jueves, 2 de febrero de 2012

Oración a la Virgen de Guadalupe

 
Papa Benedicto XVI

Virgen María de Guadalupe,
Madre del verdadero Dios por quien se vive.
En San Juan Diego, el más pequeño de tus hijos,
tú dices hoy a los pueblos de América Latina:
“¿No estoy yo aquí que soy tu Madre?
¿No estás bajo mi sombra?
¿No estás por ventura en mi regazo?”

Por eso nosotros, con profundo agradecimiento,
reconocemos a través de los siglos
todas las muestras de tu amor maternal,
tu constante auxilio, compasión y defensa
de los moradores de nuestras tierras,
de los pobres y sencillos de corazón.

Con esta certeza filial, acudimos a ti, para pedirte que, 
así como ayer, vuelvas a darnos a tu Divino Hijo,
porque sólo en el encuentro con Él
se renueva la existencia personal y se abre el camino
para la edificación de una sociedad justa y fraterna.

A ti, “Misionera celeste del nuevo mundo”,
que eres el rostro mestizo de América Latina
y luminosamente manifiestas 
su identidad, unidad y originalidad,
confiamos el destino de nuestros pueblos.

A ti, Pedagoga del Evangelio de Cristo,
Estrella de la nueva evangelización,
consagramos la labor misionera del pueblo de Dios
peregrino en América Latina.

¡Oh Dulce Señora!,
¡Oh Madre nuestra!,
¡Oh siempre Virgen María!
¡Tu presencia nos hace hermanos!
Acoge con amor esta súplica de tus hijos
y bendice esta amada tierra tuya
con los dones de la reconciliación y la paz.
Amén.

Meditación del 2 de febrero del 2012

PERDONA NUESTRAS OFENSAS (2)
12-02-02
Mons. Pedro Agustín Rivera Díaz
VER NOTA al final del texto.

Evangelio (cf. Mateo 6, 9-13 y Lucas 11, 2-4): Padre Nuestro que estás en el Cielo, santificado sea tu nombre; venga a nosotros tu reino; hágase tu voluntad en la tierra como en el Cielo.
Danos hoy nuestro pan de cada día; PERDONA NUESTRAS OFENSAS, como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden; no nos dejes caer en la tentación, y líbranos del mal. Amén.

I.- ENSEÑANZA BREVE:
¿Cómo es posible el perdón?: La misericordia penetra en nuestros corazones solamente si también nosotros sabemos perdonar, incluso a nuestros enemigos. Aunque para el hombre parece imposible cumplir con esta exigencia, el corazón que se entrega al Espíritu Santo puede, a ejemplo de Cristo, amar hasta el extremo de la caridad, cambiar la herida en compasión, transformar la ofensa en intercesión. El perdón participa de la misericordia divina, y es una cumbre de la oración cristiana. (Compendio de la Iglesia Católica. Nos. 595).

II.- VER - JUZGAR – ORAR - ACTUAR
VER
Mucha gente no sabe pedir perdón. Incluso hay quien hace el mal y lo disfruta e incluso procura hacer el mayor mal posible. En su justificación podrían decir que la vida les trató mal, que ellos actúan por venganza, que nadie les ama y por lo mismo no tienen por qué hacer el bien y mucho menos, por qué tener que pedir perdón. Quienes llevan al extremo estas situaciones se les reconoce como sicópatas.


JUZGAR
Quienes aceptamos al Señor Jesús en nuestro corazón sabemos que hemos sido creados por amor y que hemos sido redimidos también por amor. Así, al valorar el sacrificio redentor de Jesucristo, quien muere en la Cruz, nos duele el pecar y no responder más generosamente al amor que Dios nos tiene. La voz de la conciencia nos dice que podemos ser mejores y el anhelo de responder al amor de Dios, nos reta para que actuemos en consecuencia procurando en todo la Gloria de Dios y el mayor bien posible a nuestros hermanos.

ORAR
Pequé Señor, y me duele. Ten misericordia de mí que soy pecador. Pecamos Señor, y nos duele. Ten misericordia de nosotros que somos pecadores.

ACTUAR
Reconociéndome pecador, cada día me esforzaré en ser mejor, empezando hoy.
Hoy, de manera más consciente rezaré el Padre Nuestro, reflexionando especialmente las palabras “PERDONA NUESTRAS OFENSAS” y procuraré escribir lo que significan para mí. Si es posible compartiré mi reflexión con Mons. Pedro Agustín.

NOTA: Seguimos meditando el Evangelio, según el esquema de la Lectio Divina (Leer, meditar, orar, contemplar y actuar), presentando: un texto bíblico, un ver, un juzgar, un orar y un actuar. En las meditaciones de estos días tomamos como referencia la Oración del Padre Nuestro, desmenuzando las ideas que nos presenta, para una mejor comprensión y vivencia de las enseñanzas de Jesús, para estar en sintonía con Él, tener sus mismos intereses y ser santos en adoración al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo, pues la Oración del Padre nuestro es “el resumen de todo el Evangelio” (Tertuliano) y “la más perfecta de todas las oraciones” (Santo Tomás de Aquino).

Para hacer llegar algún comentario, puedes escribir a evangelizarorando@yahoo.com.mx

Aparta la fecha para que asistas a la beatificación de la Madre María Inés Teresa del Santísimo Sacramento (21-abril-2012. Basílica de Guadalupe. 11:00 horas).

miércoles, 1 de febrero de 2012

Contigo en la fe (Tema 3)


Les comparto el video de nuestro tercer tema, en el cual tratamos el día de la Candelaria, con el que celebramos la Presentación del Niño Jesús en el Templo.

Mons. Pedro Agustín

Meditación del 2 de febrero del 2012

PERDONA NUESTRAS OFENSAS
12-02-01
Mons. Pedro Agustín Rivera Díaz
VER NOTA al final del texto.

