domingo, 4 de septiembre de 2011

Meditación del Evangelio del 4 de septiembre del 2011

11-09-04. DOMINGO XXIII.

Mt 18, 15-20.

LA PRESENCIA DE JESÚS EN MI FAMILIA Y EN MI ENTORNO

Mons. Pedro Agustín Rivera Díaz

Evangelio: Mateo 18, 15-20. En aquel tiempo dijo Jesús a sus discípulos: «Si tu hermano comete un pecado, ve y repréndelo a solas. Si te escucha, habrás salvado a tu hermano. Si no te hace caso, hazte acompañar de una o dos personas para que todo lo que se diga conste por boca de dos o tres testigos. Pero si ni así te hace caso, díselo a la comunidad; y si ni a la comunidad le hace caso, apártate de él como de un pagano o de un publicano.

Yo les aseguro que todo lo que aten en la tierra, quedará atado en el Cielo, y todo lo que desaten en la tierra, quedará desatado en el Cielo. Yo les aseguro, también, que si dos de ustedes se ponen de acuerdo para pedir algo, sea lo que fuere, mi Padre celestial se lo concederá; pues donde dos o tres se reúnen en mi nombre, allí estoy yo en medio de ellos».

LEER: En este párrafo del Evangelio reconocemos cuatro enseñanzas, la corrección fraterna, el perdón de las faltas del prójimo, la importancia de ponerse de acuerdo y la presencia de Jesús en medio de los que se reúnen en su nombre.

MEDITAR: Lo que identifica estas cuatro enseñanzas es la unidad y junto con ella la paz, que de ellas proceden. Cada uno de estos pasos es valioso por sí mismo y se puede aplicar cada uno por separado o en su conjunto, como lo vamos a ver.

En estos cuatro pasos encontramos un camino de qué hacer cuando tenemos una dificultad o falla, con nosotros mismos o con alguna persona, y queremos resolverla. Lo primero es invitar a la reflexión. La palabra “reprender” la entendemos como “regaño”, pero si nos vamos a su etimología la podríamos definir como “retomar”, “recuperar”. ¿Tienes algún problema contigo mismo, cometiste alguna falla? Recupera la calma. Recupérate. ¿Es otro el que falló? No lo juzgues antes de tiempo, no lo condenes ni lo sentencies: Recupéralo. Si es necesario, llama a otra persona para que le ayude. Si es a ti a quien quieres recuperar, déjate ayudar, por alguien que te sea afín. Si lo requieres, busca un consejero adecuado: un sacerdote, un psicólogo, un amigo prudente y no a alguien muy comunicativo, de poca confianza o sin fe.

El segundo paso es siempre perdonar en el nombre de Jesús: Lo que ates o desates en la tierra, de igual manera queda en el Cielo”. Ama en Jesús. Si se refiere a ti: ámate en Jesús. Si lo aplicas a otra persona: ámala en Jesús. Cuando quieras cambiar a alguna persona o situación, primero ámala y eso te facilitará el perdonar, y perdonando tendrás paz en tu corazón y “los ojos limpios” para poder ayudarte o ayudar a otros. Cuando Dios perdona, olvida. Si el perdón es para ti, perdónate, acéptate y reconoce que Dios ya te perdonó, máxime si además te has confesado y recibido la absolución de tus pecados. Si el perdón lo otorgas a otra persona, confíala a Dios, lo que te corresponde es mantener tu corazón libre de odios, resentimientos o rencores. Cada quien es como es, acepta y ama a los demás como son.

El tercer paso es llegar a acuerdos y ponerlos en manos de Dios, no sólo valiéndote de tus propias fuerzas, sino sobre todo en el amor de Dios. Si el acuerdo es contigo mismo, tener a Dios como aliado te será fabuloso y si el acuerdo es con otros, Dios les ayudará a realizarlo.

El cuarto paso es poner a Dios siempre en medio de tus relaciones. La ventaja es que donde tú vayas y estés, siempre estará Dios, porque eres su hijo(a). De esta manera, donde tú estés llevarás su presencia a aquellas personas con las que hablas y en consecuencia, si invitas a quien(es) te acompaña(n) a que se ponga(n) en presencia de Dios, los acuerdos a los que lleguen, siempre contarán con el favor de Dios.
Apliquemos estos pasos en la vida de familia, en el lugar de trabajo o de estudios, en reuniones de amigos o familiares y nos reconoceremos misioneros del amor de Dios, estando en paz y siendo pacificadores.

ORAR: Señor regálame tu presencia y “hazme un instrumento de tu paz, particularmente en mi familia, pues perdonando es que nos das perdón; que donde haya odio, lleve tu amor; donde haya injuria, tu perdón Señor; donde  haya duda, fe ten Ti, Señor” (San Francisco).

CONTEMPLAR: Como humanos; somos seres en relación. Lo ideal sería que nuestras relaciones siempre fueran tersas, en la verdad, en la justicia y en el amor. La “realidad que nos circunda” nos muestra que no es así. Sin embargo eso cambia, cuando al menos una persona actúa cristianamente y no al estilo común de los demás. Centrados en la “realidad fundante”: Dios, sabemos cuál es su plan de amor y como hijos suyos, nos aliamos con Él para realizarlo.

Nublada la razón por los sentimientos, es muy común que la gente se agreda y fácilmente rompa relaciones con los demás, incluso con los más cercanos, afectivamente hablando: el cónyuge, los hermanos, los padres, los hijos, demás familiares o amigos y también con compañeros de trabajo, vecinos o gente que pasa por las calles, etc.

