viernes, 2 de septiembre de 2011

Meditación del Evangelio del 3 de septiembre del 2011

11-09-03. Sábado XXII.
Lc 6, 1-5.

LA FORTALEZA DE JESÚS EN TI

Mons. Pedro Agustín Rivera Díaz

Evangelio: Lucas 6, 1-5. Un sábado, Jesús iba atravesando unos sembrados y sus discípulos arrancaban espigas al pasar, las restregaban entre las manos y se comían los granos. Entonces unos fariseos les dijeron: «¿Por qué hacen lo que está prohibido hacer en sábado?» Jesús les respondió: «¿Acaso no han leído lo que hizo David una vez que tenían hambre él y sus hombres? Entró en el templo y tomando los panes sagrados, que sólo los sacerdotes podían comer, comió de ellos y les dio también a sus hombres». Y añadió: «El Hijo del hombre también es dueño del sábado».

LEER: El texto de san Lucas es muy claro, nos presenta una confrontación más de los fariseos en contra de Jesús y de sus discípulos. Jesús no se queda en “el pleito”, aprovecha la ocasión para ayudar a comprender mejor el sentido de la religión y evangeliza.

MEDITAR: PERMITE QUE HOY TOQUE DOS TEMAS, uno la IGLESIA, el otro, la FORTALEZA DE JESÚS EN TI.

MEDITACIÓN: LA IGLESIA: Para los fariseos, cumplir las normas, era respetar “la religión”. Ciertamente hay que respetar las normas, pero no hay que usarlas para oprimir al prójimo, ni por ellas evitar la caridad.

El término religión proviene de religar, es decir, religar al hombre con Dios. Así, la auténtica religión se da en Jesucristo, pues Él es verdadero Dios y verdadero Hombre. En Él se unen de manera única el Cielo y la tierra. Jesús es el Unigénito, el Hijo de Dios. En Jesús, nosotros somos hijos de Dios por adopción, así cuando nos “religamos con Dios, en Jesucristo”, con nuestras acciones podemos manifestar el anticipo del Cielo en nuestras vidas. Ese ha sido el testimonio de los santos.

En Jesucristo la “religión” nos da la auténtica libertad. Algunos, mal interpretan esta realidad y entonces piensan que se puede vivir la “religión cristiana” sin la Iglesia. Esto es un error, porque el mismo Señor Jesús se identifica con la Iglesia: “quien a ustedes escucha, a Mí me escucha” (Lc 10,16), pues Cristo es la Cabeza de la Iglesia (Ef 4,15, Col. 2, 4,8). ¡Qué hermosa y grande responsabilidad!, porque en cada bautizado, en ti y en mí, también, debe de manifestarse la unión del Cielo y de la tierra y debemos vivir en la libertad, que Jesucristo nos da, cuando nos “religa” con nuestro Padre, Dios.

Para mantenernos fieles a la “religadura” con Dios, Jesús instaura la Iglesia: “Tú eres Pedro y sobre esta roca edificaré mi Iglesia” (Mt 16,18). La Iglesia Católica conserva y enseña la doctrina de Jesús y también imparte los sacramentos que Él instituyó; de esta manera a lo largo de los siglos ha hecho presente a Jesucristo y su acción liberadora en el mundo.

Hay quienes fijándose en la inquisición, en las cruzadas, en “el caso Galileo” y dos o tres temas más, imparcialmente dejan de ver el bien que el cristianismo ha traído a la humanidad en el arte, la cultura, la ciencia, la filosofía, la paz, la unidad, la educación, etc. Objetivamente, hagamos un recorrido en la historia de los países y las religiones y no encontraremos a ninguna institución civil, política o religiosa que tenga, ni siquiera de manera aproximada, igual número de mujeres y hombres santos y que hayan aportado tanto bien a la humanidad, en toda la historia humana.

Hoy tú y yo, y más de mil doscientos millones de católicos, tenemos la misión de hacer presente a Cristo en el mundo. Deja que cada quien asuma su responsabilidad y piensa en lo que a ti te toca realizar.

MEIDTACIÓN: LA FORTALEZA DE JESÚS EN TI. (si gustas relee el texto del Evangelio). Jesús no se violenta con el cuestionamiento que le hacen los fariseos, se pone por encima del “malestar y del pleito” de sus interlocutores, se mueve, no en el esquema de la ira, de la crítica o de la envidia, sino en el del amor del prójimo. Jesús ama a quienes le agreden. En el amor no cabe el miedo, Jesús no le tiene miedo a quienes le critican o atacan. Él los ama y por eso más que responderles con ira o rechazarlos violentamente, les instruye y con su ejemplo y palabras les invita a abrir su corazón a Dios, dejando sus esquemas rigoristas, alejados de la compasión y la relación abierta con el prójimo. Jesús no se enfrasca en “discusiones estériles”, enfoca su fuerza en anunciar el Evangelio y construir el Reino de Dios.

La confrontación que san Lucas nos muestra es una de las muchas que Jesús, tuvo que enfrentar. Ciertamente ni los fariseos, ni los escribas, ni los doctores de la ley, ni sus mismos seguidores y discípulos, lo entendieron. Sin embargo, Jesús, nunca se dio por vencido, siempre amó y manifestó seguridad en Sí Mismo porque sabía Quién era Él, porque oraba y se mantenía en continua relación con su Padre Dios, actuando con amor, verdad y justicia, difundiendo siempre el Evangelio.

