martes, 6 de septiembre de 2011

Meditación del 7 de septiembre del 2011

11-09-07. MIÉRCOLES XXIII.
Lc 6, 20-26.

LA AUTÉNTICA FELICIDAD ESTÁ EN CONFIAR EN DIOS

Mons. Pedro Agustín Rivera Díaz

Evangelio: Lucas 6, 20-26: En aquel tiempo, mirando Jesús a sus discípulos, les dijo: «Dichosos ustedes los pobres, porque de ustedes es el Reino de Dios. Dichosos ustedes lo que ahora tienen hambre, porque serán saciados. Dichosos ustedes los que lloran ahora, porque al fin reirán. Dichosos serán ustedes cuando los hombres los aborrezcan y los expulsen de entre ellos, y cuando los insulten y maldigan por causa del Hijo del hombre. Alégrense ese día y salten de gozo, porque su recompensa será grande en el Cielo; pues así trataron sus padres a los profetas. Pero, ¡ay de ustedes, los ricos, porque ya tienen ahora su consuelo! ¡Ay de ustedes, los que se hartan ahora, porque después tendrán hambre! ¡Ay de ustedes, los que ríen ahora, porque llorarán de pena! ¡Ay de ustedes, cuando todo el mundo los alabe, porque de ese modo trataron sus padres a los falsos profetas!».

MEDITAR: El Señor Jesús dirige esta enseñanza a sus discípulos, la cual podemos dividir en dos partes; las Bienaventuranzas y los “hayes” de Jesús. En relación de san Mateo (Mt 5, 1-12) que pone ocho bienaventuranzas, san Lucas, sólo mencionará 4, dirigidas a los: “pobres”, a lo que tienen “hambre”, a los que “lloran” y a los “perseguidos”. A estas cuatro bienaventuranzas, se contraponen cuatro “hayes” de Jesús, denominados así porque cada idea inicia con un “hay” y se dirige a los “ricos”, a los que se “hartan”, a los que se “ríen” y a los que son “alabados”.

Claramente se entiende que Jesús no está haciendo una distinción sociológica, sino una contraposición entre los “anawin” en búsqueda de Dios y los “llenos de todo” alejados de Dios. Cuatro bienaventuranzas, cuatro “hayes”.

Para los “anawin” o “pobres de Yahvéh” su única riqueza es tener a Dios, por lo que creen en Él, le creen a Él, confían en Él y para ellos, tenerlo a Él es lo esencial. El “anawin” por excelencia es Jesús, Quien junto con la Virgen María, se distingue entre los “anawin”, del Antiguo y el Nuevo Testamento, así como de entre los modernos “anawin” que son los santos.

Ser “anawin” es tener un corazón lleno del amor de Dios y por mismo vacío de odios, rencores, avaricia, egoísmo y todo tipo de excesos. Ser “anawin” es confiar en Dios y que Él sea la única riqueza.
El término “anawin” de origen hebreo, actualmente,  bien puede ser traducido por “bienaventurado(a)” que significa la persona plenamente feliz porque tiene a Dios y sólo Él le basta. También se puede entender como “santo” = consagrado a Dios. Es interesante que la Iglesia en los procesos de canonización, distinga entre “beatos” y “santos”. A los primeros les concede un culto local y a los santos, universal.

Visto de esta manera, el “anawin” es el santo, es la persona que independientemente de que tenga cosas materiales o no, su único interés en todo “amar y servir a Dios” (san Ignacio de Loyola). Alguien que no tiene bienes materiales, pero codicia tenerlos y vive enojado y contrariado con todos y con todo, no es un “anawin”. Alguien que teniendo bienes materiales, los administra, los acrecienta y los pone al servicio de los demás, sin apegarse a ellos, buscando la voluntad de Dios, puede ser un “anawin”. La diferencia no está en el tener cosas o no, sino en el tener el corazón lleno de Dios.

