viernes, 3 de febrero de 2012

Meditación del 3 de febrero del 2012

COMO TAMBIÉN NOSOTROS PERDONAMOS
12-02-03
Mons. Pedro Agustín Rivera Díaz
VER NOTA al final del texto.

Evangelio (cf. Mateo 6, 9-13 y Lucas 11, 2-4): Padre Nuestro que estás en el Cielo, santificado sea tu nombre; venga a nosotros tu reino; hágase tu voluntad en la tierra como en el Cielo.
Danos hoy nuestro pan de cada día; perdona nuestras ofensas, COMO TAMBIÉN NOSOTROS PERDONAMOS A LOS QUE NOS OFENDEN; no nos dejes caer en la tentación, y líbranos del mal. Amén.

I.- ENSEÑANZA BREVE:
¿Por qué decimos “Perdona nuestras ofensas como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden”? …Nuestra petición será atendida a condición de que nosotros, antes, hayamos, por nuestra parte, perdonado. (Compendio de la Iglesia Católica. Nos. 594).

II.- VER - JUZGAR – ORAR - ACTUAR
VER
Hay quienes guardan en su corazón las ofensas recibidas, envenenando su alma, afectando su forma de ver las cosas y su manera de actuar. Hay un adagio en psicología que señala que “lo que se calla se nota”. La amargura que se guarda, se nota en el carácter, en lo que se dice, en el rostro, en las enfermedades. A la base de traumas, complejos y enfermedades psicológicas, está el no querer perdonar, ni saber cómo hacerlo.


JUZGAR
Sólo Dios puede perdonar los pecados (cf Mc 2,7), pues Él es Quien nos ha creado y es capaz de regenerar lo que el hombre descompone por su mal proceder. Saber perdonar no es sólo cuestión de valor o de conveniencia, es sobre todo capacidad de amar y dejarse amar por Dios, para vivir como hijos suyos, imitando a  Jesucristo, que antes de morir en la Cruz, invoca la misericordia divina sobre aquellos que lo han perseguido, apresado, enjuiciado, maltratado, escarnecido, golpeado y burlándose de Él, lo están asesinando.
Sus Palabras “Padre, perdónalos porque no saben lo que hacen” es una súplica al Padre, donde pide perdón para quienes piensan que le quitan todo, al despojarlo de sus vestiduras, pisotear su dignidad  humana y divina, hacerlo padecer clavándolo ignominiosamente en la Cruz, para asesinarlo.
Quienes crucifican a Jesús, piensan que le han arrebatado todo, incluso la vida, sin embargo, no es así. El mismo Señor, había dicho. “A Mí nadie me quita la vida, Yo la doy voluntariamente” (Jn 10,18). La muerte del Hijo de Dios, aceptada por Él, no sólo es expresión de su amor y de su libertad plena, sino que es también el medio a través del cual nos libera del pecado y de la muerte y nos enseña a ser totalmente libres. Jesús nos perdona porque nos ama y ama a su Padre Dios. El sentido de la muerte y del perdón de Jesús, está en el amor, que libremente se ofrece todo, por todos, incluso por los que lo odian, lo rechazan y lo matan.
Jesús es totalmente libre y nos libera del pecado y nos enseña a ser libres: Por su encarnación aceptada libremente. Por su vida realizada en libertad ante las autoridades y los usos y costumbres de su pueblo. Por su amor y perdón sin cortapisas.
La libertad plena de Jesús se manifiesta en su capacidad de amar y de perdonar. “Si aman a los que los aman, eso lo hace cualquiera” (cf. Mt 5, 43-48).
El amor de Dios es incondicional y aunque pudiera parecer que para ser perdonados, se nos impone perdonar, en mi opinión, “la condicional” “perdónanos, como nosotros perdonamos” no es más que nuestra respuesta de “libremente perdonar a los que nos ofenden”, como lo hace Jesús. También, en mi opinión, decir: “como también perdonamos” es “la expresión”, de “mi compromiso”, de que lo que yo: “libremente pongo de mi parte” para perdonar, como respuesta al amor incondicional de Dios que me perdona, aún cuando yo, por mi pecado, le ofendo y me alejo de Él.
Para Dios no hay imposibles, para nosotros sí, pues somos limitados, por lo que no podemos perdonar sin la Gracia de Dios. Sin la ayuda de Dios, no podemos perdonar, por eso, decir “como nosotros perdonamos” es también un reconocimiento humilde de nuestra incapacidad de perdonar y es pedir la ayuda del Espíritu Santo, para perdonar como Jesucristo y amar perfectamente como nos ama nuestro Padre Dios (cf. Mt 5 43-45).
La psicología moderna señala que para ser felices, tenemos que perdonar. Dios nos quiere felices, por eso no nos ha de extrañar que en la oración del Padre Nuestro aparezca la expresión “como nosotros perdonamos”, es decir, como nosotros, tus hijos, Padre, queremos colaborar con la Gracia que Tú nos das para que seamos felices, seamos santos.
En el mundo, hay infinidad de personas que guardan en su corazón, odios y resentimientos, porque no saben perdonar. Decir, “como nosotros perdonamos” es también pedir la Gracia para testimoniar ante los que no creen, que en el amor de nuestro Padre Dios es posible perdonar y así, testimoniar el amor de Dios, darles esperanza ante su dolor por no saber perdonar y para detener la escalada de violencia que engendran el odio y el rencor.

