Les comparto frases del Papa Benedicto XVI, donde reflexiona sobre la Eucaristía, los jóvenes, la familia, la vida y los santos.
Los santos, como hemos dicho, son los verdaderos reformadores. Ahora quisiera expresarlo de manera más radical aún: sólo de los santos, sólo de Dios proviene la verdadera revolución, el cambio decisivo del mundo.
Te dejo el linck para que lo reflexiones en tu comunidad o con tu familia.
http://www.vatican.va/bxvi/omaggio/index_sp.html
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viernes, 1 de marzo de 2013
miércoles, 27 de febrero de 2013
Última Audiencia del Papa Benedicto XVI
¡Venerados
hermanos en el Episcopado!
¡Distinguidas
autoridades!
¡Queridos
hermanos y hermanas!
Os
agradezco por haber venido tan numerosos a esta última audiencia general de mi
pontificado.
Como
el apóstol Pablo en el texto bíblico que hemos escuchado, también yo siento en
mi corazón el deber sobre todo de agradecer a Dios, que guía y hace crecer a la
Iglesia, que siembra su Palabra y así alimenta la fe en su Pueblo.
En
este momento mi ánimo se extiende para abrazar a toda la Iglesia difundida en
el mundo y doy gracias a Dios por las "noticias" que en estos años
del ministerio petrino he podido recibir acerca de la fe en el Señor Jesucristo
y de la caridad que está en el Cuerpo de la Iglesia y lo hace vivir en el amor
y de la esperanza que nos abre y nos orienta hacia la vida en plenitud, hacia
la patria del Cielo.
Siento
que he de llevar a todos en la oración, en un presente que es el de Dios, donde
recojo todo encuentro, todo viaje, toda visita pastoral. Todo y a todos los
recojo en la oración para confiarlos al Señor porque tenemos pleno conocimiento
de su voluntad, con toda sabiduría e inteligencia espiritual, y porque podemos
comportarnos de manera digna de Él, de su amor, dando fruto en toda obra buena
(cfr Col 1,9-10).
En
este momento, hay en mí una gran confianza, porque sé, sabemos todos nosotros,
que la Palabra de verdad del Evangelio es la fuerza de la Iglesia, es su vida.
El Evangelio purifica y renueva, da fruto, donde esté la comunidad de los
creyentes lo escucha y acoge la gracia de Dios en la verdad y vive en la
caridad. Esta es mi confianza, esta es mi alegría.
Cuando
el 19 de abril de hace casi ocho años, acepté asumir el ministerio petrino,
tuve firme esta certeza que siempre me ha acompañado. En aquel momento, como ya
he dicho varias veces, las palabras que resonaron en mi corazón fueron:
"¿Señor, qué cosa me pides?" Es un peso grande el que me pones sobre
la espalda, pero si Tú me lo pides, en tu palabra lanzaré las redes, seguro que
Tú me guiarás.
Y
el Señor verdaderamente me ha guiado, ha estado cercano a mí, he podido
percibir cotidianamente su presencia. Ha sido un trato de camino de la Iglesia
que ha tenido momentos de alegría y de luz, pero también momentos no fáciles;
me he sentido como San Pedro con los Apóstoles en la barca sobre el lago de
Galilea: el Señor nos ha dado muchos días de sol y de brisa ligera, días en los
que la pesca ha sido abundante; y ha habido también momentos en los que las
aguas estaban agitadas y el viento era contrario, como en toda la historia de
la Iglesia, y el Señor parecía dormir.
Pero
siempre he sabido que en aquella barca está el Señor y siempre he sabido que la
barca de la Iglesia no es mía, no es nuestra, sino que es suya y no la deja
hundirse; es Él quien la conduce ciertamente también a través de hombres que ha
elegido, porque así lo ha querido. Esta ha sido y es una certeza que nada puede
ofuscar. Y es por esto que hoy mi corazón está lleno de agradecimiento a Dios
porque no ha dejado nunca que le falte a la Iglesia y también a mí su consuelo,
su luz y su amor.
