lunes, 16 de enero de 2012

2ª PALABRA. lunes

Hoy estarás Conmigo en el Paraíso.

Mons. Pedro Agustín Rivera Díaz.

Si te es posible haz esta oración de contemplación ante Jesús Eucaristía, expuesto o en el sagrario, o ante un crucifijo, o en el lugar que puedas. Persevera cada día y te aseguro que irás experimentando, cada vez más, la presencia de Dios en tu vida.
Por la señal de la santa Cruz… Padre Nuestro… Ave María… Gloria…
Ven Espíritu Santo y lléname con tu amor. Purifícame, renuévame, sáname y santifícame. Ilumina mi entendimiento para buscar y encontrar la Verdad. Orienta mis motivaciones hacia la Gloria del Padre y el bien de mis hermanos para que mis intereses sean los de Jesús. Fortalece mi voluntad para rechazar el mal y perseverar haciendo el bien. Amén.
 
PETICIÓN INICIAL: Señor Jesús, al meditar y contemplar las Palabras que dijiste en la Cruz, concédeme recibir el regalo de tu amor y el gozo de ser tuyo(a), en Ti confío. Gracias por tu perdón y por darme a la Virgen María como Madre. Te pido que me des la fortaleza y la Gracia de la Perseverancia Final, abandonándome, cada día, en los brazos amorosos de nuestro Padre Dios, yrecibiendo al Espíritu Santo en mi ser. Amén.
 
LECTURA
Hoy estarás Conmigo en el Paraíso (Lc 23 43)Jesús es crucificado en medio de dos ladrones. Jesucristo se hace semejante a nosotros en todo, menos en el pecado. Crucificado en medio de dos ladrones comparte toda situación humana, incluso las que están llenas de dolor, no sólo por causas naturales o la injusticia, sino también las que se viven como consecuencia de los propios errores o pecados. A uno de los ladrones le resulta imposible reconocer y experimentar el amor de Dios, quizá porque está lleno de dolor, de orgullo, de resentimiento o de pecado. El otro, más humilde, reconociéndose pecador, arrepentido de sus delitos, humildemente abre su corazón a la Divina Misericordia y alcanza no sólo el consuelo de saber que Dios le ama, que no lo rechaza, ni lo deja sólo, sino que le perdona y le ofrece la Vida Eterna. El Señor Jesús hace una promesa al buen ladrón y no es una oferta para un tiempo indeterminado, sino para el presente, es decir para “hoy”.
 
MEDITACIÓN
Yo soy de Jesús porque Él me ha comprado para Dios, con el precio de su preciosa sangre derramada en la Cruz (cf. Hech 20,28). Él es mío, no por mis méritos o porque yo tenga alguna especial cualidad para tenerlo, sino porque Él libremente se me da. Él es mío porque yo le abro mi corazón y en él se queda. Jesús pone su morada en mí, “hoy”: “Mira que estoy a la puerta de tu corazón y llamo, si me abres entraré y cenaré contigo y tú conmigo” (cf. Ap 3,20).
Si yo me acerco a Jesús y lo dejo entrar en mi vida, debo saber que gozaré del Paraíso en la vida futura, pero también debo reconocer que “la promesa es para hoy”. Debo confiar en que si me entrego generosamente a Jesucristo, Él vendrá a mí y pondrá su morada en mí, “hoy”. Por eso debo tener un fuerte anhelo por la vida de la Gracia, que es un anticipo del Cielo.
Mi confianza en Jesús se basa en su Misericordia Divina y no en mis méritos o cualidades, porque incluso, alguien puede estar en una situación difícil como consecuencia del error humano o de sus faltas, como por ejemplo, un enfermo de SIDA y sin embargo, Dios que no hace acepción de personas, está a su lado, le acompaña, le ofrece: su perdón, una vida nueva para “hoy” y la Vida Eterna.
El Papa Benedicto XVI ha afirmado que el Reino de Dios está en el corazón de los santos.
En la medida que anhelo hacer la voluntad de Dios, anticipo el Paraíso en mi corazón, hago presente el Cielo en aquellos a los que sirvo y construyo el Reino de Dios aquí en la tierra.
¿Qué es el Cielo, qué es el Paraíso? sino la presencia de Dios y la visión beatífica de Él. Anticipar el Cielo en la tierra es ponerme bajo la mirada amorosa de Jesús y experimentar que Él me ama y yo le amo a Él.
“El hoy de Jesús” es precisamente “el hoy de mi vida”. El pasado ya no existe, el futuro lo tendré que construir. El “hoy de Jesús”, me lleva a dejar mi pasado con mis pecados, odios y rencores, así como con mis fracasos y banalidades. El “hoy de Jesús” también me lleva a no tener miedos o temores con respecto a mi futuro. El “hoy de Jesucristo” me reta a vivir confiado(a), “hoy y siempre”, en su amor.
 
