martes, 26 de noviembre de 2013

COMPARTE LA ALEGRÍA DEL EVANGELIO


COMPARTE LA ALEGRÍA DEL EVANGELIO
Mons. Pedro Agustín Rivera Díaz

Ya se publicó, el 26 de noviembre, la primera Exhortación apostólica del Papa Francisco, cuyo nombre es Evangelii Gaudium (La alegría del Evangelio). De manera sencilla y directa, según su estilo, el Papa nos instruye e invita a todos a reflexionar y a participar en la acción evangelizadora de la Iglesia.


“La alegría del Evangelio llena el corazón y la vida entera de los que se encuentran con Jesús” afirma el Papa Francisco en la Exhortación apostólica “Evangelii Gaudium".

Habiendo concluido el Año de la Fe, como fruto de la reflexión hecha y respuesta a la acción del Espíritu Santo, todos debemos vivir y compartir nuestra fe con entusiasmo y alegría. Para auxiliarnos en esta misión, Dios, a través del Papa Francisco nos hace un precioso regalo, que debemos leer cuidadosamente y profundizarlo como discípulos para compartir el Evangelio como apóstoles.

La Evangelii Gadium, debe de convertirse en un libro de cabecera al que podamos acudir para fortalecer nuestro entusiasmo en el trabajo evangelizador que brota del encuentro con Jesucristo en la Eucaristía, en la Sagrada Escritura, en la oración, en la Iglesia, en el que está a nuestro lado, en el que sufre, en el que no cree, en el que nos persigue, pues la alegría del Evangelio debe llegar a todos y nosotros gozosamente debemos asumir la misión que Dios nos encomienda.

La exhortación apostólica, tiene una extensión en español de 142 páginas y está dividida en una Introducción y cinco capítulos cuyos títulos son: “La transformación misionera de la Iglesia”, “En la crisis del compromiso comunitario”, “El anuncio del Evangelio”, “La dimensión social de la Evangelización” y “Evangelizadores con espíritu”. Concluye con una oración dirigida a “Madre del Evangelio”

En los 300 puntos de la exhortación apostólica se recogen los trabajos del Sínodo “La nueva evangelización para la transmisión de la fe” celebrado del 7 al 28 de octubre de 201

EL ADVIENTO

EL ADVIENTO

Mons. Pedro Agustín Rivera Díaz

Así como el Año Civil inicia concluye el 31 de diciembre y comienza el 1 de enero, así el Año Litúrgico concluye el sábado siguiente del Domingo de Cristo Rey (que en el 2013 fue el 24 de noviembre) y comienza con el Primer Domingo de Adviento (1 de diciembre del 2013). 
La palabra Adviento viene del latín y significa “venida”, “llegada”. El color litúrgico que se usa es el morado. El adviento inicia cuatro domingos antes del 24 de diciembre y prepara el tiempo litúrgico que la Navidad, cuyo color es blanco.

El Adviento, en cuanto preparación, no es tan festivo como la Navidad, por lo que nos invita a la reflexión, a la penitencia y a la conversión, por eso el color morado. Durante este tiempo no se reza el Gloria. La sobriedad de este tiempo es interrumpida por las festividades del 8 de diciembre, día de la Inmaculada Concepción y el 12 de diciembre en que celebramos las apariciones de santa María de Guadalupe.

El Adviento, consta de dos partes, una que concluye el 16 de diciembre en la que se nos invita a reflexionar sobre la segunda venida de nuestro Señor Jesucristo al final de los tiempos y la semana que va del 17 al 24, que nos prepara más directamente a celebrar la Navidad, es decir el nacimiento de nuestro Redentor.

Los modelos del Adviento son profetas del Antiguo Testamento, Juan Bautista y la Virgen María, quienes nos ayudan a prepararnos a la Navidad. El Papa Paulo VI considera este tiempo en sintonía con la espera de la Virgen María, en espera del nacimiento de su Hijo. Las lecturas bíblicas de este tiempo de Adviento están tomadas sobre todo del profeta Isaías (primera lectura), también se recogen los pasajes más proféticos del Antiguo Testamento señalando la llegada del Mesías.

Isaías, Juan Bautista y María de Nazaret son los modelos de creyentes que la Iglesia ofrece a los fieles para ayudar a preparar nuestro corazón al nacimiento de Jesús.

