El pasado 19 de junio, el Papa Benedicto XVI dirigió un discurso a los jóvenes de San Marino, en el cual resaltó que solo en Cristo, en la adhesión de la propia vida a Él, se encuentran las respuestas fundamentales de la vida, del corazón humano que siempre tiene hambre de infinito.
Al reflexionar sobre la parábola del joven rico que le pregunta al Señor qué debía hacer para heredar la vida eterna, el Santo Padre manifestó que “tal vez hoy no diríamos así, pero el sentido de la pregunta es precisamente: ¿qué debo hacer, cómo debo vivir para vivir de verdad, para encontrar la vida?".
Seguidamente agregó que "examinándonos sinceramente y con valentía intuimos la belleza, pero también la precariedad de la vida y sentimos una insatisfacción, una inquietud que nada puede colmar. Al final todas las promesas son a menudo insuficientes".
Luego, el Pontífice invitó a los jóvenes a no tener miedo a plantearse "las preguntas fundamentales sobre el sentido y el valor de la vida. No os quedéis en las respuestas parciales e inmediatas, sin duda más fáciles y más cómodas, que pueden proporcionar un momento de felicidad, de exaltación, de embriaguez, pero que no os conducen a la verdadera alegría de vivir, la que proviene de quien construye –como dice Jesús– no sobre la arena, sino sobre la roca sólida".
"El hombre, también en la era del progreso científico y tecnológico, sigue siendo un ser que quiere más, más que la comodidad y el bienestar; es un ser abierto a toda la verdad de su existencia, que no puede detenerse en las cosas materiales, sino que se abre a un horizonte mucho más amplio".
Más adelante, el Vicario de Cristo alertó a la juventud sobre el riesgo de encerrarse “en el mundo de las cosas, de lo inmediato, de lo relativo, de lo útil, perdiendo la sensibilidad por nuestra dimensión espiritual. No se trata en absoluto de despreciar el uso de la razón o de rechazar el progreso científico, al contrario, se trata más bien de entender que cada uno de nosotros no está hecho sólo de una dimensión ‘horizontal’, sino que también tiene una ‘vertical’".
Además recordó que "en Cristo podéis encontrar las respuestas a las preguntas que acompañan vuestro camino, no de un modo superficial, fácil, sino caminando con Jesús, viviendo con Jesús. El encuentro con Cristo no se resuelve en la adhesión a una doctrina, a una filosofía, sino que lo que Él os propone es compartir su misma vida y así aprender a vivir, aprender qué es el hombre, qué soy yo".
Al respecto de las situaciones difíciles y de las crisis, el Papa exhortó a los jóvenes a no tener miedo de enfrentarlas, pues “el Señor os acompaña, está con vosotros", después les animó a “crecer en la amistad con Él a través de la lectura frecuente del Evangelio y de toda la Sagrada Escritura, la participación fiel a la Eucaristía como un encuentro personal con Cristo, el compromiso dentro de la comunidad eclesial, el camino con un guía espiritual válido".
Para concluir, el Sucesor de Pedro invitó a los jóvenes a dejar que "el misterio de Cristo ilumine toda vuestra persona. Entonces, podréis llevar a los distintos ambientes aquella novedad que puede cambiar las relaciones, las instituciones, las estructuras, para construir un mundo más justo y solidario, animado por la búsqueda del bien común".
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