Estamos
en el Año de la Fe, que he querido para reforzar nuestra fe en Dios en un contexto
que parece ponerlo siempre más en segundo plano. Quisiera invitar a todos a
renovar la firme confianza en el Señor, a confiarnos como niños en los brazos
de Dios, certeros de que esos brazos nos sostienen siempre y son lo que permite
caminar cada día también en la fatiga. Quisiera que cada uno se sintiese amado
por aquel Dios que nos ha dado a su Hijo a nosotros y que nos ha mostrado su
amor sin límites.
Quisiera
que cada uno sintiese la alegría de ser cristiano. En una bella oración que se
recita cotidianamente en la mañana se dice: "Te adoro Dios mío y te amo
con todo el corazón. Te agradezco por haberme creado, hecho cristiano…"
Sí, estamos contentos por el don de la fe, ¡es el bien más precioso, que nadie
nos puede quitar! Agradecemos al Señor por esto cada día, con la oración y con
una vida cristiana coherente. ¡Dios nos ama, pero espera que también que
nosotros lo amemos!
Pero
no es solamente Dios a quien quiero agradecer en este momento. Un Papa no está
solo en la guía de la Barca de Pedro, si bien es su primera responsabilidad, y
yo no me he sentido solo nunca en llegar la alegría y el peso del ministerio
petrino; el Señor me ha dado tantas personas que, con generosidad y amor a Dios
y a la Iglesia, me han ayudado y han estado cercanas a mí.
Primero
que nada a vosotros, queridos hermanos cardenales: vuestra sabiduría, vuestros
consejos, vuestra amistad han sido para mí preciosos; mis colaboradores;
comenzando por mi Secretario de Estado que me ha acompañado con fidelidad en
estos años; la Secretaría de Estado y toda la Curia Romana, como también todos
aquellos que, en diversos sectores, prestan su servicio a la Santa Sede: son
muchos rostros que no aparecen, que se quedan en la sombra, pero en el
silencio, en la dedicación cotidiana, con espíritu de fe y humildad han sido
para mí un sostén seguro y confiable. ¡Un recuerdo especial para la Iglesia de
Roma, mi diócesis!
No
puedo olvidar a los hermanos en el Episcopado y en el presbiterado, las
personas consagradas y todo el Pueblo de Dios: en las visitas pastorales, en
los encuentros, en las audiencias, en los viajes, siempre he percibido una gran
atención y un profundo afecto; pero también he querido a todos y a cada uno,
sin distinción, con aquella caridad pastoral que da el corazón de Pastor, sobre
todo de Obispo de Roma, de Sucesor del Apóstol Pedro. Cada día he tenido a cada
uno de vosotros en mi oración, con corazón de padre.
Quisiera
que mi saludo y mi agradecimiento alcanzase a todos: el corazón de un Papa se
extiende al mundo entero. Y quisiera expresar mi gratitud al Cuerpo diplomático
ante la Santa Sede, que hace presente a la gran familia de las naciones. Aquí
también pienso en todos aquellos que trabajan para una buena comunicación y que
agradezco por su importante servicio.
En
este punto quisiera agradecer de corazón también a todas las numerosas personas
en todo el mundo que en las últimas semanas me han enviado signos conmovedores
de atención, de amistad en la oración. Sí, el Papa nunca está solo, y ahora lo
experimento nuevamente de un modo tan grande que toca el corazón. El Papa
pertenece a todos y a tantísimas personas que se sienten cercanos a él.
Es
cierto que recibo cartas de los grandes del mundo: de los Jefes de Estado, de
los jefes religiosos, de los representantes del mundo de la cultura, etcétera.
Pero recibo también muchísimas cartas de personas sencillas que me escriben
simplemente desde su corazón y me hacen sentir su afecto, que nace del estar
juntos con Cristo Jesús, en la Iglesia. Estas personas no me escriben como se
escribe por ejemplo a un príncipe o a un grande que no se conoce. Me escriben
como hermanos y hermanas o como hijos e hijas, con el sentido de una relación
familiar muy afectuosa.