En los tres primeros domingos se recogen las grandes esperanzas de Israel y en el cuarto, las promesas más directas del nacimiento de Dios. Los salmos responsoriales cantan la salvación de Dios que viene; son plegarias pidiendo su venida y su gracia. Las segundas lecturas nos exhortan a vivir en espera de la venida del Señor.

Tanto el tiempo del Adviento como el de la Navidad, cuentan con elementos paralitúrgicos muy interesantes que ayudan a la convivencia familiar y a la oración en familia. Durante este periodo se ponen los nacimientos y se vive el novenario de oración que da origen a las “posadas”. Es también la temporada del Árbol de la Navidad y de la Corona de Adviento, además de la consabida compra de regalos que se intercambian en el día de la Navidad, conmemorando el mejor regalo que Dios ha dado a la Humanidad, que es su propio Hijo, Jesucristo, nuestro Señor.

Puedes ampliar información y encontrar temas relacionados con el Adviento en:
http://www.aciprensa.com/fiestas/Adviento/tiempo.htm

Si deseas hacer algún comentario puedes escribirme a evangelizarorando@yahoo.com.mx


YO SOY DE CRISTO REY

YO SOY DE CRISTO REY

Mons. Pedro Agustín Rivera Díaz

Evangelio del domingo 24 de Noviembre del 2013. FIESTA DE CRISTO REY
Evangelio: Lucas 23, 35-43. En aquel tiempo, las autoridades hacían muecas a Jesús, diciendo: "A otros ha salvado; que se salve a sí mismo, si Él es el Mesías de Dios, el Elegido." Se burlaban de Él también los soldados, ofreciéndole vinagre y diciendo: "Si eres Tú el Rey de los Judíos, sálvate a Ti mismo." Había encima un letrero en escritura griega, latina y hebrea: "Éste es el Rey de los Judíos." Uno de los malhechores crucificados lo insultaba, diciendo: "¿No eres Tú el Mesías? Sálvate a Ti mismo y a nosotros." Pero el otro lo increpaba: "¿Ni siquiera temes tú a Dios, estando en el mismo suplicio? Y lo nuestro es justo, porque recibirnos el pago de lo que hicimos; en cambio, éste no ha faltado en nada." Y decía: "Jesús, acuérdate de mí cuando llegues a tu Reino." Jesús le respondió: "Te lo aseguro: hoy estarás Conmigo en el paraíso."

LECTURA: Lee, pausadamente, una o dos veces el texto del Evangelio, haz un poco de silencio interior, cierra los ojos y visualiza a los personajes y piensa que te dice a ti, personalmente, la Palabra de Dios.

MEDITACIÓN. Jesús, la muchedumbre y los dos ladrones, crucificados al lado del Señor, son los personajes principales. Dos veces le dicen a Jesús, “sálvate a Ti mismo”. Al “ladrón arrepentido, en ese instante le dará la salvación.

ORACIÓN: Guardo silencio, reflexiono sobre lo que medité y hago mi oración propia, lo que sigue sólo es una guía: Señor Jesús, la salvación que Tú me das, no es sólo para cuando yo muera, cuando me introduzcas de pleno en la vida Eterna, sino que también es salvación para mi hoy, para este día. Cada día, Tú me das la Vida Nueva. Para recibirla, el requisito es no quedarme quejando de todo, culpar a otros o culparme a mí de lo que pasa, sino mirarte a Ti y decirte, “acuérdate de mí”, perdona mis pecados; fortaléceme, ilumina mi inteligencia, dame tu paz. Eso basta para que tu amor redentor me cubra con tu mirada y pueda escuchar que me dices “hoy y siempre estás conmigo”. ¡Qué alegría, Señor, reconocer tu presencia; qué felicidad y paz me da reconocer que estás junto a mí!

CONTEMPLACIÓN: Jesucristo, verdadero Dios y verdadero hombre se nos da todo Él, para que tengamos vida en Él. Él es el centro de todo cuanto existe y ciertamente las cosas, las plantas y los animales no tienen conciencia de ello, solo el hombre, creado a imagen de Dios es consciente de su existir. Jesucristo es el centro de la humanidad entera y de cada hombre. Muchos ignoran esta verdad. Jesús es el centro de la Iglesia y de cada bautizado y hay quienes viven como si Él no los hubiera redimido. Jesús es el centro de todos aquellos que lo reconocen como Rey y Señor y se dejan amar por Él y lo aman y lo dan a conocer y amar. ¿En qué categoría me sitúo yo?

