viernes, 2 de septiembre de 2011

Meditación del Evangelio del 3 de septiembre del 2011

11-09-03. Sábado XXII.
Lc 6, 1-5.

LA FORTALEZA DE JESÚS EN TI

Mons. Pedro Agustín Rivera Díaz

Evangelio: Lucas 6, 1-5. Un sábado, Jesús iba atravesando unos sembrados y sus discípulos arrancaban espigas al pasar, las restregaban entre las manos y se comían los granos. Entonces unos fariseos les dijeron: «¿Por qué hacen lo que está prohibido hacer en sábado?» Jesús les respondió: «¿Acaso no han leído lo que hizo David una vez que tenían hambre él y sus hombres? Entró en el templo y tomando los panes sagrados, que sólo los sacerdotes podían comer, comió de ellos y les dio también a sus hombres». Y añadió: «El Hijo del hombre también es dueño del sábado».

LEER: El texto de san Lucas es muy claro, nos presenta una confrontación más de los fariseos en contra de Jesús y de sus discípulos. Jesús no se queda en “el pleito”, aprovecha la ocasión para ayudar a comprender mejor el sentido de la religión y evangeliza.

MEDITAR: PERMITE QUE HOY TOQUE DOS TEMAS, uno la IGLESIA, el otro, la FORTALEZA DE JESÚS EN TI.

MEDITACIÓN: LA IGLESIA: Para los fariseos, cumplir las normas, era respetar “la religión”. Ciertamente hay que respetar las normas, pero no hay que usarlas para oprimir al prójimo, ni por ellas evitar la caridad.

El término religión proviene de religar, es decir, religar al hombre con Dios. Así, la auténtica religión se da en Jesucristo, pues Él es verdadero Dios y verdadero Hombre. En Él se unen de manera única el Cielo y la tierra. Jesús es el Unigénito, el Hijo de Dios. En Jesús, nosotros somos hijos de Dios por adopción, así cuando nos “religamos con Dios, en Jesucristo”, con nuestras acciones podemos manifestar el anticipo del Cielo en nuestras vidas. Ese ha sido el testimonio de los santos.

En Jesucristo la “religión” nos da la auténtica libertad. Algunos, mal interpretan esta realidad y entonces piensan que se puede vivir la “religión cristiana” sin la Iglesia. Esto es un error, porque el mismo Señor Jesús se identifica con la Iglesia: “quien a ustedes escucha, a Mí me escucha” (Lc 10,16), pues Cristo es la Cabeza de la Iglesia (Ef 4,15, Col. 2, 4,8). ¡Qué hermosa y grande responsabilidad!, porque en cada bautizado, en ti y en mí, también, debe de manifestarse la unión del Cielo y de la tierra y debemos vivir en la libertad, que Jesucristo nos da, cuando nos “religa” con nuestro Padre, Dios.

Para mantenernos fieles a la “religadura” con Dios, Jesús instaura la Iglesia: “Tú eres Pedro y sobre esta roca edificaré mi Iglesia” (Mt 16,18). La Iglesia Católica conserva y enseña la doctrina de Jesús y también imparte los sacramentos que Él instituyó; de esta manera a lo largo de los siglos ha hecho presente a Jesucristo y su acción liberadora en el mundo.

Hay quienes fijándose en la inquisición, en las cruzadas, en “el caso Galileo” y dos o tres temas más, imparcialmente dejan de ver el bien que el cristianismo ha traído a la humanidad en el arte, la cultura, la ciencia, la filosofía, la paz, la unidad, la educación, etc. Objetivamente, hagamos un recorrido en la historia de los países y las religiones y no encontraremos a ninguna institución civil, política o religiosa que tenga, ni siquiera de manera aproximada, igual número de mujeres y hombres santos y que hayan aportado tanto bien a la humanidad, en toda la historia humana.

Hoy tú y yo, y más de mil doscientos millones de católicos, tenemos la misión de hacer presente a Cristo en el mundo. Deja que cada quien asuma su responsabilidad y piensa en lo que a ti te toca realizar.

