martes, 2 de agosto de 2011

Meditación del Evangelio del 2 de agosto del 2011

11-08-02.
Mt 14, 22-36.
¡Ánimo, soy Yo, no tengan miedo!

LEER: El texto nos presenta a Jesús caminando sobre las aguas en medio de una tormenta, dirigiéndose a la barca en la que están los asustados apóstoles. Jesús les anima con las palabras que hoy meditamos “¡Ánimo, soy Yo, no tengan miedo!”. El mismo pasaje nos muestra a Pedro, hundiéndose en el agua y exclamando, “¡Señor, sálvame!”.

MEDITAR: En la vida todos pasamos por situaciones difíciles. En esos momentos podemos sentirnos abandonados por Dios. Nos sentimos amenazados y buscamos nuestras propias soluciones aunque sean contrarias al plan de Dios. Nos domina el miedo, nos asusta lo que puede pasar. Actuamos irreflexivamente. Sin embargo, siempre, deberíamos estar atentos para escuchar como el Señor Jesús, nos dice “¡Ánimo, soy Yo, no tengan miedo!”.

Muchas veces nos quedamos paralizados por el miedo, otras nos enojamos y nos peleamos con todos, en otros momentos actuamos, como si no contáramos Contigo. Actuamos sin reflexionar ni buscar tu voluntad y luego sentimos que nos hundimos más y más, incluso llegamos a la desesperación y algunos a los pensamientos homicidas y suicidas.

ORAR: Señor Jesús, yo sé que Tú siempre estás a mi lado y nunca me abandonas, ayúdame a buscar y a reconocer tu presencia en todos los momentos de mi vida, especialmente en los difíciles. Hoy al escuchar que me dices ¡Ánimo, soy Yo, no tengas miedo! Junto con el grito de súplica de Pedro: ¡Señor, sálvame!, te quiero decir, una y mil veces, quiero decir ¡Jesús en Ti confío!

CONTEMPLAR: Señor, Tú sabes que creo en Ti, pero la experiencia me dice que esto no es sinónimo de confiar en Ti, pues constantemente me siento desamparado(a) o temeroso(a). Ciertamente además de los problemas actuales mis vivencias del pasado pueden condicionar mi respuesta de fe.

Hoy, quiero y puedo reconocer que Tú siempre has estado a mi lado y me invitas a seguirte. Conoces mis debilidades y pecados, así como mis miedos y limitaciones y aún así, me invitas a seguirte y me infundes confianza diciéndome ¡Ánimo, soy Yo, no tengas miedo!

Señor quiero seguirte, levantarme si me caigo, en tu nombre echar las redes, caminar sobre las aguas: Sé que no permitirás que me hunda, y si ocurriera que me estuviera hundiendo, dado que sería por mi falta de confianza en Ti, desde ahora te digo ¡Señor, sálvame!, pues ¡Jesús en Ti confío!

ACTUAR: Como respuesta a tu presencia en mi vida, especialmente hoy, en toda circunstancia repetiré, una y otra vez: Jesús en Ti confío, y procuraré en cada acción manifestar mi confianza en Ti.

Seguimos el esquema de la Lectio Divina: Leer, meditar, orar, contemplar y actuar:
Leer, es escuchar la Palabra de Dios y ponerla en contexto.
Meditar es reflexionar sobre lo que el texto bíblico me dice.
Orar: Es responder a la Palabra, qué le digo a Dios: es petición, intercesión, agradecimiento, alabanza, etc.
Contemplar el reto de llegar a la conversión de la mente, del corazón y de la vida, según el Corazón de Cristo.
Actuar, es mi compromiso por hacer vida la Palabra de Dios.