jueves, 15 de septiembre de 2011

Meditación del 16 de septiembre del 2011

11-09-16.
Viernes XXIV. Lc 8, 1-3

JESÚS EN LA VIDA DE LA MUJER

Mons. Pedro Agustín Rivera Díaz

Evangelio: Lucas 8, 1-3: En aquel tiempo, Jesús recorría ciudades y poblados predicando la Buena Nueva del Reino de Dios; lo acompañaban los Doce y algunas mujeres que Él había librado de espíritus malignos y curado de varias enfermedades. Entre ellas iban María la Magdalena, de la que habían salido siete demonios; Juana, mujer de Cusa, administrador de Herodes; Susana y otras muchas que le ayudaban con sus bienes.

LEER. El texto lucano nos presenta una novedad, Jesús instruye a la mujer de su tiempo y se deja acompañar de ellas, formándolas para que ellas también sean misioneras.

MEDITAR: En ocasiones nos cuesta situarnos en los tiempos de Jesús en los que las mujeres, no sólo entre los judíos, sino en todas las culturas en general, no eran tomadas en cuenta. Recordemos como apenas, hace algunos años, se les reconoció el derecho a votar y a ocupar cargos públicos.

Jesús se muestra totalmente original en su trato con Dios y con las personas. No discrimina a nadie por su edad, sexo o condición social; a todos promueve y les dice que todos son amados por Dios. En Jesús el Hijo Único de Dios, todos estamos llamados a ser hijos adoptivos de Dios. Cada pueblo tenía sus propias divinidades e incluso, para los judíos, Yahvéh era el Dios de Israel, no de todos los demás pueblos. Jesús, nos revela el amor universal de nuestro Padre Dios.

Una de “las originalidades” de Jesús, precisamente fue su trato con las mujeres (VER NOTA MÁS ABAJO). Hace unos días, un periodista me preguntó sobre la discriminación de la mujer en la Iglesia y yo le contesté que si alguna institución le ha dado su lugar a la mujer, es precisamente la Iglesia y esto por seguir las enseñanzas de Jesús. La persona más venerada, después de Jesús, es una mujer: La Virgen María. En el canon de los santos hay infinidad de mujeres y de todas las condiciones sociales, solteras, casadas, viudas, reinas, sirvientas, gente de campo y de ciudad, etc. Incluso una de las glorias mexicanas, sor Juana Inés de la Cruz, no se podría haber desarrollado ni entender, sin su fe y su participación en la Iglesia Católica.

Ciertamente la función sacerdotal ministerial está reservada a los hombres y eso no es discriminatorio para la mujer, pues la más alta dignidad en la Iglesia Católica no es llegar a ser Sacerdote, Obispo o Papa, sino la SANTIDAD.

Leyendo el Nuevo Testamento, son infinidad de mujeres las que destacan: Además de la Virgen María y de las que se mencionan en el texto lucano que hoy meditamos, en el Nuevo Testamento muchas mujeres son mencionadas, de entre ellas destacamos a: Elizabeth, mamá de Juan Bautista (Lc 1,36); María la esposa de Cleofás (mamá de Judas Tadeo y Felipe el Menor); María, mamá de san Marcos Evangelista (Hch 12,1-12), Marta y María, hermanas de Lázaro, Priscila la esposa de Aquila, Ana, la profetisa (Lc 2,36-38), Loida y Eunice, abuela y madre, respectivamente, de Timoteo (2 Tim 1,5); Lidia (Hch 16,14-40); Evodia y Síntique ((Flp 4,2) y otras más.

Fuera del Nuevo Testamento, entre otras mujeres santas podemos mencionar a: Agueda, Perpetua, Felícitas, Inés, Cecilia, Clara, Catalina, Teresa de Ávila (española) , Teresa de Lixeus, María de Jesús Sacramentado (mexicana) y entre las beatas a: Teresa de Calcuta (albanesa), Bakita (sudanesa), Tekakwitha (India Norteamericana), María Inés Teresa del Santísimo Sacramento (mexicana) y muchas más.

Inscritos en el canon de los santos, existen más de 10 000 beatos y santos. Habiendo un poco más de 5 000 canonizados, aproximadamente el 20 % son mujeres. Esto nos alegra, porque como ya mencioné en otra meditación, no existe país o institución, fuera de la Iglesia Católica, que haya aportado tantos hombres y mujeres que hayan hecho tanto bien a la humanidad. Esto también nos compromete, pues estamos llamados a ser, parte de este grupo, que siguiendo a Cristo, no sólo ha transformado su vida, sino que ha influido en su entorno para sembrar esperanza, suscitar la fe y hacer presente el amor de Dios en el mundo. Si no nos esforzamos en ser santos, en el estilo de vida que llevamos, estamos desperdiciando el tiempo. En nuestro corazón debe estar el anhelo de santidad, como alto modo de vida cristiana (Juan Pablo II) y todos, al menos, como decía santa Teresa de Ávila, si no somos santos, deberíamos intentar serlo.