MEIDTACIÓN: LA FORTALEZA DE JESÚS EN TI. (si gustas relee el texto del Evangelio). Jesús no se violenta con el cuestionamiento que le hacen los fariseos, se pone por encima del “malestar y del pleito” de sus interlocutores, se mueve, no en el esquema de la ira, de la crítica o de la envidia, sino en el del amor del prójimo. Jesús ama a quienes le agreden. En el amor no cabe el miedo, Jesús no le tiene miedo a quienes le critican o atacan. Él los ama y por eso más que responderles con ira o rechazarlos violentamente, les instruye y con su ejemplo y palabras les invita a abrir su corazón a Dios, dejando sus esquemas rigoristas, alejados de la compasión y la relación abierta con el prójimo. Jesús no se enfrasca en “discusiones estériles”, enfoca su fuerza en anunciar el Evangelio y construir el Reino de Dios.

La confrontación que san Lucas nos muestra es una de las muchas que Jesús, tuvo que enfrentar. Ciertamente ni los fariseos, ni los escribas, ni los doctores de la ley, ni sus mismos seguidores y discípulos, lo entendieron. Sin embargo, Jesús, nunca se dio por vencido, siempre amó y manifestó seguridad en Sí Mismo porque sabía Quién era Él, porque oraba y se mantenía en continua relación con su Padre Dios, actuando con amor, verdad y justicia, difundiendo siempre el Evangelio.

Estas actitudes pronto, poco a poco se fueron consolidando en sus discípulos, particularmente después de Pentecostés, cuando recibieron al Espíritu Santo, el amor de Dios. El “Cielo”, la presencia de Jesús, en la vida del creyente y en tu vida se ha de manifestar en la paz de tu corazón, en el equilibrio de tu mente, en la coherencia de tus acciones.

¿Tú como reaccionas ante la crítica? ¿Cuántas cosas buenas has dejado de hacer, por miedo a que te critiquen? ¿Te enojas, te desalientas, abandonas todo y te vas? ¿Por el qué dirán has dejado de dar testimonio de tu fe?

La crítica de los fariseos era injusta, porque no respetaba la ley del amor. ¿Cómo se habrán sentido los apóstoles cuando les hicieron sentir que había cometido una falta? ¿Habrán pensado que la culpa la tenía Jesús? ¿Se acobardaron porque pensaron que los iban a castigar? ¿Estaban conscientes que no estaban haciendo nada malo? Si quieres seguir a Jesús, prepárate porque serás criticado, pero también alégrate porque gracias a su presencia amorosa en ti, recibirás el Espíritu Santo que te hará fuerte, te dará seguridad y te capacitará para que tu verdadero yo se manifieste en tu actuar libre en el amor, en la justicia y en la verdad.

ORAR: Señor, gracias porque soy parte de tu Iglesia, quiero asumir mi responsabilidad como testigo tuyo, derrama tu Espíritu en mi corazón, para que a pesar de críticas o adversidades, en cada instante procure hacerte presente con mi testimonio. Jesús sabes que soy débil y fácilmente me vengo abajo.

Ante las críticas o agresiones y respondo con enojo e ira. Ayúdame Señor a ser fuerte, para no quedarme en ningún enredo y responder siempre con tu paz.

CONTEMPLAR: ¿Evitas hacer el bien por el qué dirán? Hoy Jesús te regala su compañía y nos da la clave para tener seguridad en nosotros mismos y mantenernos firmes en hacer el bien.

ACTUAR: Hoy procuraré:


a.- Tener conciencia que soy “hijo de Dios” y miembro de la Iglesia Católica.
b.- Oraré
c.- Me mantendré en la presencia de nuestro Padre Dios
d.- Actuaré con amor, verdad y justicia
e.- Llevaré con alegría la Palabra de Dios, difundiré el Evangelio y construiré el Reino de Dios.

Que todos te conozcan y te amen es la única recompensa que quiero. M. María Inés Teresa Arias.

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