Evangelio (cf. Mateo 6, 9-13 y Lucas 11, 2-4): Padre Nuestro que estás en el Cielo, santificado sea tu nombre; venga a nosotros tu reino; hágase tu voluntad en la tierra como en el Cielo.
Danos hoy nuestro pan de cada día; PERDONA NUESTRAS OFENSAS, como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden; no nos dejes caer en la tentación, y líbranos del mal. Amén.

I.- ENSEÑANZA BREVE:
¿Por qué decimos “Perdona nuestras ofensas”? Al pedir a Dios Padre que nos perdone, nos reconocemos ante Él pecadores; pero confesamos, al mismo tiempo, su misericordia, porque, en su Hijo y mediante los sacramentos, “obtenemos la redención, la remisión de nuestros pecados” (Col 1, 14) (cf. Compendio de la Iglesia Católica. Nos. 594).

II.- VER - JUZGAR – ORAR - ACTUAR
VER
Cuando el hombre nubla o rechaza la conciencia de Dios en su vida, pierde la noción de la ofensa, del pecado y empieza a hacer mal uso de su libertad. No solo rechaza el culto de amor y adoración que en justicia le debe a Dios, sino que rompe la relación consigo mismo, con los demás y con la naturaleza.
Con respecto a la naturaleza, se siente dueño y no administrador y así se esclaviza a la naturaleza a la que pretende dominar. En su corazón entra la avaricia, el afán de poseer. Acumula las cosas y no las quiere compartir. Ve con envidia a los que poseen lo que él no tiene y en su afán de poseer lo que el otro tiene, es capaz de matar a su prójimo.
Sobreexplotando la naturaleza quita al pobre y al país menos desarrollado lo que tienen y si le compra algo, lo hace a precios injustos. Lo suyo es poseer y la avaricia es aprovecharse de todos, en busca de su propio beneficio, sin importarle si afecta la ecología y rechaza el bien común.
Por el pecado, la relación con los demás se fractura, por lo que deja de ver a los demás como iguales. Lo suyo no es amar, sino el dividir, el someter y aniquilar. Los demás no son vistos como hermanos, sino como alguien a quien se puede excluir, rechazar, ignorar, engañar o matar. Si “el otro es fuerte” entonces se le puede invitar a aliarse para hacer el mal. El otro no es visto como prójimo, sino como un enemigo en potencia o real. La familia, la amistad, la solidaridad auténtica no existen, solo el interés o el miedo.
Por el pecado, el hombre rompe la relación consigo mismo. No puede verse como persona, sino como producto de circunstancias, del azar o “del karma”. No se experimenta amado, ni es capaz de amar. Incapaz de comunicarse consigo mismo a causa de sus miedos, temores y sentimientos de culpa, se despersonaliza y sus relaciones con los demás son superficiales, interesadas, funcionales, dependientes o dañinas.
Vive en angustia por no encontrar sentido a su vida terrena y poco o nada espera de la Vida Eterna, la cual niega por así convenirle, para justificar ante sí, su incapacidad para ser feliz.
Preso del estrés y la neurosis, es propenso a desarrollar enfermedades mentales y desajustes emocionales: fobias, manías, depresiones y adicciones al sexo, a la pornografía, a la droga, al alcohol. Prácticamente ignora que tiene una vida interior que debe cultivar y acrecentar, vive volcado en lo exterior, en lo inmediato, en lo superficial.
Por el pecado, el hombre se aleja de Dios que es amor y en lugar de amarlo y adorarlo como es justo, busca falsos caminos de saciar su ansia de Dios, se aleja de Él, se esconde y lo niega, como Caín, después de haber matado a su hermano Abel (cf. Gn 4,9).
Alejado del único y “verdaderísimo Dios por que se vive” (Nican Mopohua) deja que en su corazón rija la mentira y se engendre y desarrolle la cultura de la muerte, que se manifiesta en el hombre, como duda, temor, incertidumbre, desesperanza, odios, rechazo a Dios y a sus Mandamientos.
Alejado de Dios, cae en la idolatría y pierde el Camino de la Salvación, es decir de la libertad ante las cosas, los demás, ante sí mismo y ante Dios. Así se hace esclavo, no de Dios, sino de los “ídolos” que él mismo hombre se crea. Ante el temor a la naturaleza tiene sus creencias en “espíritus”, “energías”, cosas, plantas, animales, personas o por eso les rinde culto siendo supersticioso, temeroso y fácil presa del dominio de quienes esclavizan al hombre y a la sociedad, a través de sofismas, ideologías o pseudo religiones.


