no conoce tan profundamente a Jesús como el apóstol y que sin embargo confía totalmente en Él, por eso Jesús le dirá: ¡qué grande es tu fe!, mientras que al apóstol le dijo: ¿por qué has dudado?

Lo primero que notamos en este pasaje, es que para Jesús no hay acepción de personas, todos somos amados por Él, todos estamos llamados a la salvación. Pablo lo señala, en Cristo “ya no hay judío ni griego, ni esclavo ni libre…, ni hombre ni mujer ya que todos son uno en Cristo Jesús” (Gal 3,27-28). Jesús a nadie rechaza y en todos valora lo bueno.

La mujer acude confiada a Jesús y aunque Él parece no escucharle, ella persevera. Su intención es pedir por su hija. Es la oración de intercesión de una madre por su prole. Realizado el milagro, ella lo platicará con su esposo, sus familiares y amigos. Les hablará de la compasión de Jesús, de su poder y sobre todo de la alegría y el gozo que llegó a su corazón y a su familia por creer en Jesús.

ORAR: Señor Jesús, hoy me invitas a orar confiadamente a Ti, pidiéndote no sólo por mis problemas, sino también intercediendo por otros. En el mundo, entre mis vecinos y amigos, encuentro muchas necesidades por las cuales pedirte, pero también en mi propia familia. La persona casada orará por su cónyuge, los padres por sus hijos y ellos por sus padres o sus hermanos. La oración confiada atraerá la presencia de Jesús a la propia vida, fortalece la unidad familiar y en cada persona agradecida, Jesús contará con un evangelizador.

CONTEMPLAR: Señor, Tú sabes que creo en Ti; ayúdame a romper la barrera que me lleva a pedir sólo por mí, para interceder por otros, en especial por los de mi familia. Que a ellos, les hable de Ti no sólo con palabra sino sobre todo con mi testimonio de vida. Concédeme que confíe totalmente en Ti y me esfuerce tanto en darte a conocer y amar, que se pueda decir de mí: ¡Qué grande es tu fe!

ACTUAR: Con la seguridad de que siempre nos escuchas, hoy, Señor Jesús, ante las necesidades de mis familiares y amigos, les invitaré a que oremos juntos y les pediré que abran las puertas de su corazón y de su familia a tu presencia que salva, sana y une.

Seguimos el esquema de la Lectio Divina: Leer, meditar, orar, contemplar y actuar
Leer, es escuchar la Palabra de Dios y ponerla en contexto.
Meditar es reflexionar sobre lo que el texto bíblico me dice
Orar: Es responder a la Palabra, qué le digo a Dios: es petición, intercesión, agradecimiento, alabanza, etc.
Contemplar el reto de llegar a la conversión de la mente, del corazón y de la vida, según el Corazón de Cristo.
Actuar, es mi compromiso por hacer vida la Palabra de Dios.

martes, 2 de agosto de 2011

Meditación del Evangelio del 2 de agosto del 2011

11-08-02.
Mt 14, 22-36.
¡Ánimo, soy Yo, no tengan miedo!

LEER: El texto nos presenta a Jesús caminando sobre las aguas en medio de una tormenta, dirigiéndose a la barca en la que están los asustados apóstoles. Jesús les anima con las palabras que hoy meditamos “¡Ánimo, soy Yo, no tengan miedo!”. El mismo pasaje nos muestra a Pedro, hundiéndose en el agua y exclamando, “¡Señor, sálvame!”.

MEDITAR: En la vida todos pasamos por situaciones difíciles. En esos momentos podemos sentirnos abandonados por Dios. Nos sentimos amenazados y buscamos nuestras propias soluciones aunque sean contrarias al plan de Dios. Nos domina el miedo, nos asusta lo que puede pasar. Actuamos irreflexivamente. Sin embargo, siempre, deberíamos estar atentos para escuchar como el Señor Jesús, nos dice “¡Ánimo, soy Yo, no tengan miedo!”.

Muchas veces nos quedamos paralizados por el miedo, otras nos enojamos y nos peleamos con todos, en otros momentos actuamos, como si no contáramos Contigo. Actuamos sin reflexionar ni buscar tu voluntad y luego sentimos que nos hundimos más y más, incluso llegamos a la desesperación y algunos a los pensamientos homicidas y suicidas.

