martes, 31 de mayo de 2011

Papa Benedicto XVI llama a Iglesia Católica a incrementar la práctica de la caridad

La mañana del 30 mayo, el Papa Benedicto XVI indicó que los cristianos deben vivir la caridad de Cristo con todos, sin importar su raza, etnia, religión o condición social, recordando que todo ser humano es creado a imagen de Dios y por lo tanto merece respeto.

En su reflexión, el Vicario de Cristo expresó que "fieles al mandamiento nuevo de amarnos unos a otros como el Señor nos ha amado, los cristianos de todos los tiempos y lugares se han esforzado en servir desinteresadamente a los seres humanos y amarlos con todo su corazón. Después de todo, el amor es el don de Dios a la humanidad, es su promesa y es nuestra esperanza".
De ésta manera destacó “los signos impresionantes de la caridad de la Iglesia en muchos campos de la actividad social, un servicio que corre a cargo, de manera particular, de vuestros sacerdotes y religiosos". Luego agregó que "las escuelas de la Iglesia preparan a los jóvenes de todas las religiones o de ninguna para construir una sociedad más justa y pacífica. Los organismos de la Iglesia han sido fundamentales en la promoción del microcrédito, que ayuda a los pobres a ayudarse a sí mismos. Además, desempeñan la misión de cuidados y caridad de la Iglesia a través de clínicas, orfanatos, hospitales y un sinnúmero de otros proyectos encaminados a promover la dignidad y el bienestar".

Por ello, el Santo Padre realizó votos para que "los cristianos en India sigan ayudando a todos los necesitados en las comunidades cercanas a ellos, sin distinción de raza, etnia, religión o condición social, con la convicción de que todos han sido creados a imagen de Dios y a todos se debe igual respeto".

Más adelante, destacó que "el Concilio Vaticano II nos recuerda que, entre las responsabilidades más importantes de los obispos, destaca la proclamación del Evangelio", subrayando que es "un motivo de satisfacción que la proclamación de la Palabra de Dios dé ricos frutos espirituales en sus iglesias locales, especialmente a través de la difusión de pequeñas comunidades cristianas en que los fieles se reúnen para la oración, la reflexión sobre las Escrituras y el apoyo fraterno".

"No deben escatimarse esfuerzos a la hora de insistir en que la oración individual y de grupo, por su propia naturaleza, nace y lleva de nuevo a la fuente de la gracia que mana de los sacramentos de la Iglesia y de toda su vida litúrgica", exhortó el Pontífice para después insistir que "tampoco se puede olvidar que la Palabra de Dios no sólo consuela a los creyentes sino que los reta, como individuos y en comunidad, a avanzar en la justicia, la reconciliación y la paz entre ellos y en la sociedad".

"Una sólida catequesis, especialmente para los que se preparan al matrimonio, será de gran utilidad para alimentar la fe de las familias cristianas y les ayudará a dar un testimonio vibrante y vivo de la sabiduría milenaria de la Iglesia sobre el matrimonio, la familia y el uso responsable del don divino de la sexualidad", concluyó el Papa Benedicto XVI.

Papa Benedicto XVI exhorta a renovar formas de anunciar el Evangelio

Al recibir a los participantes de la asamblea plenaria del Pontificio Consejo para la Promoción de la Nueva Evangelización, el Papa Benedicto XVI resaltó ayer, 30 de mayo, que ante los esfuerzos de algunos de expulsar la fe de la vida pública, debe recordarse que "ser cristiano no es una especie de traje que se usa en lo privado".


En su mensaje, el Santo Padre señaló que el anuncio que siempre ha proclamado la Iglesia "hoy necesita ser renovado para convencer al hombre moderno, a menudo distraído e insensible. Por eso, la nueva evangelización debe tratar de encontrar las vías para que sea más eficaz el anuncio de la salvación, sin el cual la vida es contradictoria y carece de lo esencial".


"Incluso a aquellos que siguen unidos a las raíces cristianas, pero viven una relación difícil con la modernidad, es importante hacerles entender que ser cristiano no es una especie de traje que se usa en privado o en ocasiones especiales, sino algo vivo y totalizador, capaz de asumir todo lo que hay de bueno en la modernidad", prosiguió.


