jueves, 26 de enero de 2012

Meditación del 26 de enero del 2012

SANTIFICADO SEA TU NOMBRE
12-01-26
Mons. Pedro Agustín Rivera Díaz
VER NOTA al final del texto.

Evangelio (cf. Mateo 6, 9-13 y Lucas 11, 2-4): Padre Nuestro que estás en el Cielo, SANTIFICADO SEA TU NOMBRE; venga a nosotros tu Reino; hágase tu voluntad en la tierra como en el Cielo.
Danos hoy nuestro Pan de cada día; perdona nuestras ofensas, como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden; no nos dejes caer en la tentación, y líbranos del mal. Amén.

I.- ENSEÑANZA BREVE:
¿Qué significa “Santificado sea tu Nombre”?: Santificar el Nombre de Dios es, ante todo, una alabanza que reconoce a Dios como Santo. En efecto, Dios ha revelado su santo Nombre a Moisés, y ha querido que su pueblo le fuese consagrado como una nación santa en la que Él habita. (Compendio de la Iglesia Católica. Nos. 588).
¿Cómo se santifica el Nombre de Dios en nosotros y en el mundo?: Santificar el Nombre de Dios, que “nos llama a la santidad” (1Ts 4,7), es desear que la consagración bautismal vivifique toda nuestra vida. Asimismo, es pedir que, con nuestra vida y nuestra oración, el Nombre de Dios sea conocido y bendecido por todos los hombres. (Compendio de la Iglesia Católica. Nos. 589).

II.- VER - JUZGAR – ORAR - ACTUAR
VER
El rechazo a Dios trae como consecuencia el repudio a la dignidad humana, a la verdad, a la libertad, al amor, a la bondad, a la justicia, a la paz, a la vida. Hay quienes desconocen o no valoran su propia dignidad ensuciando su mente con pornografía, embotando su cuerpo con drogas y alcohol, o desfigurándolo con percings, tatuajes, implantes y cirugías. Otros, alimentando en su corazón malos pensamientos, fornicaciones, robos, homicidios, adulterios, etc. (cf. Mc7, 21) se prostituyen llevando una sexualidad desordenada. Hay quienes renuncian a la verdad y a la capacidad de discernir cerrando la razón a la ley natural. Otros enajenan su libertad ante los medios de comunicación, el consumismo y el hedonismo. Hay quienes renuncian al amor y fomentan el odio y el resentimiento, otros más promueven e imponen leyes inicuas. Otros legalizan los abortos y generan las guerras, promueven la violencia, secuestran, mutilan y matan. Esto y otras cosas más, son expresión de la cultura de la muerte. Cuando el ser humano nubla la conciencia de la existencia de Dios, nubla también la conciencia de quién es el ser humano y cuál es su destino final.


JUZGAR
El ser humano tiene una dignidad por sí mismo, por el hecho mismo de tal. Esta dignidad adquiere dimensiones extraordinarias, cuando se le reconoce creado a imagen y semejanza de Dios y esta realidad se incrementa aún más cuando se le reconoce llamado a ser hijo de Dios.
Dios es santo, su nombre es santo. La santidad de Dios nos ubica en una realidad suprahumana y supraterrena, que tiene que ser reconocida, admirada y adorada. Dios es el Otro, con mayúscula, en relación al ser humano, Él es Quien ha creado todo cuando existe y al hombre lo ha creado a su imagen y semejanza. Santificar el nombre de Dios, es vivir como hijo suyo, procurando hacer su voluntad, por lo mismo, santificar el nombre de Dios es el esfuerzo personal por imitarlo en su capacidad de amar (cf. Mt 5, 48).
Santificar el nombre de Dios es reconocer su supremacía y al mismo tiempo, su presencia, no solo en lo que nos rodea, sino principalmente en uno mismo y en cada persona. Santificar el nombre de Dios es procurar en todo hacer su voluntad, la cual es: que todos seamos felices, seamos santos.
Santificar el nombre de Dios es reconocer la dignidad de toda persona, creada a su imagen y semejanza, llamada a vivir y ser como hija suya. Santificar su nombre también es valorarme, aceptarme tal y como soy, esforzándome en ser cada vez más yo mismo; procurando el desarrollo pleno de mi personalidad como hijo de Dios. Santificar el nombre de mi Padre Dios, es saber vivir en la Verdad para difundirla y ser libre; es ser libre para liberar a otros; es ser bondadoso y justo; es trabajar por la paz para construir la civilización del amor y la cultura de la vida, expresiones del Reino de nuestro Padre Dios.
Santificar el nombre de Dios, significa hacer el mayor bien posible a todos mis hermanos, los hombres, y hacer así un mundo mejor, solidario para todos; procurando el bien común, a través de relaciones en verdad, libertad, justicia y solidaridad, propiciando el desarrollo y construyendo la paz. Santificar el nombre de Dios es construir su Reino entre los hombres y así anticipar el Cielo.

ORAR
Padre, dame la Gracia de tu Espíritu Santo, para que al igual que Jesucristo, unido a la Virgen María, a los santos y a la Iglesia, en todo me esfuerce en hacer tu voluntad, sirviendo a mis hermanos para así testificar mi amor por Ti, santificando tu nombre.

