PALOMA Y ÁGUILA
ERA EL AMANECER…
Y brotó en el silencio…
un pensamiento de Dios,
plasmándose en frágil criatura,
que a todos arrobó por su dulzura,
y su gran confianza en el Señor.
Era una blanca paloma de gran esplendor,
que para servir a su Señor, sólo vivía,
Él en correspondencia le dio su Amor,
y el de su dulce Madre María.
Mucho antes de lanzarla a difícil empresa,
a quien estaba destinada a una gran misión,
era necesario que el Creador probase,
la fortaleza de su corazón.
Y así como el Hijo, en obediencia fue probado
ella entonó con maestría, su cántico a Dios,
y aprendió a vivir para salvar almas,
y a abandonarse a su Señor.
Aprendió a ocultar lágrimas con sonrisas,
y en el silencio y sacrificio… a cantar,
a mirar tan suave y dulcemente,
como la morena del Tepeyac.
Acercábanse las almas,
al calor de su amor.
Su presencia cautivaba, reflejaba al Señor
y el hermano alejado en ella encontró
palabras de aliento y perdón.
Aprendió a darse toda a los hermanos,
y a unirse a Dios en continua oración,
y aprendió a cuidar los mil detalles,
para agradar siempre a su Dios.
Mas era necesario alcanzar mayor altura,
arriesgar su vida, y aún las alas destrozar,
sin importarle nada la espesura
su reto, era ir al más allá.
Y LLEGÓ EL ATARDECER…
Hubo temor y miedo a lo desconocido,
a la tormenta que amenazaba sin piedad,
mas se internó con Fe en su Amigo,
y de su vida… no supo ya más.
Fue llevada a la comprensión de sus miserias,
y ahí nuevas alas, le empezaron a brotar,
tornándose la pobre paloma aquélla,
en águila, un águila real.
Internóse en lo íntimo del corazón de Dios,
y su gran misericordia, de cerca conoció,
cruzó el umbral de almas de gran valor,
las que viven un pensamiento… Dios.
Una sencilla paloma, dice cómo confiar;
el águila real, nos invita a ir más allá.
una Madre nos enseña el camino,
soy su hija; debo, quiero… puedo
Ir aún más allá.
Hna. Ma. De la Luz González Pelayo
Misionera Clarisa
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