Oh
Virgen santísima,
Madre
de Dios,
Madre
de Cristo,
Madre
de la Iglesia,
míranos
clemente en esta hora.
Virgo
fidélis, Virgen fiel,
ruega
por nosotros.
Enséñanos
a creer como has creído tu.
Haz
que nuestra fe
en
Dios, en Cristo, en la Iglesia,
sea
siempre límpida, serena, valiente, fuerte, generosa.
Mater
amábilis, Madre digna de amor.
Mater
pulchrae dilectiónis, Madre del Amor Hermoso,
¡ruega
por nosotros!
Enséñanos
a amar a Dios y a nuestros hermanos
como
les amaste tú;
haz
que nuestro amor a los demás
sea
siempre paciente, benigno, respetuoso.
Causa
nostrae laetítiae, causa de nuestra alegría,
¡ruega
por nosotros!
Enséñanos
a saber captar, en la fe,
la
paradoja de la alegría cristiana,
que
nace y florece en el dolor,
en
la renuncia,
en
la unión con tu Hijo crucificado:
¡haz
que nuestra alegría
sea
siempre auténtica y plena
para
podérsela comunicar a todos!
Amén.
(Beato Juan Pablo II)