lunes, 14 de noviembre de 2011

Meditación del 13 de Noviembre del 2011

11-11-13. domingo  33ª

TÚ ESCOGES EL FINAL

Mons. Pedro Agustín Rivera Díaz

Evangelio: Mateo 25, 14-30: En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos esta parábola: «El Reino de los Cielos se parece también a un hombre que iba a salir de viaje a tierras lejanas; llamó a sus servidores de confianza y les encargó sus bienes. A uno le dio cinco talentos; a otro, dos; y a un tercero, uno, según la capacidad de cada uno, y luego se fue. El que recibió cinco talentos fue enseguida a negociar con ellos y ganó otros cinco. El que recibió dos hizo lo mismo y ganó otros dos. En cambio, el que recibió un millón, hizo un hoyo en la tierra y allí escondió el dinero de su señor.

Después de mucho tiempo regresó aquel hombre y llamó a cuentas a sus servidores. Se acercó el que había recibido cinco millones y le presentó otros cinco, diciendo: “Señor, cinco millones me dejaste; aquí tienes otros cinco, que con ellos he ganado”. Su señor le dijo: “Te felicito, siervo bueno y fiel. Puesto que has sido fiel en cosas de poco valor, te confiaré cosas de mucho valor. Entra a tomar parte en la alegría de tu señor”.
Se acercó luego el que había recibido dos millones y le dijo: “Señor, dos millones me dejaste; aquí tienes otros dos, que con ellos he ganado”. Su señor le dijo: “Te felicito, siervo bueno y fiel. Puesto que has sido fiel en cosas de poco valor, te confiaré cosas de mucho valor. Entra a tomar parte en la alegría de tu señor”.
Finalmente, se acercó el que había recibido un millón y le dijo: “Señor, yo sabía que eres un hombre duro, que quieres cosechar lo que no has plantado y recoger lo que no has sembrado. Por eso tuve miedo y fui a esconder tu millón bajo tierra. Aquí tienes lo tuyo”. El señor le respondió: “Siervo malo y perezoso. Sabías que cosecho lo que no he plantado y recojo lo que no he sembrado. ¿Por qué, entonces, no pusiste mi dinero en el banco para que, a mi regreso, lo recibiera yo con intereses? Quítenle el millón y dénselo al que tiene diez. Pues al que tiene se le dará y le sobrará; pero al que tiene poco, se le quitará aun eso poco que tiene. Y a este hombre inútil, échenlo fuera, a las tinieblas. Allí será el llanto y la desesperación”».

I.- ENSEÑANZA BREVE: Recordemos la narración del huevo de águila que fue depositado en un gallinero de donde nació un aguilucho que rodeado de gallinas aprendió a comer maíz y a andar buscando su alimento en la tierra. Cuando volteaba al cielo y veía a otras aves volar, comentaba que a él le gustaría hacer lo mismo, pero quienes estaban en el gallinero le decían: “Sí, pero eso no es para ti, no pierdas el tiempo pensando en tonterías y sigue comiendo maíz, antes de que llegue el día que tengas que morir”. Esta narración tiene dos finales, escoge el que más te agrade. En el primer final, el aguilucho les hizo caso a las gallinas y bajando la cabeza siguió comiendo maíz, hasta el día que, todo enjuto, lleno de tristeza murió. El otro final es diferente. El aguilucho, al ver el gallinero y ver el cielo, intuyendo que su realidad era diferente a lo que le decían, abrió sus alas, aleteó y después de algunos intentos pudo volar y llegar a las alturas, desde donde contempló el gallinero, vio el desplumadero y el lugar donde las gallinas eran vendidas o conducidas a morir. La vida del católico, tu vida, así se parece, siendo su destino final el Cielo, el cual se tiene que anticipar aquí en la tierra, corre el riesgo de adaptarse a la situación en que vive y dejando de ser “luz y sal del mundo”, quedarse en una vida gris, en lugar de ser santo y plenamente feliz. TÚ ESCOGES EL FINAL.

