martes, 15 de octubre de 2013

SEÑOR, LLÁMAME, DAME TU PAZ Y ENVÍAME

SEÑOR, LLÁMAME, DAME TU PAZ Y ENVÍAME


Mons. Pedro Agustín Rivera Díaz

Evangelio del domingo 20 de octubre del 2013. Domingo Mundial de las Misiones (DOMUND)
Evangelio: Marcos 16,15-20: En aquel tiempo, se apareció Jesús a los Once, y les dijo: “Vayan por todo el mundo y prediquen el Evangelio a toda creatura. El que crea y se bautice se salvará, el que se resista a creer, será condenado. Estos son los milagros que acompañarán a los que hayan creído: arrojarán demonios en mi nombre, hablarán lenguas nuevas, cogerán serpientes en sus manos, y si beben un veneno mortal no les hará daño; impondrán las manos a los enfermos y éstos quedarán sanos.

El Señor Jesús, después de hablarles, subió al Cielo y está sentado a la derecha de Dios. Ellos fueron y proclamaron el Evangelio por todas partes, y el Señor actuaba con ellos y confirmaba su predicación con los milagros que hacían.
LECTURA: Lee, pausadamente, una o dos veces el texto del Evangelio, haz un poco de silencio interior, cierra los ojos y visualiza a los personajes y piensa que te dice a ti, personalmente, la Palabra de Dios.

MEDITACIÓN.   Hoy celebramos el día mundial de las Misiones (DOMUND). Jesús resucitado se aparece a los apóstoles y los sana de sus miedos y temores, les da la paz y perdona sus pecados. En la escena del Evangelio de hoy, antes de subir al Padre, Jesús instruye a sus apóstoles, los envía a evangelizar y ellos obedecen y confirman que efectivamente Jesucristo les guía y acompaña en su misión. Ellos responderán de manera individual y grupal, como Iglesia. Con alegría reciben el mandato de evangelizar y con alegría comparten la “Buena Noticia”. El Evangelio que anuncian, toca y transforma corazones, pero a ellos también los transforma, al ver las maravillas de Dios. Todo el mundo debería poder experimentar la alegría de ser amados por Dios, el gozo de la salvación, todos los bautizados deberíamos compartir el Evangelio.

En el documento con que se anuncia el Año de la Fe, el Papa emérito Benedicto XVI, pidió nuestro esfuerzo para que se fortaleciera nuestra “relación con Cristo, el Señor, pues sólo en Él tenemos la certeza para mirar al futuro y la garantía de un amor auténtico y duradero” (Carta Ap. Porta fidei, 15).
Los creyentes, tanto en comunidad parroquial, familiar o de manera individual, manifestamos la madurez de nuestra fe cuando hacemos vida el mandato de evangelizar, cuando damos testimonio a las personas que encontramos y con las que compartimos el camino de la vida.
Evangelizar es una nota esencial de nuestra fe bautismal, por eso de manera individual, familiar o parroquial e incluso diocesana, debemos hacer vida las enseñanzas de Jesucristo, dando testimonio y anunciando del Evangelio, que es el amor de Dios, manifestado en Jesucristo.
En la tarea de la evangelización no estamos solos, nos acompañan el Señor Jesús y la Iglesia. Sin Ella, no podemos anunciar ni hacer presente de manera eficaz a Jesucristo y su mensaje de salvación.

