11-08-09.
MARTES XIX. Mt 18, 1-5.12-14.
¡EL SEÑOR JESÚS ME BUSCA!
Mons. Pedro Agustín Rivera Díaz
LEER. Las lecturas de este día señalan dos ideas principales, hacernos como niños y el Buen Pastor que sale en búsqueda de la oveja perdida. Hoy comentaremos esta segunda parte de la lectura diaria del Evangelio. Jesús sale en búsqueda de la oveja porque “vuestro Padre del Cielo: no quiere que se pierda ni uno de estos pequeños”.
MEDITAR: El texto se refiere a cada uno de nosotros, vale la perna personalizarlo: a Jesús le importo yo. ¡El Señor Jesús me busca! Puede ser que yo no me sienta perdido, puede ser que yo sienta que no lo necesito, puede ser que sienta que a Él no le importo. ¿Pero esto es real? ¡¡¡ NO !! Si soy sincero conmigo mismo, reconoceré que necesito que Jesús entre en mi vida y ponga en orden muchas cosas. En la medida que yo le abra las puertas de mi corazón y le deje actuar, Él me sanará, me liberará y entonces aprenderé a ser yo mismo y no la máscara que acostumbro poner cuando estoy con los demás y que en ocasiones, en mi autoengaño, me hace pensar que así soy. Realmente en mi interior siento que me falta Dios, que puedo ser mejor, que no tengo porque seguir los condicionamientos del mundo.
ORAR: ¡El Señor Jesús me busca! Jesús, Tú sabes cuál es mi situación. Necesito atender a tu silbido que ya percibo cerca de mí. Quiero oír tu voz. Gracias, porque hoy puedo comprender que no me rechazas y que estás buscándome. Señor, encuéntrame, rescátame, tómame entre tus brazos. Llévame al redil del sacramento de la reconciliación. Fortaléceme con tu Eucaristía. Dame tu amor. Libérame y hazme liberador de aquellos que como yo, se han alejado de Ti.
CONTEMPLAR: Hoy puedo sentirme como una oveja fuerte y sana. Nunca me hará daño que el Buen Pastor me vea, se alegre conmigo, me llame por mi nombre, me acaricie.
Hoy puedo sentirme una oveja trasquilada, con alguna dolencia o herida. Será bueno que el Buen Pastor me vea, me acobije, me cuide, me sane.
Hoy puedo sentirme una oveja, realmente grave, con infinidad de problemas o enfermedades. Hoy le puedo pedir al Buen Pastor que me tenga entre sus brazos para decirle: a tu lado nada temo, pues este momento difícil ha de pasar y Tú me llevarás a tierras tranquilas y pastos abundantes. Si vienes conmigo y alientas mi fe, a nada tengo miedo, a nada he de temer.
Hoy me puedo sentir como la oveja distraída, que ante otras voces pierde el rumbo y que a pesar de estar encandilado por lo que veo o experimento, desde el fondo de mi corazón anhelo volver a ver al Buen Pastor y estar bajo su cobijo.
Hoy me puedo reconocer como la oveja descarriada, que aunque me vaya bien en el mal camino, en mi interior tengo el deseo de volver a ser parte del redil y estar con mi Buen Pastor.
Hoy me puedo reconocer como la oveja maltratada y abandonada, que ha perdido todo, habiendo probado de todo y enferme no sólo físicamente, sino también moral y sentimentalmente, por los errores cometidos y por las personas con las que me he relacionado, anhelo estar junto al Buen Pastor. Quizás, apenas y puedo escuchar mi voz clamando auxilio, porque tengo miedo de no ser escuchado, de ser injuriado, sometido a la burla o rechazado, siendo totalmente rechazado, sin embargo, escuchar los pasos y las llamadas de ¡El Señor Jesús que me busca!, me dan esperanza y quiero seguir su voz.
ACTUAR: ¡El Señor Jesús me busca! En lugar de quedarme en donde el dolor o el temor me han dejado paralizado, atento a la voz del Buen Pastor: me acercaré al manantial de su Palabra, leeré la Biblia. Permanecerá en el redil, participando, por lo menos, en la Misa Dominical. Me dejaré curar y aliviar en el Sacramento de la Confesión. Me fortaleceré comulgado del Cuerpo de Cristo y me pondré bajo la mirada amorosa del Buen Pastor, en un constante diálogo de amor, adorándolo en el Santísimo Sacramento del altar.
Seguimos el esquema de la Lectio Divina: Leer, meditar, orar, contemplar y actuar
Leer, es escuchar la Palabra de Dios y ponerla en contexto
Meditar es reflexionar sobre lo que el texto bíblico me dice
Orar: Es responder a la Palabra, qué le digo a Dios: es petición, intercesión, agradecimiento, alabanza, etc.
Contemplar el reto de llegar a la conversión de la mente, del corazón y de la vida, según el Corazón de Cristo.
Actuar, es mi compromiso por hacer vida la Palabra de Dios.
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