JUZGAR
Dios es amor, no crea por amor y por eso quiere que seamos felices (santos) en esta vida y alcancemos la santidad (felicidad) plena en la Vida Eterna.
Dios nos crea a su imagen y semejanza en el amor, en la libertad, la bondad y la justicia para ser felices, ser santos.
El pecado es un “no” al amor a Dios, y nos impide amar, ser libres, ser buenos y ser justos, como anticipo del Cielo y de la Vida Eterna que esperamos.
Dios rechaza el pecado, no al pecador. Dios te ama a ti y por muy grandes que pudieran sus tus pecados, Él esta dispuesto a perdonarte, a perdonar tus pecados y a darte nuevas oportunidades  para que corrijas tu vida, para que seas feliz, para que seas santo.
Hay quienes han abierto su corazón a Dios y con su vida nos dan testimonio de la presencia del amor divino de su interior y de la felicidad y realización plena que Dios concede a quienes le buscan y siguen sus mandatos. Estos hombres y mujeres, son los santos, personas alta y plenamente realizadas, felices, que habiendo pecado y reconociendo sus errores y faltas, se arrepienten, se confiesan ante un sacerdote católico y aceptaron la salvación que Dios nos ha dado en su Hijo Jesucristo, por lo que redimidos por Él, arrepentidos de sus pecados, se han convertido a Dios, y se esforzaron en hacer la Voluntad Divina y así amando a Dios, amándose a sí mismos y a los demás se hicieron Uno con Dios, es decir, vivieron reconciliados con las cosas, los demás, consigo mismos y con Dios.
El pecado no es querido por Dios, no porque signifique que no la amamos. ¡NO! Él no necesita de nuestro amor. Él no quiere el pecado porque daña al ser humano, porque te daña a ti, a quien ha creado por amor, para que seas feliz.
Aquellos que reconocen sus pecados, ante Dios Amor, se acercan a pedir y recibir el perdón divino en el sacramento de la reconciliación. Dios les perdona por los méritos de la Sangre derramada por Jesús en la Cruz, para perdonar nuestros pecados (Jn 1,36), redimirnos y restablecer la alianza santa entre el Creador y la creatura.
Redimidos por la pasión de Jesucristo, aquellos que hemos aceptado la redención, somos capaces de relacionarnos con la naturaleza, de la cual nos sentimos responsables y de reconocernos como administradores. No dueños y mucho menos sometidos a ella o a creatura alguna, por lo que entendemos y procuramos respetar y poner en práctica la justa distribución de los bienes para todos los seres humanos y no para unos cuantos o para sí mismo. Por lo tanto, además de no engendrar idolatrías hacia el dinero o alguna cosa, planta, animal o persona, fomentamos una sana ecología. Así, distinguiendo entre el Creador y la creatura, fácilmente reconocemos la mano amorosa de nuestro Padre Dios, Quien crea todo para el bien de todos los seres humanos.
Quien acepta la redención que procede del amor del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo, reconoce también que el prójimo es hermano a quien hay que amar y con quien hay que ser solidario, por lo que se abre a la amistad, a la familia, al trabajo, a la empresa, a la política, a los medios de comunicación social y a cualquier actividad humana, procurando siempre el bien común.
La experiencia única del Unigénito, Jesucristo, el Hijo de Dios, es la que fundamenta la relación con nuestro Padre Dios y nos abre a la Gracia, para que nos experimentemos amados por Él, y así, reconciliados con Dios y redimidos por Él, sentimos alegría y paz en nuestros corazones y nos esforzamos en restablecer con los demás, relaciones fraternas, en justicia y en libertad, las que por su bondad, generan desarrollo para todos. Así testimoniando la presencia de Dios en nuestras vidas, nos experimentamos, plenamente felices.
Dios es quien al reconciliarnos, se hace presente en nuestras vidas y nos da paz y alegría que armonizan todo nuestro ser y nos ayudan a alcanzar la santidad.
Reconociéndonos pecadores, recibimos el perdón y la redención de Dios que nos permite experimentar la grandeza de su amor, Quien nos redime, enviándonos a su Hijo Único, Quien muere en la Cruz, por amor a nosotros, para que tengamos Vida Nueva y Vida Eterna, es decir para que seamos felices (santos) en esta vida y alcancemos la santidad (felicidad plena) en el Cielo.

ORAR
Padre, arrepentido de mis pecados, te pido perdón por ellos y te pido me concedas, nunca más separarme de Ti. Quiero ser feliz, quiero ser santo, no solo por mi bien, sino por el bien de los demás y sobretodo para Gloria tuya. Padre, que todos te conozcan y te amen, esa es la única recompensa que quiero. Jesús, que todos te conozcan y te amen, esa es la única recompensa que quiero. Espíritu Santo, que todos te conozcan y te amen, esa es la única recompensa que quiero. Santísima Trinidad, que todos te conozcan y te amen, esa es la única recompensa que quiero.

ACTUAR
Hoy haré una revisión de mi vida. Reflexionaré Quién es Dios para mí y sobre lo que Él espera de mí. Haré un proyecto de vida para una semana, para un mes, para seis meses y un año y periódicamente lo iré evaluando. PROCURARÉ CONFESARME LO MÁS PRONTO POSIBLE Y DESPUÉS, POR LO MENOS UNA VEZ AL MES. Reforzaré estas actitudes con la oración diaria y, a lo menos, con la Misa y Comunión dominicales.
Hoy, de manera más consciente rezaré el Padre Nuestro, reflexionando especialmente las palabras “PERDONA NUESTRAS OFENSAS” y procuraré escribir lo que significan para mí. Si es posible compartiré mi reflexión con Mons. Pedro Agustín.

Aparta la fecha para que asistas a la beatificación de la Madre María Inés Teresa del Santísimo Sacramento (21-abril-2012. Basílica de Guadalupe. 11:00 horas).

martes, 31 de enero de 2012

Sitio de Jericó


Les comparto el video que fue grabado en la inauguración del Sitio de Jericó, el domingo 29 de enero. También les recuerdo que pueden acompañarnos en la adoración hasta el día 5 de febrero en el Templo Expiatorio a Cristo Rey, Antigua Basílica de Guadalupe.

Este mes estamos pidiendo por el éxito de la visita del Papa a nuestro país y le damos gracias a Dios por la próxima beatificación de la madre Ma. Inés Teresa del Santísimo Sacramento en la Basílica de Guadalupe el 21 de abril de este año.

Dios les bendiga.
Mons. Pedro Agustín Rivera

Informes del Sitio de Jericó al 5577-0450.

Meditación del 1 de febrero del 2012

DANOS HOY NUESTRO PAN DE CADA DÍA
12-02-01
Mons. Pedro Agustín Rivera Díaz
VER NOTA al final del texto.

Evangelio (cf. Mateo 6, 9-13 y Lucas 11, 2-4): Padre Nuestro que estás en el Cielo, santificado sea tu nombre; venga a nosotros tu reino; hágase tu voluntad en la tierra como en el Cielo.
DANOS HOY NUESTRO PAN DE CADA DÍA; perdona nuestras ofensas, como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden; no nos dejes caer en la tentación, y líbranos del mal. Amén.

