11-11-09. Dedicación de la Basílica de Letrán
TU BELLEZA INTERIOR
Mons. Pedro Agustín Rivera Díaz
Evangelio: Juan 2, 13-22: Como ya se acercaba la fiesta de la pascua de los judíos, Jesús fue a Jerusalén. En el templo se encontró con los vendedores de bueyes, ovejas y palomas; también a los cambistas de dinero con sus mesas. Al ver aquello, Jesús hizo un látigo de cordeles y los echó del templo a todos, con sus ovejas y bueyes; volcó las mesas de los cambistas y les tiró al suelo las monedas; y a los vendedores de palomas les dijo: «Quiten esto de aquí: no conviertan en un mercado la casa de mi Padre». En ese momento sus discípulos recordaron las palabras de la Escritura: El celo por tu casa me devora. Intervinieron los judíos y le preguntaron: «¿Qué señal nos das como prueba de tu autoridad para actuar así?» Jesús respondió: «Destruyan este templo, y en tres días yo lo levantaré de nuevo». Replicaron los judíos: «Cuarenta y seis años se ha llevado la construcción del templo, ¿y piensas tú reconstruirlo en tres días?» Pero el templo del que Jesús hablaba era su propio cuerpo. Por eso, cuando resucitó Jesús de entre los muertos, recordaron sus discípulos lo que había dicho, y creyeron en la Escritura y en las palabras que él había pronunciado.
I.- ENSEÑANZA BREVE: En una fiesta un hombre me comentaba: “Ve aquella señora vieja, canosa y llena de arrugas, fue muy bella y yo la quiero mucho. Es mi esposa y madre de mis hijos. Los años, físicamente, la han dejado así, porque nos ha amado y se ha dado por nosotros, pero el mismo tiempo ha embellecido su alma, la cual podemos ver a través de su mirada, de su sonrisa y de su ternura, que cada día se acrecienta más; en particular cuando hace oración y nos habla de Dios”.
Seguramente que tú también conoces a muchos “viejitos” y “viejitas” que “arrugaditos”, como la Madre Teresa de Calcuta, te hablan de Dios. Hay memoria de ellos y agradécele a Dios por tantas personas buenas que ha puesto en tu camino y pídele que tú también, desde tu juventud o los años que tengas, manifiestes la bondad de Dios que hay en tu corazón.
II.- VER - JUZGAR -ACTUAR
VER | Hay quienes, en su afán de parecer “originales” manifiestan la poca aceptación que se tienen a sí mismos y son capaces hasta de dañar su salud, ponerse al borde de la tumba e incluso morir, con tal de modificar su cuerpo, cambiar su personalidad o dejar de parecer humanos. Ahí tenemos a los darketos, los que practican el “pirsin” (del inglés piercing), los que se tatúan todo el cuerpo, quienes se hacen exageradas cirugías estéticas o incluso, se hacen operaciones de “cambio de sexo”. Algunas personas, jóvenes o adultas, caen en el consumismo farmacológico, médico y quirúrgico, obsesionados con la belleza, la cual llegan a considerar como indispensable para ser dignas de ser amadas, sin darse cuenta que este exagerado culto al cuerpo es más, una expresión de su alma carente de amor, que de un defecto físico. | |
JUZGAR | Ciertamente hay operaciones estéticas que son necesarias, como el caso de las personas que han sufrido quemaduras en su cuerpo o que nacieron con algún defecto físico o lo tienen a causa de un accidente. También hay que reconocer que es válido buscar la mejora estética, cuando una intervención quirúrgica reporta un bien mayor a la persona, incluso un sentirse mejor. Lo que éticamente pudiera ser ilícito dentro de la cirugía plástica estética, no habría que buscarlo en el deseo de parecer más joven y más atractivo, sino en la obsesión de considerar indispensable ser físicamente bellos para poder llegar a ser dignos de ser amados. Jesús hace una referencia al templo y a su Cuerpo. Esto nos permite reconocer que cada uno de nosotros somos templos vivos de Dios. Dado que lo propio del ser humano es la unidad del cuerpo y del alma, debemos saber poner atención a los dos. Tenemos que ser responsables con nuestro cuerpo y debemos cuidarlo, pero también debemos ser conscientes de que tenemos alma y debemos cuidarla y también embellecerla. ¿Cómo cuidar y embellecer nuestro cuerpo? Con hábitos sanos: ejercicio, buena alimentación, descanso, dormir bien, etc. ¿Cómo cuidar y embellecer nuestra alma? Con buenos hábitos como la oración, la participación en la Misa y en el sacramento de la Confesión, las buenas obras, el estudio, las buenas lecturas, etc. Al paso de los años el cuerpo se debilita, el alma se robustece. Al llegar la muerte, el cuerpo se desmorona, el alma llega a la eternidad. ¿A cuál le pongo más atención? ¿A cuál debería ponerle más atención? Mientras viva, a los dos. El sano equilibrio es necesario, pero quizá deba reconocer que le debo muchos años de atención a mi alma y mientras tenga vida, aún tengo tiempo de recuperarlo. Sin descuidar mi cuerpo, puedo acrecentar la belleza de mi alma. | |
ORAR | Gracias Señor, por la vida que me has dado, gracias porque me has regalado un cuerpo y un alma que debo dirigir a Ti. Perdona lo descuidado que he sido con mi cuerpo, perdóname aún más, por no haber cuidado que mi alma creciera más. Pero ya que me sigues dando la oportunidad de vivir, procuraré lo más pronto posible hacerme la cirugía plástica del alma, yendo a confesarme, hacer diariamente, por la mañana y, si es posible también por la noche, la caminata de la oración, las pesas de las buenas obras y sobretodo procurar el mejor complemento nutricional que es la recepción frecuente de tu Cuerpo y de tu Sangre. Recuerda: el ejercicio es más placentero y eficaz si lo haces acompañado, por eso, ve a Misa los domingos acompañado de tu familia y amigos e inscríbete en algún grupo parroquial y misionero. | |
ACTUAR | Hoy mismo pondré en práctica la rutina para fortalecer el alma. |
“Que todos te conozcan y te amen es la única recompensa que quiero”. M. María Inés Teresa (Beatificación 21-abril-2012)
BREVIARIO CULTURAL. Cuatro son las llamadas Basílicas Mayores y están en Roma: “San Juan de Letrán”, “San Pedro”, “San Pablo” y “Santa María la Mayor”. La principal de ellas es “San Juan de Letrán”, por ser la más antigua y por ser la Sede del primado de todos los obispos: el Papa. Tiene el título honorífico de «Omnium urbis et orbis ecclesiarum mater et caput» (madre y cabeza de toda las iglesias de la ciudad de Roma y de toda la tierra). Dedicada a Cristo Salvador, es más conocida con el nombre de san Juan porque tanto Juan Evangelista como Juan Bautista indicaron al Salvador. Este edificio, que fue adaptado para templo fue donado por el Emperador Constantino I, quien, después de tres siglos de persecución, reconoce como religión oficial al catolicismo. La Basílica fue consagrada en el año 324 por el Papa San Silvestre.
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