SEAMOS GENEROSOS CON DIOS Y SEREMOS FELICES
A continuación
algunas de las palabras que el Papa dijo al voluntariado de la Jornada Mundial de la Juventud el 28 de
julio.
"Sean
siempre generosos con Dios y con los otros. No se pierde nada, y en cambio, es
grande la riqueza de vida que se recibe.
Dios
llama a opciones definitivas, tiene un proyecto para cada uno: descubrirlo,
responder a la propia vocación, es caminar hacia la realización feliz de uno
mismo. Dios nos llama a todos a la santidad, a vivir su vida, pero tiene un
camino para cada uno. Algunos son llamados a santificarse construyendo una
familia mediante el sacramento del matrimonio.
Hay
quien dice que hoy el matrimonio está "pasado de moda"; ¿Está fuera
de moda?, en la cultura de lo provisional, de lo relativo, muchos predican que
lo importante es "disfrutar" el momento, que no vale la pena
comprometerse para toda la vida, hacer opciones definitivas, "para siempre",
porque no se sabe lo que pasará mañana. Yo, en cambio, les pido que sean
revolucionarios, que vayan contracorriente; sí, en esto les pido que se rebelen
contra esta cultura de lo provisional, que, en el fondo, cree que ustedes no
son capaces de asumir responsabilidades, que no son capaces de amar
verdaderamente. Yo tengo confianza en ustedes, jóvenes, y pido por ustedes.
Atrévanse a "ir contracorriente". También tenga la valentía a ser
felices.
El
Señor llama a algunos al sacerdocio, a entregarse totalmente a Él, para amar a
todos con el corazón del Buen Pastor. A otros los llama a servir a los demás en
la vida religiosa: en los monasterios, dedicándose a la oración por el bien del
mundo, en los diversos sectores del apostolado, gastándose por todos, especialmente
por los más necesitados. Nunca olvidaré aquel 21 de septiembre –tenía 17 años-
cuando, después de haber entrado en la iglesia de San José de Flores para
confesarme, sentí por primera vez que Dios me llamaba. ¡No tengan miedo a lo
que Dios pide! Vale la pena decir "sí" a Dios. ¡En Él está la
alegría!
Queridos
jóvenes, quizá alguno no tiene todavía claro qué hará con su vida. Pídanselo al
Señor; Él les hará ver el camino. Como hizo el joven Samuel, que escuchó dentro
de sí la voz insistente del Señor que lo llamaba pero no entendía, no sabía qué
decir y, con la ayuda del sacerdote Elí, al final respondió a aquella voz:
Habla, Señor, que yo te escucho (cf. 1 S 3,1-10). Pidan también al Señor: ¿Qué
quieres que haga? ¿Qué camino he de seguir?"