martes, 30 de agosto de 2011

Meditación del Evangelio del 30 de agosto del 2011


11-08-30. Martes XXII.
Lc 4,31-37.

El cristiano exorciza el mal

Mons. Pedro Agustín Rivera Díaz

LEER: La liturgia de la Palabra de la Misa, nos invita a meditar el Evangelio según san Lucas. El texto de hoy nos presenta a Jesús enseñando en la Sinagoga de Cafarnaún, quien manifiesta su poder sobre el maligno al liberar a un endemoniado. A partir de la predicación de Jesús y de sus obras, la fama de Jesús se extiende por la comarca y todos se comentan el poder de su Palabra, que no sólo expulsa demonios sino que también toca corazones y lleva a la gente a la conversión de sus estilos equivocados de vivir.

Al final aparece el texto bíblico para quien lo quiera consultar

MEDITAR: El término exorcizar, según su etimología, significa romper un juramento o liberar al que está cautivo. En el sentido religioso se entiende como la expulsión de demonios y es un ministerio exclusivo de los obispos, quienes los pueden delegar en sacerdotes o laicos debidamente formados y autorizados para este servicio. Nadie, sin estas cualidades, debe de intentar hacer exorcismos. En nuestra reflexión de hoy, no nos detendremos en este tipo de exorcismos.

De manera más amplia, podemos decir, que por la gracia bautismal, el católico que se esfuerza en hacer vida las enseñanzas de Jesucristo, exorciza al mundo con su ejemplo y trabajando por la instauración del Reino de Dios en todos los ambientes. Donde Cristo reina, el demonio es expulsado y el mal es vencido. Así, por ejemplo en donde se vive de acuerdo a los valores que emanan del Evangelio, se expulsa la mentira con la verdad, el odio con el amor, el egoísmo con el servicio, la impureza con la castidad. El cristiano exorciza al mundo cuando evangeliza con su palabra, con su testimonio y genera estructuras que son evangelizadoras.

Evangelizar no es sólo recibir y memorizar una serie de conceptos, evangelizar es recibir a Jesús, es dejar que Él reine en mí y trabajar para que su Reino llegue a todos los ambientes donde realizo mi vida, transformando a las personas y a las estructuras sociales que el hombre construye.

ORAR: Señor quiero que reines totalmente en mí, me doy cuenta que hay todavía áreas de mi vida que no te he entregado y en las que gobierno yo o un vicio, que me domina. Derrama tu Espíritu en mi corazón, quiero que tu Palabra resuene y viva con todo su poder en mí. Jesús, reina en mi familia, aún hay muchas cosas que mejorar en nuestras relaciones. Jesús reina en mi edificio, calle, colonia y ciudad. Haz de mí un apóstol tuyo, que no sea indiferente ante el mal que me rodea, que no me deje apabullar por él, sino que con el poder de tu palabra sea un factor de cambio para mejorar nuestra convivencia y sobre todo para que sean más los que te conozca y te amen y así se establezca tu reinado de amor en el mundo entero.

CONTEMPLAR: En un reino, quien gobierna es el rey, si otro pretende gobernar es un usurpador. En el Reino de Dios, quien gobierna es Él y siendo Él Amor, el Reinado de Dios se establece en la vida del hombre y de la mujer, que abren su mente y su corazón al Amor, a la Verdad y a la Justicia que proceden de Dios, por lo que la persona se libera de lo que le ata y le impide ser feliz y tener Paz.

Quien vive según sus apetencias y no según la Palabra de Dios, aunque estuviera bautizado, está preso y bajo el dominio de un usurpador, por lo que en su corazón no hay amor, sino resentimiento y odio, vive en la mentira y el error, es injusto en sus juicios y en su actuar, vive oprimido por sus traumas y complejos, vive triste y angustiado y no tiene paz en su corazón. Dice san Pablo que hemos sido llamados a vivir en libertad y no en la esclavitud que se manifiesta en: “fornicación, impureza y libertinaje, idolatría y superstición, enemistades y peleas, rivalidades y violencias, ambiciones y discordias, sectarismos, disensiones y envidias, ebriedades y orgías, y todos los excesos de esta naturaleza” (cf. Gal 5, 13. 19-21).