Luego, expresó que "la crisis que vivimos trae consigo los rasgos de la exclusión de Dios de la vida de la gente, una indiferencia general ante la fe cristiana, hasta el intento de marginarla de la vida pública".


"Además, a menudo se verifica el fenómeno de personas que desean pertenecer a la Iglesia, pero que están fuertemente determinadas por una visión de la vida que contrasta con la fe", agregó el Sucesor de Pedro, para más tarde asegurar que "anunciar a Jesucristo único Salvador del mundo, hoy es más complejo que en el pasado, pero nuestra tarea sigue siendo la misma que al comienzo de nuestra historia. La misión no ha cambiado, así como no deben cambiar el entusiasmo y la valentía que movieron a los apóstoles y a los primeros discípulos".


Por último, el Pontífice manifestó que "si, por una parte, toda la comunidad está llamada a reforzar el espíritu misionero para ofrecer el anuncio nuevo que esperan los hombres de nuestro tiempo, no se puede olvidar que el estilo de vida de los creyentes necesita una verdadera credibilidad, tanto más convincente cuanto más dramática es la condición de las personas a las que se dirigen".

JESUCRISTO, el Centro de la alegría por la Beatificación de Juan Pablo II

LAS CLAVES DE SU VIDA

Mons. Pedro Agustín Rivera Díaz

JESUCRISTO, EL MENSAJE CENTRAL DE JUAN PABLO II

El mensaje más importante que tenemos que proyectar en los homenajes a Juan Pablo II, no es su persona, sino Aquel a Quien él, con toda su vida nos muestra y nos conduce, es decir: a nuestro Señor Jesucristo.

Más allá del aspecto emotivo, más allá del conjunto de mensajes y experiencias que Juan Pablo II nos haya dejado, tenemos que descubrir y reconocer a Aquel que transformó su vida; tenemos que descubrir y seguir a Jesucristo, verdadero Dios y verdadero hombre.

Viviendo el tercer pontificado más largo de la historia, de casi 27 años, el 2 de abril del 2005, el Papa Juan Pablo II muere a las 14:37 horas de México, después haber recorrido el mundo anunciando a Jesucristo y dejando infinidad de enseñanzas y documentos, pero sobre todo dando testimonio de entrega generosa al servicio de cada ser humano y de la humanidad entera, de su amor a la iglesia, su devoción a la Virgen María y su fe trinitaria en el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo. Su lema “Totus Tuus” y su invitación “Abran las puertas Jesucristo” son dos expresiones que enmarcan su pontificado y en las que está sintetizada la fe en quien le da sentido a su existir: Jesucristo nuestro Señor, el Hijo de Dios, el Hijo de María Santísima.

El encuentro con Jesucristo lleva a Karol Wojtyla, en su infancia y desde su familia, a descubrir y reconocer que Dios es amor y que ese amor nunca se aparta del ahombre, ni siquiera en los momentos más terribles para él o para la humanidad entera. Dios está siempre en medio de nosotros y se manifiesta con su amor, lleno de misericordia.

El amor que Jesucristo, desde la eternidad, le tiene a Lolek y como respuesta personal, el amor que Lolek, desde su infancia, le tiene a Jesús, da sentido a la existencia de Karol Wojtyla, por lo que de manera muy firme sigue a Jesucristo, Quien es Camino, Verdad y Vida.
En Jesucristo, Karol Wojtyla se descubre y reconoce a sí mismo y así en Jesucristo descubre y reconoce el misterio del hombre, de tal manera que entiende que el amor a Dios, pasa necesariamente a través del amor a todo ser humano.

Todos los días, el joven Karol busca la oportunidad de profundizar, para conocer, amar y servir, el misterio de Dios y del hombre y lo hace a través de la oración, en particular en la celebración de la Misa y en la contemplación de Jesús Eucaristía.

