11-09-15. Jueves.
Fiesta de los Dolores de la Virgen.
Jn 19, 25-27.
TÚ, BAJO LOS CUIDADOS DE LA VIRGEN MARÍA.
Mons. Pedro Agustín Rivera Díaz
Evangelio: Juan 19, 25-27: Junto a la cruz de Jesús estaba de pie su Madre, y también la hermana de su Madre, María, mujer de Cleofás, y María Magdalena. Jesús, viendo a su Madre y, junto a Ella, al discípulo que amaba, dijo a su madre: "Mujer, he ahí a tu hijo". Después dijo al discípulo: "He ahí a tu Madre". Y desde este momento el discípulo la recibió consigo.
LEER. Junto a Jesús, en la Cruz, sólo 3 mujeres y un hombre joven, los cuatro discípulos de Jesús. Los cuatro tuvieron un papel muy importante en la evangelización de los primeros tiempos y lo siguen teniendo desde el Cielo. En el texto se destaca la relación nueva que Jesús produce entre la Virgen María y el discípulo amado, que a partir de ese momento “recibe consigo” a la Madre de Dios.
MEDITAR: Dado que hoy celebramos la “Fiesta de los Dolores de la Virgen” recordemos que desde el siglo XIV, a través de las revelaciones privadas a Santa Brígida de Suecia (1303-1373) se comenzó a difundir la “devoción a los dolores de la Virgen”, que la tradición identifica como: 1º La profecía de Simeón (cf. Lucas 2,22-35). 2º La huida a Egipto (Mateo 2,13-15). 3º El Niño perdido en el Templo (Lucas 2,41-50). 4º María se encuentra con Jesús camino al Calvario (IV Estación del Vía Crucis). 5º. Jesús muere en la Cruz (Juan 19,17-39). 6º María recibe el Cuerpo de Jesús al ser bajado de la Cruz (Marcos 15, 42-46). 7º Jesús es colocado en el Sepulcro (Juan 19, 38-42).
Centrándonos en el texto joánico que meditamos, observamos, además de Jesús a cuatro personajes: La prima hermana de la Virgen María, la esposa de Cleofás, es la Madre de Judas Tadeo y Santiago el Menor, ambos apóstoles de Jesús. La proyección de la fe de esta mujer queda manifestada en la acción misionera de sus hijos, pues seguramente que ella les alentó y les exhortó a permanecer firmes en la misión encomendada. María Magdalena, será quien reciba el envío de Jesús resucitado, para que les comunique a los apóstoles que Él ha resucitado. El tercer personaje es el discípulo amado, es identificado como el apóstol san Juan Evangelista, y el cuarto personaje es la Virgen María: Madre de Dios, Madre de Jesús, Madre del discípulo amado, Madre de la Iglesia, Madre de los santos, Madre de los sacerdotes, Madre tuya y Madre mía. Estos y un sinfín de títulos más, que podemos aplicarle a Ella, en su dimensión maternal, pues Jesús antes de morir, en el discípulo amado, nos la dejó como Madre.
Estos personajes, en medio del dolor que sienten al ver las condiciones en que muere el Señor Jesús, experimentan en su corazón el AMOR DE JESÚS, por ellos y por la humanidad. ¿Con cuál te podrías identificar tú?
Enfocando nuestra meditación a los “Dolores de la Virgen María”, reconocemos que son los dolores de una Madre y de una creyente, ¡la primera y más grande creyente en Jesús! Ella, comparte el dolor de Cristo, se duele por Él. Ella experimenta el dolor como Madre y su corazón se desgarra. Ella contempla el rechazo a Dios por parte de la humanidad y se compadece de los pecadores y se une a la súplica de Jesús, “Padre perdónales porque no saben lo que hacen”.
Así como en el corazón de Jesús está la humanidad entera, y estás tú; la humanidad entera y tú están en el corazón de María. Jesús muere a causa del pecado del hombre y de tus pecados, para redimirte. María ora por tu salvación. El amor divino humanizado es el que une el corazón amante de Jesús con el de su Madre. El amor humano divinizado es el que une el corazón doliente de María con el de su Hijo.