ORAR
Padre, Tú sabes que sin Ti no puedo nada. Tú conoces las profundas heridas que hay en mi vida, por mis errores, por el daño que me han hecho algunas personas o la frustración que diversas situaciones me han producido. Hoy te pido que derrames en mi corazón, la Gracia de tu Espíritu para poder perdonarme, para PERDONAR a los que me han dañado y superar las frustraciones que muchas situaciones han dejado en mi vida. Tú sabes que yo no sé ni puedo perdonar, pero Tú lo puedes todo. Soy tu hijo y quiero amar y ser libre como Jesús. Quiero colaborar con tu Gracia y por eso te abro las puertas de mi corazón para perdonar, poder ser feliz y alcanzar la santidad. Sáname Padre y dame tu paz. Amén.

ACTUAR
Haré una revisión de mi vida y una lista de las situaciones, personas y defectos, errores o pecados personales, que considero que debo perdonar, incluso, aquellas ideas o sentimientos que pudiera tener en contra de Dios. Así, con mi listado en mano, en un ambiente de oración iré diciendo “EN EL NOMBRE DE JESÚS YO PERDONO”. Por ejemplo: Si considero que no me amo, ni me acepto como soy, diré EN EL NOMBRE DE JESÚS YO ME PERDONO. Pensando en la persona que me engañó, maltrato u ofendió, diré: “FULANO(A)” EN EL NOMBRE DE JESÚS YO TE PERDONO. Recordando alguna(s) situación(es) que me hacen daño, podré decir: Al sentimiento que guardo por el abandono que sufrí de parte de mi esposo(a), de mi hijo(a). A la enfermedad que tengo, diré: “ __________ EN EL NOMBRE DE JESÚS, YO TE PERDONO. Por el sentimiento que guardo contra Dios, porque se murió mi hijo, porque pienso que ha sido injusto conmigo, diré: “DIOS, EN EL NOMBRE DE JESÚS YO TE PERDONO”.
Yo sólo he puesto algunos ejemplos, si te pones en oración y abres tu corazón a Dios, Él te iluminará sobre lo que tienes que perdonar.
Seguramente que a algunas personas les parecerá extraño, que haya puesto que “también hay que perdonar a Dios”, sin embargo los sentimientos son irracionales y se quedan ocultos. Ciertamente Dios, nunca será culpable de nada, sin embargo, hay gente que irracionalmente le echa la culpa a Dios de muchos males. Si no me creen, pregúntele a algunos que ahora se dicen ateos o que son presa del alcohol o de la droga.
Hoy, de manera más consciente rezaré el Padre Nuestro, reflexionando especialmente las palabras “COMO TAMBIÉN NOSOTROS PERDONAMOS A LOS QUE NOS OFENDEN” y procuraré escribir lo que significan para mí. Si es posible compartiré mi reflexión con Mons. Pedro Agustín.

NOTA: Seguimos meditando el Evangelio, según el esquema de la Lectio Divina (Leer, meditar, orar, contemplar y actuar), presentando: un texto bíblico, un ver, un juzgar, un orar y un actuar. En las meditaciones de estos días tomamos como referencia la Oración del Padre Nuestro, desmenuzando las ideas que nos presenta, para una mejor comprensión y vivencia de las enseñanzas de Jesús, para estar en sintonía con Él, tener sus mismos intereses y ser santos en adoración al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo, pues la Oración del Padre nuestro es “el resumen de todo el Evangelio” (Tertuliano) y “la más perfecta de todas las oraciones” (Santo Tomás de Aquino).


Para hacer llegar algún comentario, puedes escribir a evangelizarorando@yahoo.com.mx
Aparta la fecha para que asistas a la beatificación de la Madre María Inés Teresa del Santísimo Sacramento (21-abril-2012. Basílica de Guadalupe. 11:00 horas).

jueves, 2 de febrero de 2012

Oración a la Virgen de Guadalupe

 
Papa Benedicto XVI

Virgen María de Guadalupe,
Madre del verdadero Dios por quien se vive.
En San Juan Diego, el más pequeño de tus hijos,
tú dices hoy a los pueblos de América Latina:
“¿No estoy yo aquí que soy tu Madre?
¿No estás bajo mi sombra?
¿No estás por ventura en mi regazo?”

Por eso nosotros, con profundo agradecimiento,
reconocemos a través de los siglos
todas las muestras de tu amor maternal,
tu constante auxilio, compasión y defensa
de los moradores de nuestras tierras,
de los pobres y sencillos de corazón.

Con esta certeza filial, acudimos a ti, para pedirte que, 
así como ayer, vuelvas a darnos a tu Divino Hijo,
porque sólo en el encuentro con Él
se renueva la existencia personal y se abre el camino
para la edificación de una sociedad justa y fraterna.

A ti, “Misionera celeste del nuevo mundo”,
que eres el rostro mestizo de América Latina
y luminosamente manifiestas 
su identidad, unidad y originalidad,
confiamos el destino de nuestros pueblos.

A ti, Pedagoga del Evangelio de Cristo,
Estrella de la nueva evangelización,
consagramos la labor misionera del pueblo de Dios
peregrino en América Latina.

¡Oh Dulce Señora!,
¡Oh Madre nuestra!,
¡Oh siempre Virgen María!
¡Tu presencia nos hace hermanos!
Acoge con amor esta súplica de tus hijos
y bendice esta amada tierra tuya
con los dones de la reconciliación y la paz.
Amén.

Meditación del 2 de febrero del 2012

PERDONA NUESTRAS OFENSAS (2)
12-02-02
Mons. Pedro Agustín Rivera Díaz
VER NOTA al final del texto.

Evangelio (cf. Mateo 6, 9-13 y Lucas 11, 2-4): Padre Nuestro que estás en el Cielo, santificado sea tu nombre; venga a nosotros tu reino; hágase tu voluntad en la tierra como en el Cielo.
Danos hoy nuestro pan de cada día; PERDONA NUESTRAS OFENSAS, como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden; no nos dejes caer en la tentación, y líbranos del mal. Amén.

