11-11-27. DOMINGO 1º DE ADVIENTO.
NUESTRA MEJOR MOTIVACIÓN, DIOS MISMO.
Mons. Pedro Agustín Rivera Díaz
Evangelio: Marcos 13, 33-37: En aquel tiempo Jesús dijo a sus discípulos: velen y estén alertas, porque no saben cuándo llegará el momento. Así como un hombre que se va de viaje, deja su casa y encomienda a cada quien lo que debe hacer y encarga al portero que esté velando, así también velen ustedes, pues no saben a qué hora va a regresar el dueño de la casa: si al anochecer, a la medianoche, al canto del gallo o la madrugada. No vaya a suceder que llegue de repente y los halle durmiendo. Lo que les digo a ustedes, lo digo para todos: permanezcan alertas.
I.- ENSEÑANZA BREVE: Permanece alerta pues Dios te ama y tú le interesas. En la vida las motivaciones son importantes porque ellas nos impulsan a seguir adelante. Quien está desmotivado, está triste y deprimido y quizá no tiene “motivos” para vivir. En cambio, aquella persona que tiene un objetivo qué alcanzar, además de mantenerse en una tensión alegre por llegar a su meta, será creativa, pues siempre estará buscando los medios para alcanzar su fin. La fe en Jesucristo nos proporciona la mayor de las motivaciones pues, al Resucitar y redimirnos, nos da a conocer la meta: llegar a estar en la presencia del Padre, en el Cielo. Nuestra mejor motivación, Dios mismo.
El Cielo está al alcance de todos, para ello tenemos que aceptar la redención de Cristo, pues ella nos revela que en nuestro caminar, no estamos solos, sino que DIOS, QUE ES AMOR, nos acompaña. Así, la seguridad de que no estamos solos, que Dios nos acompaña, al tiempo que nos da seguridad y nos fortalece, nos reta para que en el amor le respondamos y perseveremos hasta alcanzar el Cielo.
Hemos escuchado que “las cosas acaban hasta que se acaban”, sin embargo, los católicos sabemos que, en el caso del ser humano, su vida no se acaba con la muerte, sino que continúa hasta la eternidad, en el amor de nuestro Padre Dios.
II.- VER - JUZGAR – ORAR - ACTUAR
VER | En particular en los países desarrollados, las personas han puesto “su felicidad” y fuente de motivación en la seguridad que les proporcionan las cosas materiales, de tal modo que incluso, para conservarlas y que les duren más tiempo han optado por no tener hijos. Las crisis económicas que en el mundo se van dando de manera recurrente les ponen a temblar porque su bienestar, en el que había puesto su confianza, se pone en riesgo. Por otro lado, ellos van percibiendo como cada vez se van haciendo más viejos y consideran que el prolongar su vida no tiene sentido y algunos van proponiendo la eutanasia como solución, ¿para qué vivir sino he amado y opté por no tener hijos e incluso a alguno(s) los aborté? ¿Para qué vivir si en lugar de tener un cónyuge me quede sólo en relaciones pasajeras? ¿Para qué vivir si en lugar de familia tengo soledad? ¿Para qué vivir si no tengo a Dios en mi vida y siempre que tocó a la puerta de mi corazón, lo rechacé? ¿Para qué vivir si ya anciano estoy en soledad? Estas y otras más interrogantes se hacen aquellos que habiendo rechazado el amor de Dios y su Plan de Salvación, se han quedado sin la “Esperanza que Salva” (Rom 8,24), Jesucristo nuestro Señor. Lo anterior y otras situaciones más, son expresiones de la “cultura de la muerte”, que se extiende y consolida cuando el hombre aparta a Dios de su vida. | |
