martes, 20 de septiembre de 2011

Te esperamos el domingo 25 a las 9:30am

Si quieres la paz, defiende la vida

Pidamos a los Ministros de la SCJN que más allá de oportunismos políticos disfrazados de defensa de “derechos humanos” respeten el Derecho Fundamental y Universal de la Vida que da sustento a la paz de toda Nación.

Manifestémonos como defensores de la Vida, de la Dignidad Integral,  de la Mujer y de la Familia.

    Te esperamos el  DOMINGO 25 DE SEPTIEMBRE  DE 2011.
                                   MONUMENTO A LA MADRE 9:30 AM
                       Lleva ropa blanca y pancartas en defensa de la Vida

Coalición Vida.
Mayores informes en los teléfonos:
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                                                       "SOY VOZ DE LOS QUE NO TIENEN VOZ"
                                                 ASOCIACION DERECHOS DEL CONCEBIDO
                                                          www.derechosdelconcebido.org.mx



Meditación del 21 de septiembre del 2011

11-09-21. SAN MATEO
Mt 9, 9-13.

Mi conversión radical hacia Jesús.

Mons. Pedro Agustín Rivera Díaz

VER
Cada día estoy lleno de ocupaciones. Atiendo lo urgente y lo emergente, no lo esencial. Me alarman los desastres de cada día, me distraigo en lo meramente placentero y me preocupa la escases del dinero y el acumulamiento de deudas. NO SOY FELIZ. No atiendo lo esencial de mi vida, no tengo tiempo para mis seres queridos, ni para mí, ni para Dios.
JUZGAR
Mateo está ocupado en sus cosas, está sentado en el banquillo del dinero. Jesús le llama. Él le escucha y encontrando en Jesús la AUTÉNTICA FELICIDAD, dejándolo todo, le sigue.
ACTUAR
La clave de la felicidad no está en lo que hago o en lo que tengo, sino en lo soy. Jesús mira en lo profundo de mi corazón y me ama y me llama. Hoy haré un alto en vida y pondré atención a sus palabras y las haré vida, pues en ellas, está mi felicidad.

Evangelio: Mateo 9, 9-13. En aquel tiempo vio Jesús a un hombre llamado Mateo sentado al mostrador de los impuestos, y le dijo: «Sígueme». Él se levantó y lo siguió. Y estando en la mesa en casa de Mateo, muchos publicanos y pecadores, que habían acudido, se sentaron con Jesús y sus discípulos. Los fariseos, al verlo, preguntaron a los discípulos: «¿Cómo es que su maestro come con publicanos y pecadores?» Jesús lo oyó y dijo: «No tienen necesidad de médico los sanos, sino los enfermos. Vayan y aprendan lo que significa “misericordia quiero y no sacrificios”: que no he venido a llamar a los justos, sino a los pecadores».

LEER. Los personajes son Jesús, Mateo, los “publicanos y pecadores”, así como los fariseos.

MEDITAR: Hoy celebramos a san Mateo y la liturgia de la Palabra nos invita a meditar el texto de su conversión.

Mateo es un joven rico, pertenece a una familia que se ha enriquecido por el cobro de impuestos a los hebreos, a nombre del Imperio Romano, por lo mismo se le considera “publicano y pecador”, es decir excluido. Mateo está en lo que sabe hacer y lo disfruta, es el negocio familiar, desde pequeño vivió de él. Ahora es un joven, es diestro y sabe como cobrar y manejar situaciones, quizá incluso de extorción. Piensa que es feliz, pero no lo será de verdad hasta que se encuentre con Jesús. En Él y por Él, conocerá la AUTÉNTICA FELICIDAD y dejando todo su pasado, le seguirá.

El cambio radical de Mateo está en que no sólo deja las cosas materiales, eso incluso podría ser fácil. Para Mateo lo radical estará en dejar todos los esquemas mentales que tenía y que marcaban su vida. Dejar lo material puede ser sólo una conversión circunstancial, cambiar su modo de pensar y actuar, es la auténtica conversión radical que nos pide y ofrece Dios, para que seamos felices. Algo similar le ocurrió a san Pablo, a san Francisco y a muchos más, hombres y mujeres. Luego entonces también puede ocurrir en ti y en mí, si abrimos nuestro corazón a Jesús.

La conversión radical hacia Jesús consiste en dejar nuestros esquemas mentales equivocados, para ponernos bajo la óptica del amor de Dios. Esta conversión es reconocernos amados por Él y, perdonados por Él, para nosotros amar y perdonar como Él. Es dejar de pensar sólo en nosotros mismos y abandonar nuestros miedos y temores, y así poder ser libres para amar y servir. Es dejar nuestras tristezas y amarguras, fruto de sentirnos el “centro del universo” o “ignorados”, para ser felices, reconociéndonos “muy amados por Dios” y por lo mismo capaces de amar.