ACTUAR
Reconociéndome hijo de Dios, santificaré el nombre de mi Padre, esforzándome cada día en ser mejor, testimoniando mi fe en el esfuerzo diario para mejorar las cualidades con las que he sido dotado, siendo feliz y alegremente sirviendo a los demás.
Hoy, de manera más consciente rezaré el Padre Nuestro, reflexionando especialmente las palabras “SANTIFICADO SEA TU NOMBRE” y procuraré escribir lo que significan para mí. Si es posible compartiré mi reflexión con Mons. Pedro Agustín.

NOTA: Seguimos meditando el Evangelio, según el esquema de la Lectio Divina (Leer, meditar, orar, contemplar y actuar), presentando: un texto bíblico, un ver, un juzgar, un orar y un actuar. En las meditaciones de estos días tomamos como referencia la Oración del Padre Nuestro, desmenuzando las ideas que nos presenta, para una mejor comprensión y vivencia de las enseñanzas de Jesús, para estar en sintonía con Él, tener sus mismos intereses y ser santos en adoración al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo, pues la Oración del Padre nuestro es “el resumen de todo el Evangelio” (Tertuliano) y “la más perfecta de todas las oraciones” (Santo Tomás de Aquino).

Para hacer llegar algún comentario, puedes escribir a evangelizarorando@yahoo.com.mx

Aparta la fecha para que asistas a la beatificación de la Madre María Inés Teresa del Santísimo Sacramento (21-abril-2012. Basílica de Guadalupe. 11:00 horas).

miércoles, 25 de enero de 2012

Meditación del 25 de enero del 2012

QUE ESTÁS EN EL CIELO

12-01-25
Mons. Pedro Agustín Rivera Díaz
VER NOTA al final del texto.

Evangelio (cf. Mateo 6, 9-13 y Lucas 11, 2-4): Padre Nuestro QUE ESTÁS EN EL CIELO, santificado sea tu Nombre; venga a nosotros tu Reino; hágase tu voluntad en la tierra como en el Cielo.
Danos hoy nuestro pan de cada día; perdona nuestras ofensas, como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden; no nos dejes caer en la tentación, y líbranos del mal. Amén.

I.- ENSEÑANZA BREVE: “La expresión bíblica “Cielo” no indica un lugar sino un modo de ser: Dios está más allá y por encima de todo; la expresión designa la majestad, la santidad de Dios, y también su presencia en el corazón de los justos. El Cielo, o la Casa del Padre, constituye la verdadera patria hacia la que tendemos en la esperanza, mientras nos encontramos aún en la tierra. Vivimos ya en esta patria, donde nuestra “vida está oculta con Cristo en Dios” (Col 3, 3)” (Compendio de la Iglesia Católica. Nos. 583-585).

II.- VER - JUZGAR – ORAR - ACTUAR
VER
Hay quien considera que lo único valioso y verdadero es lo que se puede tocar, medir y manipular, por lo que definiéndose como “positivistas” más que auténticos científicos son “cientifistas” que reducen el conocimiento a lo mensurable, olvidándose que el ser humano aunque hecho de materia tiene capacidad de conocer y crear más allá de lo medible y que es capaz de guiar su vida por valores intangibles que dan lugar a la poesía, a la música a la arquitectura y muchas obras más, grandiosas.


JUZGAR
El ser humano a diferencia de otros seres vivos del reino vegetal y animal, es libre, inteligente, tiene voluntad y es capaz de amar. Precisamente la inteligencia (inter 'entre' y legere 'leer´), capacidad de “leer desde dentro” le permite vislumbrar e interpretar hechos y acontecimientos, dándoles sentido y valor, más allá de lo meramente material. Por ejemplo si valuamos a un ser humano, por los minerales que contiene y quedan una vez que su cuerpo ha sido incinerado, lo que se podría pagar por él, son unos cuantos pesos, sin embargo un ser humano es mucho más que los minerales que le dan consistencia a su cuerpo, precisamente por su individualidad y personalidad con la que enriquece a la humanidad por su sola existencia, aunado a su capacidad de crear y modificar su entorno para mejorarlo, y por encima de ello su capacidad de amar.
Solo el ser humano es capaz de amar y es sujeto de ser amado, lo que no ocurre con ninguna cosa, planta o animal, los cuales se pueden poseer, pero nunca realmente amar y mucho menos poner por encima de cualquier persona.
La visión de la grandeza del ser humano, alcanza dimensiones inimaginables, cuando se reconoce que es creado a imagen y semejanza de Dios y se va más allá de cualquier límite, cuando aceptamos que por amor al hombre, Dios da a su Hijo Único, para que el hombre tenga Vida Nueva y Eterna.
Señalar que Dios está en el Cielo y reconocer que es nuestro Padre, nos coloca, a cada persona, en la cúspide de la realidad humana, pues habiendo sido creados a imagen y semejanza de nuestro Padre Dios, por acción del Espíritu Santo, en Jesucristo, cada uno estamos llamados a estar junto a nuestro Padre Dios, en el Cielo, realidad de plenitud en alegría y felicidad por la visión de la Santísima Trinidad, unidad de Dios, Uno y Trino.

