martes, 13 de septiembre de 2011

Meditación del 14 de septiembre del 2011

11-09-14. Día de la Exaltación de la Santa Cruz.
MIÉRCOLES. Jn 3, 13-17.

EL AMOR NO ES AMADO

Mons. Pedro Agustín Rivera Díaz

Evangelio: Juan 3,13-17. En aquel tiempo, dijo Jesús a Nicodemo: Nadie ha subido al Cielo, sino el que bajó del Cielo, el Hijo del hombre. Lo mismo que Moisés elevó la serpiente en el desierto, así tiene que ser elevado el Hijo del hombre, para que todo el que cree en Él tenga Vida Eterna. Tanto amó Dios al mundo que entregó a su Hijo único para que no perezca ninguno de los que creen en Él, sino que tengan Vida Eterna. Porque Dios no mandó su Hijo al mundo para condenar al mundo, sino para que el mundo se salve por Él.

LEER. El fragmento del evangelio de San Juan nos presenta una parte de un profundo diálogo teológico que se da entre Nicodemo que busca a Jesús en la “noche” para dialogar con Él. En esta parte el Señor Jesús hace una referencia a la serpiente de bronce que Moisés realiza, por instrucción de Dios, y pone en medio del campamento israelita para que los que eran mordidos por las víboras, no murieran y se sanaran. Este hecho, queda así unido a la crucifixión, resurrección y ascensión de Jesús, que suceden para que todo el que crea en Él tenga “Vida Eterna”.

En este diálogo; Jesús también revela el gran amor de Dios Padre y de Dios Hijo, para que todo el que crea en Él tenga “Vida Eterna” y el plan divino de la redención del mundo, por Jesucristo, único Salvador.

MEDITAR: El diálogo se da en la “noche” entre Jesús y Nicodemo quien era un rico fariseo, maestro en Israel y miembro principal del Sanedrín. San Juan lo menciona al inicio del Evangelio y volverá a referirse a él señalando que, defiende a Jesús y a sus discípulos, en el Sanedrín (Jn 7, 45ss), y que regala 100 libras de mirra y áloe para la sepultura de Jesús (Jn 19,39).

El 14 de septiembre, la Iglesia lo dedica a celebrar la exaltación de la Cruz y el día siguiente a nuestra Señora de los Dolores. Por lo mismo el tema central de este día lo centramos en el anuncio que Jesús hace de su muerte en Cruz y la expresión del amor divino que ella conlleva.

En el diálogo que meditamos, Jesús hace referencia a su muere en Cruz y el sentido de ella: Manifestar el amor de Dios que “tanto amó al mundo que entregó a su Hijo Único, para que todo el que crea en Él tenga vida Eterna”.

Ni la época en que nace Jesús, ni el pueblo del que nace, ni su muerte en Cruz, son acontecimientos fortuitos, son una expresión del amor de Dios. El Señor Jesús podría haber nacido en la actualidad y morir de alguna de las formas “refinadas y sofisticadas” que el hombre de hoy ha inventado para matar. Pero Dios en su designio amoroso quiso que su Hijo muriera en la Cruz, con los brazos abiertos para abrazarte a ti, a mí y a toda la humanidad. Quiso que su Corazón fuera traspasado por una lanza, para que en el hueco de su corazón pudiéramos encontrar un refugio y experimentar su amor. Quiso que así sucediera para que de su amante corazón brotaran, como de una fuente los sacramentos del Bautismo y de la Eucaristía. Lo quiso así, para que los rayos de su Divina Misericordia, llegaran a toda la humanidad.

Jesús viene al mundo como expresión de Dios, que es amor, por lo que Él, siendo verdadero Dios y verdadero Hombre, es la manifestación encarnada del Amor Divino. Dios no sólo se contentó por crearnos por amor, sino que incluso nos vino a enseñar cómo realizar nuestra vida en el amor. “Nadie ama más que Aquel que da la vida por sus amigos” (Jn 15, 13).

Jesús a lo largo de su vida manifestó el amor de Dios, que libera al hombre de toda opresión y le hace libre para ser feliz: amando. La expresión más clara y auténtica de su amor por ti, por mí y por todos, es su muerte en Cruz.