ORAR: Señor, gracias porque todos los días pasas a mi lado. Perdón porque prácticamente nunca he hecho caso de tu presencia ni he atendido a tu llamado. Sabes que en ocasiones he pensado que seguirte a Ti es “ser buenito(a)”, hacer cosas buenas para sentirme bien o porque necesito algo de Ti o para agradecerte algo que has hecho por mí. Ciertamente eso no ha sido malo en mi vida, pero lo que Tú me ofreces va más allá de sentirme bueno(a), me quieres para Ti, me ofreces la libertad de amar y para ello requiero vaciar mi corazón de malos hábitos. Sentimientos de culpa, odios, resentimientos, envidias, egoísmos, etc. Señor, Tú lo puedes todo, yo sin Ti no puedo nada, concédeme la gracia de escuchar tu voz para seguirte radicalmente. Señor no soy feliz y muchas cosas me agobian, debido a “los parámetros de felicidad” que manejo y que muchas veces están centrados en el egoísmo o en una imagen pobre de mí mismo(a). Hoy quiero fijar mi atención en tus palabras, quiero seguirte a Ti. Dame oídos de discípulo y corazón misionero, para que atento(a) a tu Palabra, la lleve a cabo y sea feliz, haciendo felices a quienes están a mi alrededor.

CONTEMPLAR: A Jesús le juzgan porque come con pecadores. Esto nos ha de alegrar, porque significa que Jesús no se avergüenza ni de mí ni de ti y sale a buscarnos. Escuchémosle, dejemos que nos ame y sigámosle, como san Mateo, que llegará a ser apóstol de Jesús, quien poniendo sus conocimientos y habilidades en la misión, escribirá la versión del Evangelio que lleva su nombre y que está dirigida, precisamente a los creyentes de origen hebreo. Podríamos decir que si les quitó sus riquezas materiales con el cobro de impuestos, les devolvió con creces lo que les quitó, al darles a ellos, a nosotros y a las generaciones venideras, la auténtica riqueza del hombre: LA PALABRA DE DIOS.

La radicalidad de la conversión de Mateo, está precisamente en el abandono de los esquemas mentales que rigieron toda su vida, centrada en la riqueza, en la vida de lujos, en el aprovecharse de los demás, en “el qué dirán”, en la envidia, en el temor ante el mal realizado, en “la exclusión del otro”, en “el sentirse excluido”, en el odio, en la venganza, etc. Con Jesús aprenderá a perdonase a sí mismo y a perdonar a los demás, a ver a cada persona, no bajo el interés del beneficio que pudiera obtener de ella, sino como un igual, como un hermano, como un hijo de Dios.

Dejar las cosas materiales puede ser fácil, la conversión radical es dejar que Jesús modifique mis criterios, mis pensamientos, mis palabras y acciones, es decir, que Jesús reine en mi corazón. La Madre María Inés Teresa, misionera mexicana sin fronteras, quien será beatificada el 21 de abril del 2012, en la Basílica de Guadalupe, siendo una joven, de buenos principios, tuvo un cambio radical en su vida cuando en el 1924, a la edad de 20 años, asistió a una procesión con el Santísimo y experimentó de tal manera la presencia de Jesús Eucaristía, que dirá “mi corazón se fue tras Él”. Este encuentro con Jesús la llevó a una conversión radical, ya era “buenita”, con Jesús fue plenamente feliz, con Él fue “santa”.

La conversión radical es un proceso continuo, es un pasar de “distraído a consciente de que soy hijo de Dios”, de “malo a buenito”, de “buenito a bueno”, de “bueno a perseverante”, de “perseverante a virtuoso”, de “virtuoso a santo” ¡Animo, Jesús también, espera de ti y de mí, la respuesta generosa que nos lleve a una conversión radical, para que en Él seamos plenamente felices, para que en Él seamos santos!

ACTUAR: Hoy debo hacer un alto en mi vida, para escuchar la voz de Dios y responderle. En oración reflexionaré sobre “mis riquezas”, no sólo “mi soberbia”, sino también aquellas cosas que “me hacen sentir menos que los demás”. Reconoceré que Jesús me ama y está a mi lado, por lo que procuraré hacer silencio para escuchar su voz, para seguirlo, para dejar que Él me purifique, me renueve, me sane y santifique.

Que todos te conozcan y te amen es la única recompensa que quiero. M. María Inés Teresa Arias.

Si deseas hacerme llegar algún comentario sobre este artículo, puedes escribirme a evangelizarorando@yahoo.com.mx

Seguimos el esquema de la Lectio Divina: Leer, meditar, orar, contemplar y actuar.
Leer, es escuchar la Palabra de Dios y ponerla en contexto.
Meditar es reflexionar sobre lo que el texto bíblico me dice.
Orar: Es responder a la Palabra, qué le digo a Dios: es petición, intercesión, agradecimiento, alabanza, etc.
Contemplar el reto de llegar a la conversión de la mente, del corazón y de la vida, según el Corazón de Cristo.
Actuar, es mi compromiso por hacer vida la Palabra de Dios.