I.- ENSEÑANZA BREVE:
¿Cuál es el sentido de la petición “Danos hoy nuestro Pan de cada día”?
“Al pedir a Dios, con el confiado abandono de los hijos, el alimento cotidiano necesario a cada cual para su subsistencia, reconocemos hasta qué punto Dios Padre es bueno, más allá de toda bondad. Le pedimos también la gracia de saber obrar, de modo que la justicia y la solidaridad permitan que la abundancia de los unos cubra las necesidades de los otros... Puesto que “no sólo de pan vive el hombre, sino de todo lo que sale de la boca de Dios” (Mt 4, 4), la petición sobre el pan cotidiano se refiere igualmente al hambre de la Palabra de Dios y del Cuerpo de Cristo, recibido en la Eucaristía, así como al hambre del Espíritu Santo. Lo pedimos, con una confianza absoluta, para hoy, el hoy de Dios: y esto se nos concede, sobre todo, en la Eucaristía, que anticipa el banquete del Reino venidero” (Compendio de la Iglesia Católica. Nos. 592-592).

II.- VER - JUZGAR – ORAR - ACTUAR
VER
Mucha gente vive triste por lo que tuvo, añorando el pasado por lo que perdió y que ya no tiene: dinero, cosas, salud, juventud, familiares, etc. El motivo de su alegría quedó en el pasado y como éste ya no existe, experimenta tristeza y conserva odios, resentimientos, traumas, complejos, sentimientos de culpa que le hacen permanecer apegados a personas, cosas o situaciones ya pasadas, pensando que sin ella, no vale nada.
También hay quienes tienen miedo al futuro, acumulan para el mañana, esperan que no les falte nada para cuando sean grandes. Tienen miedo de perderlo todo o que se acabe el mundo. No saben vivir el hoy.
Estas y otras personas son incapaces de pensar en Dios y tener confianza en Él. Sólo lo material les interesa.


JUZGAR
Para Dios, que es Eterno, todo es un eterno presente. En la medida que entendamos mejor la expresión “danos hoy nuestro Pan de cada día”, experimentamos la confianza para decirle a Dios: “en Ti confío”, ubicándonos realistamente en nuestro diario vivir. Confiando en la amorosa voluntad divina, que en libertad y cotidianamente debemos buscar, aceptar, disfrutar y realizar, en todo momento: en lo que nos agrada y aún en los acontecimientos difíciles, ya sean de índole personal, familiar o social.
Dios nos ama y cada día nos da lo que realmente necesitamos y nunca somos probados más allá de nuestras fuerzas (cf. 1Cor 10,13). Recordar esto siempre nos ayuda a reconocer en todo: la voluntad de nuestro Padre Dios y a iniciar cada día, con un renovado esfuerzo, procurando realizar siempre su voluntad divina.
El hoy de Dios, nos coloca en el eterno presente de su amor, por lo mismo, lo que “ayer” conseguí o no obtuve o perdí, no importa. Hoy es un nuevo día y la providencia de mi Padre Dios no me ha de faltar en lo que realmente necesito.
Ciertamente debemos saber mirar el “mañana”, el futuro y planear para construirlo y realizarlo con decisión y confianza, como si todo dependiera de nosotros, sabiendo que todo depende de Dios. Si después de haber puesto todo nuestro empeño en alcanzar un propósito o meta, obtenemos el “éxito” o el “fracaso”, con alegría tendríamos que seguir esforzándonos en hacer el mayor bien posible, buscando alcanzar la meta inicial o alguna diferente, si así fuera conveniente. Incluso si alguna otra persona se apropiara del “éxito” obtenido o todo saliera mal; si alguien nos criticara o viniera una persona y destruyera lo que realizamos, no estaríamos preocupados, ni molestos, pues, al fin y al cabo, eso sería, lo que Dios hubiera permitido y sería motivo de alegría, pues nuestra única intención siempre tendrá que ser, cada día, hacer la voluntad de Dios.
Nuestro Padre Dios es providente y sabe que lo que necesitamos es casa, vestido, salud y sustento, teniendo incluso algo para compartir con los demás, aunque a veces parezca que nos falta lo necesario. Madre Teresa de Calcuta comenta que en una ocasión que repartía un tazón entre gente necesitada, una mujer que apenas tenía para comer, ella y sus hijos, le preguntó “si podía compartir la mitad de lo recibido, con una vecina que también estaba muy pobre”.
“No sólo de pan vive el hombre” (Mt 4, 4) por lo que cuando le pedimos a Dios que “nos dé el Pan de cada día” le pedimos no solo por nuestras necesidades materiales, sino también pedimos por aquellos valores intangibles como el amor, la familia, los amigos, la solidaridad, la paz, la armonía, la fe, la esperanza y sobretodo: el PAN DE VIDA ETERNA (cf. Jn 6, 47-58) que es JESÚS EUCARISTÍA.
Solo Dios puede saciar el ansia de amor que existe en el corazón del hombre. “Nos has creado para Ti y nuestra alma no descansa hasta que se encuentra Contigo”, afirma san Agustín al meditar sobre el vacío existencial de cada persona.
Solo Dios puede saciar nuestra sed de trascendencia. Jesús le dirá a la samaritana: “Si supieras Quien te pide agua de beber, tú le dirías “dame de beber de esa agua que brota del corazón como manantial de agua viva” (cf. Jn 4, 7-15). Y sólo Jesús Eucaristía puede hacer que de nuestro corazón brote la Vida Nueva que anticipa el Cielo en nuestro existir, que nos hace proactivos y felices, que nos hace perseverar para hacer el bien y nos da fortaleza para hacer la voluntad de nuestro Padre Dios, manteniéndonos firmes en la fe. Santificándonos, nos hace testigos del amor de Dios y permite que en compañía de la Virgen María y de los santos, experimentemos la presencia Trinitaria, del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo, en nuestro corazón.
Jesús, verdadero Dios y verdadero Hombre, es “el Pan de cada día” que se nos da, con su Cuerpo y con su Sangre, con su Alma y Divinidad, en la Hostia Consagrada. Este alimento es el que todos los días debemos desear y pedir, procurando recibirlo por lo menos los domingos, acompañados de nuestra familia.