Estas actitudes pronto, poco a poco se fueron consolidando en sus discípulos, particularmente después de Pentecostés, cuando recibieron al Espíritu Santo, el amor de Dios. El “Cielo”, la presencia de Jesús, en la vida del creyente y en tu vida se ha de manifestar en la paz de tu corazón, en el equilibrio de tu mente, en la coherencia de tus acciones.

¿Tú como reaccionas ante la crítica? ¿Cuántas cosas buenas has dejado de hacer, por miedo a que te critiquen? ¿Te enojas, te desalientas, abandonas todo y te vas? ¿Por el qué dirán has dejado de dar testimonio de tu fe?

La crítica de los fariseos era injusta, porque no respetaba la ley del amor. ¿Cómo se habrán sentido los apóstoles cuando les hicieron sentir que había cometido una falta? ¿Habrán pensado que la culpa la tenía Jesús? ¿Se acobardaron porque pensaron que los iban a castigar? ¿Estaban conscientes que no estaban haciendo nada malo? Si quieres seguir a Jesús, prepárate porque serás criticado, pero también alégrate porque gracias a su presencia amorosa en ti, recibirás el Espíritu Santo que te hará fuerte, te dará seguridad y te capacitará para que tu verdadero yo se manifieste en tu actuar libre en el amor, en la justicia y en la verdad.

ORAR: Señor, gracias porque soy parte de tu Iglesia, quiero asumir mi responsabilidad como testigo tuyo, derrama tu Espíritu en mi corazón, para que a pesar de críticas o adversidades, en cada instante procure hacerte presente con mi testimonio. Jesús sabes que soy débil y fácilmente me vengo abajo.

Ante las críticas o agresiones y respondo con enojo e ira. Ayúdame Señor a ser fuerte, para no quedarme en ningún enredo y responder siempre con tu paz.

CONTEMPLAR: ¿Evitas hacer el bien por el qué dirán? Hoy Jesús te regala su compañía y nos da la clave para tener seguridad en nosotros mismos y mantenernos firmes en hacer el bien.

ACTUAR: Hoy procuraré:


a.- Tener conciencia que soy “hijo de Dios” y miembro de la Iglesia Católica.
b.- Oraré
c.- Me mantendré en la presencia de nuestro Padre Dios
d.- Actuaré con amor, verdad y justicia
e.- Llevaré con alegría la Palabra de Dios, difundiré el Evangelio y construiré el Reino de Dios.

Que todos te conozcan y te amen es la única recompensa que quiero. M. María Inés Teresa Arias.

jueves, 1 de septiembre de 2011

Maestros y cristianos en Asia: intenciones del Papa para septiembre


El primer día del mes, la Santa Sede dio a conocer que en las intenciones del Papa Benedicto XVI para septiembre, están los maestros y los cristianos en el continente asiático.

La intención general del apostolado de la oración del Pontífice es: "por todos los maestros, para que sepan transmitir el amor a la verdad y educar en los auténticos valores morales y espirituales".

La intención misionera es: "para que las comunidades cristianas esparcidas en el continente asiático proclamen el Evangelio con fervor, testimoniando la belleza con la alegría de la fe".

Meditación del Evangelio del 2 de septiembre del 2011


11-09-02. Viernes XXII.
Lc 5, 33-39.

Tu vida es nueva en Jesús

Mons. Pedro Agustín Rivera Díaz

Del santo Evangelio según san Lucas (5,33-39): En aquel tiempo, dijeron a Jesús los fariseos y los escribas: «Los discípulos de Juan ayunan a menudo y oran, y los de los fariseos también; en cambio, los tuyos, a comer y a beber.» Jesús les contestó: «¿Queréis que ayunen los amigos del novio mientras el novio está con ellos? Llegará el día en que se lo lleven, y entonces ayunarán.» Y añadió esta parábola: «Nadie recorta una pieza de un manto nuevo para ponérsela a un manto viejo; porque se estropea el nuevo, y la pieza no le pega al viejo. Nadie echa vino nuevo en odres viejos; porque el vino nuevo revienta los odres, se derrama, y los odres se estropean. A vino nuevo, odres nuevos. Nadie que cate vino añejo quiere del nuevo, pues dirá: "Está bueno el añejo."»

LEER. Jesús para acercar a su auditorio y hacerles comprender más fácilmente su enseñanza, utilizará tres imágenes comunes para la época y además indispensables para las zonas desérticas: el manto y los odres donde se conservaba el vino. Señala que nadie recorta un manto nuevo para parchar un manto viejo y también indica que nadie pone vino nuevo en odres viejos. Jesús no está dando clases de costura o de modas, ni mucho menos sobre la forma de almacenar los vinos, su propuesta es dejar que el amor de Dios nos transforme exterior e interiormente y dejemos a un lado los vicios, errores y pecados del pasado, además de los esquemas mentales que nos hacen herméticos y repelentes al mensaje de salvación.

MEDITAR: Jesús enseña el estilo de vida en relación con Dios, estilo de vida que da paz y libera al hombre. Esto confronta el estilo judío de la norma por la norma. Aún entre los oyentes de Jesús hay quienes conservan sus criterios del pasado y por eso, Jesús pacientemente les instruye con parábolas, en particular por aquellos que no dejan sus esquemas mentales equívocos o piensan que basta con aceptar algunas de las enseñanzas de Jesús, adaptarlas a los esquemas viejos o “modernos” y seguir adelante.