ORAR
Señor Jesús, que cada vez que diga Padre Nuestro, al igual que Tú experimente que mi plena felicidad la encuentro en amar en todo a nuestro Padre Dios y en servirlo a Él en todos mis hermanos, procurando que mi voluntad esté siempre unida a la suya.

ACTUAR
Si bien es cierto que la plenitud del Cielo la disfrutaremos después de morir y resucitar, al final de los tiempos, también es cierto que cuando buscamos a Dios en la oración y hacemos su voluntad, adelantamos el Cielo en nuestras vidas y en la de los demás. El Papa Benedicto XVI ha afirmado que el Reino de Dios y el Cielo están en el corazón de los santos, por lo que, lo que nos toca hacer a nosotros es hacer presente el Cielo y tener un anticipo de él, en nuestro corazón, esforzándonos en ser santos.
Hoy, de manera más consciente rezaré el Padre Nuestro, reflexionando especialmente las palabras “QUE ESTÁS EN EL CIELO” y procuraré escribir lo que significan para mí. Si es posible compartiré mi reflexión con Mons. Pedro Agustín.


NOTA: Seguimos meditando el Evangelio, según el esquema de la Lectio Divina (Leer, meditar, orar, contemplar y actuar), presentando: un texto bíblico, un ver, un juzgar, un orar y un actuar. En las meditaciones de estos días tomamos como referencia la Oración del Padre Nuestro, desmenuzando las ideas que nos presenta, para una mejor comprensión y vivencia de las enseñanzas de Jesús, para estar en sintonía con Él, tener sus mismos intereses y ser santos en adoración al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo, pues la Oración del Padre nuestro es “el resumen de todo el Evangelio” (Tertuliano) y “la más perfecta de todas las oraciones” (Santo Tomás de Aquino).

Para hacer llegar algún comentario, puedes escribir a evangelizarorando@yahoo.com.mx

Aparta la fecha para que asistas a la beatificación de la Madre María Inés Teresa del Santísimo Sacramento (21-abril-2012. Basílica de Guadalupe. 11:00 horas).

martes, 24 de enero de 2012

Beatificación de la Misionera Mexicana sin Fronteras


La madre María Inés Teresa del Santísimo Sacramento, fundadora de Familia Inesiana, será beatificada el 21 de abril en la I. N. Basílica de Guadalupe a las 11:00hrs.
Esperamos tu presencia.

Visita la siguiente página para mayor información:

Meditación del 24 de enero del 2012

PADRE NUESTRO
12-01-24
Mons. Pedro Agustín Rivera Díaz
VER NOTA al final del texto.

Evangelio (cf. Mateo 6, 9-13 y Lucas 11, 2-4): PADRE NUESTRO que estás en el Cielo, santificado sea tu Nombre; venga a nosotros tu Reino; hágase tu voluntad en la tierra como en el Cielo.

Danos hoy nuestro pan de cada día; perdona nuestras ofensas, como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden; no nos dejes caer en la tentación, y líbranos del mal. Amén.

I.- ENSEÑANZA BREVE: Invocamos a Dios como “Padre”, porque el Hijo de Dios hecho hombre nos lo ha revelado, y su Espíritu nos lo hace conocer. La invocación del Padre nos hace entrar en su misterio con asombro siempre nuevo, y despierta en nosotros el deseo de un comportamiento filial. Por consiguiente, con la oración del Señor, somos conscientes de ser “hijos del Padre en el Hijo”.
Cuando oramos al Padre, lo adoramos y lo glorificamos con el Hijo y el Espíritu. En Cristo, nosotros somos su pueblo, y Él es nuestro Dios, ahora y por siempre. Decimos, Padre “nuestro”, porque la Iglesia de Cristo es la comunión de una multitud de hermanos, que tienen “un solo corazón y una sola alma” (Hch 4, 32).
Rezar el Padre nuestro es orar con todos los hombres y en favor de la entera humanidad, a fin de que todos conozcan al único y verdadero Dios y se reúnan en la unidad.