ORAR
Padre Nuestro, danos hoy el Pan de Cada día, danos a tu Hijo Jesucristo. Danos a Jesús Eucaristía. No te pido más Padre, pues sé que buscando tu Reino, todo lo demás se me dará por añadidura.
Jesús Eucaristía, acepta la total consagración de mi ser y haz de mi corazón el sagrario donde te adore en todos los instantes de mi vida.

ACTUAR
Al decir: “danos hoy el Pan de cada día” procuraré hacer a un lado “mi malestar por el pasado” y “mi miedo por el futuro”, para siempre en la confianza y el amor de mi Padre Dios, vivir solo mi “aquí y ahora” en el “hoy del amor de Dios”. Por lo mismo siempre procuraré estar en la Gracia de Dios, confesándome por lo menos una vez al mes, comulgando en la Misa dominical y lo más frecuentemente, si es posible, diariamente.
Hoy, de manera más consciente rezaré el Padre Nuestro, reflexionando especialmente las palabras “DANOS HOY EL PAN DE CADA DÍA” y procuraré escribir lo que significan para mí. Si es posible compartiré mi reflexión con Mons. Pedro Agustín.

NOTA: Seguimos meditando el Evangelio, según el esquema de la Lectio Divina (Leer, meditar, orar, contemplar y actuar), presentando: un texto bíblico, un ver, un juzgar, un orar y un actuar. En las meditaciones de estos días tomamos como referencia la Oración del Padre Nuestro, desmenuzando las ideas que nos presenta, para una mejor comprensión y vivencia de las enseñanzas de Jesús, para estar en sintonía con Él, tener sus mismos intereses y ser santos en adoración al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo, pues la Oración del Padre nuestro es “el resumen de todo el Evangelio” (Tertuliano) y “la más perfecta de todas las oraciones” (Santo Tomás de Aquino).

Para hacer llegar algún comentario, puedes escribir a evangelizarorando@yahoo.com.mx

Aparta la fecha para que asistas a la beatificación de la. Madre María Inés Teresa del Santísimo Sacramento (21-abril-2012. Basílica de Guadalupe. 11:00 horas).

lunes, 30 de enero de 2012

Meditación del 30 de enero del 2012

HÁGASE TU VOLUNTAD EN LA TIERRA COMO EN EL CIELO
12-01-30
Mons. Pedro Agustín Rivera Díaz

VER NOTA al final del texto.

Evangelio (cf. Mateo 6, 9-13 y Lucas 11, 2-4): Padre Nuestro que estás en el Cielo, santificado sea tu nombre; venga a nosotros tu reino; HÁGASE TU VOLUNTAD EN LA TIERRA COMO EN EL CIELO.
Danos hoy nuestro Pan de cada día; perdona nuestras ofensas, como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden; no nos dejes caer en la tentación, y líbranos del mal. Amén.

I.- ENSEÑANZA BREVE:
¿Por qué pedimos “Hágase tu voluntad en la tierra como en el Cielo”? La voluntad del Padre es que “todos los hombres se salven” (1Tm 2, 4). Para esto ha venido Jesús: para cumplir perfectamente la Voluntad salvífica del Padre. Nosotros pedimos a Dios Padre que una nuestra voluntad a la de su Hijo, a ejemplo de María Santísima y de los santos. Le pedimos que su benevolente designio se realice plenamente sobre la tierra, como se ha realizado en el Cielo. Por la oración, podemos “distinguir cuál es la voluntad de Dios” (Rm 12, 2), y obtener “constancia para cumplirla” (Hb 10, 36). (Ap 22, 20). (Compendio de la Iglesia Católica. Nos. 591).

II.- VER - JUZGAR – ORAR - ACTUAR
VER
Paradójicamente quienes quieren establecer el “reino del hombre” en la tierra y ofrecen “el paraíso” aquí en la tierra, se engañan y engañan a los que los siguen, pues ofrecen algo que no pueden dar ya que el hombre es por naturaleza limitado y su vida temporal es corta. Los sistemas sociales y económicos que han ofrecido “el paraíso” al margen de Dios, además de generar esclavitudes llevan al fracaso, a pesar de imponerse a través de sistemas totalitarios y opresores. Esto lo demuestra la experiencia sufrida por la humanidad, con el nazismo y el comunismo.
Hoy, a través de ideologías como la “nueva conciencia” y el “relativismo”, la humanidad se encamina a nuevos totalitarismos que se imponen a través de eufemismos y conceptos ideológicos, que rechazan la verdad y se sustentan en las mentiras que generan, para lograr sus intereses particulares, alejados del bien común, y propician la difusión de la cultura de la muerte que se manifiesta, entre otras cosas, en el desprecio de la vida humana en sus diversas etapas de su desarrollo, desde su inicio en el momento de la concepción hasta su muerte natural. Aunado a lo anterior, se pervierte el sentido de la sexualidad humana, separándola de su expresión amatoria, de su potencial unitivo y de su capacidad procreativa, reduciéndola a la sola dimensión del placer, por lo que la sexualidad queda instrumentalizada en beneficio de fines económicos. Para facilitar este proceso y otros males, se difunde e impone la ideología de género, se rechaza la identidad psico-afectiva natural, diferenciada y complementaria entre el hombre y la mujer y se promueve la confusión y pérdida de identidad sexual, como estilos adecuados de vida, considerando como normal lo que evidentemente es un error que se revierte hacia la persona, hacia la familia y hacia la sociedad.
Por otro lado, no deja de llamar la atención el que hoy, que tanto se habla de la necesidad de respetar a la ecología, pues se siente el efecto de los errores cometidos en contra de ella, se pretenda negar y cerrar los ojos ante los efectos negativos que tiene sobre el ser humano el rechazo y mal uso de la “ecología de la sexualidad humana”, que se manifiestan de muchas maneras: desde enfermedades hasta graves trastornos de personalidad que impiden la realización plena del ser humano, que naturalmente pretende ser feliz.
Otros efectos del “reinado del hombre en la tierra” son las guerras, el narcotráfico, la trata de blancas y otras esclavitudes, además del cambio climático generado por la desaparición de bosques, la emisión de gases tóxicos que generan el sobrecalentamiento en la tierra, el cambio climático y la extinción de animales y plantas.