Aquí
se puede tocar con la mano qué cosa es la Iglesia: no es una organización ni una
asociación de fines religiosos o humanitarios; sino un cuerpo vivo, una
comunión de hermanos y hermanas en el Cuerpo de Jesucristo, que nos une a
todos. Experimentar la Iglesia de este modo y poder casi tocar con las manos la
fuerza de su verdad y de su amor es motivo de alegría, en un tiempo en el que
tantos hablan de su declive.
En
estos últimos meses, he sentido que mis fuerzas han disminuido y he pedido a
Dios con insistencia en la oración que me ilumine con su luz para hacerme tomar
la decisión más justa no por mi bien, sino por el bien de la Iglesia. He dado
este paso en la plena conciencia de su gravedad e incluso de su novedad, pero
con una profunda serenidad de ánimo. Amar a la Iglesia significa también tener
el coraje de tomar decisiones difíciles, sufrientes, teniendo siempre primero
el bien de la Iglesia y no el de uno mismo.
Aquí
permítanme volver una vez más al 19 de abril de 2005. La gravedad de la
decisión estuvo en el hecho que desde aquel momento estaba siempre y para
siempre ocupado en el Señor. Siempre quien asume el ministerio petrino no tiene
más privacidad alguna. Pertenece siempre y totalmente a todos, a toda la
Iglesia.
A
su vida se le retira, por así decirlo, la dimensión privada. He podido
experimentar y lo experimento precisamente ahora, que uno recibe la vida
justamente cuando la dona. Ya he dicho que muchas personas que aman al Señor
aman también al Sucesor de San Pedro y le tienen afecto; que el Papa tiene
verdaderamente hermanos y hermanas, hijos e hijas en todo el mundo, y que se
siente seguro en el abrazo de su comunión; porque no se pertenece más a sí mismo,
pertenece a todos y todos pertenecen a él.
El
"siempre" es también un "para siempre": no se puede volver
más a lo privado. Mi decisión de renunciar al ejercicio activo del ministerio
no revoca esto. No vuelvo a la vida privada, a una vida de viajes, encuentros,
recibimientos, conferencias, etcétera. No abandono la cruz, sino que quedo de
modo nuevo ante el Señor crucificado.
Ya
no llevo la potestad del oficio para el gobierno de la Iglesia, sino que en el
servicio de la oración quedo, por así decirlo, en el recinto de San Pedro. San
Benito, cuyo nombre llevo como Papa, será un gran ejemplo de esto. Él ha
mostrado el camino para una vida que, activa o pasiva, pertenece totalmente a
la obra de Dios.
Agradezco
a todos y a cada uno también por el respeto y la comprensión con la que han
acogido esta decisión tan importante. Seguiré acompañando el camino de la
Iglesia con la oración y la reflexión, con aquella dedicación al Señor y a su
Esposa que he buscado vivir hasta ahora cada día y que quiero vivir siempre.
Les
pido recordarme ante Dios, y sobre todo rezar por los cardenales llamados a una
tarea tan relevante, y por el nuevo Sucesor del Apóstol Pedro: que el Señor lo
acompañe con la luz y la fuerza de su Espíritu.
Invoquemos
la intercesión maternal de la Virgen María, Madre de Dios y de la Iglesia, para
que nos acompañe a cada uno de nosotros y a toda la comunidad eclesial; a ella
nos acogemos con profunda confianza.
¡Queridos
amigos! Dios guía a su Iglesia, la levanta siempre también y sobre todo en los
momentos difíciles. No perdamos nunca esta visión de fe, que es la única y
verdadera visión del camino de la Iglesia y del mundo. Que en nuestro corazón,
en el corazón de cada uno de vosotros, esté siempre la alegre certeza de que el
Señor está a nuestro lado, no nos abandona, es cercano y nos rodea con su amor.
¡Gracias!
viernes, 15 de febrero de 2013
Cumple Familia
Eucarística siete años de adorar a Jesús Eucaristía
“Jesús, que todos te conozcan y te amen, es la única
recompensa que quiero”
El
18 de Febrero del 2006, al ser nombrando Rector del Templo Expiatorio a Cristo Rey, Antigua Basílica de Guadalupe,
comenzamos Familia Eucarística, una asociación de espiritual de fieles católicos
que promueve la adoración a Jesús Eucaristía para extender su reinado de amor y
propiciar la santidad como meta de vida.
