lunes, 5 de diciembre de 2011

Meditación del 4 de diciembre del 2011

11-12-04. domingo 2º de Adviento.

JESÚS, LA JOYA MÁS PRECIOSA DE LA FAMILIA

Mons. Pedro Agustín Rivera Díaz

Evangelio: Marcos 1, 1-8: Comienza el Evangelio de Jesucristo, Hijo de Dios. Está escrito en el profeta Isaías: "Yo envío mi mensajero delante de ti para que te prepare el camino. Una voz grita en el desierto: "Preparen el camino del Señor, emparejen sus senderos”.  Juan bautizaba en el desierto; predicaba que se convirtieran y se bautizaran, para que se les perdonasen los pecados. Acudía la gente de Judea y de Jerusalén, confesaba sus pecados, y él los bautizaba en el Jordán. Juan iba vestido de piel de camello, con una correa de cuero a la cintura, y se alimentaba de saltamontes y miel silvestre. Y proclamaba: "Detrás de mí viene el que puede más que yo, y yo no merezco agacharme para desatarle las sandalias. Yo les he bautizado con agua, pero Él les bautizará con el Espíritu Santo."

I.- ENSEÑANZA BREVE: Juan, lo mismo que la Virgen María y los santos, juegan un papel muy importante para la evangelización. Ellos tienen la experiencia del encuentro con Jesús, experimentan una fuerte transformación en su vida y comparten su fe con quienes le rodean. La importancia de la familia, para la tarea evangelizadora, es fundamental, incluso en la vida terrena del Señor Jesús.
El precursor de Jesucristo será su primo Juan Bautista, hijo de santa Isabel, prima de la Virgen María. Isabel es quien al escuchar la voz de su prima María, que le visita, dirá: “Bendita Tú eres entre las mujeres y bendito el fruto de tu vientre”. Con estas palabras, Isabel confirma la fe, la Virgen María a quien llama “Madre de mi Señor”; da como prueba el hecho de que “el niño saltó en mi vientre” y bendice a la Niña de Nazaret diciéndole “Dichosa Tú, por haber creído que se cumplirán las promesas del Señor” (cf Lc 1, 42.45). Al paso de los años, algunos de los primos de Jesús le seguirán. La fe se vive y se comparte en el núcleo familiar.
La familia espiritual de Jesús crece y se hace comunidad, se hace Iglesia, así tenemos a los 12 apóstoles y a infinidad de discípulos y amigos personales, como Lázaro y sus hermanas: Martha y María. Al paso de los años y de los siglos, el grupo será mayor, se unirán los seguidores de Jesús y entre ellos destacarán los santos.
Los lazos de la fe, aún entre nosotros, en ocasiones son más fuertes que los de la sangre. Tú y yo, somos también familia de Jesús, Él es nuestro Hermano Mayor y Salvador. Tú y yo estamos llamados a conocerlo y dejarnos transformar por Él, para compartirlo en nuestro núcleo familiar y al mundo.

II.- VER - JUZGAR – ORAR - ACTUAR
VER
Cada vez es mayor el número de personas solas y abandonadas. Algunos por ser mayores, otros porque tienen alguna deficiencia mental o alguna otra limitación. También hay, quienes por el divorcio o la infidelidad salieron del núcleo familiar y quedaron solos o quienes optaron por no casarse e incluso abortaron a sus hijos. Al final quedan solos.
Los programas de televisión, nos presentan modelos de convivencia de “amigos”, viviendo en departamentos comunes, en ocasiones mixtos, de hombres y mujeres, en otras, siendo vecinos, viviendo los hombres en un departamento y las mujeres en otro. Lo común de estas series televisivas es que presentan como “alegre” y “exitoso” estos estilos de vida, sin una auténtica familia. Sin embargo, y esto no lo presentan, los integrantes de estos grupos, al paso de los años, quedarán irremediablemente solos.

JUZGAR
El Adviento, que nos prepara al Nacimiento de Jesucristo, nos inserta en la familia de la Iglesia, la comunidad de los que creemos en Jesucristo. El Adviento, sobre todo, nos invita a prepararnos en familia a ese acontecimiento, para que los lazos de la sangre, se fortalezcan con los lazos de la fe.
En la medida que cada miembro de la familia fortalece su unión con Jesucristo, fortalece su relación familiar. Dado que el encuentro con Jesucristo es personal, la forma de relacionarnos con Él es diferente de acuerdo a nuestra edad y compromiso familiar. Para el niño, su unión con Jesús se expresa en el deseo de ser amado, como Él fue amado y protegido por sus padres. Para el adolecente, hombre o mujer, en el anhelo de ser escuchado y comprendido. Para el joven, en el reto de ser mejor y tomar decisiones firmes en su vida. Para los adultos, en el perseverar haciendo el mayor bien  a todos. En los casados en el ser fieles y responsables ante su familia. Para el enfermo y los limitados físicamente, el de encontrar fortaleza y salud en Jesús. Y para el anciano, en especial, el de estar unido en oración con Dios, no sólo en la espera de su muerte, sino para pedir por todos sus seres queridos.
Porque Jesús nos invita a ser Uno en Dios, el Adviento, como anticipo de la Navidad, nos invita a la unidad familiar, “emparejando” nuestra situación familiar, esforzándonos en superar cualquier desavenencia, distanciamiento o problema.
Esta recomendación, aún desde el punto de vista de las relaciones humanas, es bueno, pero para el católico es mucho más, es la posibilidad de compartir la fe y de fortalecerla, por el encuentro con el familiar y amigo, pero sobre todo con Jesús, centro de nuestra celebración y Amigo y Hermano, que no falla y siempre nos ama.
ORAR
Señor, al hacerte hombre como nosotros, eres la joya más preciosa de la familia humana, pues con tu presencia iluminas y das sentido a la existencia de todo ser humano, en particular a mi existir y al de mi familia. Permíteme encontrarte en mi corazón, para compartirte con todos. Permítenos encontrarte en el centro de nuestra convivencia familiar, para amarnos y dar testimonio de Ti, ayudando así a mejorar los ambientes en los que vivimos.
ACTUAR
A la hora de tomar alimentos encenderé una vela de la Corona de Adviento y diré “Ven Señor Jesús a mi corazón y a mi familia, para que te adoremos como lo hicieron los pastores y los magos. Concédenos que en estos alimentos reconozcamos tu providencia y en nuestra convivencia familiar te hagamos presente con nuestra alegría”.
Jesús, Tú eres la joya más preciosa de mi vida, con tus destellos ilumina mi caminar.

Para hacer llegar algún comentario, puedes escribir a evangelizarorando@yahoo.com.mx
“Que todos te conozcan y te amen es la única recompensa que quiero”. Madre María Inés Teresa (Beatificación 21-abril-2012)

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