Los apóstoles fueron enviados a un mundo en el que no se conocía a Jesucristo, ni sus enseñanzas, donde Él era rechazado, mientras las personas se sumergían en un mar de tristeza, de violencia y sin sentido de vida. El ser humano de aquellos tiempos, tiene mucha semejanza con el de hoy, donde se destaca y se propone la mentira, como estilo de vida. El Papa Francisco, en su mensaje del DOMUND, señala: “vivimos en una época de crisis que afecta a muchas áreas de la vida, no sólo la economía, las finanzas, la seguridad alimentaria, el medio ambiente, sino también la del sentido profundo de la vida y los valores fundamentales que la animan. La convivencia humana está marcada por tensiones y conflictos que causan inseguridad y fatiga para encontrar el camino hacia una paz estable. En esta situación tan compleja, donde el horizonte del presente y del futuro parece estar cubierto por nubes amenazantes, se hace aún más urgente el llevar con valentía a todas las realidades, elEvangelio de Cristo, que es anuncio de esperanza, reconciliación, comunión; anuncio de la cercanía de Dios, de su misericordia, de su salvación; anuncio de que el poder del amor de Dios es capaz de vencer las tinieblas del mal y conducir hacia el camino del bien. El hombre de nuestro tiempo necesita una luz fuerte que ilumine su camino y que sólo el encuentro con Cristo puede darle. Traigamos a este mundo la esperanza que se nos da por la fe, a través de nuestro testimonio, con amor”.
Pidamos experimentar “la dulce y confortadora alegría de evangelizar” (Pablo VI, Exhort. Ap. Evangelii nuntiandi, 80).
El proceso misionero es más eficaz, cuando se cuenta con testigos, más que con repetidores o protagonistas. Por eso el Señor Jesús, primero sana el corazón de sus discípulos, les concede experimentar su amor y los prepara.

ORACIÓN: Guardo silencio, reflexiono sobre lo que medité y hago mi oración propia, lo que sigue sólo es una guía: Señor Jesús, Tú tocaste las puertas de mi corazón a través de quienes me compartieron su fe, dando testimonio de tu amor y presencia en su vida; concédeme la alegría que experimentaron la Virgen María, los apóstoles y los santos, cuando con su ejemplo te anunciaron y construyeron tu Reino, aun en medio de infinidad de problemas; para que en lugar de dejarme vencer por las adversidades o el desaliento, guiado por tu Espíritu de amor, transforme mi realidad y mi entornos, haciendo este mundo mejor. Señor, permite que experimente “la dulce y confortadora alegría de evangelizar”, como ocurrió con ellos. ¡Señor, llámame, dame tu paz y envíame!
 
CONTEMPLACIÓN: Para llevar a Jesús a los demás debo de tener un corazón reconciliado con Dios, disfrutar de la alegría de su presencia y experimentar el gozo de compartirlo y fortalecer la fe de quienes me rodean.
¿He abierto mi corazón a Dios, he dejado que Él me sane y fortalezca? ¿Cómo me instruye Dios? ¿Estoy atento a lo que pasa a mi alrededor? ¿Hago alguna lectura espiritual o reflexiono algún documento del Papa o de mi Obispo? ¿Comparto mi fe? ¿Veo y disfruto las maravillas que el Señor Jesús hace en mi corazón, cuándo lo comparto mi fe con el que está alejado de Dios, o con el enfermo o con el necesitado? ¿Escucho cómo Él me envía a mis hermanos?

ACCIÓN: Sabiendo que el Señor Jesús me envía a Evangelizar, yo anunciaré la Buena Nueva, con mis palabras, con mis acciones y actitudes y con mi testimonio; para ello dejaré que el amor de Dios sea el que me anime y guíe hacia mis hermanos y vaya a donde haga más falta mi testimonio y la presencia de Dios.

Para ayudarme en este propósito me aprenderé la siguiente canción:
“Señor, toma mi vida nueva, antes de que la espera desgaste años en mí.
Estoy, dispuesto a lo que quieras, no importa lo que sea, Tú llámame a servir
Llévame donde los hombres, necesiten tus palabras, necesiten mis ganas de vivir:
Dónde falte la esperanza, dónde todo sea triste, simplemente, por no saber de Ti.
Te doy, mi corazón sincero, para gritar sin miedo, lo hermoso que es tu amor .
Señor, tengo alma misionera, condúceme a la tierra, que tenga sed de voz
Llévame...
Y así, en marcha iré cantando, por pueblo predicando, tu grandeza Señor;
Tendré. mis brazos sin cansancio, tu historia entre mis labios, tu fuerza en la oración
Llévame...
 
Si deseas hacer algún comentario puedes escribirme a evangelizarorando@yahoo.com.mx