YO SOY DE CRISTO REY
Mons. Pedro Agustín Rivera Díaz
Evangelio del domingo 24 de Noviembre del 2013.
FIESTA DE CRISTO REY
Evangelio: Lucas 23, 35-43. En aquel tiempo, las
autoridades hacían muecas a Jesús, diciendo:
"A otros ha salvado; que se salve a sí mismo, si Él es el Mesías de Dios,
el Elegido." Se burlaban de Él también los soldados, ofreciéndole vinagre
y diciendo: "Si eres Tú el Rey de los Judíos, sálvate a Ti mismo."
Había encima un letrero en escritura griega, latina y hebrea: "Éste es el
Rey de los Judíos." Uno de los malhechores crucificados lo insultaba,
diciendo: "¿No eres Tú el Mesías? Sálvate a Ti mismo y a nosotros."
Pero el otro lo increpaba: "¿Ni siquiera temes tú a Dios, estando en el
mismo suplicio? Y lo nuestro es justo, porque recibirnos el pago de lo que
hicimos; en cambio, éste no ha faltado en nada." Y decía: "Jesús,
acuérdate de mí cuando llegues a tu Reino." Jesús le respondió: "Te
lo aseguro: hoy estarás Conmigo en el paraíso."
LECTURA: Lee, pausadamente, una o dos veces el
texto del Evangelio, haz un poco de silencio interior, cierra los ojos y
visualiza a los personajes y piensa que te dice a ti, personalmente, la Palabra
de Dios.
MEDITACIÓN. Jesús, la muchedumbre y los dos
ladrones, crucificados al lado del Señor, son los personajes principales. Dos
veces le dicen a Jesús, “sálvate a Ti mismo”. Al “ladrón arrepentido, en ese
instante le dará la salvación.
ORACIÓN: Guardo silencio, reflexiono sobre lo
que medité y hago mi oración propia, lo que sigue sólo es una guía: Señor Jesús,
la salvación que Tú me das, no es sólo para cuando yo muera, cuando me
introduzcas de pleno en la vida Eterna, sino que también es salvación para mi
hoy, para este día. Cada día, Tú me das la Vida Nueva. Para recibirla, el
requisito es no quedarme quejando de todo, culpar a otros o culparme a mí de lo
que pasa, sino mirarte a Ti y decirte, “acuérdate de mí”, perdona mis pecados;
fortaléceme, ilumina mi inteligencia, dame tu paz. Eso basta para que tu amor
redentor me cubra con tu mirada y pueda escuchar que me dices “hoy y siempre
estás conmigo”. ¡Qué alegría, Señor, reconocer tu presencia; qué felicidad y
paz me da reconocer que estás junto a mí!
CONTEMPLACIÓN: Jesucristo, verdadero Dios y
verdadero hombre se nos da todo Él, para que tengamos vida en Él. Él es el
centro de todo cuanto existe y ciertamente las cosas, las plantas y los
animales no tienen conciencia de ello, solo el hombre, creado a imagen de Dios
es consciente de su existir. Jesucristo es el centro de la humanidad entera y
de cada hombre. Muchos ignoran esta verdad. Jesús es el centro de la Iglesia y
de cada bautizado y hay quienes viven como si Él no los hubiera redimido. Jesús
es el centro de todos aquellos que lo reconocen como Rey y Señor y se dejan
amar por Él y lo aman y lo dan a conocer y amar. ¿En qué categoría me sitúo yo?
El llamado “buen ladrón” reconoció la dignidad
de Jesucristo y su propia miseria y la de todos los que estaban alrededor de
Jesús. Ellos tenían el poder, la fama, el placer, el dinero, el pecado, la
injusticia y el odio. Jesús tenía el amor, el perdón, la libertad, la paz. Y
este Señor de Señores, este rey de Reyes, el justo e inocente por antonomasia;
estaba al lado del “buen ladrón”, a la altura de su rostro. Lo podía ver, lo
podía escuchar y se dejó amar por Él. Por eso, ante la mirada pura y amorosa de
Jesús, el “buen ladrón” reconoció que no podía quedarse como estaba, lleno de
cuestionamientos y de rencores, lleno de superficialidades y banalidades, por
eso, porque no se sintió juzgado ni rechazado, sino amado, al dirigirse a
nuestro Señor, le dirá “acuérdate de mí”, y en una visión que trasciende su
paso por esta vida, añadirá “cuando estés en tu Reino”.