Quien así vive, tenga cosas o no, es un “anawin”. En la Iglesia hay infinidad de santos pobres materialmente: san Isidro Labrador, San Pascual Bailón y su esposa, ambos campesinos, santa Rita, sirvienta. Hombres y mujeres ricos que abandonaron todo: san Francisco, santa Teresa, san Antonio: Reyes y reinas que gobernaron sabiamente: santa Margarita de Escocia, san Luis, Rey de Francia. Contemporáneos que pese a las adversidades en sus países, tanto por guerras como por persecuciones religiosas dieron testimonio de su fe, los beatos Teresa de Calcuta y Juan Pablo II, lo mismo que nuestra misionera mexicana sin fronteras que pronto será beatificada: Madre María Inés Teresa Arias.

Todos ellos y muchos más independiente, de las realidades que vivieron, lo mismo que sus diversas condiciones económicas, fueron “anawin” y por eso la Iglesia los reconoce como santos y beatos. Su ejemplo nos anima, porque significa que tú y yo, en el seguimiento de Jesús, podemos ser plenamente felices, si auténticamente procuramos ser “anawin”.

ORAR: Hoy, en lugar de poner una oración propia, hagamos nuestra una de las oraciones de una “anawin”, del siglo XVI. Teresa de Ávila. Ojalá te des un espacio para hacer tu propia oración “anawin”.

Tuyo(a) soy, para Ti nací, ¿Qué mandas hacer de mí? Dame muerte, dame vida: Dame salud o enfermedad; dame honra o deshonra; dame guerra o paz crecida; flaqueza o fuerza cumplida, Que a todo digo que sí. ¿Qué quieres hacer de mí?

Dame riqueza o pobreza, dame consuelo o desconsuelo; dame alegría o tristeza; dame infierno o dame Cielo; vida dulce o sol sin velo; pues del todo me rendí. ¿Qué mandas hacer de mí?
Si quieres, dame oración, sino, dame sequedad; si abundancia y devoción, y si no esterilidad. Soberana Majestad, sólo hallo paz aquí, ¿Qué mandas hacer de mí?

Dame, pues, sabiduría, o por amor, ignorancia; dame años de abundancia o de hambre y carestía; dame tiniebla o claro día; ponme aquí o allí ¿Qué mandas hacer de mí?
Si quieres que esté descansado(a), quiero por amor descansar. Si me mandas trabajar, morir quiero trabajando. Dime, ¿dónde, cómo y cuándo? Di, dulce Amor, di. ¿Qué mandas hacer de mí?
Tuyo(a) soy, para Ti nací, “¿Qué mandas hacer de mí?” Santa Teresa de Ávila.

”Sólo Dios basta”. Santa Teresa de Ávila.

Recuerda. Escribe o piensa tu propia oración “anawin”.

CONTEMPLAR: Los santos son testigos del amor de Dios en sus vidas. Al ser personas plenamente realizadas, por lo mismo son felices. La clave para que también tú, yo y todos seamos felices está en buscar y encontrar la auténtica felicidad en Dios.

Identifiquemos nuestras “riquezas” que nos impiden abandonarnos en Dios, reconozcamos que más bien son “miserias” a las estamos apegados y hoy pidámosle la gracia a Dios de ser los nuevos “anawin”, pues queremos ser felices, queremos ser santos.

ACTUAR: Me daré un tiempo para reflexionar sobre el cambio de vida si pongo mi corazón en el Corazón de Jesús, el “ANAWIN” por excelencia y si al igual que la Virgen María y los santos, confío en Dios, administro los dones y bienes que me ha dado y en todo procuro su Gloria.

Que todos te conozcan y te amen es la única recompensa que quiero. M. María Inés Teresa Arias.

Seguimos el esquema de la Lectio Divina: Leer, meditar, orar, contemplar y actuar.
Leer, es escuchar la Palabra de Dios y ponerla en contexto.
Meditar es reflexionar sobre lo que el texto bíblico me dice.
Orar: Es responder a la Palabra, qué le digo a Dios: es petición, intercesión, agradecimiento, alabanza, etc.
Contemplar el reto de llegar a la conversión de la mente, del corazón y de la vida, según el Corazón de Cristo.
Actuar, es mi compromiso por hacer vida la Palabra de Dios.