Dejar de tender puentes de diálogo, romper relaciones: nos aísla, nos genera sentimientos de soledad y frustración y en poco tiempo, quizá sin darnos cuenta, sentimos que lo que nos rodea es un ambiente agresivo, ante el que nos sentimos indefensos y desconfiados, del que nos tenemos que proteger y quizá en poco tiempo nosotros nos volveremos en agresores.

Esto sucede cuando somos esclavos de los sentimientos y circunstancias y ellos nos manejan. Seguir a Cristo y vivir según sus enseñanzas es un acto consciente, es una decisión. Es un acto de libertad en el amor, que se sustenta en Dios que es nuestro Padre. Por eso, cuando en lugar de dejar que las circunstancias sean las que determinen el rumbo de mi vida: yo, unido a Jesús, puedo determinar ser un factor de cambio y tender puentes de comunicación, donde el perdón, el amor y los acuerdos, sean elementos que hagan presente a Dios en mis relaciones, para restaurar y consolidar la paz en mi corazón y con los demás.

ACTUAR: Hoy pensaré en las cosas que de mí no acepto o rechazo. Tomaré la decisión de “recuperarme” y estar en paz conmigo mismo(a). Me perdonaré, me aceptaré como soy y me amaré en Dios. Me mantendré en diálogo con mis sentimientos y los llevaré a la presencia de Dios, para que Él, con su amor y perdón, me dé su paz.

También pensaré en cada una de las personas con las que considero que mi relación está fracturada. Tomaré la decisión de “recuperar” a esa persona, la aceptaré y amaré tal y como es. Espiritualmente, pondré a Dios, en medio de nuestra relación.

En ocasiones, llegar a acuerdos directamente con personas especialmente significativas en nuestra vida (cónyuges, hermanos, hijos), con las que se fracturó la relación y que no conocen o no les interesa vivir en el amor de Dios, es difícil y en ocasiones contraproducente, buscarlas para llegar a acuerdos. Por lo que, por el momento, pondré paz en mi corazón en relación con ellas y las perdonaré en mi interior o les pediré perdón, si es el caso. Si es posible establecer puentes de comunicación y de diálogo; me comunicaré con ellas cuando Dios me lo indique en mi corazón o me dé la oportunidad para hacerlo.

Que todos te conozcan y te amen es la única recompensa que quiero. M. María Inés Teresa Arias.

Seguimos el esquema de la Lectio Divina: Leer, meditar, orar, contemplar y actuar.
Leer, es escuchar la Palabra de Dios y ponerla en contexto.
Meditar es reflexionar sobre lo que el texto bíblico me dice.
Orar: Es responder a la Palabra, qué le digo a Dios: es petición, intercesión, agradecimiento, alabanza, etc.
Contemplar el reto de llegar a la conversión de la mente, del corazón y de la vida, según el Corazón de Cristo.
Actuar, es mi compromiso por hacer vida la Palabra de Dios.

viernes, 2 de septiembre de 2011

Reliquia de Juan Pablo II permanecerá en Catedral durante 5 días


La Catedral Metropolitana de la Ciudad de México ha informado que como parte de las actividades que realizarán durante la visita de las reliquias del beato Juan Pablo II en éste recinto, se impartirá una catequesis y se rezará el Santo Rosario.

A las 8:30 hrs del lunes 5 de septiembre, el Cardenal Norberto Rivera Carrera, Arzobispo de México, su Colegio Episcopal y los ilustres canónigos de México recibirán las reliquias, hecho que consideran como “una oportunidad llena de gracia y bendiciones para el pueblo de México al que el Papa tanto amó”. Ellos serán los primeros en venerar la reliquia del Papa Peregrino, dentro de un acto solemne del Oficio Divino y de la Celebración Eucarística.

Posteriormente, los fieles podrán acercarse a venerar la reliquia en un sitio especialmente dispuesto para entrar en oración. La figura de cera del Pontífice y el relicario que contiene su sangre, permanecerán en la Catedral del 5 al 9 de septiembre, y cada día, a las 17:00 hrs, se llevará a cabo el rezo del rosario, el cual estará acompañado de una catequesis temática relativa al Beato: Vida del Papa, Magisterio de JPII, El Amor del Papa a la Virgen de Guadalupe y el Amor a México y Fidelidad de México al Papa.

El día 9 de septiembre, la reliquia del Papa Juan Pablo II será despedida de la Catedral de México a las 18:00 horas, para ello se celebrará una solemne Eucaristía antes de que la reliquia continúe su peregrinación por 91 ciudades de nuestro país.
  
El Santo Padre Juan Pablo II, durante su primera visita pastoral a México, celebró por primera vez la Santa Misa, precisamente en la Catedral Metropolitana.

Meditación del Evangelio del 3 de septiembre del 2011

11-09-03. Sábado XXII.
Lc 6, 1-5.

LA FORTALEZA DE JESÚS EN TI

Mons. Pedro Agustín Rivera Díaz

Evangelio: Lucas 6, 1-5. Un sábado, Jesús iba atravesando unos sembrados y sus discípulos arrancaban espigas al pasar, las restregaban entre las manos y se comían los granos. Entonces unos fariseos les dijeron: «¿Por qué hacen lo que está prohibido hacer en sábado?» Jesús les respondió: «¿Acaso no han leído lo que hizo David una vez que tenían hambre él y sus hombres? Entró en el templo y tomando los panes sagrados, que sólo los sacerdotes podían comer, comió de ellos y les dio también a sus hombres». Y añadió: «El Hijo del hombre también es dueño del sábado».