ORAR: Señor Jesús, yo sé que Tú siempre estás a mi lado y nunca me abandonas, ayúdame a buscar y a reconocer tu presencia en todos los momentos de mi vida, especialmente en los difíciles. Hoy al escuchar que me dices ¡Ánimo, soy Yo, no tengas miedo! Junto con el grito de súplica de Pedro: ¡Señor, sálvame!, te quiero decir, una y mil veces, quiero decir ¡Jesús en Ti confío!

CONTEMPLAR: Señor, Tú sabes que creo en Ti, pero la experiencia me dice que esto no es sinónimo de confiar en Ti, pues constantemente me siento desamparado(a) o temeroso(a). Ciertamente además de los problemas actuales mis vivencias del pasado pueden condicionar mi respuesta de fe.

Hoy, quiero y puedo reconocer que Tú siempre has estado a mi lado y me invitas a seguirte. Conoces mis debilidades y pecados, así como mis miedos y limitaciones y aún así, me invitas a seguirte y me infundes confianza diciéndome ¡Ánimo, soy Yo, no tengas miedo!

Señor quiero seguirte, levantarme si me caigo, en tu nombre echar las redes, caminar sobre las aguas: Sé que no permitirás que me hunda, y si ocurriera que me estuviera hundiendo, dado que sería por mi falta de confianza en Ti, desde ahora te digo ¡Señor, sálvame!, pues ¡Jesús en Ti confío!

ACTUAR: Como respuesta a tu presencia en mi vida, especialmente hoy, en toda circunstancia repetiré, una y otra vez: Jesús en Ti confío, y procuraré en cada acción manifestar mi confianza en Ti.

Seguimos el esquema de la Lectio Divina: Leer, meditar, orar, contemplar y actuar:
Leer, es escuchar la Palabra de Dios y ponerla en contexto.
Meditar es reflexionar sobre lo que el texto bíblico me dice.
Orar: Es responder a la Palabra, qué le digo a Dios: es petición, intercesión, agradecimiento, alabanza, etc.
Contemplar el reto de llegar a la conversión de la mente, del corazón y de la vida, según el Corazón de Cristo.
Actuar, es mi compromiso por hacer vida la Palabra de Dios.

lunes, 1 de agosto de 2011

Meditación del Evangelio del 1 de agosto del 2011

El Evangelio del día de hoy: Mt 14,13-21, nos habla de la multiplicación de cinco panes y dos pescados, y destaco las palabras: “denles ustedes de comer”.

VER: Siempre ha habido infinidad de carencias de todo tipo, materiales y espirituales. Le damos mayor importancia a la material y descuidamos la espiritual. Ambas son importantes, una nos sitúa en el hoy y ahí queda, la otra también nos sitúa en el hoy pero nos lleva a trascender en la historia y hacia la eternidad.

JUZGAR: ¿El mundo a cual le da mayor primacía para solucionarla? A ninguna, pues nos invita al consumismo y a la indiferencia, generando mayor número de pobres, material y espiritualmente hablando.

Los que conocemos a Cristo tenemos una triple responsabilidad, estar al tanto de nuestra responsabilidad en el recto uso de los bienes con los que contamos y el deber, por amor, de compartir con aquellos que carecen de algo o mucho, a nuestro alrededor.

Por lo que se refiere a lo espiritual, nuestra mayor riqueza es Cristo y nos debemos cuestionar sobre la manera en que podemos acrecentar y mejorar nuestra relación con Él y el modo en que lo podemos compartir con los demás, fortaleciendo nuestra fe y la de aquellos a los que se Lo anunciamos.

ACTUAR: Hoy procuraré, ayudar a lo menos a alguna persona o familia a que mejore su situación material, pero también procuraré compartir mi fe, con todos los que me rodean. Esto es fácil si les invito a hacer una breve oración o si les pregunto qué significan para ellos las palabras de Jesús, “denles ustedes de comer”.

ORACIÓN: Señor, Tú me envías a darles de comer a mis hermanos y mi misión es ayudarles a estar mejores materialmente hablando, pero también me envías a que les anuncie tu Palabra y les ayude a ser mejores. Ilumina mi vida con tu presencia y ayúdame a darte a los demás.

viernes, 29 de julio de 2011

Queridos amigos, les tengo varias invitaciones:

1.   Conoce la historia de la Antigua Basílica de Guadalupe, lugar que fue el resguardo del Sagrado Original de Santa María de Guadalupe durante 267 años. Este magnífico edificio guarda en su esplendor la religión, el arte, la historia y la fe del pueblo mexicano. Ponemos a tu alcance recorridos guiados de martes a domingo, informes de horarios al 5750-2222. (Donativo voluntario, para la restauración de éste lugar).

