11-09-01. JUEVES XXII.
Lc 5, 1-11.
DIOS TIENE UNA MISIÓN PARA TI
Mons. Pedro Agustín Rivera Díaz
Del santo Evangelio según san Lucas (5,1-11): En aquel tiempo, la gente se agolpaba alrededor de Jesús para oír la palabra de Dios, estando él a orillas del lago de Genesaret. Vio dos barcas que estaban junto a la orilla; los pescadores habían desembarcado y estaban lavando las redes. Subió a una de las barcas, la de Simón, y le pidió que la apartara un poco de tierra. Desde la barca, sentado, enseñaba a la gente. Cuando acabó de hablar, dijo a Simón: «Rema mar adentro, y echad las redes para pescar.» Simón contestó: «Maestro, nos hemos pasado la noche bregando y no hemos cogido nada; pero, por tu palabra, echaré las redes.» Y, puestos a la obra, hicieron una redada de peces tan grande que reventaba la red. Hicieron señas a los socios de la otra barca para que vinieran a echarles una mano. Se acercaron ellos y llenaron las dos barcas, que casi se hundían. Al ver esto, Simón Pedro se arrojó a los pies de Jesús diciendo: «Apártate de mí, Señor, que soy un pecador.» Y es que el asombro se había apoderado de él y de los que estaban con él, al ver la redada de peces que habían cogido; y lo mismo les pasaba a Santiago y Juan, hijos de Zebedeo, que eran compañeros de Simón. Jesús dijo a Simón: «No temas; desde ahora serás pescador de hombres.» Ellos sacaron las barcas a tierra y, dejándolo todo, lo siguieron.
LEER: El relato de la pesca milagrosa que señala san Lucas nos muestra a Jesús enseñando subido en la barca de Pedro, que estaba en el mar. Después le dirá a Pedro; -que junto con sus compañeros había regresado sin haber pescado nada-, que reme mar adentro y vuelva a echar las redes. Pedro un tanto incrédulo hace lo que Jesús le pide y con asombro ve que las redes se llenan de tantos peces, que incluso tienen que llamar a otra barca. Pedro lleno de admiración se postrará ante Jesús y le pedirá que se aleje de Él pues es un pecador. El Señor Jesús le dice que se levante y que lo hará “pescador de hombres”. No sólo Pedro, sino también sus compañeros “dejándolo todo lo siguieron”.
MEDITAR: Para algunos estudiosos de la Biblia (exégetas), el mar representa al mundo y la barca de Pedro la Iglesia. Hoy, desde la Iglesia, Jesús te llama a ti, a mí y a todos, a seguirlo para hacerlo presente en el mundo.
Es significativo que en esta parte del Evangelio del nombre del príncipe (principal) de los apóstoles sea “Simón” (el que escucha a Dios) y que más adelante el Señor Jesús le llame “Pedro” (Roca, no una simple piedra). Jesús es carpintero, Simón-Pedro pescador y experto en ello, pues de la pesca vivía.
ORAR: Gracias Señor porque me buscas y sales a mi encuentro. Muchas veces como Simón-Pedro y sus compañeros, después de tanto esforzarme, he sentido que mi vida está vacía, que lo que hago no tiene sentido. Me siento triste, cansado, fracaso y perdido. Pero apareces Tú y me das nuevos alientos, me invitas a que escuche tus palabras, me pides permiso para acompañarme en mi vida, a que confíe en Ti y que en tu nombre eche las redes. Así lo haré Señor, pero lo más importante no será si obtengo el éxito inmediato o si todavía tengo que esperar y esforzarme más, lo más importante Señor, es que ahora, que he decidido seguirte, me guías Tú y estás siempre a mi lado. Gracias Señor por tu compañía y presencia en mi vida.
