11-11-11. viernes 32ª
SEREMOS EXAMINADOS EN EL AMOR.
Mons. Pedro Agustín Rivera Díaz
Evangelio: Lucas 17, 26-37: En aquellos días, Jesús dijo a sus discípulos: «Lo que sucedió en el tiempo de Noé también sucederá en el tiempo del Hijo del hombre: comían y bebían, se casaban hombres y mujeres, hasta el día en que Noé entró en el arca; entonces vino el diluvio y los hizo perecer a todos. Lo mismo sucedió en el tiempo de Lot: comían y bebían, compraban y vendían, sembraban y construían; pero el día en que Lot salió de Sodoma, llovió fuego y azufre del cielo y los hizo perecer a todos. Pues lo mismo sucederá el día en que el Hijo del hombre se manifieste. Aquel día, el que esté en la azotea y tenga sus cosas en la casa, que no baje a recogerlas; y el que esté en el campo, que no mire hacia atrás. Acuérdense de la mujer de Lot. Quien intente conservar su vida, la perderá; y quien la pierda, la conservará. Yo les digo: aquella noche habrá dos en un mismo lecho: uno será tomado y el otro abandonado; habrá dos mujeres moliendo juntas: una será tomada y la otra abandonada». Entonces, los discípulos le preguntaron: «¿Dónde sucederá eso, Señor?» Y él les respondió: «Donde hay un cadáver, allí se juntan los buitres».
I.- ENSEÑANZA BREVE: Cuando asistimos a una escuela, ya sabemos que un día llegarán los exámenes parciales o finales. Hay quienes se preparan con tiempo y el día en que son examinados, se presentan con tranquilidad. En cualquier oficina o taller, todos saben que en un tiempo determinado deberán presentar un informe o un producto determinado. Quienes día a día han trabajado responsablemente, cuando llega el tiempo de entregar cuentas, también están tranquilos y confiados, pues saben la responsabilidad con la que han actuado. ¿Es así con nuestra vida personal? Ciertamente un día moriremos, un día tendremos que entregar cuentas de lo que hemos hecho con las cualidades que tenemos y las responsabilidades que se nos han dado. Cuando llegue ese día, ¿estaré tranquilo(a) o angustiadamente estaré pidiendo un plazo mayor para hacer el bien que no he hecho y amar a quien no he amado?
II.- VER - JUZGAR -ACTUAR
VER | En la vorágine de oportunidades que el mundo actual nos presenta, parecería que cada día se tienen que hacer más y más cosas. Hay quienes no se valoran si no están haciendo algo u obteniendo alguna ganancia. Parecería que lo importante es hacer, tener, parecer o poseer. Así, sumergidos en el mundo del activismo, hay quienes se despersonalizan pues lo importante no son ellos ni quien está a su lado, sino lo que se hace. Así, la familia pasa a un segundo plano, el descanso también y la relación con Dios no importa, pues está totalmente descuidada e, incluso, olvidada. Pero, ¿vivir así, será realmente vivir? En la actualidad, para algunos, su vida consiste en consultar la internet, responder el twitter, mandar mensajes telefónicos, ser hábil en el juego electrónico de moda, saber la canción del momento, contestar el celular, ver la película de estreno. Así, “en red con muchos”, en diversas partes del mundo, aunque no los conozca, pueden olvidarse de su padre, madre o hermano, o de quien esté a su lado. Piensan que son populares pero realmente están solos. Ya no pueden detenerse en el hacer, pues eso les genera angustia, pues si se detienen, tienen que enfrentar su realidad. No sólo descuidaron a los demás, se descuidaron a sí mismos, dejaron de prepararse para la vida, dejaron de estudiar, de trabajar y de superarse, dejaron de relacionarse con los demás y de compartir sentimientos, palabras, acciones y muestras de cariño con quienes estaban cerca. Enajenados en lo que hacen, ignoran a quienes están a su lado y en poco tiempo, ellos serán quienes los ignorarán. | |