ORAR: Señor te doy gracias por tantas mujeres santas en la historia de la Iglesia. Gracias por las mujeres santas que hay a mi alrededor y que son mamás, abuelas, esposas, hermanas, amigas, hijas, compañeras de trabajo, empleadas, amas de casa, maestras, enfermeras, religiosas, dirigentes de empresas o se desempeñan en instancias gubernamentales. Gracias por todas aquellas que generosamente te han seguido en la vida consagrada. Gracias por las que han aceptado el don de la maternidad. Gracias Jesús, porque en cada mujer bautizada está la simiente de la santidad. Te pido por las mujeres solas, por las ancianas y enfermas abandonadas, por las que se drogan, se prostituyen o han abortado. Ayuda a toda mujer para que descubriendo tu presencia amorosa en su vida, sepa llenarse de Ti e impregne de tu amor y de la presencia maternal de la Virgen María, los ambientes donde realiza su vida.

CONTEMPLAR: Si bien es cierto que en el campo de oportunidades para la mujer todavía hay mucho que hacer, también es cierto, que hay quienes se van al extremo de ponerla en competencia con el hombre, por lo que en lugar de procurar su pleno y justo desarrollo integral, pretenden “hominizarla”.

Desde las últimas décadas del siglo pasado, hasta la fecha, se ha promovido un feminismo radical que ha llevado a muchas mujeres a la frustración de encontrarse solas y con una profunda amargura, por haberse dejado cosificar con el engaño de que su papel en el mundo es ser como los hombres: “independientes”, “exitosos”, “infieles”, “sin hijos”. En particular, parecería que en muchos casos, no se pretende imitar las cosas buenas que pudiera tener el hombre, sino en sus defectos y carencias.

El feminismo integral, como yo le llamo, parte en primer lugar de la realidad de las diferencias entre hombre y mujer, para descubrir y valorar su complementaridad, desde la familia como cónyuges, hermanas e hijas y en la sociedad como amigas y compañeras, unidas a todos los hombres en un mismo proyecto: construir una sociedad justa y de paz, de respeto y ayuda mutua, en vías de propiciar el desarrollo y en bien común, como expresión del Reino de Dios entre la humanidad.

Las consecuencias del feminismo radical, que aplica el método sociológico de la lucha de clases, en el terreno de las relaciones hombre-mujer, pone, a quienes de manera natural habrían de encontrar su complementaridad, “el uno con la otra” y “la una con el otro”, en situaciones antagónicas y de competencia: “el uno contra la otra” y “la una contra el otro”. Así, ambos salen perdiendo y con ello la convivencia humana y la sociedad, porque entre otras cosas, además de “cosificar” a la mujer y fomentar el “machismo”, se dejan de valorar: el matrimonio, la familia y la procreación de los hijos.

Este tipo de visión, desde la mujer, tiene consecuencias graves pues al negar las cualidades con las que le ha dotado la naturaleza, vive en lucha consigo misma, pues deja de valorar lo que le es propio y en lugar de lograr la independencia que anhela, se sume en nuevas esclavitudes que la llevan a tener una imagen devaluada de sí misma, a la soledad y en eterna lucha con un ambiente que cada vez se le torna más hostil.

Por parte del hombre, este “feminismo radical”, lo coloca en una situación ventajosa e injusta contra la mujer a la que puede cosificar, pues ya no se le ve como compañera sino como rival en el campo social y laboral y como un objeto, pues deja de ser vista como posible esposa y se le ve como “una compañera”, incluso ocasional, a la que se le visita o se le procura en busca de una atención sexual y no propiamente con un compromiso de unir las vidas, en un proyecto común. Tanto el aborto, como el uso de los anticonceptivos y el uso del condón, aún en el matrimonio, envían un mensaje, de parte del hombre, hacia la mujer: “te quiero, pero estéril”. Lo grave es que muchas mujeres han caído en el engaño y fácilmente se prestan para apoyar este patrón de conducta, pues separan, en el encuentro íntimo, la dimensión procreativa y la unitiva, que debería darse solo entre los esposos. Esto propicia relaciones “sin compromiso” fuera del matrimonio, generando mayor número de hogares desintegrados, madres solteras y como consecuencia del “intercambio frecuente y variado del número de parejas”. Esto también causa el incremento, principalmente entre las mujeres, de enfermedades venéreas, abortos, trastornos mentales y suicidios. La raíz de estos males, tanto en hombres como en mujeres, está en el haber caído en la trampa de haberse dejado cosificar en lugar de valorarse de manera integral como personas e hijos de Dios.

