11-08-31. MIÉRCOLES XXII.
Lc 4, 38-47.
EL SERVICIO ACTITUD CRISTIANA
Mons. Pedro Agustín Rivera Díaz
LEER: San Lucas de forma muy sintética nos muestra un día en la vida de Jesús, que inicia con la oración en la Sinagoga, continúa en la casa de Pedro en donde hace curaciones, descansa y al día siguiente, muy temprano está en oración dispuesto a seguir sirviendo, llevando el Evangelio.
Al final aparece el texto bíblico para quien lo quiera consultar
MEDITAR: La suegra de Pedro está enferma y es curada por Jesús, cuando Él la visita. Ella sana y se pone a servir. Jesús desde este hogar, atiende y cura a los que se acercan a Él. Termina la jornada y al día siguiente, temprano, Jesucristo ya está en oración, dispuesto a seguir sirviendo a todos, llevando el Reino de Dios.
Oración y servicio, son la clave en la vida de Jesús. Jesús ora, así siempre está consciente del servicio que hace y por qué lo hace. La fortaleza del servicio en Jesús, es la oración, pues a través de ella, todo servicio se convierte en el acto más puro de amor.
La oración no es un monólogo ni una introspección en la que hablo conmigo mismo. La oración es un diálogo de amor iniciado por Dios, Quien espera que yo le responda. Por eso, en la oración además de las palabras que yo pueda decir, es importante el silencio que haga para escuchar a Dios.
Realmente muchas personas saben rezar, pero no orar. Van y dicen a Dios lo que le quieren decir o pedir. Quizá repiten oraciones aprendidas, pero no hacen silencio para escuchar lo que Él les quiere compartir. Para santa Teresa de Ávila orar es dialogar con Aquel que sabemos que nos ama.
Si hacemos silencio y escuchamos a Dios, nuestra oración será más eficaz y seremos más felices. Dios siempre me escucha, ¿le escucho a Él? El que Él me escuche no significa que siempre y de manera inmediata me dará lo que le pido. Realmente hay que reconocer que no siempre pedimos lo que más nos conviene o lo que es mejor para todos. Como quiera, Dios siempre me da, más de lo que le pido y si no me concede lo que le pedí, es porque Él tiene algo mejor para mí.
Jesús se mantiene en constante diálogo amoroso con su Padre. En la oración encuentra la Verdad que le hace libre, la inteligencia para servir mejor y auténticamente a los demás y la fortaleza para superar todas las dificultades. La oración le permite experimentar el amor del Padre, aún en los momentos más difíciles. La oración le ayuda a mantenerse en el servicio a los demás “Yo he venido a servir, no a ser servido”· (cf. Mt 20,28).
San Benito, resume la vivencia del cristiano en su frase “ora et labora”: ora y trabaja.
La autenticidad de la oración se manifiesta en el servicio.
ORAR: Gracias Señor por la vida que me has dado, las cualidades con las que me has dotado y los medios para servir. Concédeme Señor que no entierre los talentos que he recibido, sino que los ponga al servicio de los demás y así, al tiempo que los desarrolle, me conozca y me supere, estaré participando en tu Plan de Amor, para hacer mejor este mundo, extendiendo tu paz.
CONTEMPLAR: Dice san Pablo “no se cansen de hacer el bien” (2 Ts 2,13). Ciertamente el servicio puede cansar y para recuperar fuerzas puedo descansar, pero nunca olvidar mi objetivo, hacer presente el amor de Dios en el mundo. La mejor manera de mantener el ritmo y el rumbo es la oración. ORAR Y SERVIR.
Estar dispuesto a servir genera armonía y desarrollo, implica creatividad y alegría por vivir, es una expresión de amor, de madurez humana. No hacer nada por los demás, implican pasividad y manifiesta desaliento hacia la vida. Aprovecharse del otro es expresión de egoísmo, divide e impide el desarrollo común.
La oración y el trabajo nos mantienen unidos a Dios y en el camino de seguir e imitar a Cristo. “Mi Padre trabaja siempre, y yo también trabajo”.
Para servir mejor, hay que orar, pues así el servicio se hace de manera consciente y se convierte en un acto de amor desinteresado hacia Dios, en bien de los demás.
El mejor servicio es compartir el Evangelio. Así serán más los que se acerquen a Dios, más los que lo conocerán y amarán y así seremos más los que estemos dispuestos a hacer este mundo mejor.
Ciertamente también hay que dejarse servir y dar oportunidad a que otros crezcan.
ACTUAR: Uniendo la oración al servicio, hoy procuraré servir a los demás por amor a Dios y luego haré la revisión de vida para concientizarme de cómo me sentí, como crecí y de qué manera ayudé a que los demás fueran mejor.
Que todos te conozcan y te amen es la única recompensa que quiero. M. María Inés Teresa Arias.
Seguimos el esquema de la Lectio Divina: Leer, meditar, orar, contemplar y actuar.
Leer, es escuchar la Palabra de Dios y ponerla en contexto.
Meditar es reflexionar sobre lo que el texto bíblico me dice.
Orar: Es responder a la Palabra, qué le digo a Dios: es petición, intercesión, agradecimiento, alabanza, etc.
Contemplar el reto de llegar a la conversión de la mente, del corazón y de la vida, según el Corazón de Cristo.
Actuar, es mi compromiso por hacer vida la Palabra de Dios.
Del santo Evangelio según san Lucas (4,38-44): En aquel tiempo, al salir Jesús de la sinagoga, entró en casa de Simón. La suegra de Simón estaba con fiebre muy alta y le pidieron que hiciera algo por ella. Él, de pie a su lado, increpó a la fiebre, y se le pasó; ella, levantándose en seguida, se puso a servirles. Al ponerse el sol, los que tenían enfermos con el mal que fuera se los llevaban; y Él, poniendo las manos sobre cada uno, los iba curando. De muchos de ellos salían también demonios, que gritaban: «Tú eres el Hijo de Dios». Los increpaba y no les dejaba hablar, porque sabían que Él era el Mesías. Al hacerse de día, salió a un lugar solitario. La gente lo andaba buscando; dieron con Él e intentaban retenerlo para que no se les fuese. Pero Él les dijo: «También a los otros pueblos tengo que anunciarles el Reino de Dios, para eso me han enviado». Y predicaba en las sinagogas de Judea.
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