El clima en zonas desérticas es extremoso, el manto es vital, pues de día cubre del sol y por la noche protege de los fuertes vientos. Jesús me confecciona un manto nuevo, que me cubre totalmente y no parches para cubrir los huecos de mi manto viejo.

Hay quienes buscan a Jesús, no para que cambie totalmente su vida, sino sólo una parte, quieren de Él “un parche”. Un ejemplo lo podemos encontrar en aquellos que van y hacen juramento de no ingerir bebidas alcohólicas, “por unos meses”, y no les interesa que Jesús los libre del vicio. Quieren que “del manto nuevo del amor de Dios” se corte “un pedacito de su Gracia”. Algo similar, quizá más común, menos notorio y por eso más grave, es cuando alguien le pide a Jesús que le resuelva un problema pero no está dispuesto a perdonar al hermano (a), que le ofendió.

Si en lugar de la palabra “manto ponemos “cómo me manifiesto a los demás”, si en lugar de la palabra “odre” ponemos la palabra “corazón” y en lugar de “vino” ponemos la palabra “amor”. Las parábolas que hoy comentamos, tienen una nueva dimensión. Pues se refieren a nuestro comportamiento exterior a partir de lo que llevamos en el interior de nuestro corazón.

Para un cambio radical de vida, debemos dejar que Jesús actué tanto en el exterior como en el interior de nosotros mismos. La revisión ha de ser total y no sólo en la superficie, para una auténtica conversión. Lo que yo muestro en mi exterior es manifestación de lo que llevo dentro. “de la abundancia del corazón, habla la boca” (Lc 6,45).

Manifestar un cambio en el exterior de mi vida, como las modelos de un concurso de belleza o una actriz, es relativamente fácil, pero con el tiempo, lo que se oculta se manifiesta, por eso no es raro que el mundo del espectáculo frecuentemente esté lleno de los escándalos o suicidios de los famosos.

Puedo fingir ser feliz y llevar una gran tristeza en mi corazón. El inicio del texto que reflexionamos, señala la alegría de “los amigos del novio mientras el novio está con ellos”. Ciertamente puede haber motivos por los que en algún momento o día puedo estar tiste, pero ese no puede ser mi estado habitual. Saber que Cristo está conmigo y me ama, ha de ser el motivo, para no dejarme dominar por ningún sentimiento negativo, para estar habitualmente contento y actuar en la paz del Señor.

Hoy puedo parecer más piadoso y amable y guardar rencores en mi corazón. Será un avance que ahora sea más amable, pero Jesús quiere sanarme de tal manera que lo que reflejo en mi exterior sea una manifestación de mi interior. ¡Jesús toma mi corazón, haz mi vida nueva! ¡Señor quédate en mí!

El encuentro con Jesús y la aceptación de su Señorío, cambia nuestras expresiones, nos vuelve más serenos, educados amables, prudentes, buenos consejeros. Todo esto empieza a brotar desde lo profundo de nuestro corazón, pues la relación con Él nos da la paz, no como efecto de ejercicios de relajación o de respiración, que algo ayudan, sino sobre todo por el encuentro con Quien ha dado su vida por mí, me ama, me perdona, me regenera. De esto nos dan ejemplo los santos, no hay santos tristes, pues ellos viven en la alegría de nuestro Dios.

La presencia de Jesús en mi vida me da paz, porque armoniza todas mis formas de relacionarme. Jesús me perdona, me permite reelaborar mi pasado, me da esperanza para el futuro y me inunda con su amor en mi diario vivir. Jesús me da su paz: “Mi paz les dejo, mi paz les doy” (Jn 14,27).

La paz bíblica, no sólo implica un pacto que permite la vida tranquila, ni la ausencia de guerra, designa sobre todo la existencia cotidiana en armonía con la naturaleza, con los demás, con uno mismo, con Dios. Mi encuentro con Jesús no sólo satisface mis necesidades afectivas y emocionales, sino sobre todo: me da su presencia y su amor. La compañía de Jesús le da una nueva perspectiva a mi vida, poniéndome por encima de cualquier problema o situación angustiosa, por encima de cualquier necesidad material y por encima de cualquier miedo o temor, porque en Él buscaré y encontraré la solución. “Su vara y su cayado me acompañan” (cf. Sal 23,4).

El amor (vino) de Jesús en mí debo manifestarlo con un nuevos estilos de pensar, de actuar y de decir (odres). ¡Fuera pesimismos, fuera críticas, fuera diversas maneras de maltratar a los demás! ¡Que se note que Jesús vive en mí!

ORAR: Gracias Señor porque me amas y quieres que realice mi existencia en la Vida Plena que Tú me das. Bien sabes que los mayores obstáculos para ello, no están en mi exterior, sino en mí, porque manifiesto poca confianza en Ti, cuando me quedo en mis pensamientos negativos, de auto rechazo o auto castigo; cuando repito los hábitos que me hacen daño. Gracias Jesús porque me amas y eres paciente conmigo, permíteme experimentar tu amor y sáname desde lo más profundo de mí. Dame tu paz. Virgen santísima de Guadalupe, cúbreme con tu manto. Jesús, haz mi corazón semejante al tuyo.