LEER: El texto de san Lucas es muy claro, nos presenta una confrontación más de los fariseos en contra de Jesús y de sus discípulos. Jesús no se queda en “el pleito”, aprovecha la ocasión para ayudar a comprender mejor el sentido de la religión y evangeliza.

MEDITAR: PERMITE QUE HOY TOQUE DOS TEMAS, uno la IGLESIA, el otro, la FORTALEZA DE JESÚS EN TI.

MEDITACIÓN: LA IGLESIA: Para los fariseos, cumplir las normas, era respetar “la religión”. Ciertamente hay que respetar las normas, pero no hay que usarlas para oprimir al prójimo, ni por ellas evitar la caridad.

El término religión proviene de religar, es decir, religar al hombre con Dios. Así, la auténtica religión se da en Jesucristo, pues Él es verdadero Dios y verdadero Hombre. En Él se unen de manera única el Cielo y la tierra. Jesús es el Unigénito, el Hijo de Dios. En Jesús, nosotros somos hijos de Dios por adopción, así cuando nos “religamos con Dios, en Jesucristo”, con nuestras acciones podemos manifestar el anticipo del Cielo en nuestras vidas. Ese ha sido el testimonio de los santos.

En Jesucristo la “religión” nos da la auténtica libertad. Algunos, mal interpretan esta realidad y entonces piensan que se puede vivir la “religión cristiana” sin la Iglesia. Esto es un error, porque el mismo Señor Jesús se identifica con la Iglesia: “quien a ustedes escucha, a Mí me escucha” (Lc 10,16), pues Cristo es la Cabeza de la Iglesia (Ef 4,15, Col. 2, 4,8). ¡Qué hermosa y grande responsabilidad!, porque en cada bautizado, en ti y en mí, también, debe de manifestarse la unión del Cielo y de la tierra y debemos vivir en la libertad, que Jesucristo nos da, cuando nos “religa” con nuestro Padre, Dios.

Para mantenernos fieles a la “religadura” con Dios, Jesús instaura la Iglesia: “Tú eres Pedro y sobre esta roca edificaré mi Iglesia” (Mt 16,18). La Iglesia Católica conserva y enseña la doctrina de Jesús y también imparte los sacramentos que Él instituyó; de esta manera a lo largo de los siglos ha hecho presente a Jesucristo y su acción liberadora en el mundo.

Hay quienes fijándose en la inquisición, en las cruzadas, en “el caso Galileo” y dos o tres temas más, imparcialmente dejan de ver el bien que el cristianismo ha traído a la humanidad en el arte, la cultura, la ciencia, la filosofía, la paz, la unidad, la educación, etc. Objetivamente, hagamos un recorrido en la historia de los países y las religiones y no encontraremos a ninguna institución civil, política o religiosa que tenga, ni siquiera de manera aproximada, igual número de mujeres y hombres santos y que hayan aportado tanto bien a la humanidad, en toda la historia humana.

Hoy tú y yo, y más de mil doscientos millones de católicos, tenemos la misión de hacer presente a Cristo en el mundo. Deja que cada quien asuma su responsabilidad y piensa en lo que a ti te toca realizar.

MEIDTACIÓN: LA FORTALEZA DE JESÚS EN TI. (si gustas relee el texto del Evangelio). Jesús no se violenta con el cuestionamiento que le hacen los fariseos, se pone por encima del “malestar y del pleito” de sus interlocutores, se mueve, no en el esquema de la ira, de la crítica o de la envidia, sino en el del amor del prójimo. Jesús ama a quienes le agreden. En el amor no cabe el miedo, Jesús no le tiene miedo a quienes le critican o atacan. Él los ama y por eso más que responderles con ira o rechazarlos violentamente, les instruye y con su ejemplo y palabras les invita a abrir su corazón a Dios, dejando sus esquemas rigoristas, alejados de la compasión y la relación abierta con el prójimo. Jesús no se enfrasca en “discusiones estériles”, enfoca su fuerza en anunciar el Evangelio y construir el Reino de Dios.

La confrontación que san Lucas nos muestra es una de las muchas que Jesús, tuvo que enfrentar. Ciertamente ni los fariseos, ni los escribas, ni los doctores de la ley, ni sus mismos seguidores y discípulos, lo entendieron. Sin embargo, Jesús, nunca se dio por vencido, siempre amó y manifestó seguridad en Sí Mismo porque sabía Quién era Él, porque oraba y se mantenía en continua relación con su Padre Dios, actuando con amor, verdad y justicia, difundiendo siempre el Evangelio.

Estas actitudes pronto, poco a poco se fueron consolidando en sus discípulos, particularmente después de Pentecostés, cuando recibieron al Espíritu Santo, el amor de Dios. El “Cielo”, la presencia de Jesús, en la vida del creyente y en tu vida se ha de manifestar en la paz de tu corazón, en el equilibrio de tu mente, en la coherencia de tus acciones.

¿Tú como reaccionas ante la crítica? ¿Cuántas cosas buenas has dejado de hacer, por miedo a que te critiquen? ¿Te enojas, te desalientas, abandonas todo y te vas? ¿Por el qué dirán has dejado de dar testimonio de tu fe?