Cuando Jesús es elevado al cielo en la Cruz, contempla a la humanidad de todos los tiempos y te contempla a ti. Mira cuántos no lo aman y lo rechazan, mira cuántos dicen amarlo y lo traicionan, mira cuántos se alejan de Él por la comodidad o por el miedo y mira, como un gran consuelo a los que lo amán y están con Él, junto a la Cruz. Tú ¿a qué grupo perteneces? ¿En cuál te gustaría estar?
En medio de su situación; Jesús se duele por la humanidad doliente y atraen su mirada, María su Madre y el discípulo amado. Él, resucitado, nunca los dejará solos, pero en la Cruz, en el dolor, en el amor, establece la simiente de la Iglesia y el modelo a seguir: el creyente bajo la protección de María, María como Madre de todo fiel cristiano.
El amor de Jesús en la Cruz es contemplado y experimentado en su momento y para la eternidad, por estos cuatro personajes. ¿Con cuál te podrías identificar tú?
ORAR: Oh Inmaculado y Doloroso Corazón de María, morada de pureza y santidad, cubre mi alma con tu protección maternal a fin de que siendo siempre fiel a la voz de Jesús, responda a su amor y obedezca su Divina Voluntad. Quiero, Madre mía, vivir íntimamente unido(a) a tu Corazón que está totalmente unido al Corazón de tu Divino Hijo. Átame a tu Corazón y al Corazón de Jesús con tus virtudes y dolores. Protégeme siempre. Amén.
CONTEMPLAR: San Juan, señala que “desde ese momento”, el discípulo amado “recibió consigo” a María. Para él, Ella ya no era sólo la Madre de Jesús, la mamá del Maestro, ahora era también Madre suya, Madre de todo creyente. Para la Virgen María, el discípulo amado, ya no era una persona más, era la herencia de su Hijo Amado.
Dice el Evangelio que, cuando Jesús le da al discípulo amado, a María como Madre, él la llevó consigo “a su casa”. Es decir, a su corazón, a su vida toda. Para Juan, la Virgen ya no será sólo la Madre del Maestro, sino que será realmente, su Madre, pues de Ella recibirá caricias y palabras de fe, de consuelo, de fortaleza y a través de Ella tendrá una más íntima y profunda experiencia del amor de Dios.
En correspondencia, el discípulo amado se esforzará en asemejarse más a Jesús, para que María, como Madre, se alegre al tener un hijo lleno de amor para Ella y para los demás.
Yo también quiero ser motivo de alegría para la Virgen María, yo quiero también ponerme bajo sus cuidados maternales y experimentar la ternura de su amor, por eso, tomándola como guía, muchas veces le diré: Vamos María, hay que salvar muchas almas para Dios. Acompáñame en la misión, que mi anhelo más grande, al igual que en muchos santos, es: “que todos te conozcan y te amen y esa es la única recompensa que quiero” (cf. Madre María Inés Teresa Arias).
ACTUAR: Ante Jesús Eucaristía, ante un crucifijo o ante alguna imagen de la Virgen María, haz tu meditación y haz un espacio de silencio, para analizar qué sentimientos y emociones hay en tu corazón. Hazte algún propósito, anótalo y pasados algunos días, revisa cómo lo has cumplido y de qué manera la presencia maternal de la Virgen María, en tu vida, te va ayudando a configurarte cada vez con Jesús.
Que todos te conozcan y te amen es la única recompensa que quiero. M. María Inés Teresa Arias.
Seguimos el esquema de la Lectio Divina: Leer, meditar, orar, contemplar y actuar.
Leer, es escuchar la Palabra de Dios y ponerla en contexto.
Meditar es reflexionar sobre lo que el texto bíblico me dice.
Orar: Es responder a la Palabra, qué le digo a Dios: es petición, intercesión, agradecimiento, alabanza, etc.
Contemplar el reto de llegar a la conversión de la mente, del corazón y de la vida, según el Corazón de Cristo.
Actuar, es mi compromiso por hacer vida la Palabra de Dios.
No hay comentarios:
Publicar un comentario