11-10-03. Lunes XXVII.
Lc 10, 25, 37.
AMAR SIRVIENDO
Mons. Pedro Agustín Rivera Díaz
Evangelio: Lucas 10, 25-37. En aquel tiempo, se presentó ante Jesús un doctor de la ley para ponerlo a prueba y le preguntó: «Maestro, ¿qué debo hacer para conseguir la vida eterna?». Jesús le dijo: «¿Qué es lo que está escrito en la ley? ¿Qué lees en ella?”. El doctor de la ley contestó: «Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma, con todas tus fuerzas y con todo tu ser; y a tu prójimo como a ti mismo». Jesús le dijo: «Has contestado bien; si haces eso vivirás». El doctor de la ley para justificarse, le preguntó a Jesús: «¿Y quién es mi prójimo?» Jesús le dijo: «Un hombre que bajaba por el camino de Jerusalén a Jericó, cayó en manos de unos ladrones los cuales le robaron, lo hirieron y lo dejaron medio muerto. Sucedió que por el mismo camino bajaba un sacerdote, el cual lo vio y pasó de largo. De igual modo un levita que pasó por allí, lo vio y siguió adelante. Pero un samaritano que iba de viaje, al verlo, se compadeció de él, se le acercó, ungió sus heridas con aceite y se las vendó; luego lo puso sobre su cabalgadura, lo llevó a un mesón y cuidó de él. Al día siguiente, sacó dos denarios, se los dio al dueño del mesón y le dijo: “Cuida de él y lo que gastes demás te lo pagaré a mi regreso”. ¿Cuál de estos tres te parece que se portó como prójimo del hombre que fue asaltado por los ladrones?» El doctor de la ley le respondió: «El que tuvo compasión de él». Entonces Jesús le dijo: «Anda y haz tú lo mismo».
Ver-Juzgar-Actuar.
VER | Ante el dolor ajeno, la mayoría de las veces somos indiferentes a las necesidades de los demás. |
JUZGAR | El Señor Jesús nos invita a que además de ser buenas personas como el sacerdote y el levita, estemos dispuestos a siempre ayudar. Ciertamente no podemos solucionar todos los males del mundo, pero algo podemos hacer, sobre todo si el amor es el motor de nuestra vida. |
ACTUAR | Hoy procuraré estar atento a las necesidades de mi prójimo y para ello será importante que sepa hacer a un lado “mis muchas ocupaciones” para estar atento a las necesidades de los demás. No se trata de dar sólo cosas materiales, puede ser incluso una llamada telefónica o un tiempo para escuchar al otro. Hoy procuraré descubrir en mi hermano necesitado a Dios y procuraré mostrar a Dios en mí, a través de mi disposición a escuchar y servir. |
LECTIO DIVINA. Leer, Meditar, Orar, Contemplar, Actuar.
LEER: San Lucas nos presenta a Jesús en diálogo con un doctor de la Ley, a quien le responde con una narración ficticia pero basada en la realidad. Los personajes de la narración son unos bandidos, un hombre asaltado y lastimado, un sacerdote, un levita, un samaritano y el dueño de un mesón. La pregunta es “quién es mi prójimo”.
MEDITAR: El fragmento del Evangelio nos presenta a un doctor de la Ley, que se presenta ante Jesús para ponerlo a prueba. Quizá no atendió la respuesta de Jesús y se volvió como llegó o ante lo que Jesús le dijo, su vida cambió. Las palabras de Jesús son sabias y dan plenitud de alegría a nuestra vida terrena y nos abren las puertas a la Eternidad. Jesús no es rebuscado, nos instruye con ejemplos sencillos para tocar nuestra inteligencia y mover nuestro corazón a la conversión.
Muchas personas buscan “lo aparatoso”, “lo esotérico”, “lo oculto”, lo que les haga pertenecer a “un grupo secreto” o “de iniciados” o “iluminados”. Eso, a la larga no es sino vender la propia libertad para someter el entendimiento y la voluntad a un pseudo líder de un movimiento “social”, “científico” o “religioso”. Creer en Cristo es ser libre para amar y servir. Ciertamente esto no se puede hacer sólo y por eso existe la Iglesia, que conserva la experiencia de fe, adquirida a lo largo de los siglos y por lo mismo nos presenta normas a seguir, pero no como imposición, sino como un parámetro de fidelidad a la enseñanza de Jesucristo, esto no lo han querido entender, los que hacen “un cristo” a su manera u “organizan su propia iglesia” y entonces “viven su fe a su manera”.