El llamado “buen ladrón” reconoció la dignidad de Jesucristo y su propia miseria y la de todos los que estaban alrededor de Jesús. Ellos tenían el poder, la fama, el placer, el dinero, el pecado, la injusticia y el odio. Jesús tenía el amor, el perdón, la libertad, la paz. Y este Señor de Señores, este rey de Reyes, el justo e inocente por antonomasia; estaba al lado del “buen ladrón”, a la altura de su rostro. Lo podía ver, lo podía escuchar y se dejó amar por Él. Por eso, ante la mirada pura y amorosa de Jesús, el “buen ladrón” reconoció que no podía quedarse como estaba, lleno de cuestionamientos y de rencores, lleno de superficialidades y banalidades, por eso, porque no se sintió juzgado ni rechazado, sino amado, al dirigirse a nuestro Señor, le dirá “acuérdate de mí”, y en una visión que trasciende su paso por esta vida, añadirá “cuando estés en tu Reino”.

La respuesta que recibe el “buen ladrón”, nunca la imaginó, incluso podría haber pensado que dado su condición pecadora no sería escuchado; pero estaba equivocado. Dios oye la oración de todos, especialmente la del que sufre o tiene un corazón arrepentido. Por eso la respuesta de Jesús, en ese instante cambiará la vida del “buen ladrón”, quien en ese momento recibe la Vida Nueva, que le da paz, en espera de su muerte, pues sabe que también recibirá la Vida Eterna.

¿Cuáles fueron las palabras que el Señor Jesús le dijo a este hombre que había sido condenado por sus delitos: “Hoy estarás conmigo en el Paraíso”. La salvación que Jesús da al mundo, no es sólo para cuando muramos, sino para nuestro “aquí y ahora”. La presencia redentora de Jesús nos da la Vida Nueva, que nos da paz y felicidad, frutos de la seguridad de saber que Él nos ama y nos perdona, y que está siempre a nuestro lado, tanto en los momentos alegres, como en los difíciles.

En la medida en que haga conciencia de la presencia de Jesucristo, en mi vida personal, familiar, social y el mundo entero, podre participar de la alegría de estar ya, cada día y a cada instante, en el “paraíso con Jesús”. 

Gozoso de la presencia de Jesús en mi vida y reconociendo su amor redentor, en todo instante procuraré contemplar su rostro y estar atento a sus palabras. Una y mil veces le diré: Jesús “acuérdate de mí”, seguro que una y mil veces escucharé su respuesta llena de amor “hoy estarás conmigo en el paraíso” y ¿qué es el paraíso? sino ¡la gozosa certeza de estar en el corazón amoroso de Jesús! Jesucristo, con su encarnación, muerte y resurrección se nos da para que seamos de Él, la aceptarlo en mi corazón Él es mío y yo soy de Él, por eso, lleno de júbilo, hoy y siempre proclamaré que ¡YO SOY DE CRISTO REY!

ACCIÓN: Para estar constantemente en la presencia de Jesús, tengo que acostumbrarme a buscarlo donde Él está: en la Sagrada Escritura, en la Eucaristía, en la Confesión, en la oración, en el amor al hermano, en el esfuerzo diario de la vida. Para sensibilizarme de esta realidad, reforzaré mis encuentros con Él en la Misa Dominical, en las diversas acciones de servicio y la oración del Rosario, la Coronilla y en las consagraciones a la Virgen María, al Sagrado Corazón de Jesús o a Cristo Rey, etc.

