LAS CLAVES DE SU VIDA
JESUCRISTO, EL MENSAJE CENTRAL DE JUAN PABLO II
Más allá del aspecto emotivo, más allá del conjunto de mensajes y experiencias que Juan Pablo II nos haya dejado, tenemos que descubrir y reconocer a Aquel que transformó su vida; tenemos que descubrir y seguir a Jesucristo, verdadero Dios y verdadero hombre.
Viviendo el tercer pontificado más largo de la historia, de casi 27 años, el 2 de abril del 2005, el Papa Juan Pablo II muere a las 14:37 horas de México, después haber recorrido el mundo anunciando a Jesucristo y dejando infinidad de enseñanzas y documentos, pero sobre todo dando testimonio de entrega generosa al servicio de cada ser humano y de la humanidad entera, de su amor a la iglesia, su devoción a la Virgen María y su fe trinitaria en el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo. Su lema “Totus Tuus” y su invitación “Abran las puertas Jesucristo” son dos expresiones que enmarcan su pontificado y en las que está sintetizada la fe en quien le da sentido a su existir: Jesucristo nuestro Señor, el Hijo de Dios, el Hijo de María Santísima.
El encuentro con Jesucristo lleva a Karol Wojtyla, en su infancia y desde su familia, a descubrir y reconocer que Dios es amor y que ese amor nunca se aparta del ahombre, ni siquiera en los momentos más terribles para él o para la humanidad entera. Dios está siempre en medio de nosotros y se manifiesta con su amor, lleno de misericordia.
El amor que Jesucristo, desde la eternidad, le tiene a Lolek y como respuesta personal, el amor que Lolek, desde su infancia, le tiene a Jesús, da sentido a la existencia de Karol Wojtyla, por lo que de manera muy firme sigue a Jesucristo, Quien es Camino, Verdad y Vida.
En Jesucristo, Karol Wojtyla se descubre y reconoce a sí mismo y así en Jesucristo descubre y reconoce el misterio del hombre, de tal manera que entiende que el amor a Dios, pasa necesariamente a través del amor a todo ser humano.
Todos los días, el joven Karol busca la oportunidad de profundizar, para conocer, amar y servir, el misterio de Dios y del hombre y lo hace a través de la oración, en particular en la celebración de la Misa y en la contemplación de Jesús Eucaristía.
La fortaleza física y espiritual que se manifiesta en la constante bondad y perseverancia, a lo largo de toda la vida de Karol Wojtyla tiene su fuente en el amor que se alimenta, sostiene y fortalece en la oración. Oración que es diálogo de corazón a corazón con Dios y con los hombres. Juan Pablo II, no sólo en su pontificado, sino en toda su existencia, como laico, presbítero, obispo y Papa, se manifiesta siempre como un hombre contemplativo en la acción y activo en la contemplación.
El amor que se hace oración y oración que se hace servicio, son notas características de la personalidad de Wojtyla, el hombre que en cada ser humano ve el rostro de Dios y en Dios ve a cada persona y a la humanidad entera.
El documento conciliar, “Gaudium et spes”, en cuya elaboración participó el obispo polaco Karol Wojtyla, en el número 22 señala: “el misterio del hombre sólo se esclarece en el misterio del Verbo Encarnado”. Esta afirmación, manifiesta la centralidad de Jesucristo en la vida del hombre para que pueda comprenderse a sí mismo y a la realidad en la que está sumergido y realiza su existencia.
La presencia de Dios en medio de la humanidad, se hace realidad en Jesucristo y se prolonga a través de los siglos en la Iglesia, a través de los bautizados y manifiesta destellos de esplendor de manera especial, en los hombres y mujeres santos, que son testimonio de los frutos de la conjunción del binomio: amor a Dios, amor a la humanidad. El mayor ejemplo lo tenemos en la Virgen María y también en los santos que a lo largo de los siglos han existido. La consecuencia del binomio: amor a Dios – amor a los hombres, es la santidad.
Karol descubre esta realidad en la Iglesia, comenzando por la experiencia de la iglesia doméstica, su propio hogar y de ahí se abre a la experiencia de la Iglesia en su parroquia, en una diócesis y en el mundo entero.
Wojtyla reconoce que el tesoro del amor de Dios por cada persona, revelado en Jesucristo, no es sólo para él o para la Iglesia por lo que vive el ímpetu misionero que lo lleva a compartir, la experiencia de la centralidad del amor a Dios y a los hombres; por lo que para él no existirán barreras físicas, ideológicas o religiosas, que le impidan compartir con todos, la esperanza que salva, el perdón que redime y el amor que une a los hombres entre sí y con Dios, que es Jesucristo.
La beatificación, y esperamos pronta canonización, son una muestra de lo que Dios puede hacer en la persona que se deja hacer por Él y una muestra de lo que ser humano puede llegar a ser, si de manera auténtica, perseverante y sin miedo, abre las puertas de su corazón, de su familia, de toda realidad humana, a Jesucristo, por eso, como mensaje central, en todo homenaje a Juan Pablo II debe de seguir siendo proclamada y escuchada la invitación que nos hizo desde el inicio de su pontificado. “¡Hermanos y hermanas! ¡No tengan miedo de acoger a Cristo y de aceptar su potestad! ¡Ayuden al Papa y a todos los que quieren servir a Cristo y, con la potestad de Cristo, servir al hombre y a la humanidad entera! ¡No teman! ¡Abran, más todavía, abran de par en par las puertas a Cristo! Abran a su potestad salvadora los confines de los Estados, los sistemas económicos y los políticos, los extensos campos de la cultura, de la civilización y del desarrollo. ¡No tengan miedo! Cristo conoce “lo que hay dentro del hombre”. ¡Sólo Él lo conoce!” (Juan Pablo II. Homilía inaugural de su pontificado. 22-oct-1978).
Desde esta visión sintética, amor a Dios - amor al hombre, el Papa Juan Pablo II se esforzó para impregnar toda realidad humana con el amor de Jesucristo, haciendo que el amor de Dios llegara a cada persona, a cada familia, a la humanidad en su conjunto y a todas sus realidades sociales, económicas, políticas, educativas, etc., iluminando y dando sentido a la existencia humana, que en Jesucristo se transforma en fe, amor, solidaridad, desarrollo y paz, en la consecución del bien común.
En síntesis, como fruto de los homenajes a Juan Pablo II debemos valorar y vivir, LAS CLAVES DE SU VIDA: El amor a Dios, el amor a Jesucristo, el amor al hombre, el amor a la Iglesia, el amor a la Virgen María y a los santos, el compromiso misionero, la perseverancia en la oración y en el hacer el bien, para construir un mundo mejor, más solidario, más humano, más de Dios, a través de la vivencia de la verdad, la libertad, la justicia, el amor; valores humanos que también son expresión del Reino de Dios.
...JESUS es el puente para llegar a dios ...
ResponderEliminarmuchas veces compartimos expresiones ,sentimientos pero muy adentro en el corazon hoy me siento la persona mas feliz porque se que dios esta conmigo y con mi espiritu ... el vela por mi y mi familia ...yo se que talvez esto no tenga nada que ver con el contenido de esta lectura .. pero solo a dios le interesa que un hombre o mujer lo tenga presente en su corazon ... en su conciencia ..QUE DIOS LOS BENDIGA A CADA UNO DE USTEDES....
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