Familia
Eucarística promueve el encuentro con Jesús Eucaristía, para que cada persona y
comunidad creyente, adorándolo: fortalezca su vida espiritual, su compromiso
evangelizador y misionero y procure la santidad como “alto grado de la vida
cristiana ordinaria”.
Cuando
yo llegué aquí, confiando en el Señor, le dije: concédeme arreglar tu casa
Señor, pero junto con ello, ayúdame también a construir tu Iglesia, trabajar en
la espiritualidad para que todos te conozcan y te amen. Y así el 18 de febrero
del 2006 no solamente tomé posesión de este Templo, para su restauración, sino
también para dar inicio a esto que a siete años podemos presentarle al Señor,
una asociación espiritual que bendito Dios, ha crecido de muchas y de diversas
maneras.
El fruto de este encuentro con Jesús
Eucaristía, nos ha permitido que con el tiempo podamos contar con un Centro de
Espiritualidad, en donde se han formado diferentes grupos como Mujeres yHombres
de Fe; jóvenes, niños, personas con capacidades diferentes, llevando este
apostolado también a los reclusorios tanto de mujeres como de hombres, así como
a los enfermos en los hospitales. También ayudamos a mujeres en situación de
abandono a través de la Pastoral Social de Familia Eucarística; se lleva todo
un trabajo organizado a favor de la vida desde Derechos del Concebido y de
evangelización desde los medios de comunicación a través de Comunicación con
Criterio, así como publicaciones llamadas ‘Sabiduría de Dios’ que nos ayudan a
vivir mejor nuestra fe.
Es nuestro deseo que a través de Familia
Eucarística y de los diversos movimientos que hay en el mundo seamos discípulos
y misioneros de Jesucristo y con alegría anunciemos el gozo de la presencia del
Señor en medio de nuestras comunidades, de nuestras familias y en medio de
nuestro corazón.
Te invito a participar de la Misa de Acción de Gracias por los
7 años de Familia Eucarística. Domingo 17 de febrero, 12:00
hrs. Antigua Basílica de Guadalupe.
Velada de Cuaresma,
una preparación para vivir Semana Santa
“El Reino de Dios está cerca, conviértanse y crean en el Evangelio” (Mc 1,15)
En
este Año de la Fe, y como parte del camino de la preparación para la Semana
Santa, Familia Eucarística ha organizado una “Velada de Cuaresma que tendrá
lugar el 22 de febrero en el Templo Expiatorio a Cristo Rey, Antigua Basílica
de Guadalupe.
Esta
jornada de oración y adoración nocturna, comenzará a las 20:00 hrs y concluirá
a las 7:00 hrs. del día siguiente.
Los
temas que se reflexionarán son: Espiritualidad de Comunión en el “Año de la
Fe”, Espiritualidad Eucarística, Pedagogía y Pastoral de la Santidad, Cuaresma,
Viacrucis, Triduo Pascual, Pascua y Eucaristía.
También
se celebrará la Sagrada Eucaristía y se tendrá Adoración Eucarística; se
contará con testimonios y animación musical. El Santísimo Sacramento estará
expuesto toda la noche y se concluirá con la bendición solemne.
La
invitación es abierta y puedes venir con tu familia, tu grupo o comunidad
parroquial, la entrada será libre. Se pide traer Biblia, Rosario, cuaderno,
pluma y un refrigerio, además ropa abrigadora.