II.- VER - JUZGAR – ORAR - ACTUAR
VER
En relación a Dios hay quienes ni niegan su existencia ni la afirman, se denominan agnósticos. Hay quienes niegan su existencia, se dicen ateos. Hay quienes dicen que todos somos parte de Él, son panteístas. Hay quienes piensan que Dios es como una fuerza o energía puesta a nuestro servicio y que se puede manipular al antojo del hombre, quienes así piensa desarrollan un pensamiento mágico del que brota la hechicería, la brujería, la superstición y por otra línea la dianética y el control mental. Otros dirán que es una sabiduría o mente creadora que se revela a los iluminados, estos son esotéricos, de la “nueva conciencia” o de la “mente consciente”. Otros, los animistas, atribuyen a las cosas y a los animales “personalidad” y hablan de la “madre tierra” o de los “espíritus del monte o del bosque”. En esta línea, incluso hay quienes desde el gobierno pretenden regresar a cultos ancestrales o fundar nuevas religiones como lo sugirió el presidente de Bolivia Evo Morales y fue secundado desde la UNESCO por Miguel d´Escoto y por Leonardo Boff en la ONU (22-abr-2008). Estos dos últimos, retirados del ministerio sacerdotal.
Existen también quienes piensan no en un Dios sino en muchos y que andan vagando por el mundo buscando a quién beneficiar o perjudicar, estos son politeístas. También hay quienes de una filosofía hacen una pseudo-religión como el budismo, el reiki y la yoga.
Hay quienes agrupan estos pensamientos y tomando elementos del islam, del judaísmo y del cristianismo, mezclan todo y presentan elementos comunes como una sola y nueva religión propia del New Age o Nueva Era.
En medio de lo anterior, tres religiones se presentan como monoteístas y reveladas. La más antigua es el judaísmo, que espera la llegada de un mesías. Le sigue el cristianismo y luego llega el islam, quien considera a Dios, lejano de su creatura. Yahvé se le reveló a Abraham y a Moisés. Alá a Mahoma. Jesucristo, verdadero Dios y verdadero hombre, se auto-revela y revela el misterio de la Santísima Trinidad, con sus palabras y hechos, particularmente con su resurrección.
Dentro de los que se dicen seguidores de Cristo, algunos no creen que sea Dios (Testigos de Jehová y Mormones), otros no aceptan los sacramentos ni a los santos (hermanos separados), otros, utilizando técnicas psicológicas y de mercadotecnia, lucran con la fe (sectas). Otros no aceptan la autoridad del Papa (ortodoxos).
Sólo los católicos aceptamos de manera íntegra las enseñanzas de Jesús, por lo que somos depositarios y custodios del Mensaje de la Salvación, Buena Noticia para el hombre y expresión más completa del Reino de Dios, cuya plenitud gozaremos en el Cielo.
Sine embargo dentro de los católicos también hay quienes no viven de manera coherente su fe, otros la viven de manera fría y alejada, algunos se quedan en la religiosidad popular y otros sólo en las prácticas externas, otros se interesan por conocerla y otros más en difundirla.

JUZGAR
Al tener este panorama general de “las religiones” del mundo, podemos entender mejor, porqué la fe es un don y una responsabilidad. Ser católico es una Gracia de Dios, que tenemos que cultivar y acrecentar para que dé, en nosotros y para el mundo, los frutos de felicidad y santidad que Dios nos quiere dar, por lo que, lo mejor es vivir nuestra fe, movidos por el Espíritu Santo como discípulos y misioneros de Jesús, para tener vida en Él, y permanecer en adoración al Padre y en el servicio a los demás.
El Señor Jesús, nos revela que Dios es amor y es nuestro Padre, que nos habla y redime a través de su Hijo y derrama en nuestros corazones el Espíritu Santo que nos lleva a experimentarnos sus hijos, hermanos de Jesucristo y templos vivos de su amor.
Jesucristo es el Hijo Único de Dios y en Él nos podemos llamar hijos de Dios, porque lo somos, a través del Bautismo.
Llamar a Dios Padre, es reconocer que es persona y cercano al ser humano, no solo en cuanto Creador, sino en una relación íntima y familiar que nos lleva a reconocerlo como Padre Nuestro, Padre mío.
Por eso, la relación individual con Él, se hace comunión con todos los seres humanos y nos lleva a experimentar su amor, desde Cristo, de una manera personal y única, pues por adopción, también Dios es mi Padre, nuestro Padre. Esta realidad, no es un privilegio propio de un individuo, sino es para todos aquellos que aceptan en su corazón a Jesucristo como Salvador, por lo que en Él, como hermanos nos dirigimos llamándole Padre Nuestro, manifestando así nuestra relación íntima con Dios y solidaridad con la humanidad entera.
ORAR
Señor Jesús, que cada vez que diga Padre Nuestro, al igual que Tú experimente que mi plena felicidad la encuentro en amar en todo a nuestro Padre Dios y en servirlo a Él en todos mis hermanos, procurando que mi voluntad esté siempre unida a la suya.
ACTUAR
Hoy y cada vez que pueda, rezaré el Padre Nuestro, deteniéndome a reflexionar, lo que significa para mí, cada palabra de la “oración de Jesús” y así experimentar como Él, el AMOR DIVINO DEL PADRE.
Dios es mi Padre y en Jesús yo soy su hijo. Por lo mismo y movido por el Espíritu Santo, debo ser solidario con mis hermanos los hombres. La mejor acción que puedo realizar por ellos es compartir la fe que nos lleva a experimentar el amor de Dios a través de la oración, la pertenencia a la Iglesia, de la vivencia de los sacramentos, en el servicio a los más pobres, en la evangelización y en la acción misionera que construye el Reino de Dios entre los individuos, las familias y las naciones.
Decir Padre Nuestro es estar en sintonía con Jesús, con la Virgen María, con los santos, con todos los católicos y las personas de buena voluntad que buscan el bien común y que reconocen que todos los seres humanos somos hermanos y somos iguales en la verdad, en la justicia y en el amor.