I.- ENSEÑANZA BREVE:
¿Cómo es posible el perdón?: La misericordia penetra en nuestros corazones solamente si también nosotros sabemos perdonar, incluso a nuestros enemigos. Aunque para el hombre parece imposible cumplir con esta exigencia, el corazón que se entrega al Espíritu Santo puede, a ejemplo de Cristo, amar hasta el extremo de la caridad, cambiar la herida en compasión, transformar la ofensa en intercesión. El perdón participa de la misericordia divina, y es una cumbre de la oración cristiana. (Compendio de la Iglesia Católica. Nos. 595).

II.- VER - JUZGAR – ORAR - ACTUAR
VER
Mucha gente no sabe pedir perdón. Incluso hay quien hace el mal y lo disfruta e incluso procura hacer el mayor mal posible. En su justificación podrían decir que la vida les trató mal, que ellos actúan por venganza, que nadie les ama y por lo mismo no tienen por qué hacer el bien y mucho menos, por qué tener que pedir perdón. Quienes llevan al extremo estas situaciones se les reconoce como sicópatas.


JUZGAR
Quienes aceptamos al Señor Jesús en nuestro corazón sabemos que hemos sido creados por amor y que hemos sido redimidos también por amor. Así, al valorar el sacrificio redentor de Jesucristo, quien muere en la Cruz, nos duele el pecar y no responder más generosamente al amor que Dios nos tiene. La voz de la conciencia nos dice que podemos ser mejores y el anhelo de responder al amor de Dios, nos reta para que actuemos en consecuencia procurando en todo la Gloria de Dios y el mayor bien posible a nuestros hermanos.

ORAR
Pequé Señor, y me duele. Ten misericordia de mí que soy pecador. Pecamos Señor, y nos duele. Ten misericordia de nosotros que somos pecadores.

ACTUAR
Reconociéndome pecador, cada día me esforzaré en ser mejor, empezando hoy.
Hoy, de manera más consciente rezaré el Padre Nuestro, reflexionando especialmente las palabras “PERDONA NUESTRAS OFENSAS” y procuraré escribir lo que significan para mí. Si es posible compartiré mi reflexión con Mons. Pedro Agustín.

NOTA: Seguimos meditando el Evangelio, según el esquema de la Lectio Divina (Leer, meditar, orar, contemplar y actuar), presentando: un texto bíblico, un ver, un juzgar, un orar y un actuar. En las meditaciones de estos días tomamos como referencia la Oración del Padre Nuestro, desmenuzando las ideas que nos presenta, para una mejor comprensión y vivencia de las enseñanzas de Jesús, para estar en sintonía con Él, tener sus mismos intereses y ser santos en adoración al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo, pues la Oración del Padre nuestro es “el resumen de todo el Evangelio” (Tertuliano) y “la más perfecta de todas las oraciones” (Santo Tomás de Aquino).

Para hacer llegar algún comentario, puedes escribir a evangelizarorando@yahoo.com.mx

Aparta la fecha para que asistas a la beatificación de la Madre María Inés Teresa del Santísimo Sacramento (21-abril-2012. Basílica de Guadalupe. 11:00 horas).

miércoles, 1 de febrero de 2012

Contigo en la fe (Tema 3)


Les comparto el video de nuestro tercer tema, en el cual tratamos el día de la Candelaria, con el que celebramos la Presentación del Niño Jesús en el Templo.

Mons. Pedro Agustín

Meditación del 2 de febrero del 2012

PERDONA NUESTRAS OFENSAS
12-02-01
Mons. Pedro Agustín Rivera Díaz
VER NOTA al final del texto.

Evangelio (cf. Mateo 6, 9-13 y Lucas 11, 2-4): Padre Nuestro que estás en el Cielo, santificado sea tu nombre; venga a nosotros tu reino; hágase tu voluntad en la tierra como en el Cielo.
Danos hoy nuestro pan de cada día; PERDONA NUESTRAS OFENSAS, como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden; no nos dejes caer en la tentación, y líbranos del mal. Amén.

I.- ENSEÑANZA BREVE:
¿Por qué decimos “Perdona nuestras ofensas”? Al pedir a Dios Padre que nos perdone, nos reconocemos ante Él pecadores; pero confesamos, al mismo tiempo, su misericordia, porque, en su Hijo y mediante los sacramentos, “obtenemos la redención, la remisión de nuestros pecados” (Col 1, 14) (cf. Compendio de la Iglesia Católica. Nos. 594).