JUZGAR
La Voluntad de Dios es que seamos felices, que seamos santos. En el Cielo, todos son felices. En la tierra podemos ser felices si unimos nuestra voluntad a la de Dios y por lo mismo, libremente, en todo procuremos conocer y hacer su voluntad. Así, decir “hágase tu voluntad”, significa para el creyente, para ti y para mí, comprometernos en ser los primeros en conocer y hacer la voluntad de Dios.
La Ley de Dios se sustenta en el amor. Hacer la Voluntad de Dios es amar en libertad su Voluntad para ser libres y liberadores del hombre de las esclavitudes a la que nos sometemos cuando no hacemos la Voluntad de Dios. En el amor no hay temor, sino valor y audacia para buscar y realizar el bien común, en verdad, en justica y en solidaridad.
Hacer la voluntad de Dios, en la tierra como en el Cielo, es reconocerse amado por Dios y esforzarse en responderle, amándolo y amando a sus creaturas, empezando por uno mismo, siguiendo con los demás y con la misma naturaleza.
Nadie da lo que no tiene, por lo que para amar al prójimo, hay que aprender a reconocer que somos sujetos del amor de Dios y para ello, necesitamos aprender a dejarnos amar por Él, capacitarnos para experimentar las constantes muestras de su amor, reconocer y dejar actuar en nosotros al Espíritu Santo, que es el amor de Dios, que nos “cristifica” y nos lleva a vivir la experiencia de ser hijos de Dios, procurando ser santos.
Los santos, son hombres y mujeres, que afrontando las realidades de su tiempo y de su entorno. Experimentando el amor de Dios, se esforzaron en conocer y hacer vida la Voluntad de Dios. Siempre tendremos que recordar que la santidad, más que un proyecto humano es proyecto de Dios, que requiere de parte nuestra la aceptación y participación en ese proyecto divino.
Dios nos creó libres y por lo mismo no nos impone la santidad, sino que nos la propone. Si la aceptamos y ponemos lo que está de nuestra parte para realizarla, entonces nos ofrece la Gracia Santificante, que es el Espíritu Santo, Quien nos ayuda iluminando nuestra inteligencia, fortaleciendo nuestra voluntad y poniendo en nuestro corazón el deseo de tener los mismos intereses de Jesús: Amar a Dios y servir al prójimo.
La santidad, don de Dios, no es un regalo para una sola persona con dotes extraordinarias. Todos podemos ser santos. La santidad se nos da para formar comunidad. Nadie se hace santo en soledad, sino en comunidad. Los santos hacen presente a Dios en el mundo, son testigos de su amor y por lo mismo, con su testimonio manifiestan cuánto ama Dios al hombre y de cuánto bien, es el hombre capaz de hacer, por amor a Dios.
“Dios quiere que todos los hombres se salven y lleguen al conocimiento de la Verdad” (1Tm 2,4). El santo es testigo del amor de Dios en el mundo y el mundo necesita de testigos que no sólo le hablen del amor de  Dios, sino que con su testimonio, hagan presente la santidad de Dios en medio de la humanidad.
“Ama y haz lo que quieras”, dice san Agustín. El santo, es un hombre, una mujer, que ama y por eso es libre, por lo que amando, libera. El santo es libre y liberador.
El santo reconoce que el tesoro que lleva en vasijas de barro (2 Cor 4,7) no sólo es para él, por lo que como discípulo y misionero se esfuerza por hacer la Voluntad en la tierra, difundir la Palabra de Dios al mayor número posible de personas para testimoniar el amor divino, creando estructuras que permanezcan y hagan presencia continua del amor de Dios.
El santo es evangelizado y evangelizador, por lo que se esfuerza en que las personas que entran en contacto con Él, sean evangelizadas y sean a su vez evangelizadoras.
El santo es constructor de la cultura de la vida y de la civilización del amor que son expresiones del Reino de Dios en medio de los hombres y por lo mismo signo de que se hace la voluntad de Dios, en la tierra como en el Cielo. El santo hace la voluntad en la tierra porque también anhela hacerla en el Cielo.

ORAR
Padre, fuente de vida, amor y felicidad, te pido que tu Reino venga a mi corazón, para que yo lo le lleve a los demás y así sea testigo tuyo, haciendo tu voluntad en la tierra, construyendo la realidad sustentada en la verdad, el amor, la libertad, la justicia y la solidaridad. Tu voluntad es que seamos felices, por eso Padre, quiero amar como Jesús amó y con la gracia del Espíritu Santo quiero dejarme moldear en tu amor.
Sé Tú mi Rey y concédeme trabajar eficazmente para que tu Reino se establezca en mi corazón, en mi familia, en mi Patria y en el mundo entero. Amén.

ACTUAR
Afirma san Agustín que el amor se da entre iguales o los hace iguales: Padre, amándote, quiero asemejarme a Ti, quiero tener los mismos intereses de Jesús para amarte sobre todo y servirte en mis hermanos. Quiero hacer tu voluntad aquí en la tierra y anticipar el Cielo en este mundo y para ello procuraré incrementar mi oración, participar en la Misa y buscaré, en todo, hacer tu Voluntad. Me esforzaré en ser mejor, en mejorar a mi familia y lograr que este mundo sea mejor. Que todos te conozcan y te amen, es la única recompensa que quiero.
Hoy, de manera más consciente rezaré el Padre Nuestro, reflexionando especialmente las palabras “HAGASE TU VOLUNTAD EN LA TIERRA COMO EN EL CIELO” y procuraré escribir lo que significan para mí. Si es posible compartiré mi reflexión con Mons. Pedro Agustín.