NOTA: Seguimos meditando el Evangelio, según el esquema de la Lectio Divina (Leer, meditar, orar, contemplar y actuar), presentando: un texto bíblico, un ver, un juzgar, un orar y un actuar. En las meditaciones de estos días tomamos como referencia la Oración del Padre Nuestro, desmenuzando las ideas que nos presenta, para una mejor comprensión y vivencia de las enseñanzas de Jesús, para estar en sintonía con Él, tener sus mismos intereses y ser santos en adoración al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo, pues la Oración del Padre nuestro es “el resumen de todo el Evangelio” (Tertuliano) y “la más perfecta de todas las oraciones” (Santo Tomás de Aquino). Para hacer llegar algún comentario, puedes escribir a evangelizarorando@yahoo.com.mx

Aparta la fecha para que asistas a la beatificación de la Madre María Inés Teresa del Santísimo Sacramento (21-abril-2012. Basílica de Guadalupe. 11:00 horas).

lunes, 23 de enero de 2012

Contigo en la fe (Tema 2)

"Contigo en la fe" es un nuevo espacio de evangelización, en el que tú y yo iremos trazando caminos que nos guíen a la santidad. Escucha estas cápsulas y hazme llegar tus comentarios a evangelizarorando@yahoo.com.mx, además compártelas con tus familiares y amigos.

Da click en el enlace:
http://www.ivoox.com/medios-comunicacion-social-audios-mp3_rf_1006907_1.html

También puedes dar click en el video:

Meditación del 23 de enero del 2012

ORANDO CON EL PADRE NUESTRO.

12-01-23
Mons. Pedro Agustín Rivera Díaz

Queridos hermanos, en continuidad con la Meditación del Evangelio, les invito a que en estos días meditemos la Oración del Padre Nuestro, regalo de Jesucristo nuestro Señor. Para ello he preparado una serie de meditaciones que desmenuzando cada pensamiento de esta oración, nos ayude a estar en sintonía con Jesús, en quien somos hijos de Dios. VER NOTA al final del texto.

Evangelio: Lucas 11, 1-4: Un día, Jesús estaba orando y cuando terminó, uno de sus discípulos le dijo: «Señor, enséñanos a orar, como Juan enseñó a sus discípulos». Entonces Jesús les dijo: «Cuando oren, digan: Padre, santificado sea tu nombre, venga tu Reino; danos hoy nuestro pan de cada día y perdona nuestras ofensas, puesto que también nosotros perdonamos a todo aquél que nos ofende, y no nos dejes caer en tentación».

VER
La oración del Padre Nuestro para muchos es algo que repiten de manera rutinaria. No piensan lo que dicen, sólo lo repiten.
JUZGAR
La oración para el Señor Jesús, no es algo rutinario, es estar en diálogo con su Padre Dios. Esta manera de orar es la que Él nos enseña.
ACTUAR
Hoy y cada vez que pueda, rezaré el Padre Nuestro, deteniéndome a reflexionar lo que significa para mí, cada palabra de la “oración de Jesús” y así experimentar como Él, el AMOR DIVINO DEL PADRE.

LEER. A los discípulos del Señor Jesús, muchas cosas de Él, les llamaban la atención. Una de ellas, quizá la principal, era su modo de orar. Para Jesús la oración no era repetir frases o palabras, sino dialogar con su Padre Dios. Cualquier lugar o momento era adecuado para orar. Por la mañana, por la tarde, en la noche, al amanecer, en la sinagoga, en el campo, en la Cruz.
El trato de Jesús con su Padre Dios era muy natural, muy cercano, muy afectivo, le llamaba Abba, palabra que los estudiosos de la Biblia traducen con el coloquial “Papá” en vez de la manera más formal “Padre”.
Para Jesús, su Padre Dios, no era alguien lejano, sino muy próximo a Él, porque estaba en su corazón. Jesús, por amor, vino a hacer la voluntad del Padre, que es la de reconciliarnos a todos con Él, para que todos vivamos en su AMOR DIVINO DE PADRE.

MEDITAR: La oración del Padre Nuestro tiene siete peticiones, que, de la primera a la última, nos hablan del amor del hombre que busca a Dios. Si estas peticiones las leemos al revés, veremos, el Plan de amor de Dios que nos quiere en el Cielo para que disfrutemos de su AMOR DIVINO DE PADRE.
En la forma acostumbrada en la que rezamos el Padre Nuestro, es decir la oración del Hijo al Padre, vemos la súplica humana hacia Dios.

PREÁMBULO: Padre nuestro que estás en el Cielo. (es la llamada de atención, para que Dios nos escuche).
1ª. Petición. Santificado sea tu nombre
2ª. Petición. Venga a nosotros tu Reino
3ª. Petición. Hágase tu voluntad, en la tierra como en el Cielo
4ª. Petición. Danos hoy, nuestro Pan de cada día
5ª. Petición. Perdona nuestras ofensas, como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden
6ª. Petición. No nos dejes caer en tentación y
7ª. Petición. Líbranos del mal (tanto del Malo, como de los males)

Meditar el Padre Nuestro, a partir de la última de nuestras peticiones, nos lleva reconocer la respuesta de Dios, Quien nos dice:
7.- Te libraré, te protegeré, porque eres mi hijo(a) amado(a).
6.- Te daré la fortaleza para vencer la tentación.
5.- Te perdonaré.
4.- No te faltará lo necesario, pero sobre todo te he dado a Jesús Eucaristía como alimento de Vida Eterna.
3.- Mi voluntad es que seas feliz en la tierra, como lo son los bienaventurados en el Cielo.
2.- Mi Reinado ha de expresarse en tu corazón y, A TRAVÉS DE TI, se hará presente en tu familia, en tu ciudad, en tu país y en el mundo entero.
1.- En Mí serás feliz, serás santo.