Informes:
Tel. 5577-0450
familia_eucaristica@yahoo.com.mx
AUDIENCIA GENERAL
Queridos hermanos y hermanas
Como sabéis – gracias por vuestra simpatía –, he decidido renunciar al ministerio que el Señor me ha confiado el 19 de abril de 2005. Lo he hecho con plena libertad por el bien de la Iglesia, tras haber orado durante mucho tiempo y haber examinado mi conciencia ante Dios, muy consciente de la importancia de este acto, pero consciente al mismo tiempo de no estar ya en condiciones de desempeñar el ministerio petrino con la fuerza que éste requiere. Me sostiene y me ilumina la certeza de que la Iglesia es de Cristo, que no dejará de guiarla y cuidarla. Agradezco a todos el amor y la plegaria con que me habéis acompañado. Gracias. En estos días nada fáciles para mí, he sentido casi físicamente la fuerza que me da la oración, el amor de la Iglesia, vuestra oración. Seguid rezando por mí, por la Iglesia, por el próximo Papa. El Señor nos guiará.
Carta del Cardenal Norberto Rivera Carrera al Papa Benedicto XVI
Querido
Santo Padre Benedicto XVI.
El
anuncio que hizo de la dimisión a su ministerio petrino, durante la fiesta de
Nuestra Señora de Lourdes, dentro del consistorio donde a los mexicanos nos dio
la alegre noticia de la fecha de elevación a los altares de la madre Guadalupe
García, nos llenó de estupor, de tristeza, y nos dejó un sentimiento de
orfandad, de desamparo.
Usted
nos ha dicho un adiós sereno, pero marcado por el sufrimiento de quien durante
casi ocho años ha llevado sobre sus hombros la enorme responsabilidad de
apacentar el rebaño del Señor, de conducir en medio de las borrascas y los
presagios más negros, la barca de la Iglesia universal, a la que supo guiar,
con firmeza y mansedumbre, a buen puerto. Así es Santidad, deja a la Iglesia de
Jesucristo en paz, después de sortear tempestades, incomprensiones y hasta
traiciones, pero Usted, pese a la furia del mal, siempre permaneció incólume en
la fe, siempre actuó guiado por la caridad, y cumplió el mandato que el Señor
le dio, de confirmar a sus hermanos en la fe.
También
nos ha dicho que ya no tiene las fuerzas físicas para continuar ejerciendo el
ministerio petrino, pero sí la voluntad para que, una vez dejado el gobierno de
la Iglesia, abrace la cruz del Señor desde una vida retirada en la oración
ferviente y el sufrimiento silencioso pero fecundo. Al fin, Santo Padre, tendrá
ese espacio añorado para rezar, para meditar y escribir, para entrar en el
sosiego que da sabernos amados por el Señor, y en el que experimentará la
alegría de saberse suyo, pues toda su vida, su inteligencia y voluntad, la ha
puesto al servicio de Cristo y de su Santa Iglesia.
Gracias,
Santo Padre, por estos ocho años de fecundo servicio pastoral; por su valentía
al proclamar la Verdad de Jesucristo; por su magnífico y brillante magisterio;
por su testimonio de amor a la humanidad; por la sencillez y la humildad que lo
han llevado a tomar la valiente decisión de dejar la guía de la Iglesia,
confiando en que el Señor sabrá proveer un Pastor bueno como usted, sencillo y
humilde como usted, que sabrá llevarnos a nuevas praderas.
Como
Arzobispo de México, en unión con mis obispos auxiliares, presbíteros,
religiosos y religiosas, y el pueblo de Dios, queremos manifestarle en este día
santo, en el que da inicio la Cuaresma, nuestra más profunda admiración y
gratitud. Puede tener la certeza de que no lo olvidaremos, de que lo
sostendremos en sus débiles fuerzas por la oración, unida a su soledad y
sufrimiento; y usted sabe, Santo Padre, que nuestra palabra es sincera, como
sincero fue el amor del pueblo mexicano que se volcó lleno de alegría a
recibirlo en la visita que hizo a nuestro país; este México atribulado por la
violencia, la discordia y el dolor de tantas víctimas inocentes, recibió de
usted la esperanza y el consuelo que hoy nos animan a seguir adelante.
Quisiéramos
decirle, Santo Padre, que no se vaya, pero vienen a nuestra mente las palabras
que el Señor le dijo a Pedro: “Te aseguro que cuando eras más joven tú mismo te
ceñías e ibas a donde querías, pero cuando seas anciano extenderás los brazos y
será otro quien te ceñirá y te llevará a donde no quieras ir (cfr Jn 21,18)”… y
entonces le dejamos partir, pues en su decisión, largamente meditada, sabe que
se encuentra la voluntad de Dios, y toda su vida ha estado atento a Su voz; y
ha encontrado la felicidad en la obediencia a Su voluntad.