NOTA: Seguimos meditando el Evangelio, según el esquema de la Lectio Divina (Leer, meditar, orar, contemplar y actuar), presentando: un texto bíblico, un ver, un juzgar, un orar y un actuar. En las meditaciones de estos días tomamos como referencia la Oración del Padre Nuestro, desmenuzando las ideas que nos presenta, para una mejor comprensión y vivencia de las enseñanzas de Jesús, para estar en sintonía con Él, tener sus mismos intereses y ser santos en adoración al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo, pues la Oración del Padre nuestro es “el resumen de todo el Evangelio” (Tertuliano) y “la más perfecta de todas las oraciones” (Santo Tomás de Aquino).

Para hacer llegar algún comentario, puedes escribir a evangelizarorando@yahoo.com.mx

Aparta la fecha para que asistas a la beatificación de la Madre María Inés Teresa del Santísimo Sacramento (21-abril-2012. Basílica de Guadalupe. 11:00 horas).

viernes, 27 de enero de 2012

Meditación del 27 de enero del 2012

VENGA A NOSOTROS TU REINO
12-01-27
Mons. Pedro Agustín Rivera Díaz

VER NOTA al final del texto.

Evangelio (cf. Mateo 6, 9-13 y Lucas 11, 2-4): Padre Nuestro que estás en el Cielo, santificado sea tu nombre; VENGA A NOSOTROS TU REINO; hágase tu voluntad en la tierra como en el Cielo.
Danos hoy nuestro Pan de cada día; perdona nuestras ofensas, como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden; no nos dejes caer en la tentación, y líbranos del mal. Amén.

I.- ENSEÑANZA BREVE:
¿Qué pide la Iglesia cuando suplica “Venga a nosotros tu Reino”?: La Iglesia invoca la venida final del Reino de Dios, mediante el retorno de Cristo en la gloria. Pero la Iglesia ora también para que el Reino de Dios crezca aquí ya desde ahora, gracias a la santificación de los hombres en el Espíritu y al compromiso de éstos al servicio de la justicia y de la paz, según las Bienaventuranzas. Esta petición es el grito del Espíritu y de la Esposa: “Ven, Señor Jesús” (Ap 22, 20). (Compendio de la Iglesia Católica. Nos. 590).

II.- VER - JUZGAR – ORAR - ACTUAR
VER
El hombre confunde la libertad con el libertinaje, por lo que, en nombre de la falsa libertad, pretende no tener trabas para hacer su voluntad e imponer su “reino” no sólo por encima de Dios, sino también sobre los demás, a los que no ve como iguales y mucho menos como hermanos, sino como enemigos u objetos a los que puede manipular, esclavizar o incluso matar. Ejemplos hay muchos, algunos de los más graves en la actualidad son el aborto, los secuestros, la esclavitud, la drogadicción y los asesinatos de la delincuencia organizada. Imponiendo la ley de de la selva, la del más fuerte, a través de la mentira, los súbditos de la mentira, trastocan el sentido de las palabras y usando conceptos ideológicos, imponen el relativismo, rechazan la verdad y fomentan la cultura de la muerte.


JUZGAR
El Reino de Dios se sustenta en la Verdad. “La verdad les hará libres” (Jn 8, 32) ha dicho Jesús y Él mismo se ha presentado como Camino, Verdad y Vida (Jn 14,6), pues siendo. Verdadero Dios y verdadero hombre, nos revela Quién es Dios y quién es el hombre, para que conociendo ambas caras de la Verdad podamos conocer nuestro origen y final y con ello el sentido de nuestra existencia.
Dios no es una cosa, ni una energía, es persona. Dios no es soledad, es Uno y Trino, es comunidad de amor. Dios es amor y nos ha creado por amor, por lo que el ser humano se realiza cuando ama y construye la comunidad. Dios es amor y su amor es eterno e incondicional, no como el amor humano, por lo que, aunque nos alejamos de Dios, su amor nunca se aparta de nosotros. La grandeza del amor de Dios se manifiesta en el hecho de que habiéndonos separado de Él, Él sale a nuestro encuentro (cf. Rm 5,8) enviándonos a su Hijo, como expresión de cuanto nos ama (Jn 3, 16), de que nos perdona y nos ofrece Vida Nueva y Eterna (Jn 10,10). Así en Dios, el hombre sabe que ha sido creado para ser feliz y para alcanzar la Vida Eterna, por lo que sus relaciones son auténticas y plenas cuando las funda en el amor de Dios y así se esfuerza porque Cristo Reine (I Cor 15,25).
Dios, en cuanto Creador amoroso, es garante de la justicia, por lo mismo, nuestro primer deber de justicia es amar a Dios por encima de nosotros mismos, de los demás y de cualquier cosa, para que, desde Él, nos amemos a nosotros mismos, a nuestro prójimo y hagamos recto uso de la creación. Así, siendo libres en el amor de Dios, podamos vivir en libertad, sin opresión alguna, especialmente de la que proviene de la mentira del pecado y de sus consecuencias.
La Verdad nos hace libres (Jn 8, 32) y la Verdad es Jesús, Quien nos sitúa en nuestra condición de creaturas amadas por Dios, por lo que el amor de Dios es la base en la que se ha de sustentar toda relación humana.
Nuestra capacidad de amar en Dios, nos hace libres, porque nos alienta a procurar nuestro pleno desarrollo humano, que se traduce en felicidad, por buscar el amor de Dios, hacer su voluntad y amar a nuestro Creador en nuestros hermanos. El amor a Dios se traduce en servicio al prójimo, el servicio nos llena a desarrollar nuestras capacidades al máximo y esto nos da felicidad. Por eso el servicio es camino de santidad. El amor, junto con la fe y la esperanza, es parte del trípode que lleva a la santidad.
Bienaventurados los perseguidos a causa de hacer el bien, porque su acción hace que el Reino de Dios esté entre los hombres (Mt 5,10).
Pedir que venga a nosotros el Reino de Dios, es declararlo nuestro Rey y Señor, así, siendo Él mi Rey, yo he de esforzarme en trabajar para que Él reine en mí y en medio de los hombres, se establezca su Reino de Verdad, de Justicia, de Amor y de Paz.