Si quieres puedes consagrarte a Cristo Rey con la siguiente oración o alguna otra:
Cristo Jesús, te reconozco como Rey del Universo, pues por Ti, en Ti y para Ti ha sido creado todo cuanto existe. Consciente de esta realidad y de que me has redimido, libremente te entrego cuanto tengo y cuanto soy, y te declaro mi Rey y Señor; por lo que renovando mis promesas bautismales, también renuncio a Satanás, a todas sus seducciones y a todas sus obras. Prometo esforzarme en vivir como buen cristiano, a estar atento a las necesidades de mis hermanos, especialmente de los más desvalidos y como discípulo y misionero, a trabajar, en comunión con la Iglesia Católica, por la instauración de tu Reino de amor, en el corazón de los hombres, de las familias, de México y del mundo entero, para que vivamos en la justicia y la paz y podamos alcanzar la Vida Nueva y la Eterna que Tú nos das. ¡Viva Cristo, mi Rey! ¡Viva Cristo, nuestro Rey! ¡Viva Cristo Rey! ¡Viva Cristo Rey! ¡Viva Cristo Rey!


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evangelizarorando@yahoo.com.mx


SEÑOR, TÚ ESTÁS JUNTO A MÍ, YO QUIERO ESTAR JUNTO A TI.

SEÑOR, TÚ ESTÁS JUNTO A MÍ, YO QUIERO ESTAR JUNTO A TI.

Mons. Pedro Agustín Rivera Díaz

Evangelio del domingo 17 de Noviembre del 2013. XXXIII Domingo Ordinario
Evangelio: Lucas 21, 5-19. En aquel tiempo, algunos ponderaban la belleza del templo, por la calidad de la piedra y los exvotos. Jesús les dijo: "Esto que contemplan, llegará un día en que no quedará piedra sobre piedra: todo será destruido."Ellos le preguntaron: "Maestro, ¿cuándo va a ser eso?, ¿y cuál será la señal de que todo eso está para suceder?"Él contesto: "Cuidado con que nadie les engañe. Porque muchos vendrán usurpando mi nombre, diciendo: "Yo soy", o bien: "El momento está cerca; no vayan tras ellos. Cuando oigan noticias de guerras y de revoluciones, no tengan pánico. Porque eso tiene que ocurrir primero, pero el final no vendrá en seguida."Luego les dijo: "Se alzará pueblo contra pueblo y reino contra reino, habrá grandes terremotos, y en diversos países epidemias y hambre. Habrá también espantos y grandes signos en el cielo. Pero antes de todo eso les echarán mano, les perseguirán, entregándoles a las sinagogas y a la cárcel, y les harán comparecer ante reyes y gobernadores, por causa mía. Así tendrán ocasión de dar testimonio. Hagan propósito de no preparar su defensa, porque Yo les daré palabras y sabiduría a las que no podrá hacer frente ni contradecir ningún adversario suyo. Y hasta sus padres, y parientes, y hermanos, y amigos les traicionarán, y matarán a algunos de ustedes, y todos les odiarán por causa mía. Pero ni un cabello de su cabeza perecerá; con su perseverancia salvaran sus almas."

LECTURA: Lee, pausadamente, una o dos veces el texto del Evangelio, haz un poco de silencio interior, cierra los ojos y visualiza a los personajes y piensa que te dice a ti, personalmente, la Palabra de Dios.

MEDITACIÓN. En este pasaje el personaje central es Jesús y su auditorio, probablemente no son solo sus apóstoles y discípulos, sino también aquellos que no lo conocían a Él. Todos estaban admirados, con justificada razón, de la grandiosidad del Templo de Jerusalén y de lo que el ser humano es capaz de hacer cuando pone a trabajar su ingenio y desarrolla su capacidad para construir algo que no existía, transformando la naturaleza. Jesús ubica a todos, les recuerda también la existencia de desastres y a los creyentes, les fortalece para cuando a aparezcan calamidades en su vida.

