jueves, 22 de diciembre de 2011

Meditación del 22 de diciembre del 2011

11-12-22. Jueves 4ª Semana de Adviento.

ABRIR EL CORAZÓN A LA ACCIÓN DEL ESPÍRITU SANTO

Mons. Pedro Agustín Rivera Díaz

Evangelio: Lucas 1,46-56: En aquel tiempo, María dijo: "Proclama mi alma la grandeza del Señor, se alegra mi espíritu en Dios, mi Salvador; porque ha mirado la humillación de su esclava. Desde ahora me felicitarán todas las generaciones, porque el Poderoso ha hecho obras grandes por mí: su nombre es santo, y su misericordia llega a sus fieles de generación en generación. Él hace proezas con su brazo: dispersa a los soberbios de corazón, derriba del trono a los poderosos y enaltece a los humildes, a los hambrientos los colma de bienes y a los ricos los despide vacíos. Auxilia a Israel, su siervo, acordándose de la misericordia -como lo había prometido a nuestros padres- en favor de Abrahán y su descendencia por siempre." María se quedó con Isabel unos tres meses y después volvió a su casa.

I.- ENSEÑANZA BREVE: Cuando la Virgen María, expresa este bello cántico evangélico, no está pasando por uno de sus mejores momentos, como tampoco lo fue el tener que viajar embarazada a Belén o tener que huir a Egipto o ver morir a su Hijo en Cruz. Sin embargo, san Lucas nos muestra a la Virgen María en oración expresando su alegría. ¿Cuál es el motivo de su alegría?: La presencia del Señor y es fruto de la acción del Espíritu Santo en su corazón. La Navidad es tiempo de alegría porque nos invita a celebrar el día en que Jesús llegó al mundo y por lo mismo es la invitación para que dejemos que la alegría de la Navidad permanezca en nosotros, todos los días de nuestra vida, aún en medio de las dificultades que se nos pudieran presentar. Esto es posible si dejamos que el Espíritu Santo actué cada día en nuestro corazón.

II.- VER - JUZGAR – ORAR - ACTUAR
VER
El mundo nos presenta a diario y a cada momento motivos para estar tristes, la carestía, la corrupción, la inseguridad, la violencia, etc. y además de los motivos personales que cada uno pudiera tener para estar triste: la pérdida de un ser querido o del trabajo, el salario que no alcanza, el cobrador tocando a la puerta, la persona que nos dejó, la persona a la que traicionamos, etc.
Ciertamente en el mundo también encontramos motivos para estar alegres: el concierto de algún artista, la película de estreno o la canción de moda, lo mismo que una boda cercana, el nacimiento de un nuevo miembro de la familia, etc. Estos acontecimientos, entrelazados en nuestro diario vivir, nos dejan la impresión de que es inútil quedarse en el dolor o la tristeza del pasado y que es vano poner nuestra alegría en lo que es transitorio, pues tanto la tristeza como la alegría son efímeras y parecería que lo único que nos queda es la frustración de ver que todo acaba con la muerte.

JUZGAR
Celebrar la Navidad, no es quedarse en lo transitorio de los regalos o de la cena, es abrir el corazón a la acción del Espíritu Santo, y dejarse guiar por Él, para experimentar la íntima alegría de la Virgen María, que le lleva a decir en todo momento: “se alegra mi espíritu en Dios, mi Salvador”.
La Navidad es recordar la pobreza del pesebre, el dolor de la Cruz, el vencimiento de la muerte y la superación del dolor por la acción del Espíritu Santo y la Resurrección de Jesús.
La actitud alegre de la Virgen María y del creyente, tiene un horizonte que va más allá de lo transitorio y de la muerte, pues se sustenta en Dios, que amándonos, se hace hombre, padece las vicisitudes humanas y se sobrepone a ellas. Jesús nunca se da por vencido en su decisión de amar. Jesús supera la maldad humana que lo rechaza, lo persigue y lo clava en la Cruz y se pone por encima de las limitaciones de la condición humana, que asume desde su Encarnación. Esto lo hace con su testimonio alegre, con su entrega libre, por su unión filial con su Padre Dios,
La vida del Señor Jesús, aún antes de nacer no fue fácil. En medio de dificultades, contrariedades y malos entendidos, siempre amó e hizo presente el amor de Dios. Los problemas de su vida: pobreza, marginación, persecución, intención de matarlo, desprecio, discriminación, injusticia, no fueron obstáculo para que amara, al contrario son el contraste que manifiesta en Él, la acción del Espíritu Santo. Jesús, al hacerse hombre, asume la debilidad humana y la supera. ¿Cuál fue la fuente de su fortaleza?: el amor. El amor a su Padre Dios y el amor a su hermano el hombre. Humanamente hablando, el testimonio de Jesús nos anima por su solidaridad con los que sufren y están desamparados. Jesús, verdadero Dios y verdadero hombre, no es un héroe, no es un estoico, es un hombre que ama, que acepta su misión y la realiza en unión con su Padre Dios. Jesús es Dios, que se abaja y se humana, porque ama y se solidariza con su hermano: el hombre.
La alegría que Jesús suscita en aquellos que lo rodean, no brota de su valor ante el dolor y las adversidades, sino por su amor solidario con el prójimo, con nosotros. La alegría que Él da a quienes creen en Él proviene, no sólo de razones o sentimientos humanos, sino del Espíritu Santo.
María, se alegra en medio de inmensas dificultades, porque más allá de lo transitorio, está el Espíritu de Dios, que la fortalece, la anima y le lleva a decir: “se alegra mi espíritu en Dios, mi Salvador.
La Navidad es abrir nuestro corazón a la acción del Espíritu Santo, es dejar que Jesús nazca en todos los acontecimientos de nuestra vida, en los alegres y también en los tristes, para que por encima de la alegría o tristeza transitoria, siempre podamos decir: “se alegra mi espíritu en Dios, mi Salvador.
ORAR
Posada   22 dic.- ESPÍRITU SANTO DERRÁMATE EN MI CORAZÓN. Espíritu Santo que eres el amor del Padre al Hijo y del Hijo al Padre, Quien participando con Ellos en la creación, te derramas en los corazones de todos los fieles: en esta Navidad y siempre, infunde tu aliento en mí, para que experimentando tu presencia, te ame en unidad con el Padre y el Hijo, y recibiéndote a Ti, fortalecido por tu amor, ame y sirva a mis hermanos en Ti. Gracias Espíritu Santo, por amarme. Haz mi corazón, semejante al de Cristo.
ACTUAR
Al hacer mi examen de conciencia, pondré atención a los momentos tristes o desafortunados que he vivido en este año y a lo largo de mi vida y le daré gracias a Dios por ellos y le pediré que derrame la gracia de su Espíritu Santo, para que sane las heridas de mi corazón y me dé la fuerza de su amor, para poder decir siempre, en los momentos alegres y en los más difíciles: “se alegra mi espíritu en Dios, mi Salvador".

Para hacer llegar algún comentario, puedes escribir a evangelizarorando@yahoo.com.mx
“Que todos te conozcan y te amen es la única recompensa que quiero”. Madre María Inés Teresa (Beatificación 21-abril-2012)