La dignificación de la mujer por parte de Jesucristo, no es solo una acción del pasado o circunstancial. Hoy, es especialmente urgente y esencial, saber decirle y hacerle sentir a toda mujer, que es bella, grande y digna de respeto por el hecho de ser mujer. Que niña, joven, adulta, enferma o anciana, soltera o casada, su presencia es siempre una bendición, un regalo de Dios. Esta tarea no ha de ser sólo del hombre a la mujer, sino de la mujer a la mujer misma. Una madre nunca deberá descuidar la tarea de infundir valores a su hija, una hermana, una amiga, una compañera de trabajo jamás deberá de dejar de acompañar y ayudar a ser mejor a la congénere que tiene a su lado. Esto ha de hacerlo con atenciones, con palabras y sobre todo, con el propio testimonio de vida.

A toda mujer, hay que mostrarle con palabras de afecto y cariño, desde el hogar y en donde quiera que esté: en la escuela, el trabajo, el taller, la calle o el transporte público que es merecedora de respeto y que esta convicción ha de partir desde lo profundo de su ser, pues el respeto no sólo ha de venir de fuera -del hombre o de quienes la rodean-, sino desde ella misma, pues es hija de Dios y Él tiene una misión para cada mujer, que teniendo hijos o no, engendra y favorece el bienestar en su entorno, con su ternura y su forma de ser.

Jesús está abierto a todos los seres humanos, pero muestra también una especial redención hacia la mujer enferma (hemorroisa y suegra de Pedro), hacia la que sufre (viuda de Naín, madre con su hija enferma), a la que lo recibe en su casa (Martha y María), a la pecadora (mujer adultera, mujer prostituta), a la que tiene fe (“mujer que grande es tu fe”), a la que es madre (Mujer ahí tienes a tu hijo, hijo ahí tienes a tu Madre), etc.

Para ninguna persona y en especial para ninguna mujer, todo está perdido en su vida, incluso si ha incurrido en graves faltas como el aborto, la droga o la prostitución. Jesús siempre nos tiende la mano, siempre nos da su perdón, nos dice levántate, recibe la Vida Nueva y la Eterna, que sólo Yo te puedo dar.

ACTUAR. Revisaré las ideas que tengo sobre la mujer y escribiré las maneras en que mostraré mi afecto a las mujeres con las que convivo.

Recomiendo que lean “Mullieris Dignitatem” de Juan Pablo II y el artículo de catholic.nethttp://es.catholic.net/cristologiatodoacercadejesus/554/1337/articulo.php?id=12803


Que todos te conozcan y te amen es la única recompensa que quiero. M. María Inés Teresa Arias.

Si deseas hacerme llegar algún comentario sobre este artículo, puedes escribirme a: evangelizarorando@yahoo.com.mx

NOTA: En cuanto que Jesús es verdadero Dios y verdadero hombre, sus palabras y hechos, más que “originalidades” o “novedades” son revelaciones teológicas sobre el reconocimiento y el respeto a la dignidad del ser humano. Al paso de los años, la Iglesia al ir comprendiendo mejor la riqueza del Evangelio la ha ido exponiendo, y ciertamente en ocasiones, llevada por las limitaciones de la época, también ha cometido y promovido errores, que con el tiempo ha ido corrigiendo. Así la Iglesia Católica será la promotora del fin de los sacrificios humanos, los espectáculos del circo romano, la crucifixión, la esclavitud, la trata de blancas, la prostitución, la drogadicción y otros males más.

Hoy, en donde a través del relativismo e imposición de ideologías se desconfigura la belleza y el sentido de la vida humana y se generan nuevas esclavitudes hacia la humanidad, la Iglesia se presenta como defensora de los auténticos valores humanos, de la valoración de la mujer, del matrimonio y de la familia, así como del respeto a la vida del ser humano desde su concepción hasta su muerte natural y por lo mismo opuesta a la guerra, a los asesinatos, incluidos la pena de muerte, el aborto, el suicidio, la eutanasia, así como la creación y destrucción de embriones.

miércoles, 14 de septiembre de 2011

Meditación del 15 de septiembre del 2011

11-09-15. Jueves.
Fiesta de los Dolores de la Virgen.
Jn 19, 25-27.

TÚ, BAJO LOS CUIDADOS DE LA VIRGEN MARÍA.

