viernes, 13 de abril de 2012

Yo como sacerdote e hijo espiritual de Madre Ma. Inés


SACERDOTE, HIJO ESPIRITUAL DE MADRE MARÍA INÉS TERESA
Mons. Pedro Agustín Rivera

Soy Mons. Pedro Agustín Rivera Díaz, capellán del Templo Expiatorio a Cristo Rey, Antigua Basílica de Guadalupe y fundador de Familia Eucarística.

Conocí a la beata Madre María Inés Teresa en 1980, en un encuentro de fin de semana, con jóvenes inquietos por la vida sacerdotal. Aunque los momentos que estuvimos con ella fueron breves, fueron muy significativos. En esa ocasión, en presencia de esta singular misionera mexicana sin fronteras, hice votos privados de castidad, pobreza y obediencia con miras de ingresar algún día a la comunidad sacerdotal que ella había pensado fundar y que en esos momentos ya contaba con un seminarista: Juan José Hernández. Meses después, el 22 de julio de 1981, ella entró a la Casa Eterna del Padre.

Mi primer contacto con esta beata, contemplativa en la acción y activa en la contemplación, fue en 1976, a través de una integrante de las “Vanguardias Clarisas” (Van-Clar), Martha Westrup, quien me invitó a participar en este grupo juvenil de laicos, que en el Colegio Scifici, de la ciudad de México, era orientado por la hermana María de la Luz Roa, “Misionera Clarisa”. Así cuando la obra fundada por Madre María Inés Teresa cumplía 25 años de existir, yo me iba insertando en ella y me iba empapando de su espiritualidad, por el testimonio de que quienes la seguían. Tres años después, desde 1979, guiado por otra Misionera Clarisa, la Hermana Guadalupe Dolores, fui profundizando en el carisma fundacional y preparándome para ingresar en 1982 al Seminario de Monterrey, como “Seminarista Vanclarista”, obra en la que estuve hasta 1985 y que fue base para la fundación de los “Misioneros de Cristo para la Iglesia Universal”, rama masculina del carisma de Madre María Inés Teresa.

Ordenado Sacerdote Diocesano en 1990, para la Arquidiócesis de México, desde 1996, con un grupo internacional de amigos sacerdotes, nos empezamos a reunir con Mons. Juan Esquerda Bifet, durante una semana, una vez al año, para enriquecer nuestra vivencia sacerdotal, diocesana o religiosa, según el caso, con el estudio de documentos de la Iglesia, de la espiritualidad sacerdotal de los santos y el carisma fundacional de la beata Madre María Inés Teresa. Autodenominados “Grupo Sacerdotal Madre Inés”, en esta asociación, sin formulaciones jurídicas, encontramos elementos de fraternidad espiritual que nos ayudan a vivir mejor nuestra entrega al ministerio y vida sacerdotal, en dependencia de nuestro propio Obispo o Superior.

Imbuido de la espiritualidad misionera de Madre María Inés Teresa y en consonancia con las enseñanzas de Juan Pablo II, del Papa Benedicto XVI y las orientaciones de la Iglesia, en el 2006, doy inicio a “Familia Eucarística”, que es una asociación espiritual de fieles católicos que promueve la Adoración a Jesús Eucaristía para extender su reinado de amor y propiciar la santidad como meta de vida. Esta asociación, el 19 de diciembre del 2010, fue aceptada como miembro de la “Familia Inesiana” porque nos une el mismo carisma fundacional de la beata y que es: misionero, eucarístico, mariano, sacerdotal y alegre.

Como vanclarista, asumí el lema de este grupo laical: “Vivir para Cristo” y como seminarista y sacerdote, el lema que conservo, promuevo y procuro hacer vida, que es: “Jesús, que todos te conozcan y te amen, es la única recompensa que quiero”. Ambos, expresiones de la beata Madre María Inés Teresa, las he hecho propias y las he difundido en los diversos ambientes en los que realizo y he realizado mi ministerio sacerdotal.

Por la relación que he tenido con las Misioneras Clarisas, con Van-Clar, con los Misioneros de Cristo para la Iglesia Universal, con el Grupo Sacerdotal Madre Inés, con las Misioneras Inesianas Consagradas y con Familia Eucarística, instituciones que en su conjunto se identifican como Familia Inesiana, realmente me considero hijo espiritual de Madre María Inés Teresa, gran mujer, enamorada de Dios, quién nos ha guiado para hablar de “corazón a Corazón” con Él.

Recorro mi vida y realmente yo no me podría entender sin Dios, Quien me ha creado; sin Jesucristo, Quien me ha redimido; sin el Espíritu Santo, Quien me ha guiado; sin la Virgen María, Quien me ha protegido; sin mis padres que me dieron la vida; sin la Iglesia que me ha formado; sin la beata Madre María Inés Teresa, de quién me considero hijo espiritual; sin la Familia Inesiana de la que formo parte; sin la Familia Eucarística, expresión de lo que llevo dentro; sin el ministerio sacerdotal, a través del cual hago presente a Dios en el mundo; sin mi prójimo a quien procuro servir en el nombre de Dios y de quien recibo también tantas muestras de amor y bendiciones de parte de Él. Mi vivir es Cristo y la única recompensa que quiero, es que todos Lo conozcan y Lo amen.

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