ORACIÓN
Gracias, Jesús, porque “tu promesa es para hoy”, concédeme, “hoy y cada día”, la Gracia de reconocer que te pertenezco y me perteneces; para vivir constantemente agradecido en tu presencia, disfrutando del gran tesoro, que eres Tú, a Quién llevo en la vasija de barro que es mí ser. Concédeme que te tenga en el centro de mi corazón y desde ahí celebre y alabe tu presencia, que me hace pertenecerte a Ti, de tal manera que en todo busque alabarte, amarte y adorarte. Señor, concédeme experimentar y decir “hoy y cada día”: Jesús, yo soy tuyo(a), Jesús, Tú eres mío.
 
CONTEMPLACIÓN: Este es el momento más importante. Guarda unos momentos de silencio, cierra tus ojos, respira profundamente, repite varias veces y de manera pausada, el nombre de Jesús o la jaculatoria de este día. Deja que el amor de Dios inunde tu ser. Reflexiona sobre lo que has meditado, dejándote guiar por el Espíritu Santo, como la Virgen María que todo lo guardaba en su corazón (Lc 2,19). Hazte un propósito y esfuérzate por cumplirlo hoy. Concluye este momento de contemplación de la siguiente manera o de la forma que acostumbres hacerlo.
 
ACCIÓN
Haz un compromiso para este día y en la noche evalúa cómo y de qué forma lo cumpliste.
Por amor a Jesucristo hoy… ____________________
 
COMENTARIOS PERSONALES
 
 
 
Concluye tu meditación diaria haciendo la señal de Cruz sobre ti: En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

Contigo en la fe

"Contigo en la fe" es un nuevo espacio de evangelización, en el que tú y yo iremos trazando caminos que nos guíen a la santidad. Escucha estas audiocápsulas y hazme llegar tus comentarios a evangelizarorando@yahoo.com.mx, además compártelas con tus familiares y amigos.

Da click en el enlace:

http://www.ivoox.com/contigo-fe-audios-mp3_rf_990978_1.html

1ª PALABRA. domingo


Tengo sed.

Mons. Pedro Agustín Rivera Díaz.

Si te es posible haz esta oración de contemplación ante Jesús Eucaristía, expuesto o en el sagrario, o ante un crucifijo, o en el lugar que puedas. Persevera cada día y te aseguro que irás experimentando, cada vez más, la presencia de Dios en tu vida.
Por la señal de la santa Cruz… Padre Nuestro… Ave María… Gloria…
Ven Espíritu Santo y lléname con tu amor. Purifícame, renuévame, sáname y santifícame. Ilumina mi entendimiento para buscar y encontrar la Verdad. Orienta mis motivaciones hacia la Gloria del Padre y el bien de mis hermanos para que mis intereses sean los de Jesús. Fortalece mi voluntad para rechazar el mal y perseverar haciendo el bien. Amén.
 
