martes, 27 de septiembre de 2011

Pronunciamiento

PORQUE QUEREMOS LA PAZ DEFENDEMOS LA VIDA DEL CONCEBIDO
Mons. Pedro Agustín Rivera Díaz

En nuestro País, crecen cada vez más los manifiestos del anhelo de paz, quizá como una respuesta razonada ante el crecimiento de los índices de criminalidad, que se expresa de manera cada vez más violenta.

Las diversas manifestaciones, en las calles, ante la SCJN, en periódicos y medios electrónicos,  a favor del respeto y defensa de la vida de los mexicanos, desde el momento de su concepción hasta su muerte natural, son una expresión de ello. Defendemos la vida de todo mexicano porque queremos la paz.

La paz es propiciada por un Estado sustentado firmemente en el derecho y por ende en la justicia para todos.

La paz no sólo es ausencia de guerras, sino sobre todo es una expresión de la sociedad en donde quienes la integran se ven con respeto y procuran la solidaridad mutua, procurando el desarrollo de todos.

La paz es propiciada, sostenida y fortalecida por el reconocimiento y respeto de los Derechos Humanos Universales, siendo el principal y sustento de los demás, el respeto a la Vida de todo ser humano desde la concepción hasta la muerte natural.

La Declaración Universal de los Derechos Humanos señala que son para todos, sin distinción de sexo, edad o condición social. Esta Declaración, no nos divide en hombres o mujeres, sino que nos integra en la humanidad.

Aducir derechos de una persona sobre otra, es violentar el sentido de universalidad de ello y propicia la injusticia que favorece la ley del más fuerte, sobre el más débil, que por razones naturales debe de ser siempre protegido por el Estado de Derecho y por las leyes e instituciones que de él dimanan. De otra forma, el mismo Estado contradice el sentido de su existencia y propicia el desorden e institucionaliza la injusticia como sucedió en los regímenes nazis.

Las instancias jurídicas y legislativas, deben de tener el compromiso por la justicia y deben ser garantes de ella para propiciar la paz. San Agustín decía, “Quita el derecho y, entonces, ¿qué distingue el Estado de una gran banda de bandidos?". Alemania y otros países, en el siglo pasado y aún en la actualidad, saben que esta expresión no es una mera quimera, pues en la distorsión del reconocimiento de los derechos universales, como recientemente señaló el Papa Benedicto XVI, “el Estado se convierte en el instrumento para la destrucción del derecho; se transforma en una cuadrilla de bandidos muy bien organizada, que podría amenazar el mundo entero y empujarlo hasta el borde del abismo”.

La noble tarea de los Ministros de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, lo mismo que los legisladores y gobernantes, les obliga y no como una concesión personal, a velar porque las leyes de nuestro país sean equitativas y velen por el respeto, protección y desarrollo de la vida de todos los mexicanos, poniendo atención no sólo a lo que se refiere a la posibilidad de acceder a los medios que les permitan un bienestar, no solo material, sino integral. Amparo y seguridad, que les permita el acceso a la salud, a la educación y al trabajo; y por lo mismo y como deber y tarea principal, proteja su integridad física, que comienza precisamente por la protección y respeto de todo mexicano en cualquier etapa de su vida, independientemente de ser hombre o mujer, pobre o rico, adulto mayor, joven o recién concebido o con algunas semanas de vida en el vientre materno.

No dividamos a nuestro país aduciendo derechos para hombres o mujeres, busquemos el bien común y protejamos de manera integral a todo mexicano y pongamos una especial atención al fortalecimiento de la familia y los valores que la unen, a la educación de niños y niñas, de adolescentes, hombres y mujeres en el reconocimiento y valoración del respeto que se deben a sí mismos y a los demás, en el recto uso de su sexualidad, vista no solo  como fuente de placer, sino como auténtica expresión de complementariedad y desarrollo personal y comunitario. Elaboremos además políticas que ayuden a toda mujer embarazada a vivir esa etapa de su vida, no con temor, sino con seguridad y profunda alegría, cuidando de ella y del hijo(a) en su vientre materno.

Meditación del 28 de septiembre del 2011

En dos días más termina el segundo mes, desde que comencé estas meditaciones.

