VER | El ritmo acelerado de la vida moderna, hace que la gente se canse mucho y descanse poco. Vaciados hacia el exterior, la gente no tiene tiempo para cultivar su vida interior. Se levanta con la angustia de llegar a tiempo a la escuela, al trabajo o al compromiso que tiene. Se enfrenta al estrés del tráfico y al terminar su actividad, corre hacia el otro compromiso y así se pasa el día, hasta la noche en la que, frente al televisor, le roba horas al sueño, para al día siguiente volver a su activismo desenfrenado. Los días de la semana así pasan y el sábado y el domingo, sirve para llenarse también de actividades, porque, ya despersonalizados, se tiene miedo de entrar en el interior de uno mismo, para estar a solas consigo mismo. “Afortunadamente”, para seguir enajenándose, ahora existe el celular, la computadora y otras cosas más, además del antro, del cine y otros tipos de espectáculos y largas horas para ver, cuántas veces se quiera, la repetición del partido de futbol. Ciertamente, este tipo de comportamientos, generan y refuerzan todo tipo de neurosis, pues nos despersonalizan, ya que no hay tiempo para dialogar con los seres queridos, ni para interiorizar y reflexionar sobre la propia vida, ni mucho menos para hacer oración y dialogar con Dios. |
|
JUZGAR | ¡Vive la sensación!, ¡No pienses!, ¡No reflexiones!, ¡No ores! parecen ser los slogan de la vida moderna. Sin embargo, lo que nos personaliza y permite disfrutar la vida, no es el cúmulo de experiencias no asimiladas, sino la reflexión que hacemos de nuestra vida y la forma en que la planeamos. Las neurosis son un mal de nuestro tiempo y aparecen como una respuesta al estrés, por lo que pueden estar presentes en la vida de cada persona. Hoy el Señor Jesús, nos dice que Él nos aliviará y para ello nos invita a entrar en su descanso y a compartir nuestra vida con Él, pues su “yugo es llevadero y su carga ligera”. Jesús no sufre de estrés, Él es Paz y muy amablemente nos invita a tomar su yugo. Lo que en realidad nos está pidiendo es que: nos dejemos ayudar por Él. Nos dice que ante lo que nos aqueja, Él no nos deja solos, que quiere estar a nuestro lado. Jesús con su “yugo” se quiere unir a nosotros, para aligerar nuestra carga de pecado perdonándonos, y también quiere liberarnos de las consecuencias del pecado, como lo son el estrés, las neurosis y trastornos profundos de personalidad. Para liberarnos de ellas, Jesús mismo se nos da y se une a nosotros con “su yugo de paz, amor y perdón”. El Señor Jesús te invita a entrar en intimidad con Él, a hacer oración. “Vengan a Mí todos los que están cansados y agobiados, y Yo les aliviaré”. Ciertamente, la oración en cuanto proceso de reflexión e interiorización es valiosa por sí misma y te ayuda a relajarte, a conocerte mejor, pero la oración cristiana, es mucho más, pues te pone en diálogo amoroso, pues sabes que Dios te ama. Jesús dice: Vengan a Mí todos los que están cansados y agobiados y Yo les aliviaré. Ciertamente no necesitas estar cansado para ir a dialogar con Jesús, pero no estaría de más que cuando estés ante Él, te preguntaras a ti mismo(a) ¿cómo estás, cómo te sientes?, pues Él te quiere aliviar. En ocasiones, pretendemos engañarnos y engañar a los demás. Aunque se nos note en la cara que estamos preocupados, cuando alguien nos pregunta ¿qué te pasa, te puedo ayudar en algo?, decimos, “no, no me pasa nada” y no nos dejamos ayudar. Sin lugar a dudas que, Jesús sabe lo que nos pasa y respeta nuestra libertad, de tal manera que si no queremos compartir con Él, alguna pena o necesidad, respetará nuestra decisión, pero siempre estará en espera de que seamos sinceros con Él y que nos dejemos ayudar, para actuar Él en nosotros. Por eso, porque respeta nuestra libertad, no nos impone su ayuda, -“su yugo”-, sino que nos invita a que lo dejemos estar con nosotros, unidos a Él por el “yugo” de su “mansedumbre y humildad de corazón”. En el Adviento tener un corazón sereno, lleno de paz y amor, es una excelente manera de preparar la celebración del Nacimiento de Cristo. Sé sincero con Jesús, comparte con Él tus preocupaciones, déjate ayudar y sanar por Él. ¿Qué te tiene cansado, qué te agobia, qué te duele, qué necesitas, cuál es tu pecado, en qué y para qué necesitas su ayuda? Son algunas de las preguntas que te puedes hacer para compartir las respuestas con Jesús. Él no te juzga, te ama, te quiere escuchar, te quiere ayudar, te quiere sanar. Haz oración, únete a Jesús por el “yugo de su amor” y verás que muchas cosas en tu vida mejorarán, comenzando por la paz que sentirás en tu interior, la mayor tranquilidad que experimentarás y el orden que habrá en lo que haces. Tus relaciones humanas serán más gratificantes, experimentarás un bienestar físico, psicológico y espiritual y sobre todo, te experimentarás amado por Dios. Una amiga, y conozco muchas personas así, aún siendo ama de casa, me comenta: “Ahora veo menos televisión y me he organizado mejor. A lo largo del día me doy tres oportunidades de hacer oración y cuando ya se va acercando el tiempo, me apresuro a terminar lo que estoy haciendo, para estar a punto a la cita con mi Señor Jesús”. Algo similar he escuchado de parte de algunos amigos varones. |