II.- VER - JUZGAR  -ACTUAR
VER
En la vorágine de situaciones en que vivimos, mucha gente piensa que esa es la realidad y se adapta a ella, pasivamente la asume y “se lleva la vida ligera”, sin complicaciones nace, crece, se reproduce y muere. Algunos, un poco más despiertos, piensan que la vida es comprar, gastar, divertirse, tener experiencias al máximo y después morir. También hay quienes poniéndose por encima de lo anterior, buscan encontrar el sentido de su vida, destacando y haciendo aportes, para hacer este mundo mejor. Hay quienes aprovechando estas “realidades” procuran generar necesidades a todos y potenciar un consumismo que a costa de otros les permita a ellos concentrar el dinero, tener poder y placer. ¿Pero realmente será este el destino del hombre? ¿Existirá la roca en la que podamos sustentar nuestra vida para darle sentido?

JUZGAR
En medio de tantas situaciones que nos obligan a estar fuera de nosotros mismos, sin caer en relativismos, debemos entrar en nuestro interior y ser conscientes de las certezas que nos dan seguridad. Yo existo, soy humano, tengo personalidad única e irrepetible. Estas cualidades son también de cualquier otra persona. Soy creatura, la vida yo no me la di, no soy dueño(a) de ella, pero sí es mi responsabilidad desarrollarla al máximo, para mi bien y el de los demás. Dios es creador de todo cuanto existe y al ser humano lo ha creado a imagen y semejanza suya. Soy imagen de Dios y cada persona también lo es. Dios nos ama y haciéndose hombre, nos manifestó su amor dándose a Sí Mismo. En Jesús, estamos llamados a ser hijos de Dios. Y lo somos, todos aquellos que hemos creído en Él. Jesús muere en la Cruz para liberarnos del pecado y de sus consecuencias. En Jesús, tenemos la roca, el parámetro, para ser libres y ser santos en el perdón y en amor. En Jesús y por Él, sé que además de esta vida, que en Él es plena, en la resurrección estoy llamado a la Vida Eterna.
Todos tenemos talentos, pero cuando no sabemos en qué ocuparlos y a donde encausar nuestras acciones podemos sentirnos perdidos en la nada. El cristiano sabe que el sentido de su vida está en el amor y que el final de su camino es la Gloria entera, por eso, con estas certidumbres él ha de dirigir su vida, con un rumbo definido, que le ha de distinguir de aquellos que no conocen a Dios. La vida del cristiano tiene un faro que le guía en su camino, en la Verdad y ese faro es Jesucristo y su enseñanza.
Quienes no creen en Jesús, una y otra vez, te dirán, de una u otra forma, que esa luz, ese camino y esa meta no existen, que eres un tonto o un ingenuo. Que lo que hagas será muy poco para cambiar el mundo, que lo mejor es llevarse la vida ligera, etc. Palabras similares escucharon Teresa de Calcuta, san Antonio, san Ignacio de Antioquía, Santa Teresa de Ávila, san Francisco, san Maximilano Kolbe, santa Rosa de Lima y muchos santos y santas más. No sabemos los nombres de quienes les criticaron y optaron por no multiplicar sus talentos, fueron muchos, ellos escogieron su final, los SANTOS ESCOGIERON TAMBIÉN SU FINAL.
Los santos supieron reconocer sus talentos y los multiplicaron poniéndolos al servicio de Dios y de los demás. ¿Conoces tus talentos, los pondrás al servicio de Dios y de tu prójimo? Recuerda, el final tú lo escoges, no te lo impone la vida, ni los demás. TÚ ESCOGES EL FINAL.
ORAR
Señor aquí estoy con los talentos que me has dado, muchos o pocos, sé que los puedo multiplicar, si en lugar de quedar paralizado, los pongo al servicio de los demás. Dame la Gracia de tu Espíritu, para que Él me fortalezca y me guíe.
ACTUAR
Haré una revisión sincera de las cualidades que Dios me ha dado y analizaré la manera en que puedo poderlos al servicio de los demás para incrementarlos.

Para hacer llegar algún comentario, puedes escribir a evangelizarorando@yahoo.com.mx

“Que todos te conozcan y te amen es la única recompensa que quiero”. M. María Inés Teresa (Beatificación 21-abril-2012)

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