JUZGAR | Primer Domingo de Adviento. Hoy inicia el “Adviento”, tiempo litúrgico que nos invita a prepararnos para el Nacimiento de Cristo, que pone en nuestro corazón infinidad de motivaciones para seguir adelante y ser felices a pesar de las dificultades o problemas que pudiéramos tener. Más allá del boato, al que la propaganda consumista nos invita y sumerge, está el centro de nuestras celebraciones navideñas: Jesucristo nuestro Señor. Estemos alertas y velemos, para que la alegría de la Navidad no nos la quiten los infortunios y problemas que se nos pudieran presentar, sino que disfrutemos con gozo, la presencia del “Emmanuel” (Dios con nosotros). Despertemos y démonos cuenta que lo mejor de nosotros mismos está en nuestro interior y no en el boato exterior, por lo mismo, para estar alertas, aprovechemos el Adviento para profundizar nuestra relación con Dios, con nosotros mismos, con los demás y con el mundo de cosas y situaciones que nos rodean. Así, la Noche de Paz, no será sólo “un instante” o “una obligación molesta” para “gastar dando regalos” y “conviviendo con quien no amo”, sino una excelente oportunidad para compartir mi fe y la mejor de las motivaciones pues “Dios está aquí y me ama” y por eso, con una sonrisa sincera, a todos podré decir “Dios está aquí y nos ama”. En la Navidad, nos reunimos en torno a Él, para que nos dé su paz. Recuerda, en todo cumpleaños, el centro de la reunión es el festejado, por lo mismo el centro de la Navidad es Jesucristo y no la comida, la bebida ni los regalos. Si en el día de la Navidad, no tienes grandes regalos ni exquisitos manjares, incluso si por alguna razón estás solo o en el cuarto de un hospital, no te preocupes, Jesús es fiel a su Palabra y llega al corazón de todos los hombres de buena voluntad. Cristo quiere nacer en tu corazón. Mantente en vela y alerta, no adormecido. Recibe en tu corazón y familia, al Señor que viene, al Señor que llega para darte su perdón, su amor, su paz, porque Él se da totalmente a Sí Mismo, para ti, para habitar por siempre en ti, en tu hogar y en el mundo entero. Es válido que te diga desde ahora, si estás despierto(a), alerta y en vela: ¡FELIZ NAVIDAD! Quienes han eclipsado la presencia de Dios en sus vidas y han dejado que el consumismo y la cultura de la muerte se enseñoreén en sus corazones, no entienden la alegría profunda de la Navidad y se quedan solo en el bullicio exterior. Tu procura que en tu celebración navideña no falte la auténtica alegría y el amor que brotan de quien se sabe amado(a) por Dios y lo comparte con los demás. La Navidad es una fuerte llamada de atención para los promotores de la Cultura de la Muerte. En lo que hemos comentado se nota la diferencia de dejar que Dios se eclipse en nuestro corazón a permitir que Jesús con su Nacimiento, ilumine nuestra existencia y nos inserte de lleno en la Cultura de la Vida y la Civilización del Amor. | |
ORAR | Señor, tú sabes que fácil me distraigo, a veces soy como un niño que yendo tras los dulces, los colores, la música, me olvido del lugar al que me dirijo, en otros momentos, soy como la persona que se queda paralizada ante los problemas. Así, en cosas que se pasan, me voy gastando yo, cuando lo esencial es estar en Ti. Es decir, realizarme reconociéndome amado por Ti y sirviendo a los demás por amor a Ti. Gracias por este tiempo litúrgico del Adviento, tiempo que quiero aprovechar para prepararme para la Navidad. Ayúdame a estar atento a tu presencia y a tu palabra, ayúdame a tener un corazón limpio, abierto para Ti y mis hermanos. Tú lo sabes, Señor, en todo quiero hacer tu voluntad y no quiero desaprovechar esta oportunidad. | |
ACTUAR | Estemos en vela y no recibamos descuidadamente al “Señor, Jesús, que viene”. Preparemos su celebración. Perdonemos a quienes nos han ofendido, pidamos perdón a los que hemos ofendido. Ayudemos a los más necesitados. Hagamos oración. Acerquémonos a confesar y además de no faltar a nuestra Misa Dominical. Con entusiasmo participemos en la Misa de Navidad. |
“Que todos te conozcan y te amen es la única recompensa que quiero”. Madre María Inés Teresa (Beatificación 21-abril-2012)
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