La crítica de los fariseos era injusta, porque no respetaba la ley del amor. ¿Cómo se habrán sentido los apóstoles cuando les hicieron sentir que había cometido una falta? ¿Habrán pensado que la culpa la tenía Jesús? ¿Se acobardaron porque pensaron que los iban a castigar? ¿Estaban conscientes que no estaban haciendo nada malo? Si quieres seguir a Jesús, prepárate porque serás criticado, pero también alégrate porque gracias a su presencia amorosa en ti, recibirás el Espíritu Santo que te hará fuerte, te dará seguridad y te capacitará para que tu verdadero yo se manifieste en tu actuar libre en el amor, en la justicia y en la verdad.

ORAR: Señor, gracias porque soy parte de tu Iglesia, quiero asumir mi responsabilidad como testigo tuyo, derrama tu Espíritu en mi corazón, para que a pesar de críticas o adversidades, en cada instante procure hacerte presente con mi testimonio. Jesús sabes que soy débil y fácilmente me vengo abajo.

Ante las críticas o agresiones y respondo con enojo e ira. Ayúdame Señor a ser fuerte, para no quedarme en ningún enredo y responder siempre con tu paz.

CONTEMPLAR: ¿Evitas hacer el bien por el qué dirán? Hoy Jesús te regala su compañía y nos da la clave para tener seguridad en nosotros mismos y mantenernos firmes en hacer el bien.

ACTUAR: Hoy procuraré:


a.- Tener conciencia que soy “hijo de Dios” y miembro de la Iglesia Católica.
b.- Oraré
c.- Me mantendré en la presencia de nuestro Padre Dios
d.- Actuaré con amor, verdad y justicia
e.- Llevaré con alegría la Palabra de Dios, difundiré el Evangelio y construiré el Reino de Dios.

Que todos te conozcan y te amen es la única recompensa que quiero. M. María Inés Teresa Arias.

jueves, 1 de septiembre de 2011

Maestros y cristianos en Asia: intenciones del Papa para septiembre


El primer día del mes, la Santa Sede dio a conocer que en las intenciones del Papa Benedicto XVI para septiembre, están los maestros y los cristianos en el continente asiático.

La intención general del apostolado de la oración del Pontífice es: "por todos los maestros, para que sepan transmitir el amor a la verdad y educar en los auténticos valores morales y espirituales".

La intención misionera es: "para que las comunidades cristianas esparcidas en el continente asiático proclamen el Evangelio con fervor, testimoniando la belleza con la alegría de la fe".

Meditación del Evangelio del 2 de septiembre del 2011


11-09-02. Viernes XXII.
Lc 5, 33-39.

Tu vida es nueva en Jesús

Mons. Pedro Agustín Rivera Díaz

Del santo Evangelio según san Lucas (5,33-39): En aquel tiempo, dijeron a Jesús los fariseos y los escribas: «Los discípulos de Juan ayunan a menudo y oran, y los de los fariseos también; en cambio, los tuyos, a comer y a beber.» Jesús les contestó: «¿Queréis que ayunen los amigos del novio mientras el novio está con ellos? Llegará el día en que se lo lleven, y entonces ayunarán.» Y añadió esta parábola: «Nadie recorta una pieza de un manto nuevo para ponérsela a un manto viejo; porque se estropea el nuevo, y la pieza no le pega al viejo. Nadie echa vino nuevo en odres viejos; porque el vino nuevo revienta los odres, se derrama, y los odres se estropean. A vino nuevo, odres nuevos. Nadie que cate vino añejo quiere del nuevo, pues dirá: "Está bueno el añejo."»

LEER. Jesús para acercar a su auditorio y hacerles comprender más fácilmente su enseñanza, utilizará tres imágenes comunes para la época y además indispensables para las zonas desérticas: el manto y los odres donde se conservaba el vino. Señala que nadie recorta un manto nuevo para parchar un manto viejo y también indica que nadie pone vino nuevo en odres viejos. Jesús no está dando clases de costura o de modas, ni mucho menos sobre la forma de almacenar los vinos, su propuesta es dejar que el amor de Dios nos transforme exterior e interiormente y dejemos a un lado los vicios, errores y pecados del pasado, además de los esquemas mentales que nos hacen herméticos y repelentes al mensaje de salvación.

MEDITAR: Jesús enseña el estilo de vida en relación con Dios, estilo de vida que da paz y libera al hombre. Esto confronta el estilo judío de la norma por la norma. Aún entre los oyentes de Jesús hay quienes conservan sus criterios del pasado y por eso, Jesús pacientemente les instruye con parábolas, en particular por aquellos que no dejan sus esquemas mentales equívocos o piensan que basta con aceptar algunas de las enseñanzas de Jesús, adaptarlas a los esquemas viejos o “modernos” y seguir adelante.

El clima en zonas desérticas es extremoso, el manto es vital, pues de día cubre del sol y por la noche protege de los fuertes vientos. Jesús me confecciona un manto nuevo, que me cubre totalmente y no parches para cubrir los huecos de mi manto viejo.

Hay quienes buscan a Jesús, no para que cambie totalmente su vida, sino sólo una parte, quieren de Él “un parche”. Un ejemplo lo podemos encontrar en aquellos que van y hacen juramento de no ingerir bebidas alcohólicas, “por unos meses”, y no les interesa que Jesús los libre del vicio. Quieren que “del manto nuevo del amor de Dios” se corte “un pedacito de su Gracia”. Algo similar, quizá más común, menos notorio y por eso más grave, es cuando alguien le pide a Jesús que le resuelva un problema pero no está dispuesto a perdonar al hermano (a), que le ofendió.