2.   El Centro de Espiritualidad de Familia Eucarística, les invita a apoyar la pastoral de cárceles y enfermos, a través del “Desayuno Eucarístico Familiar”, que se llevará a cabo el miércoles 3 de agosto en el Salón Ricarte, ubicado en Calle Ricarte No. 523, Col. Valle del Tepeyac, de las 9:00 a las 12:30 hrs. se contará con la participación del Grupo Emmanuel. El costo de recuperación del Desayuno es de $100. Informes al 5577-0450

3.    A partir del domingo 7 de agosto, en la misa de las 6 de la tarde en la Antigua Basílica de Guadalupe, los cantos serán acompañados por el Órgano Monumental Wurlitzer, les invito a que asistan y participemos de la Eucaristía con este magnífico instrumento que recientemente ha sido restaurado.

4.    La Antigua Basílica de Guadalupe, les invita al 3er. Encuentro con Jesús Divina Misericordia, los días 19 y 20 de agosto, de las 10:00 a las 19:00 hrs. Cooperación para material: $30 por día. Informes al 5750-2222.

5.     Familia Eucarística, te invita a participar en el retiro espiritual: “Abraham: La entrada en el misterio de Dios”, que yo impartiré, el sábado 27 de agosto, de las 9:00 a las 13:00 hrs. en la Antigua Basílica de Guadalupe. Cuota de recuperación $20.

San Ignacio de Loyola

31 de julio

San Ignacio nació en 1491 en el castillo de Loyola, en el norte de España, cerca de los montes Pirineos que están en el límite con Francia. Su padre Bertrán De Loyola y su madre Marina Sáenz, de familias muy distinguidas, tuvieron once hijos: ocho varones y tres mujeres. El más joven de todos fue Ignacio.

Entró a la carrera militar, pero en 1521, a la edad de 30 años, siendo ya capitán, fue gravemente herido mientras defendía el Castillo de Pamplona. Los vencedores lo enviaron a su Castillo de Loyola a que fuera tratado de su herida. Mientras estaba en convalecencia pidió que le llevaran novelas de caballería, llenas de narraciones inventadas e imaginarias. Pero su hermana le dijo que no tenía más libros que "La vida de Cristo" y el "Año Cristiano", o sea la historia del santo de cada día.

Mientras se proponía seriamente convertirse, una noche se le apareció Nuestra Señora con su Hijo Santísimo. La visión lo consoló inmensamente. Desde entonces se propuso no dedicarse a servir a gobernantes de la tierra sino al Rey del cielo.

Con seis compañeros de la Universidad, fundó la Compañía de Jesús. Ellos son: Pedro Fabro, Francisco Javier, Laínez, Salnerón, Simón Rodríguez y Nicolás Bobadilla. Los siete hicieron votos o juramentos de ser puros, obedientes y pobres. Se comprometieron a estar siempre a las órdenes del Sumo Pontífice para que él los emplease en lo que mejor le pareciera para la gloria de Dios.

Se fueron a Roma y el Papa Pablo III les recibió muy bien y les dio permiso de ser ordenados sacerdotes. Ignacio, esperó un año desde el día de su ordenación hasta el día de la celebración de su primera misa, para prepararse lo mejor posible a celebrarla con todo fervor.

Se dedicó en Roma a predicar Ejercicios Espirituales y a catequizar al pueblo. Los jesuitas fundados por San Ignacio llegaron a ser los más sabios adversarios de los protestantes y combatieron y detuvieron en todas partes al protestantismo. El libro más famoso de San Ignacio se titula: "Ejercicios Espirituales" y es lo mejor que se ha escrito acerca de cómo hacer bien los santos ejercicios.

Como casi cada año se enfermaba y después volvía a obtener la curación, cuando le vino la última enfermedad nadie se imaginó que se iba a morir, y murió súbitamente el 31 de julio de 1556 a la edad de 65 años. En 1622 el Papa lo declaró Santo y después Pío XI lo declaró Patrono de los Ejercicios Espirituales en todo el mundo. Su comunidad de Jesuitas es la más numerosa en la Iglesia Católica.

lunes, 25 de julio de 2011

Papa Benedicto XVI pide a files imitar al rey Salomón

El pasado domingo 24 de julio, al presidir el rezo del Ángelus, el Papa Benedicto XVI al recordar al rey Salomón, exhortó a los fieles católicos a tener una conciencia sensible a la verdad y a Dios, que permita obrar siempre el bien y evitar el mal allí donde se encuentre.