ORAR
Padre, sé Tú mi Rey y concédeme trabajar eficazmente para que tu Reino se establezca en mi corazón, en mi familia, en mi Patria y en el mundo entero. Amén.

ACTUAR
Reconociendo que Dios es mi Rey, me esforzaré en conocer y hacer su voluntad, la cual quiere que yo sea feliz y haga felices a los que me rodean. Siendo la felicidad sinónimo de santidad, esforzarme en ser santo, me ayudará a ser más feliz cada día, desarrollando al máximo mis cualidades, poniéndolas al servicio de los demás y todo para gloria de Dios.
Como hijo de Dios, dejaré que Él reine sobre mi persona, sobre mis sentimientos, sobre mis resentimientos, odios y sobre mi pecado. Procuraré también, que su reinado sea sobre mis seres queridos, sobre mis cosas, sobre mis actividades. Siendo Dios, el Rey de todo mi ser, de todo mi haber, de todo mi hacer y de todo mi poder, yo me declaro súbdito suyo y, le pido que ilumine mi entendimiento y fortalezca mi voluntad, para que en todo pueda amarlo y servirlo en los demás.
Hoy, de manera más consciente rezaré el Padre Nuestro, reflexionando especialmente las palabras “VENGA A NOSOTROS TU REINO” y procuraré escribir lo que significan para mí. Si es posible compartiré mi reflexión con Mons. Pedro Agustín.

NOTA: Seguimos meditando el Evangelio, según el esquema de la Lectio Divina (Leer, meditar, orar, contemplar y actuar), presentando: un texto bíblico, un ver, un juzgar, un orar y un actuar. En las meditaciones de estos días tomamos como referencia la Oración del Padre Nuestro, desmenuzando las ideas que nos presenta, para una mejor comprensión y vivencia de las enseñanzas de Jesús, para estar en sintonía con Él, tener sus mismos intereses y ser santos en adoración al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo, pues la Oración del Padre nuestro es “el resumen de todo el Evangelio” (Tertuliano) y “la más perfecta de todas las oraciones” (Santo Tomás de Aquino).

Para hacer llegar algún comentario, puedes escribir a evangelizarorando@yahoo.com.mx

Aparta la fecha para que asistas a la beatificación de la Madre María Inés Teresa del Santísimo Sacramento (21-abril-2012. Basílica de Guadalupe. 11:00 horas).

jueves, 26 de enero de 2012

Cuarto encuentro con Jesús Divina Misericordia

Orarán durante una semana, por la visita del Papa a México

Del 29 de enero al 5 de febrero, se realizará la jornada de oración “Sitio de Jericó”, que llevará como intenciones especiales, pedir por la próxima venida del Papa Benedicto XVI a México en el mes de marzo, y por la Beatificación de Madre María Inés Teresa del Santísimo Sacramento, el 21 de abril en la Basílica de Guadalupe.

En la Capilla del Sagrario del Templo Expiatorio a Cristo Rey, Antigua Basílica de Guadalupe, durante siete días de manera ininterrumpida estará expuesto el Santísimo Sacramento para que todo el que desee, acuda a participar de la adoración Eucarística, poniendo sus intenciones personales ante Jesús Eucaristía.

El origen del Sitio de Jericó, se remonta a diciembre de 1978, cuando en Polonia, la Virgen de la Inmaculada Concepción, por boca de una mística polca, pidió que se rezaran 7 días y siete noches de rosarios continuos, en la Abadía de Chestokoba, donde se tuvo como intención principal, orar para que, el Papa Juan Pablo II, pudiera tener un feliz viaje a su tierra natal, el cual se había visto obstaculizado por varios motivos. Entonces el Vicario General de Varsovia, aprobó esta forma de oración y el Papa logró visitar Polonia.

Estas oraciones, principalmente el rezo del Rosario, que se dieron durante 7 días y siete noches, se les llamó “Sitio de Jericó”, en recuerdo a la narración Bíblica (Josué 6, 11-27), donde se explica que Jericó estaba fuertemente custodiada contra los hijos de Israel. Entonces Yahvé le dijo a Josué que iba a poner la ciudad en sus manos, pero que debía rodearla durante 7 días con sus noches.

 Desde el año 2007 comenzó a llevarse a cabo en el Templo Expiatorio a Cristo Rey, esta iniciativa, con el fin de que a través de la oración se puedan derribar las murallas del pecado que existen en nuestra ciudad y en el mundo entero.

Durante el 2007 y el 2008, el Sitio de Jericó se realizaba solamente una vez al año, pero fue a partir del 2009, a solicitud de los fieles que han participado y compartido su maravillosa experiencia con Jesús Eucaristía, se lleva a cabo dos veces al año, una en enero y otra en junio. En esos días, diferentes grupos,  de manera continua rezan teniendo varias intenciones, como la paz del mundo, la familia, los enfermos, las vocaciones, etc.
 Se puede participar de dos formas en el Sitio de Jericó: Acudiendo al Templo Expiatorio a Cristo Rey a hacer oración, o desde su casa o parroquia, sólo se pide notificarlo vía telefónica para saber cuántas personas están unidas en oración.

Teléfono 55 77 04 50