Algunas de las sugerencias que me hicieron en la evaluación pasada las integré, por lo que ahora te pido que, si te es posible:
a.- Me hagas llegar sugerencias para mejorarlas.
b.- ¿quieres seguir recibiéndolas? ¿cada cuándo las lees? Diariamente __, una vez por semana __, ocasionalmente __
c.- Las compartes con alguien. Si ___, No ___, Con cuantas personas _____, En grupos de reflexión o de familia ___, vía correo electrónico ___ otro___
d.- Te han servido para: ser mejor _____, en conocerte a ti mismo ____, en el conocimiento de la fe ____ a encontrarle mayor gusto a lectura de la Biblia ____, a participar mejor en la Misa ___, a acercarte a comulgar ____, a acercarte a confesar ___.
e.- ¿Alguna meditación te gustó en especial?
f.- Si deseas añade un comentario ____________________________________________


11-09-28. Miércoles XXVI
Lc 9, 57-62.

APRENDIENDO A SER LIBRE

Mons. Pedro Agustín Rivera Díaz

VER
Mucha gente es insegura y esconde esa realidad tras una “máscara” de amabilidad, de atención, de aceptación y sin embargo la persona no es feliz, porque o no cumple lo que prometió o siente en su interior que es manipulada y utilizada, porque a fin de cuentas está haciendo algo que no quería hacer.
JUZGAR
Jesús es directo y no por Él, sino por el bien de sus interlocutores, los confronta con su propia realidad. Jesús nos pide que digamos si, cuando es sí y que digamos no, cuando es no. La Verdad es la que nos hace libres.
ACTUAR
Tengo derecho a decir “NO”. Los demás tienen derecho a que yo actué en consecuencia cuando libremente haya dicho “SÍ”.

Evangelio: Lucas 9, 57-62: En aquel tiempo, mientras iban de camino Jesús y sus discípulos, alguien le dijo: «Te seguiré adondequiera que vayas». Jesús le respondió: «Las zorras tienen madrigueras y los pájaros nidos; pero el Hijo del hombre no tiene en dónde reclinar la cabeza». A otro, Jesús le dijo: «Sígueme». Pero él le respondió: «Señor, déjame ir primero a enterrar a mi padre». Jesús le replicó: «Deja que los muertos entierren a sus muertos; tú ve y anuncia el Reino de Dios». Otro le dijo: «Te seguiré, Señor, pero déjame despedirme de mi familia». Jesús le contestó: «El que empuña el arado y mira hacia atrás, no sirve para el Reino de Dios».

LEER. El texto concentra el encuentro y el diálogo de tres hombres con Jesús, ellos, le dicen que quieren seguirlo, pero quizá lo hacen para quedar bien. Jesús no se entusiasma por promesas, ni porque vaya a tener más discípulos. Él conoce lo que hay en el corazón del ser humano, Él es la Verdad y por eso, de manera suave, pero directa confronta a sus interlocutores con la verdad: Jesús los libera de sus “máscaras”, para que ellos aprendan a ser francos y directos y así “superando sus mentiras”, puedan ser libres y lleguen a ser felices.

MEDITAR: En una meditación muy personal, encuentro en este texto la invitación a ser libre ante tres máscaras muy comunes: el apego a las cosas, el apego a los hábitos, el apego a las personas. No significa que renunciemos a todo tipo de afecto, sino que nos situemos en libertad, ante las cosas, los hábitos y la personas.

Apegados a las cosas, las cosas son las que nos dominan, ya sea una casa, un carro, un televisor, un celular o un papel o alguna cosa insignificante. Cuando las cosas ocupan un lugar más importante que Dios, yo mismo o las personas, me esclavizan y por adquirirlas o conservarlas, hay quienes pierden la paz y la felicidad. Tristemente, incluso hay quien llega a matar. “El Hijo del Hombre no tiene donde reclinar la cabeza” y es muy feliz. No se trata de no tener nada, sino de no apegarse a nada, para poder compartirlo e incluso regalarlo o perderlo. ¡Cuántas familias se dividen a causa de una herencia! “El Hijo del Hombre no tiene donde reposar la cabeza”.