Al inicio de su mensaje, mencionó que el rey Salomón fue quien pidió al Señor: "‘un corazón dócil para juzgar a tu pueblo, para discernir entre el bien y el mal’. Y el Señor lo escuchó, así Salomón se hizo famoso en todo el mundo por su sabiduría y la rectitud de sus juicios".

Seguidamente, el Santo Padre explicó que este "corazón" se refiere a la conciencia humana, y que en el caso de este hombre, "la petición es motivada por la responsabilidad de guiar a una nación, Israel, el pueblo que Dios ha elegido para manifestar al mundo su designio de salvación".

"El rey de Israel, por lo tanto, debe tratar de estar siempre en sintonía con Dios, a la escucha de su Palabra, para guiar al pueblo por los caminos del Señor, el camino de la justicia y de la paz. Pero el ejemplo de Salomón es válido para cada hombre", agregó.

Más adelante, el Pontífice aseguró que "cada uno de nosotros tiene una conciencia para ser, en cierto sentido, ‘rey’, es decir, para ejercer la gran dignidad humana de actuar según la recta conciencia, obrando el bien y evitando el mal".

Así, señaló que "la conciencia moral presupone la capacidad de escuchar la voz de la verdad, de ser dóciles a sus indicaciones. Las personas llamadas a tareas de gobierno naturalmente tienen una responsabilidad ulterior, y por lo tanto –como enseña Salomón– necesitan aún más de la ayuda de Dios. Pero a cada quien le toca hacer su propia parte, en la situación concreta en la que se encuentre".

Por último, el Papa Benedicto XVI destacó además, que el Evangelio de ese día exhorta a reconocer que Dios es un tesoro: "La parábola del tesoro escondido que escuchamos en el Evangelio de hoy, nos recuerda la importancia decisiva y suprema del Señor en nuestra vida, invitándonos a supeditar todo lo demás a este inefable tesoro que Dios ha puesto en nosotros"; y con ello alentó a preocuparse siempre por crecer en la fe.

Después invitó a los fieles a solicitar “la ayuda de la Virgen María, Sede de la Sabiduría. Su corazón es perfectamente ‘dócil’ a la voluntad del Señor. A pesar de ser una persona humilde y simple, María es una reina a los ojos de Dios, y como tal nosotros la veneramos"; y diciendo: "Que la Virgen Santa nos ayude también, con la gracia de Dios, a formarnos una conciencia siempre abierta a la verdad y sensible a la justicia, para servir al Reino de Dios", concluyó.

lunes, 18 de julio de 2011

Papa Benedicto XVI: "Si somos hijos de un Padre tan grande y bueno, ¡busquemos parecernos a Él!”

Este domingo 17 de julio, al presidir el rezo del Ángelus, el Papa Benedicto XVI reflexionó sobre el Evangelio de ese día, en el que Jesús narra la parábola de la cizaña. Seguidamente explicó que con estos relatos "el divino Maestro nos invita a reconocer sobre todo el primado de Dios Padre: donde Él no está, nada puede ser bueno. Es una prioridad decisiva para todo".

Luego, el Pontífice comentó que "el Reino de los cielos significa, justamente, Señorío de Dios, y significa que su voluntad debe ser asumida como el criterio-guía de nuestra existencia", y al mismo tiempo destacó que el cielo se refiere al "espacio infinito que posee la forma de la interioridad del hombre".

"Jesús compara el Reino de los cielos como un campo de trigo para hacernos comprender que dentro de nosotros se ha sembrado algo pequeño y escondido, que sin embargo posee una irreprimible fuerza vital. A pesar de los obstáculos, la semilla se desarrollará y el fruto madurará. Este fruto será bueno sólo si el terreno de la vida será cultivado según la voluntad divina", agregó.

Continuando con su mensaje, el Santo Padre señaló que en ésta parábola, "Jesús nos advierte que, después de que el patrón siembra, ‘mientras todos dormían’ interviene "su enemigo", que siembra la cizaña. Esto significa que tenemos que estar preparados para custodiar la gracia recibida desde el día del bautismo, siguiendo con la tarea de alimentar la fe en el Señor, que impide que el mal ponga sus raíces".

Más tarde, declaró que "si somos hijos de un Padre tan grande y bueno, ¡busquemos parecernos a Él! Éste era el objetivo que Jesús se ponía con su predicación; en efecto, decía a quien lo escuchaba: ‘Sean perfectos como es perfecto el Padre que está en los cielos’".