Imploramos
a María Santísima de Guadalupe para que lo llene de su dulzura y consuelo, para
que sepa que está en su regazo, que nada más ha de desear y que no tiene por
qué temer. ¡Gracias! ¡Una y mil veces más, gracias! Que el Señor mismo sea su
recompensa y, llegado el feliz momento del retorno a la Casa del Padre, reciba
el premio a todas sus fatigas y desvelos, y sean así colmados todos sus
anhelos.
+
Norberto Card. Rivera Carrera
Arzobispo
Primado de México
jueves, 7 de febrero de 2013
Amigos, en este Año de la Fe, les sigo compartiendo las Audiencias Generales del Papa Benedicto XVI. Hermosa reflexión sobre el Credo. Aquí su mensaje:
Queridos hermanos y hermanas:

El Credo llama a Dios «Padre todopoderoso», y añade que es «Creador del cielo y de la tierra», como se dice al inicio de la Escritura: «Al principio creó Dios el cielo y la tierra». Dios es Padre en cuanto origen de la vida y, al crear, muestra su omnipotencia. Dios pone orden, armonía y belleza en todas las cosas, y no deja de su mano a sus criaturas. Así, el mundo creado muestra vestigios de la acción divina, bondadosa y cercana, que permiten vislumbrar la profunda verdad de la creación y el amor de que está impregnada, más allá de un examen meramente fáctico.
Por la revelación, el creyente puede leer en el gran libro de la naturaleza quién es Dios como Creador y Padre. La cumbre de la creación es el hombre y la mujer, el ser humano: un ser pequeño respecto a la inmensidad del universo, pero el único que ha sido hecho «a imagen de Dios», capaz de entender la sabiduría de su obra, reconociendo y alabando a través de ella al Creador. Por eso goza de la especial protección de Dios, que fundamenta la inviolabilidad de la dignidad humana, frente a la tentación de ver en las personas simples objetos inanimados para la propia utilidad.
Que la fe en Dios, Padre y Creador, sea para todos fuente de serenidad y esperanza.
Muchas gracias.
Queridos hermanos y hermanas:

El Credo llama a Dios «Padre todopoderoso», y añade que es «Creador del cielo y de la tierra», como se dice al inicio de la Escritura: «Al principio creó Dios el cielo y la tierra». Dios es Padre en cuanto origen de la vida y, al crear, muestra su omnipotencia. Dios pone orden, armonía y belleza en todas las cosas, y no deja de su mano a sus criaturas. Así, el mundo creado muestra vestigios de la acción divina, bondadosa y cercana, que permiten vislumbrar la profunda verdad de la creación y el amor de que está impregnada, más allá de un examen meramente fáctico.
Por la revelación, el creyente puede leer en el gran libro de la naturaleza quién es Dios como Creador y Padre. La cumbre de la creación es el hombre y la mujer, el ser humano: un ser pequeño respecto a la inmensidad del universo, pero el único que ha sido hecho «a imagen de Dios», capaz de entender la sabiduría de su obra, reconociendo y alabando a través de ella al Creador. Por eso goza de la especial protección de Dios, que fundamenta la inviolabilidad de la dignidad humana, frente a la tentación de ver en las personas simples objetos inanimados para la propia utilidad.
Que la fe en Dios, Padre y Creador, sea para todos fuente de serenidad y esperanza.
Muchas gracias.
Jornada Eucarística
LOS NIÑOS DE FÁTIMA Y JESÚS EUCARISTÍA
Conferencia por el Presidente Mundial del Apostolado de Fatima.
martes 12 de febrero. Entrada Libre
Templo expiatorio a Cristo Rey, Antigua Basílica de Guadalupe.
17:00 Conferencia
18:00 Adoración a Jesús Eucaristía.