Si en lugar de la palabra “manto ponemos “cómo me manifiesto a los demás”, si en lugar de la palabra “odre” ponemos la palabra “corazón” y en lugar de “vino” ponemos la palabra “amor”. Las parábolas que hoy comentamos, tienen una nueva dimensión. Pues se refieren a nuestro comportamiento exterior a partir de lo que llevamos en el interior de nuestro corazón.

Para un cambio radical de vida, debemos dejar que Jesús actué tanto en el exterior como en el interior de nosotros mismos. La revisión ha de ser total y no sólo en la superficie, para una auténtica conversión. Lo que yo muestro en mi exterior es manifestación de lo que llevo dentro. “de la abundancia del corazón, habla la boca” (Lc 6,45).

Manifestar un cambio en el exterior de mi vida, como las modelos de un concurso de belleza o una actriz, es relativamente fácil, pero con el tiempo, lo que se oculta se manifiesta, por eso no es raro que el mundo del espectáculo frecuentemente esté lleno de los escándalos o suicidios de los famosos.

Puedo fingir ser feliz y llevar una gran tristeza en mi corazón. El inicio del texto que reflexionamos, señala la alegría de “los amigos del novio mientras el novio está con ellos”. Ciertamente puede haber motivos por los que en algún momento o día puedo estar tiste, pero ese no puede ser mi estado habitual. Saber que Cristo está conmigo y me ama, ha de ser el motivo, para no dejarme dominar por ningún sentimiento negativo, para estar habitualmente contento y actuar en la paz del Señor.

Hoy puedo parecer más piadoso y amable y guardar rencores en mi corazón. Será un avance que ahora sea más amable, pero Jesús quiere sanarme de tal manera que lo que reflejo en mi exterior sea una manifestación de mi interior. ¡Jesús toma mi corazón, haz mi vida nueva! ¡Señor quédate en mí!

El encuentro con Jesús y la aceptación de su Señorío, cambia nuestras expresiones, nos vuelve más serenos, educados amables, prudentes, buenos consejeros. Todo esto empieza a brotar desde lo profundo de nuestro corazón, pues la relación con Él nos da la paz, no como efecto de ejercicios de relajación o de respiración, que algo ayudan, sino sobre todo por el encuentro con Quien ha dado su vida por mí, me ama, me perdona, me regenera. De esto nos dan ejemplo los santos, no hay santos tristes, pues ellos viven en la alegría de nuestro Dios.

La presencia de Jesús en mi vida me da paz, porque armoniza todas mis formas de relacionarme. Jesús me perdona, me permite reelaborar mi pasado, me da esperanza para el futuro y me inunda con su amor en mi diario vivir. Jesús me da su paz: “Mi paz les dejo, mi paz les doy” (Jn 14,27).

La paz bíblica, no sólo implica un pacto que permite la vida tranquila, ni la ausencia de guerra, designa sobre todo la existencia cotidiana en armonía con la naturaleza, con los demás, con uno mismo, con Dios. Mi encuentro con Jesús no sólo satisface mis necesidades afectivas y emocionales, sino sobre todo: me da su presencia y su amor. La compañía de Jesús le da una nueva perspectiva a mi vida, poniéndome por encima de cualquier problema o situación angustiosa, por encima de cualquier necesidad material y por encima de cualquier miedo o temor, porque en Él buscaré y encontraré la solución. “Su vara y su cayado me acompañan” (cf. Sal 23,4).

El amor (vino) de Jesús en mí debo manifestarlo con un nuevos estilos de pensar, de actuar y de decir (odres). ¡Fuera pesimismos, fuera críticas, fuera diversas maneras de maltratar a los demás! ¡Que se note que Jesús vive en mí!

ORAR: Gracias Señor porque me amas y quieres que realice mi existencia en la Vida Plena que Tú me das. Bien sabes que los mayores obstáculos para ello, no están en mi exterior, sino en mí, porque manifiesto poca confianza en Ti, cuando me quedo en mis pensamientos negativos, de auto rechazo o auto castigo; cuando repito los hábitos que me hacen daño. Gracias Jesús porque me amas y eres paciente conmigo, permíteme experimentar tu amor y sáname desde lo más profundo de mí. Dame tu paz. Virgen santísima de Guadalupe, cúbreme con tu manto. Jesús, haz mi corazón semejante al tuyo.

ACTUAR: Hoy, estaré atento a mis estados de ánimo, revisaré qué me genera sentimientos, palabras o acciones negativos. Le pediré a Jesús que me acompañe y sane las heridas que me generan esos estados de ánimo y le pediré que me permita alegrarme en Él y compartir mi alegría por conocerlo.

Que todos te conozcan y te amen es la única recompensa que quiero. M. María Inés Teresa Arias.

Seguimos el esquema de la Lectio Divina: Leer, meditar, orar, contemplar y actuar.
Leer, es escuchar la Palabra de Dios y ponerla en contexto.
Meditar es reflexionar sobre lo que el texto bíblico me dice.
Orar: Es responder a la Palabra, qué le digo a Dios: es petición, intercesión, agradecimiento, alabanza, etc.
Contemplar el reto de llegar a la conversión de la mente, del corazón y de la vida, según el Corazón de Cristo.
Actuar, es mi compromiso por hacer vida la Palabra de Dios.

Meditación del Evangelio del 1 de septiembre del 2011


11-09-01. JUEVES XXII.
Lc 5, 1-11.