Por último, alentó a los fieles a dirigirse "con fe a María, a quien ayer invocamos con la advocación de la Virgen Santísima del Monte Carmelo, para que nos ayude a seguir fielmente a Jesús, y así a vivir como verdaderos hijos de Dios", que "la liturgia de hoy nos presenta a Dios, bondadoso y rico en clemencia, que gobierna el mundo con sabiduría y cuya paciencia no tiene medida, otorgando al pecador el tiempo necesario para la conversión".

"En estos días, que para muchos son de descanso, invito a todos a abrir el corazón a la divina Palabra, para aprender cómo se comporta Aquel que todo lo puede y reflejar en nuestras vidas la grandeza de su amor y misericordia. Que a ello nos ayude la Santísima Virgen María. Feliz domingo", concluyó.

Poema de una misionera clarisa

PALOMA Y ÁGUILA

ERA EL AMANECER…
Y brotó en el silencio…
un pensamiento de Dios,
plasmándose en frágil criatura,
que a todos arrobó por su dulzura,
y su gran confianza en el Señor.

Era una blanca paloma de gran esplendor,
que para servir a su Señor, sólo vivía,
Él en correspondencia le dio su Amor,
y el de su dulce Madre María.

Mucho antes de lanzarla a difícil empresa,
a quien estaba destinada a una gran misión,
era necesario que el Creador probase,
la fortaleza de su corazón.

Y así como el Hijo, en obediencia fue probado
ella entonó con maestría, su cántico a Dios,
y aprendió a vivir para salvar almas,
y a abandonarse a su Señor.

Aprendió a ocultar lágrimas con sonrisas,
y en el silencio y sacrificio… a cantar,
a mirar tan suave y dulcemente,
como la morena del Tepeyac.

Acercábanse las almas,
al calor de su amor.
Su presencia cautivaba, reflejaba al Señor
y el hermano alejado en ella encontró
palabras de aliento y perdón.

Aprendió a darse toda a los hermanos,
y a unirse a Dios en continua oración,
y aprendió a cuidar los mil detalles,
para agradar siempre a su Dios.

Mas era necesario alcanzar mayor altura,
arriesgar su vida, y aún las alas destrozar,
sin importarle nada la espesura
su reto, era ir al más allá.

Y LLEGÓ EL ATARDECER…
Hubo temor y miedo a lo desconocido,
a la tormenta que amenazaba sin piedad,
mas se internó con Fe en su Amigo,
y de su vida… no supo ya más.
Fue llevada a la comprensión de sus miserias,
y ahí nuevas alas, le empezaron a brotar,
tornándose la pobre paloma aquélla,
en águila, un águila real.

Internóse en lo íntimo del corazón de Dios,
y su gran misericordia, de cerca conoció,
cruzó el umbral de almas de gran valor,
las que viven un pensamiento… Dios.

Una sencilla paloma, dice cómo confiar;
el águila real, nos invita a ir más allá.
una Madre nos enseña el camino,
soy su hija; debo, quiero… puedo
Ir aún más allá.

Hna. Ma. De la Luz González Pelayo
Misionera Clarisa

viernes, 15 de julio de 2011

Santísima Virgen del Carmen

16 de julio

Nuestra Señora del Monte Carmelo, referida comúnmente como Virgen del Carmen, es una de las diversas advocaciones de la Virgen María. Su denominación procede del llamado Monte Carmelo, en Israel, un nombre que deriva de la palabra Karmel o Al-Karem y que se podría traducir como 'jardín'. Existen hoy en activo órdenes carmelitas repartidas por todo el mundo, masculinas y femeninas, las cuales giran en torno a esta figura mariana.

Es patrona del Ejército de los Andes, que liderado por el general José de San Martín; gestó la independencia de Argentina, Chile y Perú. También es considerada Reina y Patrona de Chile, de sus Fuerzas Armadas y de Carabineros de Chile; en España es patrona del mar y de la Armada Española, en Colombia es considerada patrona de los transportadores y en el Perú es “Patrona del Criollismo”. En Bolivia es la patrona de la Nación y de sus Fuerzas Armadas.

Según la tradición, durante la celebración de Pentecostés, algunos fieles que investigaban la vida de los profetas Elías y Eliseo en el Monte Carmelo, actual Israel, fueron convertidos al catolicismo tras la aparición de una nube en la que iba una imagen de María. En ese monte, fundaron un templo en honor a la Virgen y la congregación de los Hermanos de Santa María del Monte Carmelo, la que pasó a Europa en el siglo XIII luego de su persecución en Tierra Santa.