Hoy también, ante los avances de la ciencia y la tecnología, ante las grandes construcciones y capacidades humanas; ante la posibilidad de acortar las distancias físicas a través de vehículos y vías de comunicación o de medios para transmitir mensajes y noticias, que hacen que casi instantáneamente lo que sucede en un lugar, lo sepan quienes viven en el otro extremo del mundo, o que se puedan realizar viajes más allá de nuestro planeta, y otras proezas más, algunos se quedan admirados por los alcances humanos y en ellos ponen su seguridad, olvidándose de la temporalidad de las cosas y de los límites de la propia vida.
El Templo de Jerusalén, que tanto admiraron los contemporáneos del Señor Jesús, cuarenta años después, alrededor del año 70, fue destruido. Lo que el hombre de hoy contempla como extraordinario, también en poco tiempo será superado y olvidado; recordado quizá por algún vestigio que hubiera quedado. Nótese que no dije destruido, aunque también podría suceder. Un ejemplo, la comunicación a distancia que primero se valió de señales de humo, luego de las postas de correo, superadas por el telégrafo y la radio, el teléfono de disco, el digital y ahora por el celular. Ejemplos de desaparición o destrucción las grandes culturas egipcias, griegas y precolombinas, entre otras.
Pero más allá de lo que podríamos pensar sobre los avances de la humanidad, las palabras del Señor Jesús, nos invitan a la reflexión personal, en nuestro aquí y ahora. Él nos invita a reflexionar sobre nuestra vida y lo efímero de la alegría y la gloria humana, así como lo pasajero de las cosas que pueden entristecer nuestro corazón. ¿Vivo asombrado por todo lo que me rodea? ¿Vivo con miedo por lo que veo en mi entorno? ¿Mi seguridad está puesta en lo que he logrado o lo que tengo? ¿Me siento inseguro porque considero que es poco lo que he hecho en esta vida? ¿Me espanto ante el menor problema? o ¿me espanto cuando alguien me dice que se va acabar el mundo? ¿En qué o en quién tengo puesta mi confianza?

ORACIÓN: Guardo silencio, reflexiono sobre lo que medité y hago mi oración propia, lo que sigue sólo es una guía: Señor Jesús, al entrar en mi corazón me encuentro con sentimientos ambivalentes que levantan mi ánimo y poco después me llevan a la tristeza o a la desesperación. Pero hoy te pido la gracia de estar consciente de tu presencia a mi lado, de tal manera que ni las tristezas ni las alegrías me aparten de Ti. Quiero pedirte la gracia de estar siempre junto a Ti y que Tú seas el punto de referencia para revisar y realizar mi vida. Que nunca me detenga por el mal o por el miedo que éste engendra, sino que la seguridad de que estás conmigo me mantenga con paso firme para hacer el bien. Señor sé que estás junto a mí, quiero sentir tu presencia para tener paz y que nada ni nadie me separe de Ti. Señor, Tú estás junto a mí, yo quiero estar junto a Ti.

CONTEMPLACIÓN: En la vida tengo momentos alegres y momentos tristes. En los alegres quizá no me acuerdo de Dios y me alejo de Él. No soy malo, sólo soy distraído. En los momentos difíciles quizá también me separo de Él, pensando que estoy solo, que Dios no me ama o que me castiga. Entonces, bajo las tinieblas de la desesperación, busco mis propias soluciones, actúo violentamente contra todos, incluso contra Dios, busco la forma de resolver los “problemas “a mi manera, haciéndolos más grandes o cayendo en manos de charlatanes que me ofrecen paz, dinero, amor, fama, a cambio de hacer cosas que me alejan de Dios.
Señor Tú, me ofreces tu compañía y la fuerza de tu Espíritu Santo; dame de la paz que sólo Tú puedes dar y que proviene de tu presencia. Enséñame a no desesperarme y a buscar la solución de lo que atemoriza, a la luz de tu amor. Señor ayúdame para que ni siquiera las alegrías me separen de Ti. Señor, Tú estás junto a mí, yo quiero estar junto a Ti.

ACCIÓN: En todo momento procuraré están en la presencia de Dios, en los momentos alegres y en los tristes o difíciles. Todo pasa, sólo permanece para siempre, Jesús junto a mí. 
Si quieres, aprende este canto:


Cristo está conmigo, junto a mí va el Señor; me acompaña siempre, en mi vida hasta el fin.
Ya no temo, Señor, la tristeza, ya no temo, Señor, la soledad; porque eres, Señor, mi alegría, tengo siempre te amistad. 
Ya no temo, Señor, a la noche, ya no temo, Señor, la oscuridad; porque brilla tu luz en las sombras, ya no hay noche, Tú eres luz.
Ya no temo, Señor, los fracasos, ya no temo, Señor, la ingratitud; porque el triunfo, Señor, en la vida, Tú lo tienes, Tú lo das.
Ya no temo, Señor, a la muerte, ya no temo, Señor, la eternidad; porque Tú estás allá esperando que yo llegue hasta Ti.
Ya no temo, Señor, los abismos, ya no temo, Señor, la inmensidad, porque eres, Señor, el camino y la Vida, la Verdad.

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