Cuando esta usurpación ocurre en una persona, puede llegar a su familia y de ahí extenderse a su comunidad y poco a poco a la sociedad y consolidarse como una estructura de pecado social. Este proceso lo podemos constatar en la vida de algunos de los criminales que han sido atrapados: iniciaron individualmente, después en grupo y llegaron a formar parte de bandas organizadas que extienden sus redes y se consolidan como sólidas estructuras del crimen. Esto también lo vemos en algunas calles o colonias de nuestras ciudades. Un padre de familia golpeador, que agrede a sus hijos, quienes hacen a su familia el terror de la calle donde viven, por lo que pronto algunas otras personas se alían a ellos, incluso como un sistema de defensa, y en poco tiempo la calle o la misma colonia, se convierte en un nido de delincuentes en donde ni la policía entra.

El mal es carencia del bien. Dejar que Dios reine en mi corazón es permitir que el Rey llene las carencias que existen en mi vida y que el mal en mí sea exorcizado por su Amor, de tal forma que renovado(a) en Jesucristo, tenga una nueva visión de la realidad y convertido hacia Él, sea un factor de cambio: un evangelizador en mi familia y en las estructuras donde no está Dios.

Jesucristo exorciza (expulsa el mal) de nuestro corazón, de nuestra familia, de nuestra sociedad, cuando dejamos que su Palabra habite en nosotros con todo su poder. Nosotros exorcizamos el mal de nuestra vida cuando abrimos nuestro corazón a Jesús y lo llevamos con nuestras palabras y obras a nuestros ambientes. Jesucristo nos libera para que liberemos, Jesús nos evangeliza para que evangelicemos. La presencia de Jesús en nuestras vidas se traduce en “amor, alegría y paz, magnanimidad, afabilidad, bondad y confianza, mansedumbre y temperancia”. (Gal 5, 22-23).

El mundo necesita de testigos del Evangelio, ahí donde un(a) cristiano(a), que deja el amor de Dios esté en su corazón, es factor de conversión en su familia y de otras familias, por lo que, aún los ambientes más negativos pueden ser transformados. Un elemento fundamental de la evangelización son las parroquias, ahí donde las familias cristianas nos unimos en comunidad y formamos la Iglesia, familia de familias, comunidad de familias en el Reino de Dios.

ACTUAR: Hoy haré una revisión de mi vida y de mis relaciones familiares, pidiendo a Jesús que reine en nosotros.
Me acercaré a confesarme –para que Jesús reine más en mí-.
Hoy procuraré hacer un plan para acercar más personas a Dios:
+ Les compartiré esta homilía
+ o les invitaré a rezar juntos
+ u organizaré una fiesta muy original: les diré que les invito a Misa porque la he ofrecido por ellos. (Por ejemplo el 5 de septiembre es día del hermano -en honor a Madre Teresa de Calcuta-. El 8 de septiembre nos uniremos en oración ante Jesús Eucaristía para pedir por la reconciliación y la paz en México)
+ Anota alguna otra iniciativa: _____________________________________

Que todos te conozcan y te amen es la única recompensa que quiero. M. María Inés Teresa Arias.

Seguimos el esquema de la Lectio Divina: Leer, meditar, orar, contemplar y actuar.
Leer, es escuchar la Palabra de Dios y ponerla en contexto.
Meditar es reflexionar sobre lo que el texto bíblico me dice.
Orar: Es responder a la Palabra, qué le digo a Dios: es petición, intercesión, agradecimiento, alabanza, etc.
Contemplar el reto de llegar a la conversión de la mente, del corazón y de la vida, según el Corazón de Cristo.
Actuar, es mi compromiso por hacer vida la Palabra de Dios.

Del santo Evangelio según san Lucas (4,31-37): En aquel tiempo, Jesús bajó a Cafarnaún, ciudad de Galilea, y los sábados enseñaba a la gente. Se quedaban asombrados de su doctrina, porque hablaba con autoridad. Había en la sinagoga un hombre que tenía un demonio inmundo, y se puso a gritar a voces: «¿Qué quieres de nosotros, Jesús Nazareno? ¿Has venido a acabar con nosotros? Sé quién eres: el Santo de Dios.» Jesús le intimó: «¡Cierra la boca y sal!» El demonio tiró al hombre por tierra en medio de la gente, pero salió sin hacerle daño. Todos comentaban estupefactos: «¿Qué tiene su palabra? Da órdenes con autoridad y poder a los espíritus inmundos, y salen.» Noticias de él iban llegando a todos los lugares de la comarca.