Mons. Pedro Agustín Rivera Díaz

Evangelio: Juan 19, 25-27: Junto a la cruz de Jesús estaba de pie su Madre, y también la hermana de su Madre, María, mujer de Cleofás, y María Magdalena. Jesús, viendo a su Madre y, junto a Ella, al discípulo que amaba, dijo a su madre: "Mujer, he ahí a tu hijo". Después dijo al discípulo: "He ahí a tu Madre". Y desde este momento el discípulo la recibió consigo.

LEER. Junto a Jesús, en la Cruz, sólo 3 mujeres y un hombre joven, los cuatro discípulos de Jesús. Los cuatro tuvieron un papel muy importante en la evangelización de los primeros tiempos y lo siguen teniendo desde el Cielo. En el texto se destaca la relación nueva que Jesús produce entre la Virgen María y el discípulo amado, que a partir de ese momento “recibe consigo” a la Madre de Dios.

MEDITAR: Dado que hoy celebramos la “Fiesta de los Dolores de la Virgen” recordemos que desde el siglo XIV, a través de las revelaciones privadas a Santa Brígida de Suecia (1303-1373) se comenzó a difundir la “devoción a los dolores de la Virgen”, que la tradición identifica como: 1º La profecía de Simeón (cf. Lucas 2,22-35). 2º La huida a Egipto (Mateo 2,13-15). 3º El Niño perdido en el Templo (Lucas 2,41-50). 4º María se encuentra con Jesús camino al Calvario (IV Estación del Vía Crucis). 5º. Jesús muere en la Cruz (Juan 19,17-39). 6º María recibe el Cuerpo de Jesús al ser bajado de la Cruz (Marcos 15, 42-46). 7º Jesús es colocado en el Sepulcro (Juan 19, 38-42).

Centrándonos en el texto joánico que meditamos, observamos, además de Jesús a cuatro personajes: La prima hermana de la Virgen María, la esposa de Cleofás, es la Madre de Judas Tadeo y Santiago el Menor, ambos apóstoles de Jesús. La proyección de la fe de esta mujer queda manifestada en la acción misionera de sus hijos, pues seguramente que ella les alentó y les exhortó a permanecer firmes en la misión encomendada. María Magdalena, será quien reciba el envío de Jesús resucitado, para que les comunique a los apóstoles que Él ha resucitado. El tercer personaje es el discípulo amado, es identificado como el apóstol san Juan Evangelista, y el cuarto personaje es la Virgen María: Madre de Dios, Madre de Jesús, Madre del discípulo amado, Madre de la Iglesia, Madre de los santos, Madre de los sacerdotes, Madre tuya y Madre mía. Estos y un sinfín de títulos más, que podemos aplicarle a Ella, en su dimensión maternal, pues Jesús antes de morir, en el discípulo amado, nos la dejó como Madre.

Estos personajes, en medio del dolor que sienten al ver las condiciones en que muere el Señor Jesús, experimentan en su corazón el AMOR DE JESÚS, por ellos y por la humanidad. ¿Con cuál te podrías identificar tú?

Enfocando nuestra meditación a los “Dolores de la Virgen María”, reconocemos que son los dolores de una Madre y de una creyente, ¡la primera y más grande creyente en Jesús! Ella, comparte el dolor de Cristo, se duele por Él. Ella experimenta el dolor como Madre y su corazón se desgarra. Ella contempla el rechazo a Dios por parte de la humanidad y se compadece de los pecadores y se une a la súplica de Jesús, “Padre perdónales porque no saben lo que hacen”.

Así como en el corazón de Jesús está la humanidad entera, y estás tú; la humanidad entera y tú están en el corazón de María. Jesús muere a causa del pecado del hombre y de tus pecados, para redimirte. María ora por tu salvación. El amor divino humanizado es el que une el corazón amante de Jesús con el de su Madre. El amor humano divinizado es el que une el corazón doliente de María con el de su Hijo.

Cuando Jesús es elevado al cielo en la Cruz, contempla a la humanidad de todos los tiempos y te contempla a ti. Mira cuántos no lo aman y lo rechazan, mira cuántos dicen amarlo y lo traicionan, mira cuántos se alejan de Él por la comodidad o por el miedo y mira, como un gran consuelo a los que lo amán y están con Él, junto a la Cruz. Tú ¿a qué grupo perteneces? ¿En cuál te gustaría estar?

En medio de su situación; Jesús se duele por la humanidad doliente y atraen su mirada, María su Madre y el discípulo amado. Él, resucitado, nunca los dejará solos, pero en la Cruz, en el dolor, en el amor, establece la simiente de la Iglesia y el modelo a seguir: el creyente bajo la protección de María, María como Madre de todo fiel cristiano.