Lo esencial de la vida diaria y de la fe, más que quedarse en el mundo de las ideas o de los sentimientos es el amar en el servicio. La clave que Jesús nos deja para ser felices es el amar desinteresadamente en el servicio, por lo que el amar a Dios, como “ideal”, se traduce en amar al prójimo como “acción”. Así el “amar a Dios”, es descubrirlo en el otro y servirlo en el otro, como lo hicieron Madre Teresa de Calcuta, Santa Isabel de Hungría, san Juan de Dios, otros santos más, y como lo hace también, cada madre o padre de familia que se desgasta por sus hijos, cada persona médico, maestra, empleado o ama de casa, que sabe poner en la tarea que realiza, el amor de Dios que le motiva a servir a los demás.
El amor es mucho más que sentimientos, pensamientos o ideas. El amor se ha de manifestar en la vida y por eso, el mejor termómetro de autenticidad de la vida cristiana es el amar sirviendo al prójimo. Esto lo señala san Juan cuando señala que “aquel que dice que ama a Dios, pero no ama a su prójimo, es un mentiroso”.
ORAR: Gracias Señor, porque me retas a manifestar que te amo, sirviendo a mi prójimo como “el samaritano”, sin esperar nada a cambio. Señor, por amor a Ti, permíteme servir a mis hermanos, para encontrar en el servicio desinteresado la alegría de vivir para llegar a Ti.
CONTEMPLAR: En el mundo encontramos a muchas personas en situaciones difíciles y ciertamente no podemos resolver todos los problemas, pero si podemos hacer algo por los demás, en particular a los más próximos. Lo único que nos hace falta es un poco de ingenio, vencer “nuestra ceguera”, dejar nuestra comodidad, organizar mejor nuestro tiempo y descubrir la alegría de servir.
Un ejemplo es el voluntariado o apostolado que podemos realizar desde nuestra parroquia. En ella podemos encontrar que hacen falta catequistas, Ministro Extraordinarios de la Comunión Eucarística, apoyo para la atención de ancianos o enfermos, coordinadores de acciones de esparcimiento, recaudación de fondos, etc.
Las barreras mentales que podemos poner son muchas, desde el “que no tengo tiempo”, hasta el que “yo no nací para eso”. Estas barreras sólo se pueden romper de manera eficaz si entramos en acción. Algo que puede motivar a actuar, es organizarse mejor para desaparecer esos tiempos perdidos “de aburrimiento”, de “pereza mental”, de “elucubración de malas acciones”, de estar al tanto de los “chismes de los artistas”, de la pornografía o de alcohol o de droga. Ponerme al servicio de los demás es aceptar el reto de ser mejor, de enfrentarme a mis limitaciones para superarlas, es darle un nuevo sentido a mi vida. Si además, el servicio lo realizo acompañado de familiares o amigos, con ellos, incrementaré y mejoraré y fortaleceré los lazos familiares y de amistad. Muchos beneficios más se podrían señalar, pero la motivación mejor y más alta, ha de ser la de hacer presente el amor de Dios en el mundo, a través de mí y de mi servicio.
ACTUAR. Revisaré si, además de las veces en que ocasionalmente ayudo a alguien, de manera constante, ya tengo alguna actividad de servicio a los demás. Si es así buscaré de qué manera puedo invitar a otros familiares o amigos para que también participen. Si no es así, procuraré insertar en mis actividades semanales alguna acción de servicio. En uno u otro caso, para mantenerme y crecer en el servicio, oraré, participaré en la Misa dominical y frecuentaré los sacramentos de la Confesión y de la Comunión.
Si deseas hacerme alguna consulta o compartirme alguna experiencia tuya sobre este tema, ya sabes que lo puedes hacer a través del correo electrónico. DIOS TE BENDIGA.
Que todos te conozcan y te amen es la única recompensa que quiero. Madre María Inés Teresa Arias.
Si deseas hacerme llegar algún comentario sobre este artículo, puedes escribirme a evangelizarorando@yahoo.com.mx
Seguimos el esquema de la Lectio Divina: Leer, meditar, orar, contemplar y actuar.
Leer, es escuchar la Palabra de Dios y ponerla en contexto.
Meditar es reflexionar sobre lo que el texto bíblico me dice.
Orar: Es responder a la Palabra, qué le digo a Dios: es petición, intercesión, agradecimiento, alabanza, etc.
Contemplar el reto de llegar a la conversión de la mente, del corazón y de la vida, según el Corazón de Cristo.
Actuar, es mi compromiso por hacer vida la Palabra de Dios.
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