ACTUAR: Hoy, estaré atento a mis estados de ánimo, revisaré qué me genera sentimientos, palabras o acciones negativos. Le pediré a Jesús que me acompañe y sane las heridas que me generan esos estados de ánimo y le pediré que me permita alegrarme en Él y compartir mi alegría por conocerlo.

Que todos te conozcan y te amen es la única recompensa que quiero. M. María Inés Teresa Arias.

Seguimos el esquema de la Lectio Divina: Leer, meditar, orar, contemplar y actuar.
Leer, es escuchar la Palabra de Dios y ponerla en contexto.
Meditar es reflexionar sobre lo que el texto bíblico me dice.
Orar: Es responder a la Palabra, qué le digo a Dios: es petición, intercesión, agradecimiento, alabanza, etc.
Contemplar el reto de llegar a la conversión de la mente, del corazón y de la vida, según el Corazón de Cristo.
Actuar, es mi compromiso por hacer vida la Palabra de Dios.

Meditación del Evangelio del 1 de septiembre del 2011


11-09-01. JUEVES XXII.
Lc 5, 1-11.

DIOS TIENE UNA MISIÓN PARA TI

Mons. Pedro Agustín Rivera Díaz

Del santo Evangelio según san Lucas (5,1-11): En aquel tiempo, la gente se agolpaba alrededor de Jesús para oír la palabra de Dios, estando él a orillas del lago de Genesaret. Vio dos barcas que estaban junto a la orilla; los pescadores habían desembarcado y estaban lavando las redes. Subió a una de las barcas, la de Simón, y le pidió que la apartara un poco de tierra. Desde la barca, sentado, enseñaba a la gente. Cuando acabó de hablar, dijo a Simón: «Rema mar adentro, y echad las redes para pescar.» Simón contestó: «Maestro, nos hemos pasado la noche bregando y no hemos cogido nada; pero, por tu palabra, echaré las redes.» Y, puestos a la obra, hicieron una redada de peces tan grande que reventaba la red. Hicieron señas a los socios de la otra barca para que vinieran a echarles una mano. Se acercaron ellos y llenaron las dos barcas, que casi se hundían. Al ver esto, Simón Pedro se arrojó a los pies de Jesús diciendo: «Apártate de mí, Señor, que soy un pecador.» Y es que el asombro se había apoderado de él y de los que estaban con él, al ver la redada de peces que habían cogido; y lo mismo les pasaba a Santiago y Juan, hijos de Zebedeo, que eran compañeros de Simón. Jesús dijo a Simón: «No temas; desde ahora serás pescador de hombres.» Ellos sacaron las barcas a tierra y, dejándolo todo, lo siguieron.

LEER: El relato de la pesca milagrosa que señala san Lucas nos muestra a Jesús enseñando subido en la barca de Pedro, que estaba en el mar. Después le dirá a Pedro; -que junto con sus compañeros había regresado sin haber pescado nada-, que reme mar adentro y vuelva a echar las redes. Pedro un tanto incrédulo hace lo que Jesús le pide y con asombro ve que las redes se llenan de tantos peces, que incluso tienen que llamar a otra barca. Pedro lleno de admiración se postrará ante Jesús y le pedirá que se aleje de Él pues es un pecador. El Señor Jesús le dice que se levante y que lo hará “pescador de hombres”. No sólo Pedro, sino también sus compañeros “dejándolo todo lo siguieron”.

MEDITAR: Para algunos estudiosos de la Biblia (exégetas), el mar representa al mundo y la barca de Pedro la Iglesia. Hoy, desde la Iglesia, Jesús te llama a ti, a mí y a todos, a seguirlo para hacerlo presente en el mundo.

Es significativo que en esta parte del Evangelio del nombre del príncipe (principal) de los apóstoles sea “Simón” (el que escucha a Dios) y que más adelante el Señor Jesús le llame “Pedro” (Roca, no una simple piedra). Jesús es carpintero, Simón-Pedro pescador y experto en ello, pues de la pesca vivía.

ORAR: Gracias Señor porque me buscas y sales a mi encuentro. Muchas veces como Simón-Pedro y sus compañeros, después de tanto esforzarme, he sentido que mi vida está vacía, que lo que hago no tiene sentido. Me siento triste, cansado, fracaso y perdido. Pero apareces Tú y me das nuevos alientos, me invitas a que escuche tus palabras, me pides permiso para acompañarme en mi vida, a que confíe en Ti y que en tu nombre eche las redes. Así lo haré Señor, pero lo más importante no será si obtengo el éxito inmediato o si todavía tengo que esperar y esforzarme más, lo más importante Señor, es que ahora, que he decidido seguirte, me guías Tú y estás siempre a mi lado. Gracias Señor por tu compañía y presencia en mi vida.

CONTEMPLAR: El proceso de conversión de Simón-Pedro es muy interesante, porque lo primero que hace es dejar que Jesús suba en su barca (entre en su corazón). Jesús le acompaña mar adentro (que es lugar que Pedro conoce, donde se siente seguro, confortable). Simón-Pedro deja que Jesús le acompañe en su vida. Jesús no juzga sus procedimientos, simplemente le dirá que haga algo nuevo, distinto. Simón no se llena en la soberbia, de pensar: “el que sabe cómo se hacen las cosas soy yo, Él qué me puede enseñar”. Le hará caso a Jesús. Los resultados hacen que Pedro se dé cuenta ante Quién está y humildemente reconoce su realidad pecadora y le pedirá a Jesús que se aparte de él. Jesucristo no lo rechaza, le dará una misión que dignificará su vida, de simple pescador, será discípulo, misionero, apóstol, cabeza de la Iglesia: santo y alcanzará la Vida Eterna.

