viernes, 16 de marzo de 2012

Testimonio sobre la Madre Ma. Inés Teresa Arias

Testimonio Hna. Bertha Valero
Misionera Clarisa

Meditación del 14 de marzo del 2012

CUMPLE LOS MANDAMIENTOS DEL SEÑOR
3er. miércoles de Cuaresma. 12-03-14

Primera Lectura: Dt 1,5-9. "Cumple los mandamientos del Señor".
Moisés habló al pueblo, diciendo: "Ahora, Israel, escucha los mandatos y decretos que Yo te mando cumplir. Así vivirás y entrarás a tomar posesión de la tierra que el Señor, Dios de tus padres, te va a dar. Mira, Yo te enseño los mandatos y decretos que me mandó el Señor, mi Dios, para que los cumplas en la tierra donde vas a entrar para tomar posesión de ella. Ponlos por obra, que ellos son tu sabiduría y tu inteligencia a los ojos de los pueblos que, cuando tengan noticia de todos ellos, dirán: "Cierto que esta gran nación es un pueblo sabio e inteligente." Y, en efecto, ¿hay alguna nación tan grande que tenga los dioses tan cerca como lo está el Señor Dios de nosotros, siempre que lo invocamos? Y, ¿cuál es la gran nación, cuyos mandatos y decretos sean tan justos como toda esta ley que hoy te doy? Pero, cuidado, guárdate muy bien de olvidar los sucesos que vieron tus ojos, que no se aparten de tu memoria mientras vivas; cuéntaselos a tus hijos y nietos."
Cumple los mandamientos del Señor.

CONTEXTO: En el Desierto, Yahvéh (Dios) da a Moisés los Mandamientos. En ellos encontramos las normas que nos ayudarán a alcanzar la felicidad y la Vida Eterna. Hacer vida los mandamientos: da identidad y distingue, a quienes siguen a Dios, de quienes actúan de manera contraria a su plan de amor. 
Los Diez Mandamientos son una explicitación de la Ley Natural inscrita en el corazón del hombre y son el parámetro de vida para quienes quieren vivir como hijos de Dios.
Jesús, da cumplimiento a la “Ley de Dios” (Mt 5,17. Evangelio de este día) y así, desde su humanidad, nos enseña que es posible vivir como hijos de Dios.

VER: Hay quienes en un afán de “libertad” y “originalidad” dejan de escuchar la voz de su conciencia y sin ningún sustento más que el de sus ocurrencias o necesidades, caen en el “libertinaje”, rechazando e incluso aniquilando, a toda persona que se oponga a sus planes.
Así, quienes se dejan llevar por el afán del dinero, son avaros y ambiciosos, quienes pretenden el poder afanosamente son impositivos; quienes buscan la fama desmesuradamente son soberbios; quienes andan tras los placeres son viciosos. Lo común en ellos es, que su actuar se sustenta en la mentira y en la falta de respeto a los demás y a sí mismos, porque rechazan a Dios y no cumplen sus mandamientos.

JUZGAR: La conciencia es el núcleo más secreto y el sagrario del hombre, en el que está solo con Dios, cuya voz resuena en lo más íntimo de ella” (GS 16). En ella la persona advierte que debe amar, practicar el bien y evitar el mal y por lo mismo, ha de amar a Dios en todo y servir al prójimo. 
La conciencia es lo más íntimo del hombre y es inseparable de la “realidad fundante” que es Dios, en el que todo cuanto existe encuentra sustento, por lo que el ser humano, en oración, ha de poner el mejor de sus esfuerzos para entrar en relación con Dios y desde su plan divino, analizar la “realidad que le circunda”, para actuar frente a ella de acuerdo al amor de Dios.
Los Mandamientos son la explicitación, desde la fe, de la Ley Natural inscrita en el corazón de todos los hombres. Saber entrar en nosotros mismos y dialogar con Dios, escuchando la voz de nuestra conciencia, es orar y es conocer a Dios y a nosotros mismos, para relacionarnos con los demás y con lo que nos rodea, de acuerdo al plan divino de amor.
El hombre y la mujer que oran, aprenden a escuchar la voz de su conciencia y siguen sus dictados, son sabios, porque se esfuerzan por hacer la voluntad de Dios.
Los Mandamientos de la Ley de Dios y los Mandamientos de la Iglesia son una guía segura, para evitar todo relativismo y para estar seguros que hacemos la voluntad divina.

ACTUAR: Vivir de acuerdo a estos Mandamientos y a los de la Iglesia, es lo que nos distingue como católicos. No se puede ser fiel a medias. Aceptar los mandamientos de la Ley de Dios es esforzarnos en hacerlos vida. Los Mandamientos son 10, los tres primeros se refieren a la Gloria de Dios, los restantes al bien del ser humano y de sus relaciones. 
Respetuosos de quienes no piensan como nosotros, no podemos dejar de vivir y compartir nuestra alegría por ser hijos de Dios, que es Uno y Trino; Quien nos ama y nos invita a que los domingos nos reunamos para vivir en comunidad nuestra fe, para alimentarnos del Cuerpo y de la Sangre de Jesucristo y de su Palabra proclamada. Orgullosamente católicos reconocemos y promovemos el respeto a la vida de todo ser humano desde su concepción hasta su muerte natural y afirmamos que la familia, sustentada en la unión de un hombre y una mujer, es el ambiente natural para el desarrollo pleno del ser humano. Así mismo, consideramos que la política, los medios de comunicación social, la economía, el trabajo, la educación y todo aquello que se refiere al hombre y a la naturaleza debe de estar sustentado en la Verdad, el Amor, la Justicia, la Solidaridad y puesto al servicio del Bien Común. Todo esto lo afirmamos, porque es la manera en que damos cumplimiento a los mandamientos del Señor.

ORAR: Gracias Señor por darme el don de la fe. Gracias porque, especialmente en la Cuaresma, me llevas al desierto de mi interioridad, para dialogar conmigo en el silencio de la oración, para que descubra mis limitaciones y la grandeza de tu amor. Gracias por los sentimientos nobles que descubro en mi corazón y por todas las cosas buenas que me inspiras. Gracias por tus Mandamientos y por la Iglesia, que me animan para que en todo procure hacer tu voluntad y así ser feliz, participando en la misión apostólica, junto con mis hermanos, en la Iglesia. Gracias Señor por ser católico, gracias por tu amor.

Si deseas hacer algún comentario puedes escribirme a padrepedro04@yahoo.com.mx

COMPROMÉTETE A SER SANTO. Participa en la Misa de Beatificación de la Madre María Inés Teresa, el 21 de abril del 2012. Basílica de Guadalupe. 11:00 horas.
“Jesús, que todos te conozcan y te amen, es la única recompensa que quiero”. Beata Madre María Inés Teresa.