CONSECUENCIA: Porque Yo estoy en el Cielo y mi Cielo está en tu corazón. Yo mismo habito en ti, con mi Hijo y el Espíritu Santo.

La Virgen María y los santos, abrieron su corazón para que Yo habitara en ellos en compañía de mi Hijo y del Espíritu Santo, pues todo ser humano está llamado a ser habitación de la Santísima Trinidad. Tú mismo(a) eres templo vivo de la Santísima Trinidad, ábrenos tu corazón y déjanos habitar en ti, para que tu vida sea un anticipo del Cielo.
Dices bien, al dirigirte a Mí, llamándome Padre Nuestro y no Padre mío. Efectivamente, soy tu Padre y por eso todos los hombres son tus hermanos. De esa manera entiendes el sentido fraterno de decir “nuestro” y con júbilo desde la Iglesia, “la familia católica” de quienes se reconocen mis hijos, haz de salir en búsqueda de todos tus hermanos que se han alejado o separado y de los que no me conocen o me rechazan.

ORAR: Hoy, de manera pausada y agradecida, rezaré el Padre Nuestro.

CONTEMPLAR: Hay diferencia entre rezar y orar. El rezo tiene que ver con el repetir, lo que implica hacerlo de cierta manera mecánica. La oración es más consciente, más pensada, más meditada. De la oración debo llegar a la contemplación, por lo que de la oración vocal deberé pasar a la oración mental. En el silencio ambiental e interior, podré captar mejor la voz de Dios. De la meditación, debo llegar a la contemplación. En opinión de santa Teresa podemos llegar a la contemplación con el esfuerzo humano (ascesis) y ella, puede ser el puente para dejar que sea la Gracia de Dios (mística) la que nos lleve por el camino del diálogo con Dios y a EXPERIMENTAR SU AMOR DIVINO.

ACTUAR: Hoy me esforzaré en estar en la presencia de mi Padre Dios, en continua oración con el Padre Nuestro, el Ave María, Jaculatorias, La Coronilla de la Misericordia, el Rosario, etc.

NOTA: Seguimos meditando el Evangelio, según el esquema de la Lectio Divina (Leer, meditar, orar, contemplar y actuar), presentando: un texto bíblico, un ver, un juzgar, un orar y un actuar. En las meditaciones de estos días tomamos como referencia la Oración del Padre Nuestro, desmenuzando las ideas que nos presenta, para una mejor comprensión y vivencia de las enseñanzas de Jesús, para estar en sintonía con Él, tener sus mismos intereses y ser santos en adoración al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo, pues la Oración del Padre nuestro es “el resumen de todo el Evangelio” (Tertuliano) y “la más perfecta de todas las oraciones” (Santo Tomás de Aquino).

Para hacer llegar algún comentario, puedes escribir a evangelizarorando@yahoo.com.mx

Aparta la fecha para que asistas a la beatificación de la Madre María Inés Teresa del Santísimo Sacramento. (21-abril-2012. Basílica de Guadalupe. 11:00 horas)

7ª PALABRA. sábado

Padre, en tus manos entrego mi Espíritu.

Si te es posible haz esta oración de contemplación ante Jesús Eucaristía, expuesto o en el sagrario, o ante un crucifijo, o en el lugar que puedas. Persevera cada día y te aseguro que irás experimentando, cada vez más, la presencia de Dios en tu vida.

Por la señal de la santa Cruz… Padre Nuestro… Ave María… Gloria…

Ven Espíritu Santo y lléname con tu amor. Purifícame, renuévame, sáname y santifícame. Ilumina mi entendimiento para buscar y encontrar la Verdad. Orienta mis motivaciones hacia la Gloria del Padre y el bien de mis hermanos para que mis intereses sean los de Jesús. Fortalece mi voluntad para rechazar el mal y perseverar haciendo el bien. Amén.

PETICIÓN INICIAL: Señor Jesús, al meditar y contemplar las Palabras que dijiste en la Cruz, concédeme recibir el regalo de tu amor y el gozo de ser tuyo(a), en Ti confío. Gracias por tu perdón y por darme a la Virgen María como Madre. Te pido que me des la fortaleza y la Gracia de la Perseverancia Final, abandonándome, cada día, en los brazos amorosos de nuestro Padre Dios, y recibiendo al Espíritu Santo en mi ser. Amén.

LECTURA
En tus manos encomiendo mi Espíritu (Lc 23, 46). Las últimas Palabras de Jesús en la Cruz son para abandonarse amorosamente en los brazos del Padre y darnos al Espíritu Santo.
El Espíritu Santo es el amor que procede del Padre al Hijo y del Hijo al Padre. Cuando Jesús entrega su Espíritu en el momento de morir, expresión de su total entrega amorosa, es como si la unión que siempre existe en las Tres Divinas Personas, “nuevamente se plenificara” en la Eternidad. Jesús, eternamente está unido, plena y totalmente, con su Padre, por obra del Espíritu Santo. Las palabras de Jesús: “En tus manos encomiendo mi Espíritu”, también nos sitúan en el momento de la Encarnación. Este “instante de eternidad” Jesús lo señala anticipadamente cuando dice “he salido del Padre y he venido al mundo, ahora dejo de nuevo el mundo y voy al Padre (Jn 16,28). El acto libre y amoroso con el que Cristo se encarna en el seno purísimo de la Virgen María está en continuidad con el momento en que Jesús regresa al Padre, abandonándose en los brazos amorosos de Él.