Esto lo entiende bien san Pablo, quien siendo de carácter explosivo y violento en su actuar, cuando deja entrar en su vida a Jesucristo se convertirá a Él y experimentando el amor de Jesús, dirá: “me amó y se entregó por mí” (Gal 2,20), por lo que también afirmará que “si no tiene amor, nada es” (cf. 1Cor 13,3). Para señalar que el amor es más que un sentimiento, lo describe diciendo: “El amor es paciente, es servicial; el amor no es envidioso, no hace alarde, no se envanece, no procede con bajeza, no busca su propio interés, no se irrita, no tienen en cuenta el mal recibido, no se alegra de la injusticia, sino que se regocija con la verdad. El amor todo lo disculpa, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta” (1Cor 13, 4-7).

ORAR: Señor Jesús, al contemplarte crucificado, puedo experimentar la grandeza de tu amor, concédeme ser generoso(a) en mi respuesta a Ti, no permitas que me separe de Ti, para amar como tu amas y disfrutar ya desde ahora de la Vida Nueva y la Eterna que sólo Tú puedes dar.

CONTEMPLAR: Meditar sobre el amor de Dios para la humanidad entera ha de llevarnos a tomar conciencia del error que el ser humano comete al alejarse de Él y debería surgir en nuestro corazón el anhelo de dar a conocer el amor de Dios a todos.

“El amor no es amado” decía una y otra vez san Francisco y su pena era porque, además como consecuencia, el hombre no es feliz, pierde el rumbo en esta vida y pone en peligro su Vida Eterna. El dolor de san Francisco, debo hacerlo mío y debe también cuestionarme, si yo amo radicalmente a Jesús. Ciertamente muchos no han oído hablar de Él y algunos se han apartado de su amor. Yo que le conozco y en algo me he sentido amado por Él, ¿soy generoso en mi respuesta? ¿Siento en mi corazón el anhelo de responder cada vez más y mejor a su amor? ¿Quiero ser feliz, en su amor? ¿Soy consciente de la importancia de ser testigo Suyo para que muchos le conozcan a Él? ¿Quiero ser santo? ¿Tengo un corazón misionero, para acercar a muchos al amor de Dios?

ACTUAR: Estando ante Jesús Eucaristía o ante un crucifijo, haz las siguientes preguntas: ¿Señor Jesús qué has hecho Tú por mí? ¿Señor qué he hecho yo por Ti? ¿Qué haré por Ti? Anota tus respuestas, seguramente que en más de alguna ocasión te será útil recordarlas y tu respuesta te ayudará a ser mejor.

Que todos te conozcan y te amen es la única recompensa que quiero. M. María Inés Teresa Arias.

NOTA BREVE: La referencia a la “serpiente de bronce” realizada por Moisés, quien sigue un mandato divino, sirve para refutar a quienes critican a los católicos por las imágenes que usamos para ayudar visualmente a entrar en nuestro interior a adorar a Dios y venerar a la Virgen María y a los santos. Cuando Dios prohíbe la hechura de imágenes es debido a la facilidad con que el pueblo israelita, que convivía con el pueblo egipcio y otras culturas, caía en la idolatría. Pero una vez en el desierto, y purificados de esa influencia, Dios mismo, mandará la construcción de la imagen de una serpiente. Si alguien quiere una mayor explicación y me lo solicita, con gusto le responderé: evangelizarorando@yahoo.com.mx

Seguimos el esquema de la Lectio Divina: Leer, meditar, orar, contemplar y actuar.
Leer, es escuchar la Palabra de Dios y ponerla en contexto.
Meditar es reflexionar sobre lo que el texto bíblico me dice.
Orar: Es responder a la Palabra, qué le digo a Dios: es petición, intercesión, agradecimiento, alabanza, etc.
Contemplar el reto de llegar a la conversión de la mente, del corazón y de la vida, según el Corazón de Cristo.
Actuar, es mi compromiso por hacer vida la Palabra de Dios.