La misión para ti, para mí y para todos es: no hacer de nuestra vida algo intrascendente, sino en Jesucristo encontrar el camino para desarrollarnos plenamente, ser felices, ser santos y alcanzar la Vida Eterna, amando a Dios, sirviendo a los demás, haciendo este mundo mejor, pues Jesús te llama a ser “pescador de hombres”.

Cuando Pedro escucha la voz de Jesús y le obedece, su forma de entender las cosas y de realizar su vida cambiará. Lo mismo puede ocurrir contigo, si como Pedro, confías en Jesús.

Los resultados harán que la visión que Pedro tiene de las cosas cambie. Muchas veces tú y yo, ya sabemos cómo es nuestra vida, qué si nos funciona y qué no. Pedro confía en Jesús, su vida cambia.

Simón se reconoce pecador, ante Jesús no finge ser lo que no es. Jesús conoce a Pedro, conoce sus limitaciones, no lo rechaza, lo ama tal y como es y lo promueve para que sea feliz,  que con su ejemplo atraiga a muchos a Dios y sea santo.

La narración evangélica de “la pesca milagrosa” nos revela diez pasos, que nos han de ayudar a descubrir nuestra misión en esta vida, a ser santos y a alcanzar la Vida Eterna:
(1) Deja que Jesús entre en tu corazón, Él quiere subirse a tu barca.
(2) Jesús quiere acompañarte en tu vida pasada para sanarte, ve “mar adentro con Él”.
(3) Escúchalo. Sigue sus enseñanzas, aprende nuevos estilos de vida en su amor que libera.
(4) Reconoce tu indignidad, tus errores y limitaciones, Jesús no te juzga, te ama.hemos pescado toda la noche”.
(5) Obedécelo y “tira las redes”, es decir: no te quedes con odios, resentimientos, complejos de tu vida pasada.
(6) Pedro se alegró por la pesca, compartió con otros su alegría.
(7) Ante los cambios que experimentó Pedro “reconoce a Jesús como Señor“, entrégale tu vida a Jesús.
(8) Deja que Él te levante, aprende a ser feliz, en su amor. Jesús te ama. “desde ahora serás pescador de hombres”. Deja que Él cambie tu vida.
(9) Síguelo, Jesús quiere acompañarte en tu vida para que seas feliz (santo) en esta vida y alcances la Vida Eterna.
(10) Procura que otros también sigan a Jesús (Andrés, Juan,  Santiago, junto con Pedro) “dejándolo todo, lo siguieron”.

ACTUAR: En oración, invitaré hoy al Señor Jesús, a que entre en mi vida. Con Él revisaré lo que he hecho y tiraré todo lo que me estorba para seguirlo y ser feliz. También procuraré acercar a mi familia y a mis amigos a Jesús.

Que todos te conozcan y te amen es la única recompensa que quiero. M. María Inés Teresa Arias.

Seguimos el esquema de la Lectio Divina: Leer, meditar, orar, contemplar y actuar.
Leer, es escuchar la Palabra de Dios y ponerla en contexto.
Meditar es reflexionar sobre lo que el texto bíblico me dice.
Orar: Es responder a la Palabra, qué le digo a Dios: es petición, intercesión, agradecimiento, alabanza, etc.
Contemplar el reto de llegar a la conversión de la mente, del corazón y de la vida, según el Corazón de Cristo.
Actuar, es mi compromiso por hacer vida la Palabra de Dios.




miércoles, 31 de agosto de 2011

Papa Benedicto XVI: hay expresiones artísticas que son verdaderas vías hacia Dios


Esta mañana, al presidir la audiencia general de los miércoles, la cual se llevó a cabo en la plaza Libertad en Castel Gandolfo, el Papa Benedicto XVI explicó que la contemplación de las obras de arte también constituye un camino para llegar a Dios, porque "es como una puerta abierta hacia el infinito, hacia una belleza y una verdad que van más allá de lo cotidiano. Y una obra de arte puede abrir los ojos de las mentes y del corazón, impulsándonos hacia lo alto".

El Pontífice cuestionó: "quizá os habéis dado cuenta alguna vez que ante una escultura, un cuadro, algunos versos de una poesía, o alguna pieza musical, habéis sentido una íntima emoción, un sentimiento de alegría, de percibir aquello que claramente ante vosotros no es solo material", sino "algo más grande, algo que habla, capaz de tocar el corazón, de comunicar un mensaje, de elevar el ánimo".

"El arte es capaz de expresar y hacer visible la necesidad del hombre de andar más allá de lo que se ve, manifiesta la sed y la búsqueda de lo infinito", agregó.

Más adelante, el Vicario de Cristo comentó que "hay expresiones artísticas que son verdaderas vías hacia Dios, la Belleza suprema, y que también son una ayuda a crecer en la relación con Dios, en la oración. Se trata de obras que nacen de la fe y que expresan la fe".