DIOS TIENE UNA MISIÓN PARA TI

Mons. Pedro Agustín Rivera Díaz

Del santo Evangelio según san Lucas (5,1-11): En aquel tiempo, la gente se agolpaba alrededor de Jesús para oír la palabra de Dios, estando él a orillas del lago de Genesaret. Vio dos barcas que estaban junto a la orilla; los pescadores habían desembarcado y estaban lavando las redes. Subió a una de las barcas, la de Simón, y le pidió que la apartara un poco de tierra. Desde la barca, sentado, enseñaba a la gente. Cuando acabó de hablar, dijo a Simón: «Rema mar adentro, y echad las redes para pescar.» Simón contestó: «Maestro, nos hemos pasado la noche bregando y no hemos cogido nada; pero, por tu palabra, echaré las redes.» Y, puestos a la obra, hicieron una redada de peces tan grande que reventaba la red. Hicieron señas a los socios de la otra barca para que vinieran a echarles una mano. Se acercaron ellos y llenaron las dos barcas, que casi se hundían. Al ver esto, Simón Pedro se arrojó a los pies de Jesús diciendo: «Apártate de mí, Señor, que soy un pecador.» Y es que el asombro se había apoderado de él y de los que estaban con él, al ver la redada de peces que habían cogido; y lo mismo les pasaba a Santiago y Juan, hijos de Zebedeo, que eran compañeros de Simón. Jesús dijo a Simón: «No temas; desde ahora serás pescador de hombres.» Ellos sacaron las barcas a tierra y, dejándolo todo, lo siguieron.

LEER: El relato de la pesca milagrosa que señala san Lucas nos muestra a Jesús enseñando subido en la barca de Pedro, que estaba en el mar. Después le dirá a Pedro; -que junto con sus compañeros había regresado sin haber pescado nada-, que reme mar adentro y vuelva a echar las redes. Pedro un tanto incrédulo hace lo que Jesús le pide y con asombro ve que las redes se llenan de tantos peces, que incluso tienen que llamar a otra barca. Pedro lleno de admiración se postrará ante Jesús y le pedirá que se aleje de Él pues es un pecador. El Señor Jesús le dice que se levante y que lo hará “pescador de hombres”. No sólo Pedro, sino también sus compañeros “dejándolo todo lo siguieron”.

MEDITAR: Para algunos estudiosos de la Biblia (exégetas), el mar representa al mundo y la barca de Pedro la Iglesia. Hoy, desde la Iglesia, Jesús te llama a ti, a mí y a todos, a seguirlo para hacerlo presente en el mundo.

Es significativo que en esta parte del Evangelio del nombre del príncipe (principal) de los apóstoles sea “Simón” (el que escucha a Dios) y que más adelante el Señor Jesús le llame “Pedro” (Roca, no una simple piedra). Jesús es carpintero, Simón-Pedro pescador y experto en ello, pues de la pesca vivía.

ORAR: Gracias Señor porque me buscas y sales a mi encuentro. Muchas veces como Simón-Pedro y sus compañeros, después de tanto esforzarme, he sentido que mi vida está vacía, que lo que hago no tiene sentido. Me siento triste, cansado, fracaso y perdido. Pero apareces Tú y me das nuevos alientos, me invitas a que escuche tus palabras, me pides permiso para acompañarme en mi vida, a que confíe en Ti y que en tu nombre eche las redes. Así lo haré Señor, pero lo más importante no será si obtengo el éxito inmediato o si todavía tengo que esperar y esforzarme más, lo más importante Señor, es que ahora, que he decidido seguirte, me guías Tú y estás siempre a mi lado. Gracias Señor por tu compañía y presencia en mi vida.

CONTEMPLAR: El proceso de conversión de Simón-Pedro es muy interesante, porque lo primero que hace es dejar que Jesús suba en su barca (entre en su corazón). Jesús le acompaña mar adentro (que es lugar que Pedro conoce, donde se siente seguro, confortable). Simón-Pedro deja que Jesús le acompañe en su vida. Jesús no juzga sus procedimientos, simplemente le dirá que haga algo nuevo, distinto. Simón no se llena en la soberbia, de pensar: “el que sabe cómo se hacen las cosas soy yo, Él qué me puede enseñar”. Le hará caso a Jesús. Los resultados hacen que Pedro se dé cuenta ante Quién está y humildemente reconoce su realidad pecadora y le pedirá a Jesús que se aparte de él. Jesucristo no lo rechaza, le dará una misión que dignificará su vida, de simple pescador, será discípulo, misionero, apóstol, cabeza de la Iglesia: santo y alcanzará la Vida Eterna.

La misión para ti, para mí y para todos es: no hacer de nuestra vida algo intrascendente, sino en Jesucristo encontrar el camino para desarrollarnos plenamente, ser felices, ser santos y alcanzar la Vida Eterna, amando a Dios, sirviendo a los demás, haciendo este mundo mejor, pues Jesús te llama a ser “pescador de hombres”.

Cuando Pedro escucha la voz de Jesús y le obedece, su forma de entender las cosas y de realizar su vida cambiará. Lo mismo puede ocurrir contigo, si como Pedro, confías en Jesús.

Los resultados harán que la visión que Pedro tiene de las cosas cambie. Muchas veces tú y yo, ya sabemos cómo es nuestra vida, qué si nos funciona y qué no. Pedro confía en Jesús, su vida cambia.

Simón se reconoce pecador, ante Jesús no finge ser lo que no es. Jesús conoce a Pedro, conoce sus limitaciones, no lo rechaza, lo ama tal y como es y lo promueve para que sea feliz,  que con su ejemplo atraiga a muchos a Dios y sea santo.