II.- VER - JUZGAR – ORAR - ACTUAR
VER
Cuando el hombre nubla o rechaza la conciencia de Dios en su vida, pierde la noción de la ofensa, del pecado y empieza a hacer mal uso de su libertad. No solo rechaza el culto de amor y adoración que en justicia le debe a Dios, sino que rompe la relación consigo mismo, con los demás y con la naturaleza.
Con respecto a la naturaleza, se siente dueño y no administrador y así se esclaviza a la naturaleza a la que pretende dominar. En su corazón entra la avaricia, el afán de poseer. Acumula las cosas y no las quiere compartir. Ve con envidia a los que poseen lo que él no tiene y en su afán de poseer lo que el otro tiene, es capaz de matar a su prójimo.
Sobreexplotando la naturaleza quita al pobre y al país menos desarrollado lo que tienen y si le compra algo, lo hace a precios injustos. Lo suyo es poseer y la avaricia es aprovecharse de todos, en busca de su propio beneficio, sin importarle si afecta la ecología y rechaza el bien común.
Por el pecado, la relación con los demás se fractura, por lo que deja de ver a los demás como iguales. Lo suyo no es amar, sino el dividir, el someter y aniquilar. Los demás no son vistos como hermanos, sino como alguien a quien se puede excluir, rechazar, ignorar, engañar o matar. Si “el otro es fuerte” entonces se le puede invitar a aliarse para hacer el mal. El otro no es visto como prójimo, sino como un enemigo en potencia o real. La familia, la amistad, la solidaridad auténtica no existen, solo el interés o el miedo.
Por el pecado, el hombre rompe la relación consigo mismo. No puede verse como persona, sino como producto de circunstancias, del azar o “del karma”. No se experimenta amado, ni es capaz de amar. Incapaz de comunicarse consigo mismo a causa de sus miedos, temores y sentimientos de culpa, se despersonaliza y sus relaciones con los demás son superficiales, interesadas, funcionales, dependientes o dañinas.
Vive en angustia por no encontrar sentido a su vida terrena y poco o nada espera de la Vida Eterna, la cual niega por así convenirle, para justificar ante sí, su incapacidad para ser feliz.
Preso del estrés y la neurosis, es propenso a desarrollar enfermedades mentales y desajustes emocionales: fobias, manías, depresiones y adicciones al sexo, a la pornografía, a la droga, al alcohol. Prácticamente ignora que tiene una vida interior que debe cultivar y acrecentar, vive volcado en lo exterior, en lo inmediato, en lo superficial.
Por el pecado, el hombre se aleja de Dios que es amor y en lugar de amarlo y adorarlo como es justo, busca falsos caminos de saciar su ansia de Dios, se aleja de Él, se esconde y lo niega, como Caín, después de haber matado a su hermano Abel (cf. Gn 4,9).
Alejado del único y “verdaderísimo Dios por que se vive” (Nican Mopohua) deja que en su corazón rija la mentira y se engendre y desarrolle la cultura de la muerte, que se manifiesta en el hombre, como duda, temor, incertidumbre, desesperanza, odios, rechazo a Dios y a sus Mandamientos.
Alejado de Dios, cae en la idolatría y pierde el Camino de la Salvación, es decir de la libertad ante las cosas, los demás, ante sí mismo y ante Dios. Así se hace esclavo, no de Dios, sino de los “ídolos” que él mismo hombre se crea. Ante el temor a la naturaleza tiene sus creencias en “espíritus”, “energías”, cosas, plantas, animales, personas o por eso les rinde culto siendo supersticioso, temeroso y fácil presa del dominio de quienes esclavizan al hombre y a la sociedad, a través de sofismas, ideologías o pseudo religiones.


JUZGAR
Dios es amor, no crea por amor y por eso quiere que seamos felices (santos) en esta vida y alcancemos la santidad (felicidad) plena en la Vida Eterna.
Dios nos crea a su imagen y semejanza en el amor, en la libertad, la bondad y la justicia para ser felices, ser santos.
El pecado es un “no” al amor a Dios, y nos impide amar, ser libres, ser buenos y ser justos, como anticipo del Cielo y de la Vida Eterna que esperamos.
Dios rechaza el pecado, no al pecador. Dios te ama a ti y por muy grandes que pudieran sus tus pecados, Él esta dispuesto a perdonarte, a perdonar tus pecados y a darte nuevas oportunidades  para que corrijas tu vida, para que seas feliz, para que seas santo.
Hay quienes han abierto su corazón a Dios y con su vida nos dan testimonio de la presencia del amor divino de su interior y de la felicidad y realización plena que Dios concede a quienes le buscan y siguen sus mandatos. Estos hombres y mujeres, son los santos, personas alta y plenamente realizadas, felices, que habiendo pecado y reconociendo sus errores y faltas, se arrepienten, se confiesan ante un sacerdote católico y aceptaron la salvación que Dios nos ha dado en su Hijo Jesucristo, por lo que redimidos por Él, arrepentidos de sus pecados, se han convertido a Dios, y se esforzaron en hacer la Voluntad Divina y así amando a Dios, amándose a sí mismos y a los demás se hicieron Uno con Dios, es decir, vivieron reconciliados con las cosas, los demás, consigo mismos y con Dios.
El pecado no es querido por Dios, no porque signifique que no la amamos. ¡NO! Él no necesita de nuestro amor. Él no quiere el pecado porque daña al ser humano, porque te daña a ti, a quien ha creado por amor, para que seas feliz.
Aquellos que reconocen sus pecados, ante Dios Amor, se acercan a pedir y recibir el perdón divino en el sacramento de la reconciliación. Dios les perdona por los méritos de la Sangre derramada por Jesús en la Cruz, para perdonar nuestros pecados (Jn 1,36), redimirnos y restablecer la alianza santa entre el Creador y la creatura.
Redimidos por la pasión de Jesucristo, aquellos que hemos aceptado la redención, somos capaces de relacionarnos con la naturaleza, de la cual nos sentimos responsables y de reconocernos como administradores. No dueños y mucho menos sometidos a ella o a creatura alguna, por lo que entendemos y procuramos respetar y poner en práctica la justa distribución de los bienes para todos los seres humanos y no para unos cuantos o para sí mismo. Por lo tanto, además de no engendrar idolatrías hacia el dinero o alguna cosa, planta, animal o persona, fomentamos una sana ecología. Así, distinguiendo entre el Creador y la creatura, fácilmente reconocemos la mano amorosa de nuestro Padre Dios, Quien crea todo para el bien de todos los seres humanos.
Quien acepta la redención que procede del amor del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo, reconoce también que el prójimo es hermano a quien hay que amar y con quien hay que ser solidario, por lo que se abre a la amistad, a la familia, al trabajo, a la empresa, a la política, a los medios de comunicación social y a cualquier actividad humana, procurando siempre el bien común.
La experiencia única del Unigénito, Jesucristo, el Hijo de Dios, es la que fundamenta la relación con nuestro Padre Dios y nos abre a la Gracia, para que nos experimentemos amados por Él, y así, reconciliados con Dios y redimidos por Él, sentimos alegría y paz en nuestros corazones y nos esforzamos en restablecer con los demás, relaciones fraternas, en justicia y en libertad, las que por su bondad, generan desarrollo para todos. Así testimoniando la presencia de Dios en nuestras vidas, nos experimentamos, plenamente felices.
Dios es quien al reconciliarnos, se hace presente en nuestras vidas y nos da paz y alegría que armonizan todo nuestro ser y nos ayudan a alcanzar la santidad.
Reconociéndonos pecadores, recibimos el perdón y la redención de Dios que nos permite experimentar la grandeza de su amor, Quien nos redime, enviándonos a su Hijo Único, Quien muere en la Cruz, por amor a nosotros, para que tengamos Vida Nueva y Vida Eterna, es decir para que seamos felices (santos) en esta vida y alcancemos la santidad (felicidad plena) en el Cielo.