Luego, invitó a los fieles a contemplar el arte no sólo como un modo de enriquecimiento cultural, "sino como un momento de gracia, de estímulo para afrontar nuestro lazo y nuestro diálogo con Dios, para detenernos a contemplar el rayo de la belleza que nos golpea, que casi nos ‘hiere’ en nuestro interior y nos invita a subir hacia Dios".

"Esperemos que el Señor nos ayude a contemplar su belleza, tanto en la naturaleza como en las obras de arte, y así ser tocados por la luz de su rostro, para que también podamos ser luz para nuestro prójimo", continuó.

Finalmente, el Santo Padre exhortó "a todos a llegar a Dios, Belleza suma, a través de la contemplación de las obras de arte. Que éstas no sólo sirvan para incrementar la cultura, sino también para promover el diálogo con el Creador de todo bien. Que el Señor siempre os acompañe".

Meditación del Evangelio del 31 de agosto del 2011

11-08-31. MIÉRCOLES XXII.
Lc 4, 38-47.

EL SERVICIO ACTITUD CRISTIANA

Mons. Pedro Agustín Rivera Díaz

LEER: San Lucas de forma muy sintética nos muestra un día en la vida de Jesús, que inicia con la oración en la Sinagoga, continúa en la casa de Pedro en donde hace curaciones, descansa y al día siguiente, muy temprano está en oración dispuesto a seguir sirviendo, llevando el Evangelio.

Al final aparece el texto bíblico para quien lo quiera consultar

MEDITAR: La suegra de Pedro está enferma y es curada por Jesús, cuando Él la visita. Ella sana y se pone a servir. Jesús desde este hogar, atiende y cura a los que se acercan a Él. Termina la jornada y al día siguiente, temprano, Jesucristo ya está en oración, dispuesto a seguir sirviendo a todos, llevando el Reino de Dios.

Oración y servicio, son la clave en la vida de Jesús. Jesús ora, así siempre está consciente del servicio que hace y por qué lo hace. La fortaleza del servicio en Jesús, es la oración, pues a través de ella, todo servicio se convierte en el acto más puro de amor.

La oración no es un monólogo ni una introspección en la que hablo conmigo mismo. La oración es un diálogo de amor iniciado por Dios, Quien espera que yo le responda. Por eso, en la oración además de las palabras que yo pueda decir, es importante el silencio que haga para escuchar a Dios.

Realmente muchas personas saben rezar, pero no orar. Van y dicen a Dios lo que le quieren decir o pedir. Quizá repiten oraciones aprendidas, pero no hacen silencio para escuchar lo que Él les quiere compartir. Para santa Teresa de Ávila orar es dialogar con Aquel que sabemos que nos ama.

Si hacemos silencio y escuchamos a Dios, nuestra oración será más eficaz y seremos más felices. Dios siempre me escucha, ¿le escucho a Él? El que Él me escuche no significa que siempre y de manera inmediata me dará lo que le pido. Realmente hay que reconocer que no siempre pedimos lo que más nos conviene o lo que es mejor para todos. Como quiera, Dios siempre me da, más de lo que le pido y si no me concede lo que le pedí, es porque Él tiene algo mejor para mí.

Jesús se mantiene en constante diálogo amoroso con su Padre. En la oración encuentra la Verdad que le hace libre, la inteligencia para servir mejor y auténticamente a los demás y la fortaleza para superar todas las dificultades. La oración le permite experimentar el amor del Padre, aún en los momentos más difíciles. La oración le ayuda a mantenerse en el servicio a los demás “Yo he venido a servir, no a ser servido”· (cf. Mt 20,28).

San Benito, resume la vivencia del cristiano en su frase “ora et labora”: ora y trabaja.
La autenticidad de la oración se manifiesta en el servicio.

ORAR: Gracias Señor por la vida que me has dado, las cualidades con las que me has dotado y los medios para servir. Concédeme Señor que no entierre los talentos que he recibido, sino que los ponga al servicio de los demás y así, al tiempo que los desarrolle, me conozca y me supere, estaré participando en tu Plan de Amor, para hacer mejor este mundo, extendiendo tu paz.

CONTEMPLAR: Dice san Pablo “no se cansen de hacer el bien” (2 Ts 2,13). Ciertamente el servicio puede cansar y para recuperar fuerzas puedo descansar, pero nunca olvidar mi objetivo, hacer presente el amor de Dios en el mundo. La mejor manera de mantener el ritmo y el rumbo es la oración. ORAR Y SERVIR.

Estar dispuesto a servir genera armonía y desarrollo, implica creatividad y alegría por vivir, es una expresión de amor, de madurez humana. No hacer nada por los demás, implican pasividad y manifiesta desaliento hacia la vida. Aprovecharse del otro es expresión de egoísmo, divide e impide el desarrollo común.

La oración y el trabajo nos mantienen unidos a Dios y en el camino de seguir e imitar a Cristo. “Mi Padre trabaja siempre, y yo también trabajo”.

Para servir mejor, hay que orar, pues así el servicio se hace de manera consciente y se convierte en un acto de amor desinteresado hacia Dios, en bien de los demás.

El mejor servicio es compartir el Evangelio. Así serán más los que se acerquen a Dios, más los que lo conocerán y amarán y así seremos más los que estemos dispuestos a hacer este mundo mejor.
Ciertamente también hay que dejarse servir y dar oportunidad a que otros crezcan.

