El pasado 2 de junio, la Conferencia del Episcopado Mexicano (CEM) difundió un comunicado de prensa, en el cual los Obispos se dirigieron a los sacerdotes, seminaristas y a todo el pueblo de Dios, con ocasión de su XCI Asamblea Plenaria.
En el texto titulado “Vivan de acuerdo a la vocación que han recibido”, los Obispos de México recordaron que “en las condiciones difíciles que vivimos de pobreza, inseguridad y violencia, el Señor Jesús, vencedor del mal y de la muerte, nos da la certeza de que con la verdad y la justicia, la libertad y el amor, podemos constituir una patria mejor”.
Seguidamente explicaron que “la crisis actual que experimenta la sociedad mexicana ha quebrantado muchos de los valores y virtudes que la han distinguido como un pueblo pacífico y religioso”, por lo que el egoísmo se ha convertido en un estilo de vida para nuestro México, mismo que trae “como consecuencia la desintegración familiar, la búsqueda desenfrenada de poder, placer y riqueza, la pérdida del respeto a la vida de las personas incluso desde antes de su nacimiento, el crecimiento de grupos criminales y la frustración frente a la impunidad”.
Por tales motivos, exhortan a “los discípulos de Jesús, especialmente los llamados al sacerdocio” a ser “testigos creíbles de la Buena Nueva, para transformar la realidad y hacer presente el Reino de Dios”. En el documento, también resaltaron la preocupación que tienen por alentar el esfuerzo cotidiano que exige la formación y ministerio de los presbíteros y seminaristas, “de cara a la Misión Permanente que todos estamos llamados a realizar”.
“Formación de los discípulos pastores para el México de Hoy”, fue el lema utilizado para ésta Asamblea Episcopal, en la que “constatamos y valoramos que la mayoría de los presbíteros se entregan permanentemente a la atención pastoral de sus comunidades, siendo en medio de ellas hombres de comunión, misión y diálogo. Apreciamos profundamente el heroísmo, con el cual muchos sacerdotes, así como personas consagradas y laicos comprometidos, han mantenido su servicio pastoral, aún a riesgo de su vida, en regiones fuertemente golpeadas por grupos criminales”.
“También, con humildad y dolor, reconocemos las fallas en la vida y en el ministerio sacerdotal. Todos nos reconocemos necesitados de conversión personal y pastoral, a fin de ser pastores muy sensibles al sufrimiento que vive el pueblo. Queremos también acercarnos caritativamente a las víctimas de esta crueldad inhumana a semejanza de Cristo, el Buen Pastor”, manifestaron.
Tras saludar a los alumnos de los seminarios, quienes “llamados por Cristo, han elegido consagrarse al servicio de Dios y de sus hermanos”, indicaron que “la vocación es un don de Dios que compromete a toda comunidad, particularmente a la familia creyente, pues en ella se cultivan los valores de la entrega de sí mismo, del servicio, de la generosidad y de la práctica de la fe. Por lo cual animamos los esfuerzos pastorales dirigidos a consolidar a las familias cristianas en la unidad y en la vivencia de la fe”.
Además extendieron una invitación “a todos los sacerdotes a que asuman la formación integral, como un proceso constante que debe vivirse cada día y que no puede reducirse a actividades aisladas. Hemos de impulsar nuestro encuentro cotidiano con Jesús, a través de la oración, de la lectio divina, de la Eucaristía y de la reflexión del propio ministerio, para transparentar a Cristo, Buen Pastor, en la caridad pastoral.
Por último, recordando el 60º aniversario de la ordenación sacerdotal de SS Benedicto XVI, solicitaron “ofrecer una “Corona de Oración” ante Jesús-Eucaristía, en gratitud a Dios por su vida y servicio sacerdotal. En tanto, hagamos más ferviente nuestra súplica al Señor, para que envíe operarios a Su mies, y mediante el don del Espíritu, sostenga el esfuerzo de los llamados y nos de congruencia a quienes nos hemos ya consagrado a Su servicio. Que la Santísima Virgen María, Madre de los sacerdotes y modelo de disponibilidad, alegría y fidelidad, nos auxilie y nos aliente a mantenernos firmes en el proceso de nuestra formación y en la entrega sacerdotal”.
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