ORAR
Padre, arrepentido de mis pecados, te pido perdón por ellos y te pido me concedas, nunca más separarme de Ti. Quiero ser feliz, quiero ser santo, no solo por mi bien, sino por el bien de los demás y sobretodo para Gloria tuya. Padre, que todos te conozcan y te amen, esa es la única recompensa que quiero. Jesús, que todos te conozcan y te amen, esa es la única recompensa que quiero. Espíritu Santo, que todos te conozcan y te amen, esa es la única recompensa que quiero. Santísima Trinidad, que todos te conozcan y te amen, esa es la única recompensa que quiero.

ACTUAR
Hoy haré una revisión de mi vida. Reflexionaré Quién es Dios para mí y sobre lo que Él espera de mí. Haré un proyecto de vida para una semana, para un mes, para seis meses y un año y periódicamente lo iré evaluando. PROCURARÉ CONFESARME LO MÁS PRONTO POSIBLE Y DESPUÉS, POR LO MENOS UNA VEZ AL MES. Reforzaré estas actitudes con la oración diaria y, a lo menos, con la Misa y Comunión dominicales.
Hoy, de manera más consciente rezaré el Padre Nuestro, reflexionando especialmente las palabras “PERDONA NUESTRAS OFENSAS” y procuraré escribir lo que significan para mí. Si es posible compartiré mi reflexión con Mons. Pedro Agustín.

Aparta la fecha para que asistas a la beatificación de la Madre María Inés Teresa del Santísimo Sacramento (21-abril-2012. Basílica de Guadalupe. 11:00 horas).

martes, 31 de enero de 2012

Sitio de Jericó


Les comparto el video que fue grabado en la inauguración del Sitio de Jericó, el domingo 29 de enero. También les recuerdo que pueden acompañarnos en la adoración hasta el día 5 de febrero en el Templo Expiatorio a Cristo Rey, Antigua Basílica de Guadalupe.

Este mes estamos pidiendo por el éxito de la visita del Papa a nuestro país y le damos gracias a Dios por la próxima beatificación de la madre Ma. Inés Teresa del Santísimo Sacramento en la Basílica de Guadalupe el 21 de abril de este año.

Dios les bendiga.
Mons. Pedro Agustín Rivera

Informes del Sitio de Jericó al 5577-0450.

Meditación del 1 de febrero del 2012

DANOS HOY NUESTRO PAN DE CADA DÍA
12-02-01
Mons. Pedro Agustín Rivera Díaz
VER NOTA al final del texto.

Evangelio (cf. Mateo 6, 9-13 y Lucas 11, 2-4): Padre Nuestro que estás en el Cielo, santificado sea tu nombre; venga a nosotros tu reino; hágase tu voluntad en la tierra como en el Cielo.
DANOS HOY NUESTRO PAN DE CADA DÍA; perdona nuestras ofensas, como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden; no nos dejes caer en la tentación, y líbranos del mal. Amén.

I.- ENSEÑANZA BREVE:
¿Cuál es el sentido de la petición “Danos hoy nuestro Pan de cada día”?
“Al pedir a Dios, con el confiado abandono de los hijos, el alimento cotidiano necesario a cada cual para su subsistencia, reconocemos hasta qué punto Dios Padre es bueno, más allá de toda bondad. Le pedimos también la gracia de saber obrar, de modo que la justicia y la solidaridad permitan que la abundancia de los unos cubra las necesidades de los otros... Puesto que “no sólo de pan vive el hombre, sino de todo lo que sale de la boca de Dios” (Mt 4, 4), la petición sobre el pan cotidiano se refiere igualmente al hambre de la Palabra de Dios y del Cuerpo de Cristo, recibido en la Eucaristía, así como al hambre del Espíritu Santo. Lo pedimos, con una confianza absoluta, para hoy, el hoy de Dios: y esto se nos concede, sobre todo, en la Eucaristía, que anticipa el banquete del Reino venidero” (Compendio de la Iglesia Católica. Nos. 592-592).

II.- VER - JUZGAR – ORAR - ACTUAR
VER
Mucha gente vive triste por lo que tuvo, añorando el pasado por lo que perdió y que ya no tiene: dinero, cosas, salud, juventud, familiares, etc. El motivo de su alegría quedó en el pasado y como éste ya no existe, experimenta tristeza y conserva odios, resentimientos, traumas, complejos, sentimientos de culpa que le hacen permanecer apegados a personas, cosas o situaciones ya pasadas, pensando que sin ella, no vale nada.
También hay quienes tienen miedo al futuro, acumulan para el mañana, esperan que no les falte nada para cuando sean grandes. Tienen miedo de perderlo todo o que se acabe el mundo. No saben vivir el hoy.
Estas y otras personas son incapaces de pensar en Dios y tener confianza en Él. Sólo lo material les interesa.


