miércoles, 7 de septiembre de 2011

Meditación del 8 de septiembre del 2011

11-09-08. JUEVES.
NATIVIDAD DE LA VIRGEN MARÍA.
Mt 1, 18-23.

DIOS CONTIGO Y TU FAMILIA

Mons. Pedro Agustín Rivera Díaz

Evangelio: Mateo 1, 18-23. Cristo vino al mundo de la siguiente manera: Estando María, su madre, desposada con José, y antes de vivir juntos, sucedió que ella esperaba un hijo por obra del Espíritu Santo. José, su esposo, que era justo y no quería denunciarla, decidió dejarla en secreto. Mientras pensaba en esto, el ángel del Señor le dijo en sueños: «José, hijo de David, no dudes en recibir a María como tu esposa, porque ella ha concebido por obra del Espíritu Santo. Dará a luz un hijo, y le pondrás por nombre Jesús, porque él salvará a su pueblo de los pecados». Todo esto sucedió para que se cumpliera lo que había dicho el Señor por el profeta Isaías: La virgen concebirá y dará a luz un hijo, a quien pondrán el nombre de Emmanuel, que quiere decir «Dios-con-nosotros».

LEER. Después de la Anunciación a la Virgen María, donde Ella queda embarazada de Jesús, José con quien estaba desposada, sabe que no es su Hijo y decide abandonarla. Un ángel en sueños le pide que acepte a María y a su Hijo, pues Él es el Emmanuel: “Dios está con nosotros”.

MEDITAR: El texto evangélico nos sitúa en el momento en que José acepta ser el Padre Adoptivo de nuestro Señor Jesucristo, a quien pondrán el nombre de Emmanuel, “Dios con nosotros”.

Destaco cómo Dios no nos impone nada, “nos pide” que aceptemos su voluntad y por otro lado como al hacer su voluntad, Dios mismo se hace presente en nosotros.

En el caso de José le pedirá que acepte una paternidad, que humanamente no le corresponde. Él la acepta y su misión será fundamental para manifestar con claridad el designio de Dios sobre la paternidad y la familia.


La familia, sustentada en el matrimonio, unión de un hombre y una mujer, es la cuna de la vida y del amor, donde la propia sexualidad adquiere su plenitud complementaria en la entrega mutua abierta a la fecundidad y no sólo al placer. Es el espacio donde la vida de un nuevo ser es deseada y una vez concebida, en el seno materno, es vista como una bendición y es esperada y recibida como una expresión del Dios con nosotros. Ciertamente cada ser humano es creado a imagen y semejanza de Dios, por eso, en la medida que amamos a nuestro hermano amamos a Dios. Cuando una mujer ama a su esposo y él a ella, ambos están amando a Dios en la persona más cercana, aquella con la que se han comprometido a estar unidos por toda la vida en fidelidad.

Cuando Dios bendice a los esposos con el don de los hijos, en cada uno de ellos, se percibe la manifestación del Emmanuel y en cada uno de ellos pueden amar a Dios.

Fiel a su Palabra: “donde hay dos o más reunidos en mi nombre, ahí estoy Yo”, Jesús es el Emmanuel que fortalece la unión de quienes se casaron en su Nombre. Cuando el matrimonio, engendra uno o más hijo(a)s, la presencia del Emmanuel se acrecienta y adquiere nuevos matices en cada mirada, en cada sonrisa, en cada paso del niño que confiado en sus padres les dice: papá, mamá. Sino pregúntenle a cada padre o madre de familia.

ORAR: Señor Jesús, Tú quisiste nacer en una familia y para ello quisiste contar con la presencia libre y amorosa de tu padre adoptivo: san José y de la aceptación libre de la maternidad divina de la Virgen María: concede a cada joven varón valorar su capacidad generativa, de tal manera que libremente reservándose para la mujer con la que ha de formar un matrimonio, pueda descubrir, junto a su esposa el hermoso don de la paternidad. Señor Jesús, engendrado en el seno purísimo de la Virgen María, concede a cada una de nuestras jóvenes, la valoración de su intimidad de tal manera que abiertas al don del amor, libremente sepan conservarse puras y engendrar a sus hijos en medio de la sacralidad del matrimonio cristiano.

CONTEMPLAR: No deja de llamar la atención que ante el aumento de madres solteras, en lugar de invitar a la responsable paternidad del hombre; o a la mujer, para que ella misma se valore y respete; las soluciones que se propongan sean: el uso de preservativos, de anticonceptivos o en última instancia del aborto. Estas “soluciones” lo único que hacen es incrementar la visión cosificante hacia la mujer, la cual, así, es vista como un objeto de placer para el hombre. Parecería que entonces a la mujer “se le quiere” pero “estéril”; se le “aprecia” como fuente de placer pero no como persona.

Por lo que se refiere al hombre, con esas “soluciones” se promueve un tipo de machismo donde, se queda en una eterna inmadurez, al buscar sólo el placer y nunca la responsabilidad, pues no ve, ni verá, a la mujer como compañera para toda la vida o madre de sus hijos.

La propuesta de Dios sobre la familia, la mujer y el hombre y el matrimonio, son un patrimonio para la humanidad, que la Iglesia Católica ofrece al mundo y que cada bautizado, hombre y mujer ha de testimoniar como ejemplo de la presencia del Emmanuel en su vida.

ACTUAR: En este día, para redimensionar mi papel cristiano como hombre o mujer y hacer presente en mi entorno, el plan amoroso de Dios, procuraré revisar mis ideas sobre la sexualidad humana, el matrimonio, los hijos, la familia y el uso de los preservativos, de los anticonceptivos y del aborto, para dejar que sean iluminadas con las enseñanzas del Evangelio. Y si en algo he fallado, le pediré perdón a Dios y redireccionaré mi vida hacia el auténtico amor que brota de Dios que está en medio de nosotros, el Emmanuel. Si es posible comentaré mis conclusiones con la gente joven de mi alrededor.

Que todos te conozcan y te amen es la única recompensa que quiero. M. María Inés Teresa Arias.

Seguimos el esquema de la Lectio Divina: Leer, meditar, orar, contemplar y actuar.
Leer, es escuchar la Palabra de Dios y ponerla en contexto.
Meditar es reflexionar sobre lo que el texto bíblico me dice.
Orar: Es responder a la Palabra, qué le digo a Dios: es petición, intercesión, agradecimiento, alabanza, etc.
Contemplar el reto de llegar a la conversión de la mente, del corazón y de la vida, según el Corazón de Cristo.
Actuar, es mi compromiso por hacer vida la Palabra de Dios.