TÚ, BAJO LOS
CUIDADOS DE LA VIRGEN MARÍA
Mons. Pedro
Agustín Rivera Díaz
Juan 19, 25-27: Junto a la cruz de Jesús estaba de
pie su Madre, y también la hermana de su Madre, María, mujer de Cleofás, y
María Magdalena. Jesús, viendo a su Madre y, junto a Ella, al discípulo que
amaba, dijo a su madre: "Mujer, he ahí a tu hijo". Después dijo al
discípulo: "He ahí a tu Madre". Y desde este momento el discípulo la
recibió consigo.
Junto
a Jesús, en la Cruz, sólo 3 mujeres y un hombre joven, los cuatro discípulos de
Jesús. Los cuatro tuvieron un papel muy importante en la evangelización de los
primeros tiempos y lo siguen teniendo desde el Cielo.
En
el texto se destaca la relación nueva que Jesús produce entre la Virgen María y
el discípulo amado, que a partir de ese momento “recibe consigo” a la Madre de
Dios.
Dado
que celebramos la “Fiesta de los Dolores
de la Virgen” recordemos que desde el siglo XIV, a través de las revelaciones
privadas a Santa Brígida de Suecia (1303-1373) se comenzó a difundir la “devoción
a los dolores de la Virgen”, que la tradición identifica como: 1º La profecía
de Simeón (cf. Lucas 2,22-35). 2º La huida a Egipto (Mateo 2,13-15). 3º El Niño
perdido en el Templo (Lucas 2,41-50). 4º María se encuentra con Jesús camino al
Calvario (IV Estación del Vía Crucis). 5º. Jesús muere en la Cruz (Juan
19,17-39). 6º María recibe el Cuerpo de Jesús al ser bajado de la Cruz (Marcos
15, 42-46). 7º Jesús es colocado en el Sepulcro (Juan 19, 38-42).
Centrándonos
en el texto joánico que meditamos, observamos, además de Jesús a cuatro
personajes: La prima hermana de la Virgen María, la esposa de Cleofás, es la
Madre de Judas Tadeo y Santiago el Menor, ambos apóstoles de Jesús. La
proyección de la fe de esta mujer queda manifestada en la acción misionera de
sus hijos, pues seguramente que ella les alentó y les exhortó a permanecer
firmes en la misión encomendada. María Magdalena, será quien reciba el envío de
Jesús resucitado, para que les comunique a los apóstoles que Él ha resucitado.
El tercer personaje es el discípulo amado, es identificado como el apóstol san
Juan Evangelista, y el cuarto personaje es la Virgen María: Madre de Dios,
Madre de Jesús, Madre del discípulo amado, Madre de la Iglesia, Madre de los
santos, Madre de los sacerdotes, Madre tuya y Madre mía. Estos y un sinfín de
títulos más, que le podemos aplicarle a Ella, en su dimensión maternal, pues
Jesús antes de morir, en el discípulo amado, nos la dejó como Madre.
Estos
personajes, en medio del dolor que sienten al ver las condiciones en que muere
el Señor Jesús, experimentan en su corazón el AMOR DE JESÚS, por ellos y por la
humanidad. ¿Con cuál te podrías identificar tú?
Enfocando
nuestra meditación a los “Dolores de la Virgen María”, reconocemos que son los
dolores de una Madre y de una creyente, ¡la primera y más grande creyente en
Jesús! Ella, comparte el dolor de Cristo, se duele por Él. Ella experimenta el
dolor como Madre y su corazón se desgarra. Ella contempla el rechazo a Dios por
parte de la humanidad y se compadece de los pecadores y se une a la súplica de
Jesús, “Padre perdónales porque no saben lo que hacen”. Así como en el corazón
de Jesús está la humanidad entera, y estás tú; la humanidad entera y tú están
en el corazón de María.
Jesús
muere a causa del pecado del hombre y de tus pecados, para redimirte. María ora
por tu salvación. El amor divino humanizado es el que une el corazón amante de
Jesús con el de su Madre. El amor humano divinizado es el que une el corazón
doliente de María con el de su Hijo. Cuando Jesús es elevado al cielo en la
Cruz, contempla a la humanidad de todos los tiempos y te contempla a ti. Mira
cuántos no lo aman y lo rechazan, mira cuántos dicen amarlo y lo traicionan,
mira cuántos se alejan de Él por la comodidad o por el miedo y mira, como un
gran consuelo a los que lo amán y están con Él, junto a la Cruz. Tú ¿a qué
grupo perteneces? ¿En cuál te gustaría estar?
En
medio de su situación; Jesús se duele por la humanidad doliente y atraen su
mirada, María su Madre y el discípulo amado. Él, resucitado, nunca los dejará
solos, pero en la Cruz, en el dolor, en el amor, establece la simiente de la
Iglesia y el modelo a seguir: el creyente bajo la protección de María, María
como Madre de todo fiel cristiano. El amor de Jesús en la Cruz es contemplado y
experimentado en su momento y para la eternidad, por estos cuatro personajes.
¿Con cuál te podrías identificar tú?
San
Juan, señala que “desde ese momento”, el discípulo amado “recibió consigo” a
María. Para él, Ella ya no era sólo la Madre de Jesús, la mamá del Maestro,
ahora era también Madre suya, Madre de todo creyente. Para la Virgen María, el
discípulo amado, ya no era una persona más, era la herencia de su Hijo Amado. Dice
el Evangelio que, cuando Jesús le da al discípulo amado, a María como Madre, él
la llevó consigo “a su casa”. Es decir, a su corazón, a su vida toda. Para
Juan, la Virgen ya no será sólo la Madre del Maestro, sino que será realmente,
su Madre, pues de Ella recibirá caricias y palabras de fe, de consuelo, de
fortaleza y a través de Ella tendrá una más íntima y profunda experiencia del
amor de Dios. En correspondencia, el discípulo amado se esforzará en asemejarse
más a Jesús, para que María, como Madre, se alegre al tener un hijo lleno de
amor para Ella y para los demás.
Yo
también quiero ser motivo de alegría para la Virgen María, yo quiero también
ponerme bajo sus cuidados maternales y experimentar la ternura de su amor, por
eso, tomándola como guía, muchas veces le diré: Vamos María, hay que salvar
muchas almas para Dios. Acompáñame en la misión, que mi anhelo más grande, al
igual que en muchos santos, es: “que todos te conozcan y te amen y esa es la
única recompensa que quiero” (cf. Madre María Inés Teresa Arias).