Vivir apegado a las personas, pensando que “sin alguien” no puedo ser feliz, es una señal de falta de madurez, de baja autoestima, que me genera inseguridad, porque además de hacerme dependiente de otro(s), me lleva a procurar siempre la aceptación o aprobación de los demás, por lo que me puedo llegar a poner en una situación de hacer lo que el “otro” quiera, aunque esto me haga daño. Existen situaciones extremas de dependencia, como la de los jóvenes, hombres o mujeres, que aceptan la droga, el alcohol, las relaciones sexuales como algo necesario para ser aceptado, o quienes viven situaciones familiares o de noviazgo al estilo de “pégame pero no me dejes” y otras situaciones más. Una dependencia exagerada, es común en la etapa de la adolescencia, que con el tiempo ha de superarse como parte del proceso de autoconocimiento y autoaceptación. Ser consciente de este tipo equivocado de relacionarme con los demás y ponerme en las manos de Jesús, ciertamente me puede llevar a la conversión de vida, para aprender a ser feliz en la libertad de los hijos de Dios. Hay quien piensa que no puede vivir sin “alguna otra” persona, que incluso puede ya haber muerto p.ej. la mamá, el papá, el esposo, la esposa, el hijo, el novio, el amigo, etc. en estos casos y en las situaciones de relaciones destructivas, pidámosle al Señor Jesús que sane nuestra vida y nuestros recuerdos, dejemos que los muertos entierren a sus muertos”. Ciertamente hay que reconocer que todos dependemos de todos y que el cristiano es por naturaleza solidario, por lo que el encuentro con Jesucristo nos ha de llevar a tener relaciones sanas, producto de la libertad interior que Él nos da.

Apegados a hábitos, ideas o pensamientos negativos recurrentes. No todo lo que aprendimos de niños, en el seno familiar es bueno, tampoco malo, pero ciertamente es perfectible y cuando lo aprendido lo confrontamos con la Palabra de Dios, hay que aprender a aprovechar lo mejor y rechazar lo que nos hace daño. Por ejemplo: ver televisión cuando comemos en lugar de disfrutar a la familia, fácilmente pelearnos entre hermanos e incluso insultarnos, o pensar que mis papás preferían a otro de mis hermanos o que yo no soy querido, etc. Cada quien tiene su propia historia y cosas que revisar y modificar, lo interesante es que con Jesús, la visión del propio pasado no se hace ni con dolor, ni con rencor, ni con rechazo, a sí mismo o a algún familiar, sino en el amor de Dios, que nos lleva al perdón, a la aceptación y a romper las cadenas que nos atan al pasado y nos generan tristeza o angustia. El que empuña el arado y mira hacia atrás, no sirve para el Reino de Dios”.

ORAR: Señor Jesús, gracias porque sales a mi encuentro y me quieres escuchar. Dame un corazón sincero para dialogar Contigo. Tú te haces hombre y mueres en la Cruz para que sea libre. Tu vida y tus palabras son una enseñanza para que yo aprenda a vivir en libertad, ayúdame a romper con mis esquemas preconcebidos para ser libre como Tú, no apegándome ni al pasado, ni a las cosas, ni a las personas, ni a mis ideas negativas y erróneas, sino dejando que tu perdón y amor, me sanen. Señor quiero ser como Tú.

CONTEMPLAR: El punto de partida para revisar mi vida, ante Jesús y sus palabras, no es el que yo estoy mal, sino que Jesús me ama y me libera para que yo sea mejor, para que yo sea feliz, para que yo sea santo, para que con mi vida, sea su testigo en el mundo de hoy y un día alcance la Vida Eterna.

ACTUAR: Hoy me dispondré para aprender a ser libre en Jesús, desapegándome de los recuerdos, las cosas, las relaciones humanas equívocas que me estuvieran impidiendo ser feliz. Por otro lado reforzaré todo lo positivo y las relaciones humanas que me ayudan a ser feliz.

Que todos te conozcan y te amen es la única recompensa que quiero. Madre María Inés Teresa Arias.

Si deseas hacerme llegar algún comentario sobre este artículo, puedes escribirme a evangelizarorando@yahoo.com.mx

Seguimos el esquema de la Lectio Divina: Leer, meditar, orar, contemplar y actuar
Leer, es escuchar la Palabra de Dios y ponerla en contexto
Meditar es reflexionar sobre lo que el texto bíblico me dice
Orar: Es responder a la Palabra, qué le digo a Dios: es petición, intercesión, agradecimiento, alabanza, etc.
Contemplar el reto de llegar a la conversión de la mente, del corazón y de la vida, según el Corazón de Cristo.
Actuar, es mi compromiso por hacer vida la Palabra de Dios.