JUZGAR
Para Dios, que es Eterno, todo es un eterno presente. En la medida que entendamos mejor la expresión “danos hoy nuestro Pan de cada día”, experimentamos la confianza para decirle a Dios: “en Ti confío”, ubicándonos realistamente en nuestro diario vivir. Confiando en la amorosa voluntad divina, que en libertad y cotidianamente debemos buscar, aceptar, disfrutar y realizar, en todo momento: en lo que nos agrada y aún en los acontecimientos difíciles, ya sean de índole personal, familiar o social.
Dios nos ama y cada día nos da lo que realmente necesitamos y nunca somos probados más allá de nuestras fuerzas (cf. 1Cor 10,13). Recordar esto siempre nos ayuda a reconocer en todo: la voluntad de nuestro Padre Dios y a iniciar cada día, con un renovado esfuerzo, procurando realizar siempre su voluntad divina.
El hoy de Dios, nos coloca en el eterno presente de su amor, por lo mismo, lo que “ayer” conseguí o no obtuve o perdí, no importa. Hoy es un nuevo día y la providencia de mi Padre Dios no me ha de faltar en lo que realmente necesito.
Ciertamente debemos saber mirar el “mañana”, el futuro y planear para construirlo y realizarlo con decisión y confianza, como si todo dependiera de nosotros, sabiendo que todo depende de Dios. Si después de haber puesto todo nuestro empeño en alcanzar un propósito o meta, obtenemos el “éxito” o el “fracaso”, con alegría tendríamos que seguir esforzándonos en hacer el mayor bien posible, buscando alcanzar la meta inicial o alguna diferente, si así fuera conveniente. Incluso si alguna otra persona se apropiara del “éxito” obtenido o todo saliera mal; si alguien nos criticara o viniera una persona y destruyera lo que realizamos, no estaríamos preocupados, ni molestos, pues, al fin y al cabo, eso sería, lo que Dios hubiera permitido y sería motivo de alegría, pues nuestra única intención siempre tendrá que ser, cada día, hacer la voluntad de Dios.
Nuestro Padre Dios es providente y sabe que lo que necesitamos es casa, vestido, salud y sustento, teniendo incluso algo para compartir con los demás, aunque a veces parezca que nos falta lo necesario. Madre Teresa de Calcuta comenta que en una ocasión que repartía un tazón entre gente necesitada, una mujer que apenas tenía para comer, ella y sus hijos, le preguntó “si podía compartir la mitad de lo recibido, con una vecina que también estaba muy pobre”.
“No sólo de pan vive el hombre” (Mt 4, 4) por lo que cuando le pedimos a Dios que “nos dé el Pan de cada día” le pedimos no solo por nuestras necesidades materiales, sino también pedimos por aquellos valores intangibles como el amor, la familia, los amigos, la solidaridad, la paz, la armonía, la fe, la esperanza y sobretodo: el PAN DE VIDA ETERNA (cf. Jn 6, 47-58) que es JESÚS EUCARISTÍA.
Solo Dios puede saciar el ansia de amor que existe en el corazón del hombre. “Nos has creado para Ti y nuestra alma no descansa hasta que se encuentra Contigo”, afirma san Agustín al meditar sobre el vacío existencial de cada persona.
Solo Dios puede saciar nuestra sed de trascendencia. Jesús le dirá a la samaritana: “Si supieras Quien te pide agua de beber, tú le dirías “dame de beber de esa agua que brota del corazón como manantial de agua viva” (cf. Jn 4, 7-15). Y sólo Jesús Eucaristía puede hacer que de nuestro corazón brote la Vida Nueva que anticipa el Cielo en nuestro existir, que nos hace proactivos y felices, que nos hace perseverar para hacer el bien y nos da fortaleza para hacer la voluntad de nuestro Padre Dios, manteniéndonos firmes en la fe. Santificándonos, nos hace testigos del amor de Dios y permite que en compañía de la Virgen María y de los santos, experimentemos la presencia Trinitaria, del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo, en nuestro corazón.
Jesús, verdadero Dios y verdadero Hombre, es “el Pan de cada día” que se nos da, con su Cuerpo y con su Sangre, con su Alma y Divinidad, en la Hostia Consagrada. Este alimento es el que todos los días debemos desear y pedir, procurando recibirlo por lo menos los domingos, acompañados de nuestra familia.

ORAR
Padre Nuestro, danos hoy el Pan de Cada día, danos a tu Hijo Jesucristo. Danos a Jesús Eucaristía. No te pido más Padre, pues sé que buscando tu Reino, todo lo demás se me dará por añadidura.
Jesús Eucaristía, acepta la total consagración de mi ser y haz de mi corazón el sagrario donde te adore en todos los instantes de mi vida.

ACTUAR
Al decir: “danos hoy el Pan de cada día” procuraré hacer a un lado “mi malestar por el pasado” y “mi miedo por el futuro”, para siempre en la confianza y el amor de mi Padre Dios, vivir solo mi “aquí y ahora” en el “hoy del amor de Dios”. Por lo mismo siempre procuraré estar en la Gracia de Dios, confesándome por lo menos una vez al mes, comulgando en la Misa dominical y lo más frecuentemente, si es posible, diariamente.
Hoy, de manera más consciente rezaré el Padre Nuestro, reflexionando especialmente las palabras “DANOS HOY EL PAN DE CADA DÍA” y procuraré escribir lo que significan para mí. Si es posible compartiré mi reflexión con Mons. Pedro Agustín.