PETICIÓN INICIAL: Señor Jesús, al meditar y contemplar las Palabras que dijiste en la Cruz, concédeme recibir el regalo de tu amor y el gozo de ser tuyo(a), en Ti confío. Gracias por tu perdón y por darme a la Virgen María como Madre. Te pido que me des la fortaleza y la Gracia de la Perseverancia Final, abandonándome, cada día, en los brazos amorosos de nuestro Padre Dios, yrecibiendo al Espíritu Santo en mi ser. Amén.
LECTURA
Tengo sed (Jn 19, 28). El Señor Jesús no habla sólo de una sed física, sino de la sed que tiene de mí y de la salvación de todos los hombres; no sólo para la Vida Eterna, sino también para darnos vida en abundancia, a los que en esta vida tenemos conocimiento de Él.
La expresión “tengo sed” es una declaración de su amor por mí y por la humanidad entera. Esta expresión, muchos santos la entendieron como “Tengo sed de almas” y sintieron que tenían que responder a Jesús, entregando su propia vida y trabajando para llevarle muchas almas. El primero en sentir este anhelo y explicitarlo fue san Pablo, quien aseguró que se desgastaría “por la salvación de las almas” (2Cor 12,15). Este compromiso en el apóstol, lo entendemos mejor, porque refiriéndose a Jesucristo, él afirma: “me amó y se entregó por mí” (Gal 2, 20c).
Madre Teresa de Calcuta hizo del “tengo sed” de Jesús, el centro de su espiritualidad. Ella amó a Jesús y en cada persona veía que le decía “tengo sed de ser amado”. Ella Lo amó en todos y en particular, entre los pobres…, en el más pobre.
Madre María Inés Teresa Arias, vivió y expreso esta “sed”, de diversas maneras y la dejó plasmada en frases como: “Comprar almas para Dios”… “Si no es para salvar almas, no vale la pena vivir”… y sobre todo en su oración: “Padre me pongo en tus manos, pero dame almas, muchas almas, infinitas almas…”
MEDITACIÓN
Ante el amor de Jesús, yo debo responder con amor; debo “tener sed de Él” y debo dejar que en mi corazón, el anhelo misionero surja y se consolide, para “comprar muchas almas para Él”. Tengo que ser consciente que “Jesús tiene sed de mí” y que yo puedo “saciar esa sed” entregándome totalmente a Él.
Experimentando el amor que Jesucristo me manifiesta, especialmente en la Cruz, debo responderle generosamente: amándolo y teniendo “sed de almas” para llevarlas a Dios.
De “la sed”, que Jesús tiene por nosotros, surgen la paz y la fortaleza interior para que, unidos a Él y movidos por el Espíritu Santo, “compremos almas para Dios”.
La “sed de almas” no se refiere solo a la salvación de la dimensión espiritual del ser humano o de “liberar” o “sacar” almas del purgatorio, sino que se refiere también al esfuerzo, unido a Jesucristo que, libera del pecado y sus consecuencias, a “todo el hombre y a todos los hombres” propiciando su desarrollo integral (cf. BENEDICTO XVI. Caritas in veritate. Nos. 8 y 18, 29-jun-2009). Por lo mismo el compromiso misionero por “la salvación de las almas” comprende a la persona y a la sociedad y me compromete a construir el Reino de Dios en medio de las estructuras sociales.
Ciertamente, el impulso misionero y social del “sed de almas” ha de traducirse en obras de misericordia que atiendan las necesidades de los más pobres, de los marginados y excluidos, y también han de motivar a llevar el mensaje y el amor de Jesucristo, a ámbitos más amplios como el de los medios de comunicación social, de la educación, del trabajo, de la economía, de la política, de los derechos humanos, etc.
Lo anterior s es posible bajo la guía de la Doctrina Social de la Iglesia y con la fuerza del amor de Dios, que es el Espíritu Santo.
ORACIÓN
Señor Jesús, por el amor del Espíritu Santo que se derrama en mi corazón: en Ti, quiero unirme al Padre y trabajar en la misión apostólica de mis hermanos en la Iglesia.
Señor mío, Jesucristo, concédeme tener “sed de Ti”, para que te busque y te encuentre y “sacie tu sed de mí” y “sacie mi sed de Ti”. Concédeme reconocerte y amarte en todos mis hermanos. Dame “tu sed”, para que trabaje por la “salvación de las almas” y lleve a muchos de mis hermanos hasta Ti.
Señor, quiero ser tu misionero. Con la fuerza de tu Espíritu, quiero hacer mías las palabras de san Pablo “¡ay de mí, sino evangelizara!” (1Cor 9,16) y porque quiero saciar tu “sed de almas”. Como tantos santos, quiero evangelizar y construir tu Reino, “a tiempo y a destiempo” (2Tim 4,2).
Señor dame tu Espíritu Santo. Tú lo puedes todo, yo sin Ti, no puedo nada.
Jesús, concédeme siempre experimentar tu amor y “tener sed de Ti”. Sacia “mi sed de Ti” y concédeme acercar a muchos de mis hermanos para “saciar tu sed”, procurando como única recompensa que todos te conozcan y te amen.
 
CONTEMPLACIÓN: Este es el momento más importante. Guarda unos momentos de silencio, cierra tus ojos, respira profundamente, repite varias veces y de manera pausada, el nombre de Jesús o la jaculatoria de este día. Deja que el amor de Dios inunde tu ser. Reflexiona sobre lo que has meditado, dejándote guiar por el Espíritu Santo, como la Virgen María que todo lo guardaba en su corazón (Lc 2,19). Hazte un propósito y esfuérzate por cumplirlo hoy. Concluye este momento de contemplación de la siguiente manera o de la forma que acostumbres hacerlo.
 
ACCIÓN
a.- IRÉ A MISA: Es Domingo, Día del Señor. Él me ama y me espera, yo gozoso iré a su encuentro y comulgaré de su Cuerpo y de su Sangre, para ser todo(a) uno(a) con Él.
b.- Haz un compromiso para este día y en la noche evalúa cómo y de qué forma lo cumpliste.
 
Por amor a Jesucristo hoy… ____________________

COMENTARIOS PERSONALES
 
 
 
 
Concluye tu oración contemplativa diaria haciendo la señal de Cruz sobre ti: En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.