19:00 Misa. Preside Mons. Pedro Agustín Riverad Díaz.
jueves, 24 de enero de 2013
San Felipe de Jesús
Visita la reliquia de San Felipe de Jesús, en el Templo Expiatorio a Cristo Rey, Antigua Basílica de Guadalupe
MENSAJE DEL SANTO PADRE BENEDICTO XVI PARA LA XLVII JORNADA MUNDIAL DE LAS COMUNICACIONES SOCIALES
«Redes Sociales: portales de verdad y de fe; nuevos espacios
para la evangelización»
Queridos hermanos y hermanas:
Ante la proximidad de la Jornada Mundial de las Comunicaciones
Sociales de 2013, deseo proponeros algunas reflexiones acerca de una realidad
cada vez más importante, y que tiene que ver con el modo en el que las personas
se comunican hoy entre sí. Quisiera detenerme a considerar el desarrollo de las
redes sociales digitales, que están contribuyendo a que surja una nueva
«ágora», una plaza pública y abierta en la que las personas comparten ideas,
informaciones, opiniones, y donde, además, nacen nuevas relaciones y formas de
comunidad.
Estos espacios, cuando se valorizan bien y de manera equilibrada,
favorecen formas de diálogo y de debate que, llevadas a cabo con respeto,
salvaguarda de la intimidad, responsabilidad e interés por la verdad, pueden
reforzar los lazos de unidad entre las personas y promover eficazmente la
armonía de la familia humana.
El desarrollo de las redes sociales requiere un compromiso: las
personas se sienten implicadas cuando han de construir relaciones y encontrar
amistades, cuando buscan respuestas a sus preguntas, o se divierten, pero
también cuando se sienten estimuladas intelectualmente y comparten competencias
y conocimientos. Las redes sociales se alimentan, por tanto, de aspiraciones
radicadas en el corazón del hombre.
La cultura de las redes sociales y los cambios en las formas y los
estilos de la comunicación suponen todo un desafío para quienes desean hablar
de verdad y de valores. A menudo, como sucede también con otros medios de
comunicación social, el significado y la eficacia de las diferentes formas de
expresión parecen determinados más por su popularidad que por su importancia y
validez intrínsecas. Los medios de comunicación social necesitan, por tanto,
del compromiso de todos aquellos que son conscientes del valor del diálogo, del
debate razonado, de la argumentación lógica; de personas que tratan de cultivar
formas de discurso y de expresión que apelan a las más nobles aspiraciones de
quien está implicado en el proceso comunicativo.
Las redes sociales deben afrontar el desafío de ser verdaderamente
inclusivas: de este modo, se beneficiarán de la plena participación de los
creyentes que desean compartir el Mensaje de Jesús y los valores de la dignidad
humana que promueven sus enseñanzas. El ambiente digital no es un mundo
paralelo o puramente virtual, sino que forma parte de la realidad cotidiana de
muchos, especialmente de los más jóvenes. Las redes sociales son el fruto de la
interacción humana pero, a su vez, dan nueva forma a las dinámicas de la
comunicación que crea relaciones; por tanto, una comprensión atenta de este
ambiente es el prerrequisito para una presencia significativa dentro del mismo.
La capacidad de utilizar los nuevos lenguajes es necesaria no
tanto para estar al paso con los tiempos, sino precisamente para permitir que
la infinita riqueza del Evangelio encuentre formas de expresión que puedan
alcanzar las mentes y los corazones de todos.
Una forma especialmente significativa de dar testimonio es la
voluntad de donarse a los demás mediante la disponibilidad para responder
pacientemente y con respeto a sus preguntas y sus dudas en el camino de
búsqueda de la verdad y del sentido de la existencia humana. La presencia en
las redes sociales del diálogo sobre la fe y el creer confirma la relevancia de
la religión en el debate público y social.
