miércoles, 17 de agosto de 2011

Meditación del Evangelio del 17 de agosto del 2011

11-08-17.
MIÉRCOLES XX. Mt 20, 1-16ª

Trabajar para que el Reinado de Dios crezca en mí.

Mons. Pedro Agustín Rivera Díaz

LEER. Este fragmento del Evangelio nos presenta una parábola del Señor Jesús referida al Reino de los Cielos, el cual es presentado como una viña en la que todos estamos invitados a trabajar. El dueño del viñedo sale a diversas horas del día e invita a jornaleros a trabajar en ella a cambio de un denario. Cantidad mayor de la que de manera ordinaria se les pagaría. A todos les ofrece lo mismo, independientemente de la hora en que comienzan a trabajar. Al término de la jornada los empleados pasan a cobrar, iniciando por los últimos contratados. Los que iniciaron primero reciben la misma paga y por eso se quejan. El dueño de la vida, señala que cumplió con lo pactado, pues todos están pagados de más. Concluye la parábola con la expresión “los últimos serán los primeros y los primeros los últimos”.

La expresión “Reino de los Cielos” es equivalente a la de “Reino de Dios”. Esta expresión judeo-cristiana tiene dos connotaciones, una inmediata y actual: “el Reino de los Cielos” está en medio de ustedes” (Lc 17,21) y otra escatológica hacia el final de los tiempos, en los que se establecerá el “Reino de Dios”.

El Señor Jesús, a través de sus parábolas habla del Reino de los Cielos, como algo dinámico y es por eso que algunos estudiosos de la Biblia, señalan que al término Reino es mejor entenderlo como Reinado, para no pensar tanto en un lugar sino como un proceso de vida.

El Papa Benedicto XVI en su libro “Jesús de Nazaret” (en “El Evangelio del Reino de Dios”, pág. 28), señala que el “Reino de Dios” tiene 3 acepciones: 1. Es una expresión de la presencia de Dios, es una persona, es Jesús mismo. 2.- El Reino de Dios está en el interior del hombre. 3.- La Iglesia es expresión del Reino, aunque en sí misma no lo abarca todo.

Para nuestra meditación tomamos la segunda acepción y usaremos la expresión “Reinado de Dios”.

Para que cada quien amplié sus reflexiones personales, al final aparece el texto bíblico.

MEDITAR: Es necesario que el Reinado de Dios se realice en todo el mundo y para ello puedo comenzar esforzándome para que Reine en mí. Este es el ejemplo de los santos, de los cuales dice el Papa Benedicto XVI en el corazón de ellos reina Jesús, está el Reino de Dios. Ellos son expresión viva y testimonial del “Reinado de Dios” en el hombre.

Desde esta perspectiva, el Dueño de la Viña es Dios. La viña es mi corazón. El jornalero cada uno de los que escuchamos la Palabra de Dios y nos esforzamos en hacerla vida. La paga: a.- apropiarnos de nuestro corazón, b.- tener Vida nueva y abundante, c.- alcanzar la Vida Eterna. La mayor y mejor recompensa, el haber trabajado para, y con, el Dueño de la Viña, para, y con, Dios. Él quiere que yo sea feliz, quiere que yo sea santo.

Ciertamente debo de trabajar por la evangelización del mundo, pero “el buen juez por su propia casa empieza”. Esto  no es por egoísmo, sino incluso por método. No sé si podré cambiar a otros, pero ciertamente puedo empezar por cambiar yo. Por otro lado debo experimentar en mi vida los efectos de la Gracia, para guiar a otros. Un ciego no puede guiar a otro ciego.

En mi vida, en mi viña, ¿creo que ya he dado los mejores frutos para Dios? Si un viñedo no produce las mejores uvas, debo investigar las causas. Puedo mejorar trabajando la tierra, puedo quitar los abrojos, puedo limpiar de insectos y parásitos la planta, debo procurar que haya suficiente agua y buen clima. Debo confiar en que tendré buena cosecha y querer los frutos que obtendré.

¿Cómo me veo hoy? ¿Cómo me veré si, junto con Jesús, trabajo en el viñedo de mi vida? Él es el dueño de mi vida (viña). Debo dejar que Él haga en mí y debo seguir sus orientaciones. La paga: experimentar su presencia origen y fuente de felicidad y santidad.

Trabajar en la viña del Señor, en mí mismo, me llevará a trabajar no sólo, sino acompañado de Jesús, así, Él me ayudará a trabajar con mi personalidad y mi psicología ( mi tierra). Revisaré los conceptos equivocados que tengo de Dios, de su amor y de mí mismo (los abrojos). Podré revisar mis vicios y errores (insectos y parásitos). Procuraré incrementar mi oración (agua) y el buen clima (las buenas obras). Debo confiar y trabajar pacientemente para obtener los frutos que quiero: una personalidad modelada a la manera de Cristo. Debo amarme a mí y debo trabajar para alcanzar el proyecto de Dios.