En la Cruz, Jesús nos une a la Santísima Trinidad cuando nos da su Espíritu y nosotros nos introducimos y quedamos unidos al Misterio del Amor Trinitario cuando recibimos al Espíritu de Dios.
Jesucristo se entrega, todo Él, por la salvación del mundo y así, con la ofrenda de su ser, no solo “me compra” y me rescata junto con toda la humanidad, para su Padre Dios, sino que además me da su Espíritu de amor. Con su sacrificio redentor Jesús me hace hermano Suyo, hijo del Padre y Templo del Espíritu Santo. Esta entrega es la que me ayuda a ponerme y abandonarme en las manos amorosas del PADRE y a pedirle y a agradecerle a Jesús el DON DEL ESPÍRITU SANTO.

MEDITACIÓN
En el “hoy” de Jesucristo, yo me puedo unir a su sacrificio redentor y confiadamente, movido por el Espíritu Santo, ponerme en las manos amorosas del Padre, suplicando y dejando que en mí, se haga su voluntad, para bien mío y salvación de la humanidad, saciando su sed de almas y “comprando muchas para Él”. “Padre… me pongo en tus manos, me entrego a tu amor, a tu bondad, a tu generosidad; haz de mí lo que quieras, pero dame almas, muchas almas, infinitas almas...” (Madre Ma. Inés Teresa Arias).
Jesús, al morir, hace su entrega total y perfecta al Padre y a nosotros. En la Cruz Jesucristo nos da al Espíritu Santo, Señor y dador de Vida, fuente inagotable de Vida Nueva y Eterna. De su corazón traspasado brotan agua y sangre, símbolos de los sacramentos del Bautismo y de la Eucaristía, fundamento y alimento de la Iglesia, que vive de la Eucaristía.
San Pablo nos enseña que el Espíritu Santo es Quien hace que podamos llamar a Dios: “Abba”; término muy familiar que podemos traducir como: “papá”, “papacito” (Rom 8,15). El Espíritu Santo es también, Quien nos lleva a reconocer que Jesús es Señor (1Cor 12,3). Por eso en la Cruz, Jesucristo al darnos al Espíritu Santo, nos introduce en la relación filial íntima de ser hijos de Dios, para abandonarnos a su amor.
Jesús no me impone nada, toca a la puerta de mi corazón y me invita a que le abra para que Él y su Padre, en el amor del Espíritu Santo, habiten en mí.
Jesucristo entregándose al Padre y dándonos al Espíritu Santo, posibilita que en nosotros habite la Santísima Trinidad. El efecto de atender a su llamado es que: ¡Dios mismo, en la plenitud de su amor trinitario, habite en mi corazón!

ORACIÓN
Señor, ya que desde la Cruz me das al Espíritu Santo, ayúdame a comprender la grandeza de este regalo que procede de Ti y del Padre, para que yo lo acoja en mi corazón y sea Él, Quién ilumine mi entendimiento, fortalezca mi voluntad, me guíe, me purifique, me sane, me santifique y me configure a Ti, para transformar al mundo en comunión con mis hermanos en la Iglesia.
Espíritu de amor, ven a mí y ayúdame a comprender y a vivir el misterio del Dios Trinitario que amando al ser humano quiere habitar en mí y en cada persona, para hacernos partícipes de su Vida Divina. Dios, Uno y Trino, que todos te conozcan y te amen, es la única recompensa que quiero.

CONTEMPLACIÓN: Este es el momento más importante. Guarda unos momentos de silencio, cierra tus ojos, respira profundamente, repite varias veces y de manera pausada, el nombre de Jesús o la jaculatoria de este día. Deja que el amor de Dios inunde tu ser. Reflexiona sobre lo que has meditado, dejándote guiar por el Espíritu Santo, como la Virgen María que todo lo guardaba en su corazón (Lc 2,19). Hazte un propósito y esfuérzate por cumplirlo hoy. Concluye este momento de contemplación de la siguiente manera o de la forma que acostumbres hacerlo.

ACCIÓN
Haz un compromiso para este día y en la noche evalúa cómo y de qué forma lo cumpliste.
Por amor a Jesucristo hoy… ____________________

COMENTARIOS PERSONALES




Concluye tu meditación diaria haciendo la señal de Cruz sobre ti: En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

viernes, 20 de enero de 2012

Papa Juan Pablo II en México (6 de mayo de 1990)


Amigos, les comparto un video de la visita de Su Santidad Juan Pablo II, ahora beato, a México. En la misa de ese día, tuve la oportunidad de ser el diácono del Papa.

6ª PALABRA. viernes

Todo está consumado

Si te es posible haz esta oración de contemplación ante Jesús Eucaristía, expuesto o en el sagrario, o ante un crucifijo, o en el lugar que puedas. Persevera cada día y te aseguro que irás experimentando, cada vez más, la presencia de Dios en tu vida.