ACTUAR: Uniendo la oración al servicio, hoy procuraré servir a los demás por amor a Dios y luego haré la revisión de vida para concientizarme de cómo me sentí, como crecí y de qué manera ayudé a que los demás fueran mejor.

Que todos te conozcan y te amen es la única recompensa que quiero. M. María Inés Teresa Arias.

Seguimos el esquema de la Lectio Divina: Leer, meditar, orar, contemplar y actuar.
Leer, es escuchar la Palabra de Dios y ponerla en contexto.
Meditar es reflexionar sobre lo que el texto bíblico me dice.
Orar: Es responder a la Palabra, qué le digo a Dios: es petición, intercesión, agradecimiento, alabanza, etc.
Contemplar el reto de llegar a la conversión de la mente, del corazón y de la vida, según el Corazón de Cristo.
Actuar, es mi compromiso por hacer vida la Palabra de Dios.

Del santo Evangelio según san Lucas (4,38-44): En aquel tiempo, al salir Jesús de la sinagoga, entró en casa de Simón. La suegra de Simón estaba con fiebre muy alta y le pidieron que hiciera algo por ella. Él, de pie a su lado, increpó a la fiebre, y se le pasó; ella, levantándose en seguida, se puso a servirles. Al ponerse el sol, los que tenían enfermos con el mal que fuera se los llevaban; y Él, poniendo las manos sobre cada uno, los iba curando. De muchos de ellos salían también demonios, que gritaban: «Tú eres el Hijo de Dios». Los increpaba y no les dejaba hablar, porque sabían que Él era el Mesías. Al hacerse de día, salió a un lugar solitario. La gente lo andaba buscando; dieron con Él e intentaban retenerlo para que no se les fuese. Pero Él les dijo: «También a los otros pueblos tengo que anunciarles el Reino de Dios, para eso me han enviado». Y predicaba en las sinagogas de Judea.

martes, 30 de agosto de 2011

Meditación del Evangelio del 30 de agosto del 2011


11-08-30. Martes XXII.
Lc 4,31-37.

El cristiano exorciza el mal

Mons. Pedro Agustín Rivera Díaz

LEER: La liturgia de la Palabra de la Misa, nos invita a meditar el Evangelio según san Lucas. El texto de hoy nos presenta a Jesús enseñando en la Sinagoga de Cafarnaún, quien manifiesta su poder sobre el maligno al liberar a un endemoniado. A partir de la predicación de Jesús y de sus obras, la fama de Jesús se extiende por la comarca y todos se comentan el poder de su Palabra, que no sólo expulsa demonios sino que también toca corazones y lleva a la gente a la conversión de sus estilos equivocados de vivir.

Al final aparece el texto bíblico para quien lo quiera consultar

MEDITAR: El término exorcizar, según su etimología, significa romper un juramento o liberar al que está cautivo. En el sentido religioso se entiende como la expulsión de demonios y es un ministerio exclusivo de los obispos, quienes los pueden delegar en sacerdotes o laicos debidamente formados y autorizados para este servicio. Nadie, sin estas cualidades, debe de intentar hacer exorcismos. En nuestra reflexión de hoy, no nos detendremos en este tipo de exorcismos.

De manera más amplia, podemos decir, que por la gracia bautismal, el católico que se esfuerza en hacer vida las enseñanzas de Jesucristo, exorciza al mundo con su ejemplo y trabajando por la instauración del Reino de Dios en todos los ambientes. Donde Cristo reina, el demonio es expulsado y el mal es vencido. Así, por ejemplo en donde se vive de acuerdo a los valores que emanan del Evangelio, se expulsa la mentira con la verdad, el odio con el amor, el egoísmo con el servicio, la impureza con la castidad. El cristiano exorciza al mundo cuando evangeliza con su palabra, con su testimonio y genera estructuras que son evangelizadoras.

Evangelizar no es sólo recibir y memorizar una serie de conceptos, evangelizar es recibir a Jesús, es dejar que Él reine en mí y trabajar para que su Reino llegue a todos los ambientes donde realizo mi vida, transformando a las personas y a las estructuras sociales que el hombre construye.

ORAR: Señor quiero que reines totalmente en mí, me doy cuenta que hay todavía áreas de mi vida que no te he entregado y en las que gobierno yo o un vicio, que me domina. Derrama tu Espíritu en mi corazón, quiero que tu Palabra resuene y viva con todo su poder en mí. Jesús, reina en mi familia, aún hay muchas cosas que mejorar en nuestras relaciones. Jesús reina en mi edificio, calle, colonia y ciudad. Haz de mí un apóstol tuyo, que no sea indiferente ante el mal que me rodea, que no me deje apabullar por él, sino que con el poder de tu palabra sea un factor de cambio para mejorar nuestra convivencia y sobre todo para que sean más los que te conozca y te amen y así se establezca tu reinado de amor en el mundo entero.

CONTEMPLAR: En un reino, quien gobierna es el rey, si otro pretende gobernar es un usurpador. En el Reino de Dios, quien gobierna es Él y siendo Él Amor, el Reinado de Dios se establece en la vida del hombre y de la mujer, que abren su mente y su corazón al Amor, a la Verdad y a la Justicia que proceden de Dios, por lo que la persona se libera de lo que le ata y le impide ser feliz y tener Paz.