JUZGAR | Las posibilidades que hoy tenemos de comunicarnos rápidamente hacia cualquier parte del mundo son extraordinarias y esto hay que apreciarlo, pero no es lo esencial. Por detenernos en ver un aspecto de la realidad no podemos dejar de contemplar el extenso panorama que la vida nos presenta y la cual tenemos que realizar en el amor. Entre todos los seres vivos que conocemos, sólo el ser humano es capaz de amar. Cuando alguien dice que ama a su perrito o que él le corresponde, está utilizando términos no apropiados. Ninguna cosa, planta o animal puede amar ni corresponder al amor humano, sólo otra persona. Para desarrollarnos plenamente como personas, necesitamos amar y ser amados. Nadie conoce lo que no ama, nadie ama lo que no conoce, por eso el amor es la fuerza que nos lleva a salir de nosotros mismos en búsqueda del otro y es también la fuerza que nos lleva a darnos a conocer. Dado que el ser humano es limitado, el ansia de amar y de ser amado, ninguna persona la puede saciar, solo el amor de Dios. San Juan de la Cruz, dice que seremos juzgados en el amor. No por lo que tuvimos o hicimos, sino por lo que amamos, de ahí que, para alcanzar la plenitud de vida, debemos amar y para que nuestro amor sea auténtico es necesario que esté sustentado en el amor de Dios y tenga como modelo al rostro del amor divino que es el Señor Jesús. Dado que seremos examinados en el amor, el amor principal que debemos cultivar es el de Dios, quien nos ha creado y nos ama. Experimentándonos amados por Él, nos amaremos y amándonos en Dios, con su amor, podremos amar a los demás. La experiencia que ha llevado a los santos, hombres y mujeres, es el sentirse amados por Dios y responder a su amor, amando al prójimo. El amor de Dios no me enajena, al contrario, me hace dueño de mí mismo y me hace capaz de amar en libertad, pues busco al AMADO en el prójimo y en el amor de Dios amo al hermano, aunque el prójimo no me pueda corresponder con su amor o me rechace. Un caso contemporáneo y notorio, es la acción de Madre Teresa de Calcuta, quien en la Hostia Consagrada adoraba a Jesús y le servía en el más pobre entre los pobres. Para ella, no existía dicotomía entre el amar a Dios y servir al hermano. Ciertamente, Teresa de Calcuta, para mantenerse en su intensa acción de amor, no caía en el activismo. Amaba conscientemente, pues sabía que lo importante no era lo que hacía sino la forma en que se relacionaba con el prójimo y para ella, “su más prójimo” era Jesús, con Quien todos los días y a todas horas dialogaba en la oración. | |
ORAR | Señor, delante de Ti, me arrepiento porque en más de alguna ocasión he olvidado que lo más importante no es el “hacer”, sino el “ser”. Y, yo soy hijo(a) tuyo(a), muy amado(a) por Ti y me has invitado a hacerte presente en el mundo y esto lo ignoraba o no lo he tomado en cuenta. Enséñame Señor a valorarme, no solo como creatura tuya llamada al amor, sino sobre todo como hijo(a) tuyo(a) redimido(a) por el amor redentor de Jesucristo, para amarte y servirte en el prójimo, comenzando por mi familia y continuando con el más débil y desprotegido. | |
ACTUAR | Hoy tomaré la decisión de darme un tiempo diariamente para orar, hoy también procuraré dialogar más con mi familia y me dispondré a disfrutar conscientemente lo que hago, poniendo como parte de mi rutina diaria, el buscar a quién servir y en algún apostolado en el que pueda hacer algo por los demás, todo ello motivado por la consciencia de que soy profundamente amado(a) por Dios y conscientemente le he de responder amándolo y sirviéndolo en los demás. |
“Que todos te conozcan y te amen es la única recompensa que quiero”. M. María Inés Teresa (Beatificación 21-abril-2012)