El amor de Jesús en la Cruz es contemplado y experimentado en su momento y para la eternidad, por estos cuatro personajes. ¿Con cuál te podrías identificar tú?

ORAR: Oh Inmaculado y Doloroso Corazón de María, morada de pureza y santidad, cubre mi alma con tu protección maternal a fin de que siendo siempre fiel a la voz de Jesús, responda a su amor y obedezca su Divina Voluntad. Quiero, Madre mía, vivir íntimamente unido(a) a tu Corazón que está totalmente unido al Corazón de tu Divino Hijo. Átame a tu Corazón y al Corazón de Jesús con tus virtudes y dolores. Protégeme siempre. Amén.

CONTEMPLAR: San Juan, señala que “desde ese momento”, el discípulo amado “recibió consigo” a María. Para él, Ella ya no era sólo la Madre de Jesús, la mamá del Maestro, ahora era también Madre suya, Madre de todo creyente. Para la Virgen María, el discípulo amado, ya no era una persona más, era la herencia de su Hijo Amado.

Dice el Evangelio que, cuando Jesús le da al discípulo amado, a María como Madre, él la llevó consigo “a su casa”. Es decir, a su corazón, a su vida toda. Para Juan, la Virgen ya no será sólo la Madre del Maestro, sino que será realmente, su Madre, pues de Ella recibirá caricias y palabras de fe, de consuelo, de fortaleza y a través de Ella tendrá una más íntima y profunda experiencia del amor de Dios.

En correspondencia, el discípulo amado se esforzará en asemejarse más a Jesús, para que María, como Madre, se alegre al tener un hijo lleno de amor para Ella y para los demás.

Yo también quiero ser motivo de alegría para la Virgen María, yo quiero también ponerme bajo sus cuidados maternales y experimentar la ternura de su amor, por eso, tomándola como guía, muchas veces le diré: Vamos María, hay que salvar muchas almas para Dios. Acompáñame en la misión, que mi anhelo más grande, al igual que en muchos santos, es: “que todos te conozcan y te amen y esa es la única recompensa que quiero” (cf. Madre María Inés Teresa Arias).

ACTUAR: Ante Jesús Eucaristía, ante un crucifijo o ante alguna imagen de la Virgen María, haz tu meditación y haz un espacio de silencio, para analizar qué sentimientos y emociones hay en tu corazón. Hazte algún propósito, anótalo y pasados algunos días, revisa cómo lo has cumplido y de qué manera la presencia maternal de la Virgen María, en tu vida, te va ayudando a configurarte cada vez con Jesús.

Que todos te conozcan y te amen es la única recompensa que quiero. M. María Inés Teresa Arias.
Seguimos el esquema de la Lectio Divina: Leer, meditar, orar, contemplar y actuar.
Leer, es escuchar la Palabra de Dios y ponerla en contexto.
Meditar es reflexionar sobre lo que el texto bíblico me dice.
Orar: Es responder a la Palabra, qué le digo a Dios: es petición, intercesión, agradecimiento, alabanza, etc.
Contemplar el reto de llegar a la conversión de la mente, del corazón y de la vida, según el Corazón de Cristo.
Actuar, es mi compromiso por hacer vida la Palabra de Dios.

Anuncian beatificación de Madre María Inés Teresa Arias

México, D. F., 11 de septiembre de 2011.

MISIONERA MEXICANA SIN FRONTERAS SERÁ BEATIFICADA

Al término de la misa celebrada en la Catedral Metropolitana de la Ciudad de México, en conferencia de prensa, las Hermanas Teresa Gutiérrez, Teresa Torres e Isabel Orozco, Misioneras Clarisas, dieron a conocer que el Santo Padre Benedicto XVI ha aprobado como fecha para la Beatificación de Madre María Inés del Santísimo Sacramento, fundadora de Familia Inesiana, el sábado 21 de abril de 2012 en la I. N. Basílica de Guadalupe, a las 11:00 de la mañana. Y ha nombrado como Delegado suyo para esta Ceremonia, al Eminentísimo Sr. Cardenal Angelo Amato, Prefecto de la Congregación de las Causas de los Santos.

Acompañadas por Mons. Pedro Agustín Rivera Díaz, Director de Familia Eucarística, institución que forma parte de Familia Inesiana, manifestaron su alegría porque “una mexicana será llevada a los altares, no sólo como reconocimiento de sus capacidades humanas al crear diversos institutos que en el mundo entero ponen en alto el nombre de nuestra Nación al ser portadores de una imagen que nos identifica como mexicanos e hijos de Santa María de Guadalupe, sino por ser una mujer de gran valor y ejemplo a seguir, por la forma en la que vivió las virtudes heroicas de la fe, la esperanza y la caridad”.