NOTA: Seguimos meditando el Evangelio, según el esquema de la Lectio Divina (Leer, meditar, orar, contemplar y actuar), presentando: un texto bíblico, un ver, un juzgar, un orar y un actuar. En las meditaciones de estos días tomamos como referencia la Oración del Padre Nuestro, desmenuzando las ideas que nos presenta, para una mejor comprensión y vivencia de las enseñanzas de Jesús, para estar en sintonía con Él, tener sus mismos intereses y ser santos en adoración al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo, pues la Oración del Padre nuestro es “el resumen de todo el Evangelio” (Tertuliano) y “la más perfecta de todas las oraciones” (Santo Tomás de Aquino).

Para hacer llegar algún comentario, puedes escribir a evangelizarorando@yahoo.com.mx

Aparta la fecha para que asistas a la beatificación de la. Madre María Inés Teresa del Santísimo Sacramento (21-abril-2012. Basílica de Guadalupe. 11:00 horas).

lunes, 30 de enero de 2012

Meditación del 30 de enero del 2012

HÁGASE TU VOLUNTAD EN LA TIERRA COMO EN EL CIELO
12-01-30
Mons. Pedro Agustín Rivera Díaz

VER NOTA al final del texto.

Evangelio (cf. Mateo 6, 9-13 y Lucas 11, 2-4): Padre Nuestro que estás en el Cielo, santificado sea tu nombre; venga a nosotros tu reino; HÁGASE TU VOLUNTAD EN LA TIERRA COMO EN EL CIELO.
Danos hoy nuestro Pan de cada día; perdona nuestras ofensas, como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden; no nos dejes caer en la tentación, y líbranos del mal. Amén.

I.- ENSEÑANZA BREVE:
¿Por qué pedimos “Hágase tu voluntad en la tierra como en el Cielo”? La voluntad del Padre es que “todos los hombres se salven” (1Tm 2, 4). Para esto ha venido Jesús: para cumplir perfectamente la Voluntad salvífica del Padre. Nosotros pedimos a Dios Padre que una nuestra voluntad a la de su Hijo, a ejemplo de María Santísima y de los santos. Le pedimos que su benevolente designio se realice plenamente sobre la tierra, como se ha realizado en el Cielo. Por la oración, podemos “distinguir cuál es la voluntad de Dios” (Rm 12, 2), y obtener “constancia para cumplirla” (Hb 10, 36). (Ap 22, 20). (Compendio de la Iglesia Católica. Nos. 591).

II.- VER - JUZGAR – ORAR - ACTUAR
VER
Paradójicamente quienes quieren establecer el “reino del hombre” en la tierra y ofrecen “el paraíso” aquí en la tierra, se engañan y engañan a los que los siguen, pues ofrecen algo que no pueden dar ya que el hombre es por naturaleza limitado y su vida temporal es corta. Los sistemas sociales y económicos que han ofrecido “el paraíso” al margen de Dios, además de generar esclavitudes llevan al fracaso, a pesar de imponerse a través de sistemas totalitarios y opresores. Esto lo demuestra la experiencia sufrida por la humanidad, con el nazismo y el comunismo.
Hoy, a través de ideologías como la “nueva conciencia” y el “relativismo”, la humanidad se encamina a nuevos totalitarismos que se imponen a través de eufemismos y conceptos ideológicos, que rechazan la verdad y se sustentan en las mentiras que generan, para lograr sus intereses particulares, alejados del bien común, y propician la difusión de la cultura de la muerte que se manifiesta, entre otras cosas, en el desprecio de la vida humana en sus diversas etapas de su desarrollo, desde su inicio en el momento de la concepción hasta su muerte natural. Aunado a lo anterior, se pervierte el sentido de la sexualidad humana, separándola de su expresión amatoria, de su potencial unitivo y de su capacidad procreativa, reduciéndola a la sola dimensión del placer, por lo que la sexualidad queda instrumentalizada en beneficio de fines económicos. Para facilitar este proceso y otros males, se difunde e impone la ideología de género, se rechaza la identidad psico-afectiva natural, diferenciada y complementaria entre el hombre y la mujer y se promueve la confusión y pérdida de identidad sexual, como estilos adecuados de vida, considerando como normal lo que evidentemente es un error que se revierte hacia la persona, hacia la familia y hacia la sociedad.
Por otro lado, no deja de llamar la atención el que hoy, que tanto se habla de la necesidad de respetar a la ecología, pues se siente el efecto de los errores cometidos en contra de ella, se pretenda negar y cerrar los ojos ante los efectos negativos que tiene sobre el ser humano el rechazo y mal uso de la “ecología de la sexualidad humana”, que se manifiestan de muchas maneras: desde enfermedades hasta graves trastornos de personalidad que impiden la realización plena del ser humano, que naturalmente pretende ser feliz.
Otros efectos del “reinado del hombre en la tierra” son las guerras, el narcotráfico, la trata de blancas y otras esclavitudes, además del cambio climático generado por la desaparición de bosques, la emisión de gases tóxicos que generan el sobrecalentamiento en la tierra, el cambio climático y la extinción de animales y plantas.