Por la señal de la santa Cruz… Padre Nuestro… Ave María… Gloria…

Ven Espíritu Santo y lléname con tu amor. Purifícame, renuévame, sáname y santifícame. Ilumina mi entendimiento para buscar y encontrar la Verdad. Orienta mis motivaciones hacia la Gloria del Padre y el bien de mis hermanos para que mis intereses sean los de Jesús. Fortalece mi voluntad para rechazar el mal y perseverar haciendo el bien. Amén.

PETICIÓN INICIAL: Señor Jesús, al meditar y contemplar las Palabras que dijiste en la Cruz, concédeme recibir el regalo de tu amor y el gozo de ser tuyo(a), en Ti confío. Gracias por tu perdón y por darme a la Virgen María como Madre. Te pido que me des la fortaleza y la Gracia de la Perseverancia Final, abandonándome, cada día, en los brazos amorosos de nuestro Padre Dios, recibiendo al Espíritu Santo en mi ser. Amén.

LECTURA
Todo está consumado (Jn 19, 30). Jesús, a lo largo de toda su vida hace conscientemente la ofrenda de Sí Mismo. Crucificado, sabe que ha llegado al límite de sus fuerzas físicas y de su vida terrena. Nuevamente, en esos momentos, Jesucristo, libremente se entrega y se ofrece al Padre.

En la Cruz Jesús es Sacerdote, Víctima y Altar. Yo lo puedo imitar al orar ante un crucifijo, que me recuerda cuanto me amó Jesús, o al contemplarlo, adorándolo, en la Hostia Consagrada y experimentando cuanto me ama.

MEDITACIÓN
Señor Jesús dame la fuerza de tu Espíritu, que me haga perseverar en la entrega de mi vida a tu servicio y en el servicio a los demás. No permitas que me quede a medio camino; que no me detengan los fracasos, ni los rechazos o malos entendidos, que no me paralice el miedo ante el qué dirán o ante el futuro, sino que siempre mirándote clavado en la Cruz por amor a mí, persevere hasta el final.

Señor Jesús, concédeme que constantemente me una a Ti, en particular en los momentos de flaqueza que aparecen en mi vida. Concédeme que el contemplar tu Pasión y muerte en la Cruz, sea el estímulo que me ayude a mantenerme firme en medio de las dificultades, siempre dispuesto a dar testimonio de tu amor por mí y por la humanidad entera. Dame Señor la perseverancia final, como a Juan Pablo II, que a quien, al verlo anciano y enfermo, le preguntó sobre la conveniencia de que renunciara; le contestó: “Jesucristo no se bajó de la Cruz, el Papa tampoco lo hará”.

ORACIÓN
Señor mío Jesucristo, al estar ante un crucifijo o al contemplar y adorar tu presencia santa en la Eucaristía, movido(a) por el Espíritu Santo quiero pedirte la gracia de unirme a Ti, para ser Contigo, sacerdote, víctima y altar, en una permanente ofrenda al Padre.

Señor Jesús, dame la fortaleza de tu Espíritu y la Gracia de la Perseverancia Final y concédeme que cada obra que comience en tu nombre, nunca la abandone hasta haberla concluido para Gloria tuya. Sobre todo, permite que me gaste y desgaste por mis hermanos y la salvación de las almas (cf. 2 Co 12.15). Concédeme que amándote hasta el último instante de mi vida, confiando siempre en Ti, pueda poner mi alma entre las manos amorosas de nuestro Padre y como Tú, Señor, pueda decir: “Todo está consumado”. Señor Jesús, Tú conoces mis debilidades y mis inconsistencias y aún así me has llamado a ser misionero(a) tuyo(a), apóstol de tu misericordia, pescador de hombres. Dame la fortaleza de la fe, para seguirte hasta el final de mi vida y a pesar de mis caídas, como san Pedro, siempre poder decirte: “Señor, Tú lo sabes todo, Tú sabes que te amo” (cf. Jn 21,17).
En relación a las cosas y a las situaciones, en especial las adversas, te pido serenidad para aceptar las que no puedo cambiar, fortaleza para cambiar las que puedo modificar y sabiduría para notar la diferencia.
Señor, concédeme la Gracia de amarte y servirte en los demás, hasta el fin de mi vida, para seguir amándote en la Eternidad.

CONTEMPLACIÓN: Este es el momento más importante. Guarda unos momentos de silencio, cierra tus ojos, respira profundamente, repite varias veces y de manera pausada, el nombre de Jesús o la jaculatoria de este día. Deja que el amor de Dios inunde tu ser. Reflexiona sobre lo que has meditado, dejándote guiar por el Espíritu Santo, como la Virgen María que todo lo guardaba en su corazón (Lc 2,19). Hazte un propósito y esfuérzate por cumplirlo hoy. Concluye este momento de contemplación de la siguiente manera o de la forma que acostumbres hacerlo.

ACCIÓN
Haz un compromiso para este día y en la noche evalúa cómo y de qué forma lo cumpliste.
Por amor a Jesucristo hoy… ____________________

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Concluye tu meditación diaria haciendo la señal de Cruz sobre ti: En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.