martes, 4 de octubre de 2011

Aviso

Hola Querido amigo(a), quiero avisarte que como me encontraré en Tijuana, en el V Congreso Eucarístico Nacional, no podré enviar diariamente el Evangelio que meditamos día a día. Quizá estaremos reanudando las meditaciones hasta el próximo 10 de octubre.
Que Dios te bendiga.

Meditación del 5 de Octubre del 2011

11-10-04. Miércoles XXVIII
Lc 11, 1-4.

AMOR DIVINO DE PADRE

Mons. Pedro Agustín Rivera Díaz

Evangelio: Lucas 11, 1-4: Un día, Jesús estaba orando y cuando terminó, uno de sus discípulos le dijo: «Señor, enséñanos a orar, como Juan enseñó a sus discípulos». Entonces Jesús les dijo: «Cuando oren, digan: Padre, santificado sea tu nombre, venga tu Reino; danos hoy nuestro pan de cada día y perdona nuestras ofensas, puesto que también nosotros perdonamos a todo aquél que nos ofende, y no nos dejes caer en tentación».

VER
La oración del Padre Nuestro para muchos, es algo que repiten de manera rutinaria. No piensan lo que dicen, solo lo repiten.
JUZGAR
La oración para el Señor Jesús, no es algo rutinario, es estar en diálogo con su Padre Dios. Esta manera de orar es la que Él nos enseña.
ACTUAR
Hoy y cada vez que pueda, rezaré el Padre Nuestro, deteniéndome a reflexionar, lo que significa para mí, cada palabra de la “oración de Jesús” y así experimentar como Él, el AMOR DIVINO DEL PADRE.

LEER. A los discípulos del Señor Jesús, muchas cosas de Él, les llamaban la atención. Una de ellas, quizá la principal, era su modo de orar. Para Jesús la oración no era repetir frases o palabras, sino dialogar con su Padre Dios. Cualquier lugar o momento era adecuado para orar. Por la mañana, por la tarde, en la noche, al amanecer, en la sinagoga, en el campo, en la Cruz.

El trato de Jesús con su Padre Dios era muy natural, muy cercano, muy afectivo, le llamaba Abba, palabra que los estudiosos de la Biblia traducen con el coloquial “Papá” en vez de la manera más formal “Padre”.
Para Jesús, su Padre Dios, no era alguien lejano, sino muy próximo a Él, porque estaba en su corazón. Jesús, por amor, vino a hacer la voluntad del Padre, que es la de reconciliarnos a todos con Él, para que todos vivamos en su AMOR DIVINO DE PADRE.

MEDITAR: La oración del Padre Nuestro tiene siete peticiones, que, de la primera a la última, nos hablan del amor del hombre que busca a Dios. Si estas peticiones las leemos al revés, veremos, el Plan de amor de Dios que nos quiere en el Cielo para que disfrutemos de su AMOR DIVINO DE PADRE.

En la forma acostumbrada en la que rezamos el Padre Nuestro, es decir la oración del Hijo al Padre, vemos la súplica humana hacia Dios.

PREÁMBULO: Padre nuestro que estás en el Cielo. (es la llamada de atención, para que Dios nos escuche).
1ª. Petición. Santificado sea tu nombre
2ª. Petición. Venga a nosotros tu Reino
3ª. Petición. Hágase tu voluntad, en la tierra como en el Cielo
4ª. Petición. Danos hoy, nuestro Pan de cada día
5ª. Petición. Perdona nuestras ofensas, como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden
6ª. Petición. No nos dejes caer en tentación y
7ª. Petición. Líbranos del mal (tanto del Malo, como de los males)

Al meditar el Padre Nuestro, a partir de la última de nuestras peticiones, nos lleva a reconocer que la respuesta de Dios es:
7.- Te libraré, te protegeré porque eres mi hijo(a) amado.
6.- Te dará la fortaleza para vencer la tentación.
5.- Te perdonaré.
4.- No te faltará lo necesario, pero sobre todo te he dado a Jesús Eucaristía como alimento de Vida Eterna.
3.- Mi voluntad es que seas feliz en la tierra, como lo son los bienaventurados en el Cielo.
2.- Mi Reinado ha de expresarse en tu corazón y, A TRAVÉS DE TI, se hará presente en tu familia, en tu ciudad, en tu país y en el mundo entero.
1.- En Mí serás feliz, serás santo.

CONSECUENCIA: Porque Yo estoy en el Cielo y mi Cielo está en tu corazón. Yo mismo habito en ti, con mi Hijo y el Espíritu Santo.

La Virgen María y los santos, abrieron su corazón para que en él habitáramos, como Dios, Uno y Trino. Tú mismo(a) eres templo vivo de la Santísima Trinidad, ábrenos tu corazón y déjanos habitar en ti, para que tu vida sea un anticipo del Cielo.

Dices bien, al dirigirte a Mí, llamándome Padre Nuestro y no Padre mío. Efectivamente, soy tu Padre y por eso todos los hombres son tus hermanos. De esa manera entiendes el sentido fraterno de decir “nuestro” y con júbilo desde la Iglesia, “la familia católica” de quienes se reconocen mis hijos, haz de salir en búsqueda de todos tus hermanos que se han alejado o separado y de los que no me conocen o me rechazan.

ORAR: Hoy de manera pausada y agradecida, rezaré el Padre Nuestro.

CONTEMPLAR: Hay diferencia entre rezar y orar. El rezo tiene que ver con el repetir, lo que implica hacerlo de cierta manera mecánica. La oración es más consciente, más pensada, más meditada. De la oración debo llegar a la contemplación, por lo que de la oración vocal deberé pasar a la oración mental. En el silencio ambiental e interior, podré captar mejor la voz de Dios. De la meditación, debo llegar a la contemplación. En opinión de santa Teresa podemos llegar a la contemplación con el esfuerzo humano (ascesis) y ella, puede ser el puente para dejar que sea la Gracia de Dios (mística) la que nos lleve por el camino del diálogo con Dios y a EXPERIMENTAR SU AMOR DIVINO.

ACTUAR: Hoy me esforzaré en estar en la presencia de mi Padre Dios, en continua oración con el Padre Nuestro, el Ave María, Jaculatorias, La Coronilla, el Rosario, etc.

Que todos te conozcan y te amen es la única recompensa que quiero. Madre María Inés Teresa Arias.

Si deseas hacerme llegar algún comentario sobre este artículo, puedes escribirme a evangelizarorando@yahoo.com.mx

Seguimos el esquema de la Lectio Divina: Leer, meditar, orar, contemplar y actuar.
Leer, es escuchar la Palabra de Dios y ponerla en contexto.
Meditar es reflexionar sobre lo que el texto bíblico me dice.
Orar: Es responder a la Palabra, qué le digo a Dios: es petición, intercesión, agradecimiento, alabanza, etc.
Contemplar el reto de llegar a la conversión de la mente, del corazón y de la vida, según el Corazón de Cristo.
Actuar, es mi compromiso por hacer vida la Palabra de Dios.