JUZGAR
La Voluntad de Dios es que seamos felices, que seamos santos. En el Cielo, todos son felices. En la tierra podemos ser felices si unimos nuestra voluntad a la de Dios y por lo mismo, libremente, en todo procuremos conocer y hacer su voluntad. Así, decir “hágase tu voluntad”, significa para el creyente, para ti y para mí, comprometernos en ser los primeros en conocer y hacer la voluntad de Dios.
La Ley de Dios se sustenta en el amor. Hacer la Voluntad de Dios es amar en libertad su Voluntad para ser libres y liberadores del hombre de las esclavitudes a la que nos sometemos cuando no hacemos la Voluntad de Dios. En el amor no hay temor, sino valor y audacia para buscar y realizar el bien común, en verdad, en justica y en solidaridad.
Hacer la voluntad de Dios, en la tierra como en el Cielo, es reconocerse amado por Dios y esforzarse en responderle, amándolo y amando a sus creaturas, empezando por uno mismo, siguiendo con los demás y con la misma naturaleza.
Nadie da lo que no tiene, por lo que para amar al prójimo, hay que aprender a reconocer que somos sujetos del amor de Dios y para ello, necesitamos aprender a dejarnos amar por Él, capacitarnos para experimentar las constantes muestras de su amor, reconocer y dejar actuar en nosotros al Espíritu Santo, que es el amor de Dios, que nos “cristifica” y nos lleva a vivir la experiencia de ser hijos de Dios, procurando ser santos.
Los santos, son hombres y mujeres, que afrontando las realidades de su tiempo y de su entorno. Experimentando el amor de Dios, se esforzaron en conocer y hacer vida la Voluntad de Dios. Siempre tendremos que recordar que la santidad, más que un proyecto humano es proyecto de Dios, que requiere de parte nuestra la aceptación y participación en ese proyecto divino.
Dios nos creó libres y por lo mismo no nos impone la santidad, sino que nos la propone. Si la aceptamos y ponemos lo que está de nuestra parte para realizarla, entonces nos ofrece la Gracia Santificante, que es el Espíritu Santo, Quien nos ayuda iluminando nuestra inteligencia, fortaleciendo nuestra voluntad y poniendo en nuestro corazón el deseo de tener los mismos intereses de Jesús: Amar a Dios y servir al prójimo.
La santidad, don de Dios, no es un regalo para una sola persona con dotes extraordinarias. Todos podemos ser santos. La santidad se nos da para formar comunidad. Nadie se hace santo en soledad, sino en comunidad. Los santos hacen presente a Dios en el mundo, son testigos de su amor y por lo mismo, con su testimonio manifiestan cuánto ama Dios al hombre y de cuánto bien, es el hombre capaz de hacer, por amor a Dios.
“Dios quiere que todos los hombres se salven y lleguen al conocimiento de la Verdad” (1Tm 2,4). El santo es testigo del amor de Dios en el mundo y el mundo necesita de testigos que no sólo le hablen del amor de  Dios, sino que con su testimonio, hagan presente la santidad de Dios en medio de la humanidad.
“Ama y haz lo que quieras”, dice san Agustín. El santo, es un hombre, una mujer, que ama y por eso es libre, por lo que amando, libera. El santo es libre y liberador.
El santo reconoce que el tesoro que lleva en vasijas de barro (2 Cor 4,7) no sólo es para él, por lo que como discípulo y misionero se esfuerza por hacer la Voluntad en la tierra, difundir la Palabra de Dios al mayor número posible de personas para testimoniar el amor divino, creando estructuras que permanezcan y hagan presencia continua del amor de Dios.
El santo es evangelizado y evangelizador, por lo que se esfuerza en que las personas que entran en contacto con Él, sean evangelizadas y sean a su vez evangelizadoras.
El santo es constructor de la cultura de la vida y de la civilización del amor que son expresiones del Reino de Dios en medio de los hombres y por lo mismo signo de que se hace la voluntad de Dios, en la tierra como en el Cielo. El santo hace la voluntad en la tierra porque también anhela hacerla en el Cielo.

ORAR
Padre, fuente de vida, amor y felicidad, te pido que tu Reino venga a mi corazón, para que yo lo le lleve a los demás y así sea testigo tuyo, haciendo tu voluntad en la tierra, construyendo la realidad sustentada en la verdad, el amor, la libertad, la justicia y la solidaridad. Tu voluntad es que seamos felices, por eso Padre, quiero amar como Jesús amó y con la gracia del Espíritu Santo quiero dejarme moldear en tu amor.
Sé Tú mi Rey y concédeme trabajar eficazmente para que tu Reino se establezca en mi corazón, en mi familia, en mi Patria y en el mundo entero. Amén.

ACTUAR
Afirma san Agustín que el amor se da entre iguales o los hace iguales: Padre, amándote, quiero asemejarme a Ti, quiero tener los mismos intereses de Jesús para amarte sobre todo y servirte en mis hermanos. Quiero hacer tu voluntad aquí en la tierra y anticipar el Cielo en este mundo y para ello procuraré incrementar mi oración, participar en la Misa y buscaré, en todo, hacer tu Voluntad. Me esforzaré en ser mejor, en mejorar a mi familia y lograr que este mundo sea mejor. Que todos te conozcan y te amen, es la única recompensa que quiero.
Hoy, de manera más consciente rezaré el Padre Nuestro, reflexionando especialmente las palabras “HAGASE TU VOLUNTAD EN LA TIERRA COMO EN EL CIELO” y procuraré escribir lo que significan para mí. Si es posible compartiré mi reflexión con Mons. Pedro Agustín.

NOTA: Seguimos meditando el Evangelio, según el esquema de la Lectio Divina (Leer, meditar, orar, contemplar y actuar), presentando: un texto bíblico, un ver, un juzgar, un orar y un actuar. En las meditaciones de estos días tomamos como referencia la Oración del Padre Nuestro, desmenuzando las ideas que nos presenta, para una mejor comprensión y vivencia de las enseñanzas de Jesús, para estar en sintonía con Él, tener sus mismos intereses y ser santos en adoración al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo, pues la Oración del Padre nuestro es “el resumen de todo el Evangelio” (Tertuliano) y “la más perfecta de todas las oraciones” (Santo Tomás de Aquino).

Para hacer llegar algún comentario, puedes escribir a evangelizarorando@yahoo.com.mx

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