La fortaleza física y espiritual que se manifiesta en la constante bondad y perseverancia, a lo largo de toda la vida de Karol Wojtyla tiene su fuente en el amor que se alimenta, sostiene y fortalece en la oración. Oración que es diálogo de corazón a corazón con Dios y con los hombres. Juan Pablo II, no sólo en su pontificado, sino en toda su existencia, como laico, presbítero, obispo y Papa, se manifiesta siempre como un hombre contemplativo en la acción y activo en la contemplación.

El amor que se hace oración y oración que se hace servicio, son notas características de la personalidad de Wojtyla, el hombre que en cada ser humano ve el rostro de Dios y en Dios ve a cada persona y a la humanidad entera.

El documento conciliar, “Gaudium et spes”, en cuya elaboración participó el obispo polaco Karol Wojtyla, en el número 22 señala: “el misterio del hombre sólo se esclarece en el misterio del Verbo Encarnado”. Esta afirmación, manifiesta la centralidad de Jesucristo en la vida del hombre para que pueda comprenderse a sí mismo y a la realidad en la que está sumergido y realiza su existencia.

La presencia de Dios en medio de la humanidad, se hace realidad en Jesucristo y se prolonga a través de los siglos en la Iglesia, a través de los bautizados y manifiesta destellos de esplendor de manera especial, en los hombres y mujeres santos, que son testimonio de los frutos de la conjunción del binomio: amor a Dios, amor a la humanidad. El mayor ejemplo lo tenemos en la Virgen María y también en los santos que a lo largo de los siglos han existido. La consecuencia del binomio: amor a Dios – amor a los hombres, es la santidad.

Karol descubre esta realidad en la Iglesia, comenzando por la experiencia de la iglesia doméstica, su propio hogar y de ahí se abre a la experiencia de la Iglesia en su parroquia, en una diócesis y en el mundo entero.

Wojtyla reconoce que el tesoro del amor de Dios por cada persona, revelado en Jesucristo, no es sólo para él o para la Iglesia por lo que vive el ímpetu misionero que lo lleva a compartir, la experiencia de la centralidad del amor a Dios y a los hombres; por lo que para él no existirán barreras físicas, ideológicas o religiosas, que le impidan compartir con todos, la esperanza que salva, el perdón que redime y el amor que une a los hombres entre sí y con Dios, que es Jesucristo.

La beatificación, y esperamos pronta canonización, son una muestra de lo que Dios puede hacer en la persona que se deja hacer por Él y una muestra de lo que ser humano puede llegar a ser, si de manera auténtica, perseverante y sin miedo, abre las puertas de su corazón, de su familia, de toda realidad humana, a Jesucristo, por eso, como mensaje central, en todo homenaje a Juan Pablo II debe de seguir siendo proclamada y escuchada la invitación que nos hizo desde el inicio de su pontificado. “¡Hermanos y hermanas! ¡No tengan miedo de acoger a Cristo y de aceptar su potestad! ¡Ayuden al Papa y a todos los que quieren servir a Cristo y, con la potestad de Cristo, servir al hombre y a la humanidad entera! ¡No teman! ¡Abran, más todavía, abran de par en par las puertas a Cristo! Abran a su potestad salvadora los confines de los Estados, los sistemas económicos y los políticos, los extensos campos de la cultura, de la civilización y del desarrollo. ¡No tengan miedo! Cristo conoce “lo que hay dentro del hombre”. ¡Sólo Él lo conoce!” (Juan Pablo II. Homilía inaugural de su pontificado. 22-oct-1978).

Desde esta visión sintética, amor a Dios - amor al hombre, el Papa Juan Pablo II se esforzó para impregnar toda realidad humana con el amor de Jesucristo, haciendo que el amor de Dios llegara a cada persona, a cada familia, a la humanidad en su conjunto y a todas sus realidades sociales, económicas, políticas, educativas, etc., iluminando y dando sentido a la existencia humana, que en Jesucristo se transforma en fe, amor, solidaridad, desarrollo y paz, en la consecución del bien común.