CONTEMPLAR: El proceso de conversión de Simón-Pedro es muy interesante, porque lo primero que hace es dejar que Jesús suba en su barca (entre en su corazón). Jesús le acompaña mar adentro (que es lugar que Pedro conoce, donde se siente seguro, confortable). Simón-Pedro deja que Jesús le acompañe en su vida. Jesús no juzga sus procedimientos, simplemente le dirá que haga algo nuevo, distinto. Simón no se llena en la soberbia, de pensar: “el que sabe cómo se hacen las cosas soy yo, Él qué me puede enseñar”. Le hará caso a Jesús. Los resultados hacen que Pedro se dé cuenta ante Quién está y humildemente reconoce su realidad pecadora y le pedirá a Jesús que se aparte de él. Jesucristo no lo rechaza, le dará una misión que dignificará su vida, de simple pescador, será discípulo, misionero, apóstol, cabeza de la Iglesia: santo y alcanzará la Vida Eterna.
La misión para ti, para mí y para todos es: no hacer de nuestra vida algo intrascendente, sino en Jesucristo encontrar el camino para desarrollarnos plenamente, ser felices, ser santos y alcanzar la Vida Eterna, amando a Dios, sirviendo a los demás, haciendo este mundo mejor, pues Jesús te llama a ser “pescador de hombres”.
Cuando Pedro escucha la voz de Jesús y le obedece, su forma de entender las cosas y de realizar su vida cambiará. Lo mismo puede ocurrir contigo, si como Pedro, confías en Jesús.
Los resultados harán que la visión que Pedro tiene de las cosas cambie. Muchas veces tú y yo, ya sabemos cómo es nuestra vida, qué si nos funciona y qué no. Pedro confía en Jesús, su vida cambia.
Simón se reconoce pecador, ante Jesús no finge ser lo que no es. Jesús conoce a Pedro, conoce sus limitaciones, no lo rechaza, lo ama tal y como es y lo promueve para que sea feliz, que con su ejemplo atraiga a muchos a Dios y sea santo.
La narración evangélica de “la pesca milagrosa” nos revela diez pasos, que nos han de ayudar a descubrir nuestra misión en esta vida, a ser santos y a alcanzar la Vida Eterna:
(1) Deja que Jesús entre en tu corazón, Él quiere subirse a tu barca.
(2) Jesús quiere acompañarte en tu vida pasada para sanarte, ve “mar adentro con Él”.
(3) Escúchalo. Sigue sus enseñanzas, aprende nuevos estilos de vida en su amor que libera.
(4) Reconoce tu indignidad, tus errores y limitaciones, Jesús no te juzga, te ama. “hemos pescado toda la noche”.
(5) Obedécelo y “tira las redes”, es decir: no te quedes con odios, resentimientos, complejos de tu vida pasada.
(6) Pedro se alegró por la pesca, compartió con otros su alegría.
(7) Ante los cambios que experimentó Pedro “reconoce a Jesús como Señor“, entrégale tu vida a Jesús.
(8) Deja que Él te levante, aprende a ser feliz, en su amor. Jesús te ama. “desde ahora serás pescador de hombres”. Deja que Él cambie tu vida.
(9) Síguelo, Jesús quiere acompañarte en tu vida para que seas feliz (santo) en esta vida y alcances la Vida Eterna.
(10) Procura que otros también sigan a Jesús (Andrés, Juan, Santiago, junto con Pedro) “dejándolo todo, lo siguieron”.
ACTUAR: En oración, invitaré hoy al Señor Jesús, a que entre en mi vida. Con Él revisaré lo que he hecho y tiraré todo lo que me estorba para seguirlo y ser feliz. También procuraré acercar a mi familia y a mis amigos a Jesús.
Que todos te conozcan y te amen es la única recompensa que quiero. M. María Inés Teresa Arias.
Seguimos el esquema de la Lectio Divina: Leer, meditar, orar, contemplar y actuar.
Leer, es escuchar la Palabra de Dios y ponerla en contexto.
Meditar es reflexionar sobre lo que el texto bíblico me dice.
Orar: Es responder a la Palabra, qué le digo a Dios: es petición, intercesión, agradecimiento, alabanza, etc.
Contemplar el reto de llegar a la conversión de la mente, del corazón y de la vida, según el Corazón de Cristo.
Actuar, es mi compromiso por hacer vida la Palabra de Dios.