Quien vive según sus apetencias y no según la Palabra de Dios, aunque estuviera bautizado, está preso y bajo el dominio de un usurpador, por lo que en su corazón no hay amor, sino resentimiento y odio, vive en la mentira y el error, es injusto en sus juicios y en su actuar, vive oprimido por sus traumas y complejos, vive triste y angustiado y no tiene paz en su corazón. Dice san Pablo que hemos sido llamados a vivir en libertad y no en la esclavitud que se manifiesta en: “fornicación, impureza y libertinaje, idolatría y superstición, enemistades y peleas, rivalidades y violencias, ambiciones y discordias, sectarismos, disensiones y envidias, ebriedades y orgías, y todos los excesos de esta naturaleza” (cf. Gal 5, 13. 19-21).

Cuando esta usurpación ocurre en una persona, puede llegar a su familia y de ahí extenderse a su comunidad y poco a poco a la sociedad y consolidarse como una estructura de pecado social. Este proceso lo podemos constatar en la vida de algunos de los criminales que han sido atrapados: iniciaron individualmente, después en grupo y llegaron a formar parte de bandas organizadas que extienden sus redes y se consolidan como sólidas estructuras del crimen. Esto también lo vemos en algunas calles o colonias de nuestras ciudades. Un padre de familia golpeador, que agrede a sus hijos, quienes hacen a su familia el terror de la calle donde viven, por lo que pronto algunas otras personas se alían a ellos, incluso como un sistema de defensa, y en poco tiempo la calle o la misma colonia, se convierte en un nido de delincuentes en donde ni la policía entra.

El mal es carencia del bien. Dejar que Dios reine en mi corazón es permitir que el Rey llene las carencias que existen en mi vida y que el mal en mí sea exorcizado por su Amor, de tal forma que renovado(a) en Jesucristo, tenga una nueva visión de la realidad y convertido hacia Él, sea un factor de cambio: un evangelizador en mi familia y en las estructuras donde no está Dios.

Jesucristo exorciza (expulsa el mal) de nuestro corazón, de nuestra familia, de nuestra sociedad, cuando dejamos que su Palabra habite en nosotros con todo su poder. Nosotros exorcizamos el mal de nuestra vida cuando abrimos nuestro corazón a Jesús y lo llevamos con nuestras palabras y obras a nuestros ambientes. Jesucristo nos libera para que liberemos, Jesús nos evangeliza para que evangelicemos. La presencia de Jesús en nuestras vidas se traduce en “amor, alegría y paz, magnanimidad, afabilidad, bondad y confianza, mansedumbre y temperancia”. (Gal 5, 22-23).

El mundo necesita de testigos del Evangelio, ahí donde un(a) cristiano(a), que deja el amor de Dios esté en su corazón, es factor de conversión en su familia y de otras familias, por lo que, aún los ambientes más negativos pueden ser transformados. Un elemento fundamental de la evangelización son las parroquias, ahí donde las familias cristianas nos unimos en comunidad y formamos la Iglesia, familia de familias, comunidad de familias en el Reino de Dios.

ACTUAR: Hoy haré una revisión de mi vida y de mis relaciones familiares, pidiendo a Jesús que reine en nosotros.
Me acercaré a confesarme –para que Jesús reine más en mí-.
Hoy procuraré hacer un plan para acercar más personas a Dios:
+ Les compartiré esta homilía
+ o les invitaré a rezar juntos
+ u organizaré una fiesta muy original: les diré que les invito a Misa porque la he ofrecido por ellos. (Por ejemplo el 5 de septiembre es día del hermano -en honor a Madre Teresa de Calcuta-. El 8 de septiembre nos uniremos en oración ante Jesús Eucaristía para pedir por la reconciliación y la paz en México)
+ Anota alguna otra iniciativa: _____________________________________

Que todos te conozcan y te amen es la única recompensa que quiero. M. María Inés Teresa Arias.

Seguimos el esquema de la Lectio Divina: Leer, meditar, orar, contemplar y actuar.
Leer, es escuchar la Palabra de Dios y ponerla en contexto.
Meditar es reflexionar sobre lo que el texto bíblico me dice.
Orar: Es responder a la Palabra, qué le digo a Dios: es petición, intercesión, agradecimiento, alabanza, etc.
Contemplar el reto de llegar a la conversión de la mente, del corazón y de la vida, según el Corazón de Cristo.
Actuar, es mi compromiso por hacer vida la Palabra de Dios.

Del santo Evangelio según san Lucas (4,31-37): En aquel tiempo, Jesús bajó a Cafarnaún, ciudad de Galilea, y los sábados enseñaba a la gente. Se quedaban asombrados de su doctrina, porque hablaba con autoridad. Había en la sinagoga un hombre que tenía un demonio inmundo, y se puso a gritar a voces: «¿Qué quieres de nosotros, Jesús Nazareno? ¿Has venido a acabar con nosotros? Sé quién eres: el Santo de Dios.» Jesús le intimó: «¡Cierra la boca y sal!» El demonio tiró al hombre por tierra en medio de la gente, pero salió sin hacerle daño. Todos comentaban estupefactos: «¿Qué tiene su palabra? Da órdenes con autoridad y poder a los espíritus inmundos, y salen.» Noticias de él iban llegando a todos los lugares de la comarca.