ORAR: Señor, Tú me conoces mejor que yo mismo, acompáñame y guíame en la revisión de mi vida (viña) para que bajo tu dirección dé los mejores frutos de santidad. Quiero ser feliz aquí y alcanzar la Vida Eterna. Yo sin Ti no puedo nada, yo Contigo lo puedo todo.

CONTEMPLAR: Señor Jesús, me pongo delante de Ti con los pocos o nulos frutos de mi vida. Al escuchar que Tú me invitas a trabajar en tu viña, comprendo que te pertenezco y te digo que sí trabajaré contigo. Tú, Divino Viñador, sabes lo que hay en mí. Sana mi psicología herida por experiencias pasadas (puedes hacer un recuento de ellas). Enséñame a confiar en Ti y en mí (revisa las ideas que tienes de Dios y los sentimientos que manejas en contra de Él o de ti). Ayúdame a no cometer los mismos errores pasados y a romper las cadenas de resentimientos que me esclavizan (revisa, bajo la mirada amorosa de Dios, las cosas que quieres cambiar de ti). Enséñame a orar para escuchar tu voz y hacer tu voluntad y concédeme que me entusiasme al amarme en Ti y ver, cómo tu obra, día a día se va realizando en mi. Señor, Tú lo sabes, la única recompensa que quiero es que todos te conozcan y te amen, por lo al ver tu obra en mí, como única recompensa: quiero conocerte y amarte más.

No importa los años que tenga, nunca es tarde para empezar a trabajar en mi vida (viña). La paga es la misma: la presencia de Dios en mi corazón.

ACTUAR: Si te es posible ve anotando en un cuaderno lo que el Divino Viñador y tú van realizando en tu vida. Recuerda, Dios puede hacer sólo las cosas, pero su modo habitual de actuar es contar con la colaboración del ser humano, por lo que tu sinceridad, empeño y constancia en el trabajo de tu vida (viña), aunque querido y acompañado por Dios, en buena medida depende de ti. Dice san Agustín: Dios que te creó sin ti, sin ti no te salvará. Persevera, los santos nos dan ejemplo del Reinado de Dios, con su vida feliz en esta tierra y su vida plena en el Cielo.

Que todos te conozcan y te amen es la única recompensa que quiero. M. María Inés Teresa Arias.

Seguimos el esquema de la Lectio Divina: Leer, meditar, orar, contemplar y actuar
Leer, es escuchar la Palabra de Dios y ponerla en contexto.
Meditar es reflexionar sobre lo que el texto bíblico me dice.
Orar: Es responder a la Palabra, qué le digo a Dios: es petición, intercesión, agradecimiento, alabanza, etc.
Contemplar el reto de llegar a la conversión de la mente, del corazón y de la vida, según el Corazón de Cristo.
Actuar, es mi compromiso por hacer vida la Palabra de Dios.

Lectura del santo Evangelio según san Mateo (20,1-16a):

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos esta parábola: «El reino de los cielos se parece a un propietario que al amanecer salió a contratar jornaleros para su viña. Después de ajustarse con ellos en un denario por jornada, los mandó a la viña. Salió otra vez a media mañana, vio a otros que estaban en la plaza sin trabajo, y les dijo: "Id también vosotros a mi viña, y os pagaré lo debido." Ellos fueron. Salió de nuevo hacia mediodía y a media tarde e hizo lo mismo. Salió al caer la tarde y encontró a otros, parados, y les dijo: "¿Cómo es que estáis aquí el día entero sin trabajar?" Le respondieron: "Nadie nos ha contratado." Él les dijo: "Id también vosotros a mi viña." Cuando oscureció, el dueño de la viña dijo al capataz: "Llama a los jornaleros y págales el jornal, empezando por los últimos y acabando por los primeros." Vinieron los del atardecer y recibieron un denario cada uno. Cuando llegaron los primeros, pensaban que recibirían más, pero ellos también recibieron un denario cada uno. Entonces se pusieron a protestar contra el amo: "Estos últimos han trabajado sólo una hora, y los has tratado igual que a nosotros, que hemos aguantado el peso del día y el bochorno. Él replicó a uno de ellos: "Amigo, no te hago ninguna injusticia. ¿No nos ajustamos en un denario? Toma lo tuyo y vete. Quiero darle a este último igual que a ti. ¿Es que no tengo libertad para hacer lo que quiera en mis asuntos? ¿O vas a tener tú envidia porque yo soy bueno?" Así, los últimos serán los primeros y los primeros los últimos.»