La labor de esta Misionera Mexicana sin fronteras, tiene presencia en Asia, América, Europa y África, en lugares como Japón, Indonesia, Sierra Leona, Nigeria, Costa Rica, Estados Unidos, Italia, España, Irlanda, Argentina, Rusia, Corea, India, a través de escuelas, hospitales, casas de asistencia, internados, centros de desarrollo, dispensarios, entre otros.

“La obra realizada en las misiones que fundó la Madre María Inés, comprende el desarrollo integral de la mujer en el fortalecimiento de la familia, la defensa y promoción de una vida digna, la protección del desarrollo indígena y de los grupos marginados de nuestro país”, afirmó la Hna. Teresa Gutiérrez.

En su intervención, Mons. Pedro Agustín Rivera dijo que “Problemas y guerras siempre ha habido en la humanidad, y en medio de todas estas situaciones oscuras, también brilla la luz. Para México, tanto la beatificación de Juan Pablo II y la visita de sus reliquias, así como la beatificación de Juan de Palafox y la próxima beatificación de Madre María Inés, son un signo de la presencia de Dios en medio de nosotros, y son un signo que nos tiene que cuestionar respecto a nuestra vida”.

“Noticias como esta, nos dan esperanza y fortaleza ante las malas noticias, por ello, no debemos dejarlas en el mismo nivel, ya que noticias como la de hoy son las que tocan y cambian el corazón. Quizá ésta también es una llamada de atención a todos, Dios está con nosotros; en la medida en que todos hagamos nuestro esfuerzo por ser mejores, y pongamos en el centro de todas nuestras acciones nuestra raíz auténtica: Dios y Santa María de Guadalupe, será más fácil que podamos encontrar los elementos para deponer las armas que llevan a la violencia y a la división, y así, poder encontrar esos caminos de paz, para volver a la unidad”, señaló el Director de Familia Eucarística.

La obra de Madre María Inés tiene por lema “Es urgente que Él reine”, expresando así su anhelo misionero. La Familia Inesiana la forman: Misioneras Clarisas del Santísimo Sacramento, Van Clar (Misioneros laicos), Misioneros de Cristo para la iglesia Universal (Sacerdotes), Instituto de Misioneras Inesianas (Laicas consagradas), el grupo sacerdotal Amigos de Madre Inés (Sacerdotes diocesanos) y Familia Eucarística (familias).

PERFIL BIOGRÁFICO

Para irnos empapando de la vida y obra de la Madre Ma. Inés, a continuación presentamos algunos datos sobresalientes:

Manuelita de Jesús Arias espinosa, nace en Ixtlán del Río, Nayarit el 7 de Julio de 1904. Sus padres: el Lic. Eustaquio Arias y la señora Doña María Espinosa, ambos originarios de Guadalajara, Jalisco, México. Fue la quinta de ocho hijos.

Manuelita de Jesús era una niña alegre y vivaz. Con la espontánea ingenuidad infantil pregunta a su padre que lo observa caminando mirando al cielo: “¿Papá qué tanto rezas?” “Platico con Dios hijita, nos entendemos muy bien, de corazón a corazón”.

Manuelita es una joven que a los 20 años vive plenamente las sanas aspiraciones de su época, es alegre, entusiasta y educada: “Que alegre es Manuelita” comentaban sus amigas. Participa con alegría en las fiestas familiares, paseos y diversiones propias de su edad. Pero no es eso lo que su corazón busca. “Nada de eso me llena, todo es vanidad tan superficial y vacía”, texto que mucho tiempo después, encontramos en varios de sus escritos, refiriéndose a aquella época.

En 1924 en la cuidad de Colima, sufre una apendicitis. Es Guadalajara, en casa de su prima, donde se hospeda para ser atendida por el médico, y donde lee el libro de la vida de Santa Teresita, cuya lectura despertó en ella el vivo deseo de santidad.

Durante el período de la terrible persecución religiosa en México, en la fiesta de Cristo Rey, se consagra al amor misericordioso de Dios como víctima de holocausto, ofrece su vida por la salvación de México y toma la decisión de ingresar a la vida religiosa a pesar de las circunstancias.

Después de una serie de pruebas y sufrimientos, logra lo que tanto anhelaba su corazón; el 7 de junio de 1929 ingresa al monasterio de las Clarisas Sacramentarias, que, a causa de la persecución religiosa, se encontraba expatriado en Los Ángeles, California. Manuelita recibe el nombre de Sor María Inés Teresa del Santísimo Sacramento.

El 12 de diciembre de 1930, ante la imagen de la Sma. Virgen de Guadalupe, Madre Inés hace los votos Temporales en la Iglesia de Santo Toribio, en Los Ángeles, California. Es allí donde tiene una profunda experiencia espiritual con la Madre de Dios, y escucha de sus labios una promesa que marca fuertemente su vocación misionera.