La narración evangélica de “la pesca milagrosa” nos revela diez pasos, que nos han de ayudar a descubrir nuestra misión en esta vida, a ser santos y a alcanzar la Vida Eterna:
(1) Deja que Jesús entre en tu corazón, Él quiere subirse a tu barca.
(2) Jesús quiere acompañarte en tu vida pasada para sanarte, ve “mar adentro con Él”.
(3) Escúchalo. Sigue sus enseñanzas, aprende nuevos estilos de vida en su amor que libera.
(4) Reconoce tu indignidad, tus errores y limitaciones, Jesús no te juzga, te ama.hemos pescado toda la noche”.
(5) Obedécelo y “tira las redes”, es decir: no te quedes con odios, resentimientos, complejos de tu vida pasada.
(6) Pedro se alegró por la pesca, compartió con otros su alegría.
(7) Ante los cambios que experimentó Pedro “reconoce a Jesús como Señor“, entrégale tu vida a Jesús.
(8) Deja que Él te levante, aprende a ser feliz, en su amor. Jesús te ama. “desde ahora serás pescador de hombres”. Deja que Él cambie tu vida.
(9) Síguelo, Jesús quiere acompañarte en tu vida para que seas feliz (santo) en esta vida y alcances la Vida Eterna.
(10) Procura que otros también sigan a Jesús (Andrés, Juan,  Santiago, junto con Pedro) “dejándolo todo, lo siguieron”.

ACTUAR: En oración, invitaré hoy al Señor Jesús, a que entre en mi vida. Con Él revisaré lo que he hecho y tiraré todo lo que me estorba para seguirlo y ser feliz. También procuraré acercar a mi familia y a mis amigos a Jesús.

Que todos te conozcan y te amen es la única recompensa que quiero. M. María Inés Teresa Arias.

Seguimos el esquema de la Lectio Divina: Leer, meditar, orar, contemplar y actuar.
Leer, es escuchar la Palabra de Dios y ponerla en contexto.
Meditar es reflexionar sobre lo que el texto bíblico me dice.
Orar: Es responder a la Palabra, qué le digo a Dios: es petición, intercesión, agradecimiento, alabanza, etc.
Contemplar el reto de llegar a la conversión de la mente, del corazón y de la vida, según el Corazón de Cristo.
Actuar, es mi compromiso por hacer vida la Palabra de Dios.




miércoles, 31 de agosto de 2011

Papa Benedicto XVI: hay expresiones artísticas que son verdaderas vías hacia Dios


Esta mañana, al presidir la audiencia general de los miércoles, la cual se llevó a cabo en la plaza Libertad en Castel Gandolfo, el Papa Benedicto XVI explicó que la contemplación de las obras de arte también constituye un camino para llegar a Dios, porque "es como una puerta abierta hacia el infinito, hacia una belleza y una verdad que van más allá de lo cotidiano. Y una obra de arte puede abrir los ojos de las mentes y del corazón, impulsándonos hacia lo alto".

El Pontífice cuestionó: "quizá os habéis dado cuenta alguna vez que ante una escultura, un cuadro, algunos versos de una poesía, o alguna pieza musical, habéis sentido una íntima emoción, un sentimiento de alegría, de percibir aquello que claramente ante vosotros no es solo material", sino "algo más grande, algo que habla, capaz de tocar el corazón, de comunicar un mensaje, de elevar el ánimo".

"El arte es capaz de expresar y hacer visible la necesidad del hombre de andar más allá de lo que se ve, manifiesta la sed y la búsqueda de lo infinito", agregó.

Más adelante, el Vicario de Cristo comentó que "hay expresiones artísticas que son verdaderas vías hacia Dios, la Belleza suprema, y que también son una ayuda a crecer en la relación con Dios, en la oración. Se trata de obras que nacen de la fe y que expresan la fe".

Luego, invitó a los fieles a contemplar el arte no sólo como un modo de enriquecimiento cultural, "sino como un momento de gracia, de estímulo para afrontar nuestro lazo y nuestro diálogo con Dios, para detenernos a contemplar el rayo de la belleza que nos golpea, que casi nos ‘hiere’ en nuestro interior y nos invita a subir hacia Dios".

"Esperemos que el Señor nos ayude a contemplar su belleza, tanto en la naturaleza como en las obras de arte, y así ser tocados por la luz de su rostro, para que también podamos ser luz para nuestro prójimo", continuó.

Finalmente, el Santo Padre exhortó "a todos a llegar a Dios, Belleza suma, a través de la contemplación de las obras de arte. Que éstas no sólo sirvan para incrementar la cultura, sino también para promover el diálogo con el Creador de todo bien. Que el Señor siempre os acompañe".

Meditación del Evangelio del 31 de agosto del 2011

11-08-31. MIÉRCOLES XXII.
Lc 4, 38-47.

EL SERVICIO ACTITUD CRISTIANA

Mons. Pedro Agustín Rivera Díaz

LEER: San Lucas de forma muy sintética nos muestra un día en la vida de Jesús, que inicia con la oración en la Sinagoga, continúa en la casa de Pedro en donde hace curaciones, descansa y al día siguiente, muy temprano está en oración dispuesto a seguir sirviendo, llevando el Evangelio.

Al final aparece el texto bíblico para quien lo quiera consultar

MEDITAR: La suegra de Pedro está enferma y es curada por Jesús, cuando Él la visita. Ella sana y se pone a servir. Jesús desde este hogar, atiende y cura a los que se acercan a Él. Termina la jornada y al día siguiente, temprano, Jesucristo ya está en oración, dispuesto a seguir sirviendo a todos, llevando el Reino de Dios.

