17-oct-14. EL EVANGELIO DE HOY. Celebramos a san Ignacio de Antioquía. (Lc 12, 1-7). LAS CARICIAS DE DIOS. Quizá todos recordamos la agradable sensación que experimentamos cuando alguien nos acaricia la cabeza. Quizá una de las razones está en la infinidad de terminaciones nerviosas que ahí tenemos, que hacen que cuando se acaricia la cabeza se experimente una sensación de bienestar debido a la relajación que produce y que incluso puede llevar a que algunas personas se duerman. Esto, el ser acariciado en la cabeza, en mi tierra se le llama:“hacer piojito” y muchas mamás y abuelas se lo hacen a los pequeños como una expresión de cariño para que se sientan amados, se tranquilicen y experimenten seguridad.
Lo anterior viene a colación porque el Señor Jesús invita a “sus amigos” a que no tengan miedo, ante las calamidades que les puedan pasar, pues, señala Jesús; “hasta los cabellos de su cabeza están contados”. Hoy te invito a cierres un momento tus ojos, te pongas en la presencia de Dios y delante de él pongas tus problemas, dile que le agradeces su amor y pídele que te dé su paz. Siente como Dios te acaricia, déjate amar por Él.
Si estuviéramos más atentos a la acción de Dios en nuestras vidas, seguramente que tendríamos la sensibilidad para reconocer y experimentar más frecuentemente LAS CARICIAS DE DIOS, por ejemplo en el despertar, al tener salud, al contemplar a las personas que amamos y muchos detalles más. Pero sobre todo en su Palabra, como el texto que hoy meditamos “hasta los cabellos de tu cabeza están contados” o cuando te pones de rodillas ante Jesús Eucaristía o, aún mejor, cuando lo recibes en la Comunión.
Disfruta LAS CARICIAS DE DIOS, compártelas con los demás, sé tú UNA CARICIA DE DIOS, a través de una sonrisa, un beso, un apretón de manos, un gesto amable o de la manera en la que Dios te lo inspire; incluso COMPARTIENDO ESTE MENSAJE.
Ojalá te animes y anotes y me envíes alguna de las muchas caricias que has recibido de parte de Dios, yo me uniré a tu acción de gracias en la Celebración Eucarística. DTB.
Lucas 12, 1-7: En aquel tiempo, miles y miles de personas se agolpaban hasta pisarse unos a otros. Jesús empezó a hablar, dirigiéndose primero a sus discípulos: "Cuidado con la levadura de los fariseos, o sea, con su hipocresía. Nada hay cubierto que no llegue a descubrirse, nada hay escondido que no llegue a saberse. Por eso, lo que digáis de noche se repetirá a pleno día, y lo que digáis al oído en el sótano se pregonará desde la azotea. A vosotros os digo, amigos míos: no tengáis miedo a los que matan el cuerpo, pero no pueden hacer más. Os voy a decir a quién tenéis que temer: temed al que tiene poder para matar y después echar al infierno. A éste tenéis que temer, os lo digo yo. ¿No se venden cinco gorriones por dos cuartos? Pues ni de uno solo se olvida Dios. Hasta los pelos de vuestra cabeza están contados. Por lo tanto, no tengáis miedo: no hay comparación entre vosotros y los gorriones."