lunes, 4 de junio de 2012

Solemnidad de la Santísima Trinidad recuerda que fuimos hechos a imagen de Dios


Ayer, 3 de junio, en la Iglesia Católica celebramos a la Santísima Trinidad, uno de los misterios centrales de la fe cristiana, donde reconocemos la existencia de Dios como uno y trino: Padre, Hijo y Espíritu Santo.

En esta fiesta, el Papa Benedicto XVI recordó que "la prueba más grande que somos hechos a imagen de la Trinidad es esta: solo el amor nos hace felices, porque vivimos en relación, y vivimos para amar y para ser amados". Luego afirmó que los fieles estamos "llamados a ser una comunidad de amor y de vida, en la cual las diversidades nos lleven a formar una ‘parábola de comunión’".

Respecto al Espíritu Santo, el Santo Padre explicó que por medio de Él, los creyentes podemos conocer la intimidad de Dios mismo, descubriendo que Él es la comunión de luz y de amor, un eterno diálogo entre el Padre y el Hijo en el Espíritu Santo.

En su mensaje, el Vicario de Cristo indicó que la historia de San Agustín permite ahondar un poco más en el misterio de la Trinidad. Es muy popular la anécdota de que un día, mientras el santo paseaba por la playa, reflexionando el misterio de la Trinidad, se encontró a un niño que había hecho un hoyo en la arena e intentaba vaciar el agua del mar en él. Al saberlo, San Agustín dijo al pequeño que eso era imposible, a lo que el niño respondió que si aquello era imposible de hacer, más imposible aún era el tratar de descifrar el misterio de las Tres Divinas Personas.

Papa Benedicto XVI pidió encontrar un equilibrio entre la familia, el trabajo y la fiesta


El pasado 3 de junio, durante su homilía dirigida en la Misa de clausura del VII Encuentro Mundial de las Familias, en el Parque Bresso de Milán, el Papa Benedicto XVI pidió a las familias recordar que pese a las dificultades por las que atraviesa la vida y la vocación matrimonial en estos tiempos, el amor “es la única fuerza que puede verdaderamente transformar el mundo”.

En su mensaje, el Vicario de Cristo, dirigiéndose a los esposos, indicó que “viviendo el matrimonio no os dais cualquier cosa o actividad, sino la vida entera”, pues el amor que ahí se da “es fecundo, en primer lugar, para vosotros mismos, porque deseáis y realizáis el bien el uno al otro, experimentando la alegría del recibir y del dar. Es fecundo también en la procreación, generosa y responsable, de los hijos, en el cuidado esmerado de ellos y en la educación metódica y sabia”. “Es fecundo, en fin, para la sociedad, porque la vida familiar es la primera e insustituible escuela de virtudes sociales, como el respeto de las personas, la gratuidad, la confianza, la responsabilidad, la solidaridad, la cooperación”.

“Dios creó el ser humano hombre y mujer, con la misma dignidad, pero también con características propias y complementarias, para que los dos fueran un don el uno para el otro, se valoraran recíprocamente y realizaran una comunidad de amor y de vida. El amor es lo que hace de la persona humana la auténtica imagen de Dios”, agregó el Santo Padre.

Por otra parte, indicó que el camino para crecer en el amor se basa en “mantener una relación constante con Dios y participar en la vida eclesial, cultivar el diálogo, respetar el punto de vista del otro, estar dispuestos a servir, tener paciencia con los defectos de los demás, saber perdonar y pedir perdón, superar con inteligencia y humildad los posibles conflictos, acordar las orientaciones educativas, estar abiertos a las demás familias, atentos con los pobres, responsables en la sociedad civil”. Los cuales consideró elementos constructores de la familia, por ello exhortó a vivirlos “con valentía, con la seguridad de que en la medida en que viváis el amor recíproco y hacia todos, con la ayuda de la gracia divina, os convertiréis en evangelio vivo, una verdadera Iglesia”.

El Pontífice solicitó a los esposos cuidar a sus hijos y transmitirles “razones para vivir, la fuerza de la fe, planteándoles metas altas y sosteniéndolos en las debilidades”, respecto a los hijos, les invitó a “procurad mantener siempre una relación de afecto profundo y de cuidado diligente hacia vuestros padres, y también que las relaciones entre hermanos y hermanas sean una oportunidad para crecer en el amor”, para lo cual les ayudará solicitar la intercesión de la Virgen María y San José, quienes enseñarán a las familias a acoger el amor de Dios, tal como ellos lo acogieron.

El Papa Benedicto XVI también se dirigió a aquellos fieles que, a pesar de compartir y vivir las enseñanzas de la Iglesia sobre la familia “están marcados por las experiencias dolorosas del fracaso y la separación. Sabed que el Papa y la Iglesia os sostienen en vuestra dificultad”.

A su vez pidió no olvidar que para los cristianos el domingo es un día de fiesta, el día del Señor: “Queridas familias, a pesar del ritmo frenético de nuestra época, no perdáis el sentido del día del Señor. Es como el oasis en el que detenerse para saborear la alegría del encuentro y calmar nuestra sed de Dios”.

Por último, el Sucesor de Pedro aseguró que la familia, el trabajo y la fiesta son “tres dones de Dios, tres dimensiones de nuestra existencia que han de encontrar un equilibrio” porque “Armonizar el tiempo del trabajo y las exigencias de la familia, la profesión y la maternidad, el trabajo y la fiesta, es importante para construir una sociedad de rostro humano”.

“Es necesario aprender, antes de nada en familia, a creer en el amor auténtico, el que viene de Dios y nos une a él y precisamente por eso nos transforma en un Nosotros, que supera nuestras divisiones y nos convierte en una sola cosa, hasta que al final Dios sea ‘todo para todos’”, concluyó.

Seamos santos

El amor a Jesús Eucaristía nos hace fuertes.
PASA LA VOZ: Encuentro con Jesús Eucaristía
Jueves de CORPUS CHRISTI, 7 de junio
La Misa y la Procesión serán presididas por el Emmo. Sr. Cardenal.
Te esperamos en el Zócalo Capitalino a las 9:00 de la mañana.
La entrega Santificada es inseparable en nuestra vocación.