El 16 de julio de 1251, la imagen de la Virgen del Carmen se habría aparecido a San Simón Stock, superior general de la Orden, al que le entregó sus hábitos y el escapulario, principal signo del culto mariano carmelita. Según es tradición la Virgen prometió liberar del Purgatorio a todas las almas que hayan vestido el escapulario durante su vida, el sábado siguiente a la muerte de la persona y llevarlos al cielo, creencia que ha sido respaldada por los Pontífices. La iconografía principal de la Virgen la muestra portando dicho escapulario.

La devoción mariana hacia la Virgen del Carmen se extendió a muchos países de Europa y América, destacando entre ellos España, Panamá, Perú, Colombia, Chile y Argentina.

¿Qué es el Escapulario carmelita?

Los seres humanos nos comunicamos por símbolos. Así como tenemos banderas, escudos y también uniformes que nos identifican. Las comunidades religiosas llevan su hábito como signo de su consagración a Dios.

Los laicos no pueden llevar hábito, pero los que desean asociarse a los religiosos en su búsqueda de la santidad pueden usar el escapulario. La Virgen dio a los Carmelitas el escapulario como un hábito miniatura que todos los devotos pueden llevar para significar su consagración a ella. Consiste en un cordón que se lleva al cuello con dos piezas pequeñas de tela color café, una sobre el pecho y la otra sobre la espalda. Se usa bajo la ropa. Junto con el rosario y la medalla milagrosa, el escapulario es uno de los más importantes sacramentales marianos.

El escapulario tiene 3 significados:
·        El amor y la protección maternal de María: El signo es una tela o manto pequeño. Vemos como María cuando nace Jesús lo envuelve en un manto. La Madre siempre trata de cobijar a sus hijos.

·        Pertenencia a María: Llevamos una marca que nos distingue como sus hijos escogidos. El escapulario se convierte en el símbolo de nuestra consagración a María.

·        El suave yugo de Cristo: El escapulario simboliza ese yugo que Jesús nos invita a cargar pero que María nos ayuda a llevar. Quien lleva el escapulario debe identificarse como católico sin temor a los rechazos y dificultades que ese yugo le traiga.

Les invito al retiro "Santidad: camino de perfección cristiana"

MENSAJE DEL PAPA Benedicto XVI

En su intervención con motivo del Ángelus, que el Papa Benedicto XVI dirigió este domingo a los fieles congregados en el patio del Palacio Apostólico de Castel Gandolfo, reflexionó el Evangelio de ese día en el que Jesús se dirige a la multitud con la célebre parábola del sembrador.

El Santo Padre, dijo que este pasaje, refleja la experiencia misma de la predicación de Jesús, “Él se identifica con el sembrador, que esparce la buena semilla de la Palabra de Dios, y percibe los diversos efectos que obtiene, según el tipo de acogida reservada al anuncio. Hay quien escucha superficialmente la Palabra pero no la acoge; hay quien la acoge en el momento pero no tiene constancia y lo pierde todo; hay quien es abrumado por las preocupaciones y seducciones del mundo; y hay quien escucha de manera receptiva como la tierra buena: aquí la Palabra da fruto en abundancia”.

En este Evangelio los discípulos le preguntan a Jesús, “¿Por qué les hablas en parábolas?”. Y Jesús responde poniendo una distinción entre ellos y la multitud: a los discípulos, es decir a los que ya se han decidido por Él, les puede hablar del Reino de Dios abiertamente, en cambio a los demás debe anunciarlo en parábolas, para estimular precisamente la decisión, la conversión del corazón; las parábolas, de hecho, por su naturaleza requieren un esfuerzo de interpretación, interpelan a la inteligencia pero también a la libertad”

Recodando a San Juan Crisóstomo, el Santo Padre señaló que, “En el fondo, la verdadera “Parábola” de Dios es Jesús mismo, su Persona, que, en el signo de la humanidad, esconde y al mismo tiempo revela la divinidad. De esta manera Dios no nos obliga a creer en Él, sino que nos atrae hacia Sí con la verdad y la bondad de su Hijo encarnado: el amor, de hecho, respeta siempre la libertad”.

Por último, en su saludo en lengua española, dijo el Papa, que “La imagen del Sembrador que nos propone el Evangelio, nos invita a acoger con el corazón abierto y puro la Palabra de Dios, para que produzca abundante fruto. Pidamos a la Virgen María que nos ayude a estar siempre dispuestos, como ella, a recibir con gozo todo lo que el Señor nos dice”.