En síntesis, como fruto de los homenajes a Juan Pablo II debemos valorar y vivir, LAS CLAVES DE SU VIDA: El amor a Dios, el amor a Jesucristo, el amor al hombre, el amor a la Iglesia, el amor a la Virgen María y a los santos, el compromiso misionero, la perseverancia en la oración y en el hacer el bien, para construir un mundo mejor, más solidario, más humano, más de Dios, a través de la vivencia de la verdad, la libertad, la justicia, el amor; valores humanos que también son expresión del Reino de Dios.

Oración

PARA IMPLORAR FAVORES POR INTERCESIÓN
DEL BEATO JUAN PABLO II

Oh Trinidad Santa,
Te damos gracias por haber concedido a la Iglesia al papa Juan Pablo II y porque en él has reflejado la ternura de Tu paternidad, la gloria de la cruz de Cristo y el esplendor del Espíritu de amor.

Él, confiando totalmente en tu infinita misericordia y en la maternal intercesión de María, nos ha mostrado una imagen viva de Jesús Buen Pastor, indicándonos la santidad, alto grado de la vida cristiana ordinaria, como camino para alcanzar la comunión eterna Contigo.
Concédenos, por su intercesión, y si es Tu voluntad, el favor que imploramos, con la esperanza de que sea pronto incluido en el número de tus santos.

viernes, 27 de mayo de 2011

Por qué orar diariamente con Dios

Mons. Pedro Agustín Rivera Díaz

1. Todos los días debo ponerme en el presencia del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo, porque “en Dios nos movemos, existimos y somos” (Hch 17,28) y porque Jesús quiso quedarse, real y verdaderamente, con su Cuerpo y con su Sangre, en la Hostia Consagrada, para que nos alimentemos de Él y Él esté en nuestro corazón.


2. Dios me ama y necesito ponerme bajo su mirada amorosa para experimentar su amor. Sólo el amor puede llevar al ser humano a su plena realización y el único amor que puede saciar el ansia de ser amados es el Amor de Dios.


3. Dios es Dios y amo al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo y Ellos me aman a mi.


4. Al estar ante Dios y su amor misericordioso, puedo y debo pedirle perdón por los pecados del mundo y los míos.


5. Reconociéndome amado por Él, puedo unirme, movido por el Espíritu Santo, al sacrificio redentor de Jesucristo para gloria del Padre, en comunión con toda la Iglesia, en el Espíritu Santo.


6. Sé que Jesús me ama y está siempre dispuesto a derramar su amor y auxilio sobre mí y la humanidad. Confiadamente puedo pedirle por las necesidades del mundo, de los demás y las mías.


7. Experimentándome amado(a) por Dios, puedo compartir con Jesús mis sentimientos, preocupaciones y anhelos.


8. A Jesús, Sabiduría Infinita de Dios, puedo pedirle que ilumine mi inteligencia y me guíe sobre lo que tengo que realizar para Gloria Suya, bien de los demás y provecho propio.


9. Dios lo puede todo, puedo pedirle que fortalezca mi voluntad para que yo realice siempre Su Voluntad.


10. Dios es para mí y yo soy para Él, y esto ha de generar una profunda alegría en todo mi ser. Con mis palabras y acciones, todos los días, he de procurar ser Transparencia Suya y hacerlo presente en el mundo, participando en la acción misionera de la Iglesia, construyendo la cultura de la vida y la civilización del amor, expresiones de su Reino de Amor.


11. “Urge que Él reine” (1Co 15,25) y la única recompensa que quiero es que todos lo conozcan y lo amen. Por eso he de prolongar, a lo largo del día y de mi vida, el gozo de adorarlo en la Eucaristía y he de extender su Reino promoviendo la cultura de la vida y la civilización del amor.


12. Agradecido(a) con Dios, por ser miembro de la Iglesia Católica, he de participar de su acción misionera y estando al servicio de los demás, he de ser apóstol de su misericordia Divina, haciendo este mundo mejor.


13. El Amor de Dios es Eterno, Infinito e Incondicional. He de concluir siempre mi oración con una acción de gracias, dispuesto a continuar, a lo largo del día con eta experiencia de su presencia amorosa: en cada acontecimiento, en cada palabra o acción, en cada persona, en mi interior y en mi exterior.