Oración y servicio, son la clave en la vida de Jesús. Jesús ora, así siempre está consciente del servicio que hace y por qué lo hace. La fortaleza del servicio en Jesús, es la oración, pues a través de ella, todo servicio se convierte en el acto más puro de amor.

La oración no es un monólogo ni una introspección en la que hablo conmigo mismo. La oración es un diálogo de amor iniciado por Dios, Quien espera que yo le responda. Por eso, en la oración además de las palabras que yo pueda decir, es importante el silencio que haga para escuchar a Dios.

Realmente muchas personas saben rezar, pero no orar. Van y dicen a Dios lo que le quieren decir o pedir. Quizá repiten oraciones aprendidas, pero no hacen silencio para escuchar lo que Él les quiere compartir. Para santa Teresa de Ávila orar es dialogar con Aquel que sabemos que nos ama.

Si hacemos silencio y escuchamos a Dios, nuestra oración será más eficaz y seremos más felices. Dios siempre me escucha, ¿le escucho a Él? El que Él me escuche no significa que siempre y de manera inmediata me dará lo que le pido. Realmente hay que reconocer que no siempre pedimos lo que más nos conviene o lo que es mejor para todos. Como quiera, Dios siempre me da, más de lo que le pido y si no me concede lo que le pedí, es porque Él tiene algo mejor para mí.

Jesús se mantiene en constante diálogo amoroso con su Padre. En la oración encuentra la Verdad que le hace libre, la inteligencia para servir mejor y auténticamente a los demás y la fortaleza para superar todas las dificultades. La oración le permite experimentar el amor del Padre, aún en los momentos más difíciles. La oración le ayuda a mantenerse en el servicio a los demás “Yo he venido a servir, no a ser servido”· (cf. Mt 20,28).

San Benito, resume la vivencia del cristiano en su frase “ora et labora”: ora y trabaja.
La autenticidad de la oración se manifiesta en el servicio.

ORAR: Gracias Señor por la vida que me has dado, las cualidades con las que me has dotado y los medios para servir. Concédeme Señor que no entierre los talentos que he recibido, sino que los ponga al servicio de los demás y así, al tiempo que los desarrolle, me conozca y me supere, estaré participando en tu Plan de Amor, para hacer mejor este mundo, extendiendo tu paz.

CONTEMPLAR: Dice san Pablo “no se cansen de hacer el bien” (2 Ts 2,13). Ciertamente el servicio puede cansar y para recuperar fuerzas puedo descansar, pero nunca olvidar mi objetivo, hacer presente el amor de Dios en el mundo. La mejor manera de mantener el ritmo y el rumbo es la oración. ORAR Y SERVIR.

Estar dispuesto a servir genera armonía y desarrollo, implica creatividad y alegría por vivir, es una expresión de amor, de madurez humana. No hacer nada por los demás, implican pasividad y manifiesta desaliento hacia la vida. Aprovecharse del otro es expresión de egoísmo, divide e impide el desarrollo común.

La oración y el trabajo nos mantienen unidos a Dios y en el camino de seguir e imitar a Cristo. “Mi Padre trabaja siempre, y yo también trabajo”.

Para servir mejor, hay que orar, pues así el servicio se hace de manera consciente y se convierte en un acto de amor desinteresado hacia Dios, en bien de los demás.

El mejor servicio es compartir el Evangelio. Así serán más los que se acerquen a Dios, más los que lo conocerán y amarán y así seremos más los que estemos dispuestos a hacer este mundo mejor.
Ciertamente también hay que dejarse servir y dar oportunidad a que otros crezcan.

ACTUAR: Uniendo la oración al servicio, hoy procuraré servir a los demás por amor a Dios y luego haré la revisión de vida para concientizarme de cómo me sentí, como crecí y de qué manera ayudé a que los demás fueran mejor.

Que todos te conozcan y te amen es la única recompensa que quiero. M. María Inés Teresa Arias.

Seguimos el esquema de la Lectio Divina: Leer, meditar, orar, contemplar y actuar.
Leer, es escuchar la Palabra de Dios y ponerla en contexto.
Meditar es reflexionar sobre lo que el texto bíblico me dice.
Orar: Es responder a la Palabra, qué le digo a Dios: es petición, intercesión, agradecimiento, alabanza, etc.
Contemplar el reto de llegar a la conversión de la mente, del corazón y de la vida, según el Corazón de Cristo.
Actuar, es mi compromiso por hacer vida la Palabra de Dios.

Del santo Evangelio según san Lucas (4,38-44): En aquel tiempo, al salir Jesús de la sinagoga, entró en casa de Simón. La suegra de Simón estaba con fiebre muy alta y le pidieron que hiciera algo por ella. Él, de pie a su lado, increpó a la fiebre, y se le pasó; ella, levantándose en seguida, se puso a servirles. Al ponerse el sol, los que tenían enfermos con el mal que fuera se los llevaban; y Él, poniendo las manos sobre cada uno, los iba curando. De muchos de ellos salían también demonios, que gritaban: «Tú eres el Hijo de Dios». Los increpaba y no les dejaba hablar, porque sabían que Él era el Mesías. Al hacerse de día, salió a un lugar solitario. La gente lo andaba buscando; dieron con Él e intentaban retenerlo para que no se les fuese. Pero Él les dijo: «También a los otros pueblos tengo que anunciarles el Reino de Dios, para eso me han enviado». Y predicaba en las sinagogas de Judea.