Para quienes han acogido con corazón abierto el don de la fe, la
respuesta radical a las preguntas del hombre sobre el amor, la verdad y el
significado de la vida ―que están
presentes en las redes sociales― se
encuentra en la persona de Jesucristo. La confianza en el poder de la acción de
Dios debe ser superior a la seguridad que depositemos en el uso de los medios
humanos. Y recordemos, a este respecto, que Elías reconoció la voz de Dios no
en el viento fuerte e impetuoso, ni en el terremoto o en el fuego, sino en el
«susurro de una brisa suave» (1R 19,11-12).
Existen redes sociales que, en el ambiente digital, ofrecen al
hombre de hoy ocasiones para orar, meditar y compartir la Palabra de Dios. Pero
estas redes pueden asimismo abrir las puertas a otras dimensiones de la fe. De
hecho, muchas personas están descubriendo, precisamente gracias a un contacto
que comenzó en la red, la importancia del encuentro directo, de la experiencia
de comunidad o también de peregrinación, elementos que son importantes en el camino de fe.
Rezo para que el Espíritu de Dios os acompañe y os ilumine
siempre, y al mismo tiempo os bendigo de corazón para que podáis ser
verdaderamente mensajeros y testigos del Evangelio. «Id por todo el mundo y
proclamad la Buena Nueva a toda la creación» (Mc 16,15).
Vaticano, 24 de enero de 2013, fiesta de san Francisco de Sales
BENEDICTUS PP. XVI
miércoles, 23 de enero de 2013
Creo en Dios
La catequesis de hoy está dedicada al primer artículo del Credo «creo en un solo Dios», una afirmación fundamental, que parece sencilla pero que encierra un inmenso tesoro. Creer implica adhesión, acogida y obediencia; es un acto personal, una respuesta libre. Decir «creo» supone un don que se nos da y una responsabilidad que aceptamos; es una experiencia de diálogo con Dios que, por amor, nos habla como amigos. ¿Cómo escuchar su voz? Fundamentalmente en la Escritura, que nos habla de fe y nos narra una historia en la que el Señor cumple su proyecto de redención, a través de personas que creen y confían. Una de ellas es Abrahán, nuestro padre en la fe, porque es capaz de salir de su tierra, confiando sólo en Dios y en su promesa. A pesar de ver su cuerpo deteriorado y a su mujer anciana, y de vivir siempre como extranjero en una tierra habitada por otros, espera contra toda esperanza; por ello recibe la bendición de Dios, llena de vida y fecundidad, para hacer de él un gran pueblo. Para nosotros, Abrahán es ejemplo de libertad ante la opinión corriente, ante el juicio del mundo que busca un éxito aparente; Abrahán nos invita a responder también a Dios con un acto de confianza, que trasforme nuestra vida.
Invito a todos a no tener miedo de seguir al Señor, olvidándonos de nosotros mismos y confiando en la bendición de Dios.
Invito a todos a no tener miedo de seguir al Señor, olvidándonos de nosotros mismos y confiando en la bendición de Dios.
Peregrinación Arquidiócesis de México
En el marco del Año de la Fe, en la Arquidiócesis de México peregrinamos "Al encuentro de las nuevas generaciones".
miércoles, 16 de enero de 2013
Audiencia General del Papa Benedicto XVI
La historia de la salvación es la historia de la relación de Dios que se revela al hombre progresivamente. Para esta obra, que inicia con la llamada de Abraham, se sirve de mediadores, como Moisés, los profetas y los jueces, que comunican al pueblo su voluntad, recuerdan la exigencia de fidelidad a la alianza y conservan la expectación plena y definitiva de las promesas divinas. Es un largo camino en el que el Señor se deja conocer, se revela a sí mismo, entra en la historia con hechos y palabras. Con la encarnación, el rostro de Dios se nos manifiesta por la revelación en Cristo, que es al mismo tiempo «mediador y plenitud de toda la Revelación». Jesús inaugura en la historia un nuevo modo de presencia de Dios, porque quien lo ha visto a Él ha visto al Padre; él es «el mediador» de la nueva y eterna alianza; en él encontramos a Dios, al que podemos invocar con el nombre de «Abba, Padre» y por el que nos viene dada la salvación. Si queremos ver el rostro de Dios, aquel rostro que da sentido, solidez y serenidad a nuestro camino, debemos seguir a Cristo.
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