El 12 de mayo de 1945, es aprobada en Roma la fundación, con sede en Cuernavaca, Morelos, México. El mismo día colocan la primera piedra de la Casa Madre. En seis años llegan a ser 92 religiosas, con dos casas, Cuernavaca y Puebla. El 31 de mayo de 1951, Madre Ma. Inés solicita a la Santa Sede la transformación de estos dos monasterios en instituto misionero de vida contemplativa y activa.

El 22 de junio de 1951, los dos monasterios, el de Cuernavaca y Puebla se transforman con aprobación pontificia  en “Congregación de Misioneras Clarisas del Santísimo Sacramento”. Madre María Inés es nombrada primera superiora general, y lo será hasta el término de su vida.

Su espíritu misionero, eucarístico, sacerdotal y mariano que vivió en sencillez y alegría en el cumplimiento de la voluntad de Dios, en la ciudad de Roma, Italia, el 22 de julio de 1981, en un acto de inmensa confianza y abandono al Amor Misericordioso, entrega su vida al Padre.

martes, 13 de septiembre de 2011

Meditación del 14 de septiembre del 2011

11-09-14. Día de la Exaltación de la Santa Cruz.
MIÉRCOLES. Jn 3, 13-17.

EL AMOR NO ES AMADO

Mons. Pedro Agustín Rivera Díaz

Evangelio: Juan 3,13-17. En aquel tiempo, dijo Jesús a Nicodemo: Nadie ha subido al Cielo, sino el que bajó del Cielo, el Hijo del hombre. Lo mismo que Moisés elevó la serpiente en el desierto, así tiene que ser elevado el Hijo del hombre, para que todo el que cree en Él tenga Vida Eterna. Tanto amó Dios al mundo que entregó a su Hijo único para que no perezca ninguno de los que creen en Él, sino que tengan Vida Eterna. Porque Dios no mandó su Hijo al mundo para condenar al mundo, sino para que el mundo se salve por Él.

LEER. El fragmento del evangelio de San Juan nos presenta una parte de un profundo diálogo teológico que se da entre Nicodemo que busca a Jesús en la “noche” para dialogar con Él. En esta parte el Señor Jesús hace una referencia a la serpiente de bronce que Moisés realiza, por instrucción de Dios, y pone en medio del campamento israelita para que los que eran mordidos por las víboras, no murieran y se sanaran. Este hecho, queda así unido a la crucifixión, resurrección y ascensión de Jesús, que suceden para que todo el que crea en Él tenga “Vida Eterna”.

En este diálogo; Jesús también revela el gran amor de Dios Padre y de Dios Hijo, para que todo el que crea en Él tenga “Vida Eterna” y el plan divino de la redención del mundo, por Jesucristo, único Salvador.

MEDITAR: El diálogo se da en la “noche” entre Jesús y Nicodemo quien era un rico fariseo, maestro en Israel y miembro principal del Sanedrín. San Juan lo menciona al inicio del Evangelio y volverá a referirse a él señalando que, defiende a Jesús y a sus discípulos, en el Sanedrín (Jn 7, 45ss), y que regala 100 libras de mirra y áloe para la sepultura de Jesús (Jn 19,39).

El 14 de septiembre, la Iglesia lo dedica a celebrar la exaltación de la Cruz y el día siguiente a nuestra Señora de los Dolores. Por lo mismo el tema central de este día lo centramos en el anuncio que Jesús hace de su muerte en Cruz y la expresión del amor divino que ella conlleva.

En el diálogo que meditamos, Jesús hace referencia a su muere en Cruz y el sentido de ella: Manifestar el amor de Dios que “tanto amó al mundo que entregó a su Hijo Único, para que todo el que crea en Él tenga vida Eterna”.

Ni la época en que nace Jesús, ni el pueblo del que nace, ni su muerte en Cruz, son acontecimientos fortuitos, son una expresión del amor de Dios. El Señor Jesús podría haber nacido en la actualidad y morir de alguna de las formas “refinadas y sofisticadas” que el hombre de hoy ha inventado para matar. Pero Dios en su designio amoroso quiso que su Hijo muriera en la Cruz, con los brazos abiertos para abrazarte a ti, a mí y a toda la humanidad. Quiso que su Corazón fuera traspasado por una lanza, para que en el hueco de su corazón pudiéramos encontrar un refugio y experimentar su amor. Quiso que así sucediera para que de su amante corazón brotaran, como de una fuente los sacramentos del Bautismo y de la Eucaristía. Lo quiso así, para que los rayos de su Divina Misericordia, llegaran a toda la humanidad.