La respuesta que recibe el “buen ladrón”, nunca
la imaginó, incluso podría haber pensado que dado su condición pecadora no
sería escuchado; pero estaba equivocado. Dios oye la oración de todos,
especialmente la del que sufre o tiene un corazón arrepentido. Por eso la
respuesta de Jesús, en ese instante cambiará la vida del “buen ladrón”, quien
en ese momento recibe la Vida Nueva, que le da paz, en espera de su muerte,
pues sabe que también recibirá la Vida Eterna.
¿Cuáles fueron las palabras que el Señor Jesús
le dijo a este hombre que había sido condenado por sus delitos: “Hoy estarás
conmigo en el Paraíso”. La salvación que Jesús da al mundo, no es sólo para
cuando muramos, sino para nuestro “aquí y ahora”. La presencia redentora de
Jesús nos da la Vida Nueva, que nos da paz y felicidad, frutos de la seguridad
de saber que Él nos ama y nos perdona, y que está siempre a nuestro lado, tanto
en los momentos alegres, como en los difíciles.
En la medida en que haga conciencia de la presencia
de Jesucristo, en mi vida personal, familiar, social y el mundo entero, podre
participar de la alegría de estar ya, cada día y a cada instante, en el
“paraíso con Jesús”.
Gozoso de la presencia de Jesús en mi vida y
reconociendo su amor redentor, en todo instante procuraré contemplar su rostro
y estar atento a sus palabras. Una y mil veces le diré: Jesús “acuérdate de
mí”, seguro que una y mil veces escucharé su respuesta llena de amor “hoy
estarás conmigo en el paraíso” y ¿qué es el paraíso? sino ¡la gozosa certeza de
estar en el corazón amoroso de Jesús! Jesucristo, con su encarnación, muerte y
resurrección se nos da para que seamos de Él, la aceptarlo en mi corazón Él es
mío y yo soy de Él, por eso, lleno de júbilo, hoy y siempre proclamaré que ¡YO
SOY DE CRISTO REY!
ACCIÓN: Para estar constantemente en la
presencia de Jesús, tengo que acostumbrarme a buscarlo donde Él está: en la
Sagrada Escritura, en la Eucaristía, en la Confesión, en la oración, en el amor
al hermano, en el esfuerzo diario de la vida. Para sensibilizarme de esta
realidad, reforzaré mis encuentros con Él en la Misa Dominical, en las diversas
acciones de servicio y la oración del Rosario, la Coronilla y en las
consagraciones a la Virgen María, al Sagrado Corazón de Jesús o a Cristo Rey,
etc.
Si quieres puedes consagrarte a Cristo Rey con la
siguiente oración o alguna otra:
Cristo Jesús, te reconozco como Rey del Universo,
pues por Ti, en Ti y para Ti ha sido creado todo cuanto existe. Consciente de
esta realidad y de que me has redimido, libremente te entrego cuanto tengo y
cuanto soy, y te declaro mi Rey y Señor; por lo que renovando mis promesas
bautismales, también renuncio a Satanás, a todas sus seducciones y a todas sus
obras. Prometo esforzarme en vivir como buen cristiano, a estar atento a las
necesidades de mis hermanos, especialmente de los más desvalidos y como
discípulo y misionero, a trabajar, en comunión con la Iglesia Católica, por la
instauración de tu Reino de amor, en el corazón de los hombres, de las
familias, de México y del mundo entero, para que vivamos en la justicia y la
paz y podamos alcanzar la Vida Nueva y la Eterna que Tú nos das. ¡Viva Cristo,
mi Rey! ¡Viva Cristo, nuestro Rey! ¡Viva Cristo Rey! ¡Viva Cristo Rey! ¡Viva
Cristo Rey!
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evangelizarorando@yahoo.com.mx