El pasado miércoles 8 de junio, en su audiencia general el Papa Benedicto XVI recordó su reciente viaje a Croacia (el 4 y 5 de junio), al indicar que la ocasión principal de esta visita era "la I Jornada Nacional de las familias católicas croatas, culminada en la celebración eucarística del domingo por la mañana, en el Hipódromo de Zagreb, que contó con la presencia de una gran multitud de fieles".
"En la Europa de hoy, las naciones de sólida tradición cristiana tienen una responsabilidad especial en la defensa y promoción del valor de la familia fundada en el matrimonio, que sigue siendo crucial, tanto en el campo educativo como en el social. Este mensaje tenía, por tanto, una especial importancia para Croacia, que, por su rico patrimonio espiritual, cultural y ético, se está preparando para entrar en la Unión Europea", agregó.
Más adelante, el Santo Padre manifestó que en la Misa para las familias destacó "el don y el compromiso de la comunión en la Iglesia, y animé a los esposos en su misión. En nuestros días, mientras por desgracia se constata el creciente número de separaciones y divorcios, la fidelidad de los cónyuges se ha convertido en un testimonio importante del amor de Cristo, que permite vivir el matrimonio por lo que es; la unión de un hombre y de una mujer que, con la gracia de Cristo, se aman y se ayudan para toda la vida, en la alegría y en el dolor, en la salud y en la enfermedad".
"La fe en el Dios que es amor se transmite principalmente a través del testimonio de una fidelidad al amor conyugal, que naturalmente se traduce en amor por los hijos, fruto de esta unión. Pero esta fidelidad no es posible sin la gracia de Dios, sin el apoyo de la fe y del Espíritu Santo", precisó.
El Vicario de Cristo se refirió luego a la vigilia con los jóvenes, en la tarde del sábado, a quienes aseguró: "Dios les busca antes y más de cuanto ellos mismos lo buscan. ¡Esta es la alegría de la fe: descubrir que Dios nos ama primero! ¡Es un descubrimiento que nos mantiene siempre discípulos, y por tanto, siempre jóvenes en el espíritu!". Después prosiguió diciendo que "una vez más se mostró patente a todos la profunda vocación de Europa, que es preservar y renovar un humanismo que tiene raíces cristianas y que se podría definir ‘católico’, es decir, universal e integral".
Por último, el Pontífice insistió que éste humanismo es el "que pone en el centro la conciencia del ser humano, su apertura trascendente y, al mismo tiempo, su realidad histórica, capaz de inspirar proyectos políticos diversificados pero convergentes en la construcción de una democracia sustancial, basada en los valores éticos arraigados en la misma naturaleza humana".