Jesús viene al mundo como expresión de Dios, que es amor, por lo que Él, siendo verdadero Dios y verdadero Hombre, es la manifestación encarnada del Amor Divino. Dios no sólo se contentó por crearnos por amor, sino que incluso nos vino a enseñar cómo realizar nuestra vida en el amor. “Nadie ama más que Aquel que da la vida por sus amigos” (Jn 15, 13).

Jesús a lo largo de su vida manifestó el amor de Dios, que libera al hombre de toda opresión y le hace libre para ser feliz: amando. La expresión más clara y auténtica de su amor por ti, por mí y por todos, es su muerte en Cruz.

Esto lo entiende bien san Pablo, quien siendo de carácter explosivo y violento en su actuar, cuando deja entrar en su vida a Jesucristo se convertirá a Él y experimentando el amor de Jesús, dirá: “me amó y se entregó por mí” (Gal 2,20), por lo que también afirmará que “si no tiene amor, nada es” (cf. 1Cor 13,3). Para señalar que el amor es más que un sentimiento, lo describe diciendo: “El amor es paciente, es servicial; el amor no es envidioso, no hace alarde, no se envanece, no procede con bajeza, no busca su propio interés, no se irrita, no tienen en cuenta el mal recibido, no se alegra de la injusticia, sino que se regocija con la verdad. El amor todo lo disculpa, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta” (1Cor 13, 4-7).

ORAR: Señor Jesús, al contemplarte crucificado, puedo experimentar la grandeza de tu amor, concédeme ser generoso(a) en mi respuesta a Ti, no permitas que me separe de Ti, para amar como tu amas y disfrutar ya desde ahora de la Vida Nueva y la Eterna que sólo Tú puedes dar.

CONTEMPLAR: Meditar sobre el amor de Dios para la humanidad entera ha de llevarnos a tomar conciencia del error que el ser humano comete al alejarse de Él y debería surgir en nuestro corazón el anhelo de dar a conocer el amor de Dios a todos.

“El amor no es amado” decía una y otra vez san Francisco y su pena era porque, además como consecuencia, el hombre no es feliz, pierde el rumbo en esta vida y pone en peligro su Vida Eterna. El dolor de san Francisco, debo hacerlo mío y debe también cuestionarme, si yo amo radicalmente a Jesús. Ciertamente muchos no han oído hablar de Él y algunos se han apartado de su amor. Yo que le conozco y en algo me he sentido amado por Él, ¿soy generoso en mi respuesta? ¿Siento en mi corazón el anhelo de responder cada vez más y mejor a su amor? ¿Quiero ser feliz, en su amor? ¿Soy consciente de la importancia de ser testigo Suyo para que muchos le conozcan a Él? ¿Quiero ser santo? ¿Tengo un corazón misionero, para acercar a muchos al amor de Dios?

ACTUAR: Estando ante Jesús Eucaristía o ante un crucifijo, haz las siguientes preguntas: ¿Señor Jesús qué has hecho Tú por mí? ¿Señor qué he hecho yo por Ti? ¿Qué haré por Ti? Anota tus respuestas, seguramente que en más de alguna ocasión te será útil recordarlas y tu respuesta te ayudará a ser mejor.

Que todos te conozcan y te amen es la única recompensa que quiero. M. María Inés Teresa Arias.

NOTA BREVE: La referencia a la “serpiente de bronce” realizada por Moisés, quien sigue un mandato divino, sirve para refutar a quienes critican a los católicos por las imágenes que usamos para ayudar visualmente a entrar en nuestro interior a adorar a Dios y venerar a la Virgen María y a los santos. Cuando Dios prohíbe la hechura de imágenes es debido a la facilidad con que el pueblo israelita, que convivía con el pueblo egipcio y otras culturas, caía en la idolatría. Pero una vez en el desierto, y purificados de esa influencia, Dios mismo, mandará la construcción de la imagen de una serpiente. Si alguien quiere una mayor explicación y me lo solicita, con gusto le responderé: evangelizarorando@yahoo.com.mx

Seguimos el esquema de la Lectio Divina: Leer, meditar, orar, contemplar y actuar.
Leer, es escuchar la Palabra de Dios y ponerla en contexto.
Meditar es reflexionar sobre lo que el texto bíblico me dice.
Orar: Es responder a la Palabra, qué le digo a Dios: es petición, intercesión, agradecimiento, alabanza, etc.
Contemplar el reto de llegar a la conversión de la mente, del corazón y de la vida, según el Corazón de Cristo.
Actuar, es mi compromiso por hacer vida la Palabra de Dios.