viernes, 1 de noviembre de 2013

PONTE BAJO LA MIRADA AMOROSA DE JESÚS.


PONTE BAJO LA MIRADA AMOROSA DE JESÚS.

Mons. Pedro Agustín Rivera Díaz

Evangelio del domingo 3 de Noviembre del 2013. XXXI Domingo Ordinario

Evangelio: Lucas 19, 1-10. En aquel tiempo, entró Jesús en Jericó y atravesaba la ciudad. Un hombre llamado Zaqueo, jefe de publicanos y rico, trataba de distinguir quién era Jesús, pero la gente se lo impedía, porque era bajo de estatura. Corrió más adelante y se subió a un árbol, para verlo, porque tenía que pasar por allí. Jesús, al llegar a aquel sitio, levantó los ojos y dijo: "Zaqueo, baja en seguida, porque hoy tengo que alojarme en tu casa."Él bajo en seguida y lo recibió muy contento. Al ver esto, todos murmuraban, diciendo: "Ha entrado a hospedarse en casa de un pecador."Pero Zaqueo se puso en pie y dijo al Señor: "Mira, la mitad de mis bienes, Señor, se la doy a los pobres; y si de alguno me he aprovechado, le restituiré cuatro veces más."Jesús le contestó: "Hoy ha sido la salvación de esta casa; también este es hijo de Abrahán. Porque el Hijo del hombre ha venido a buscar y a salvar lo que estaba perdido."


LECTURA: Lee, pausadamente, una o dos veces el texto del Evangelio, haz un poco de silencio interior, cierra los ojos y visualiza a los personajes y piensa que te dice a ti, personalmente, la Palabra de Dios.
MEDITACIÓN. Los personajes de este fragmento del Evangelio son Jesús, Zaqueo, “un árbol”, su familia, los que critican al Señor Jesús, la casa de Zaqueo (se refiere a su familia y servidores, todos los que ahí vivían, niños, ancianos, enfermos, etc.). Como nos dice el relato, Zaqueo era bajo de estatura, necesitó subirse a “un árbol”. Deseaba ver a Jesús, lo escucha, lo acepta en su casa y en diálogo con Él, cambia de vida y junto con él toda su familia y servidores.


ORACIÓN: Guardo silencio, reflexiono sobre lo que medité y hago mi oración propia, lo que sigue sólo es una guía: Señor, sé que pasas a mi lado y la pequeñez de ideales, mis pecados, el pecado de los demás sobre mí y tantas otras cosas de la vida, han impedido que crezca y me he quedado bajo(a) de estatura espiritual. Sé que tengo fe y que puedo ser mejor, ayúdame a crecer, a dejar de mirarme a mí para mirarte a Ti, para escuchar tu voz, y saber que me miras y me llamas, para que te deje entrar en mi vida. Señor, dame un corazón contrito para que reconociendo mi pequeñez, quiera crecer a tu altura, por lo que volviendo, mi mirada a Ti,y arrepentido del mal que he realizado, supere todo lo que me impide crecer y amar. ¡Señor. Quiero ser como Tú! ¡Quiero aprender a ponerme bajo tu mirada de amor!


CONTEMPLACIÓN: La salvación que Jesús ha traído es para todos, pero hay quienes la rechazan, no han escuchado de ella o piensan que no son dignos del amor de Dios. Objetivamente hablando Zaqueo es un malhechor (a los ojos de los judíos, hace cosas malas, les cobra impuestos, trabaja para el estado opresor de Roma). Él había oído hablar de Jesús, le llamaba la atención lo que decían de Él, por lo que cuando tuvo oportunidad fue, sólo a verlo “por curiosidad” y ese encuentro cambió su vida. Su “pequeñez” le impedía verlo, busco los medios para encontrarse con Jesús, encontró un “árbol” y se subió a él. Así, se puso bajo la mirada amorosa de Jesús y el diálogo de amor se dio. El Señor Jesús lo miró con amor y él se dejo amar por Jesús.
ACCIÓN: Me esforzaré por ponerme bajo la mirada de amor del Señor Jesús. El “árbol” al que debo subirme, tiene muchas ramas, para sostenerme, para no dejarme caer y para ayudarme a seguir ascendiendo. Este “árbol” se llama fe y se nutre en la oración, en el sacramento de la confesión, en la asistencia a Misa, en la escucha de su Palabra, en la comunión de su Cuerpo y de su Sangre en la Eucaristía, en el servicio de quienes me rodean, en la predicación de su Palabra, en la construcción de su Reino, dejando que mi vida se llene de su presencia y en el compartir la alegría de la fe y de la experiencia de su amor.


Si quieres aprende este canto:
Señor permite que te hable hoy / del dulce encuentro que me cambió / la hora feliz en que yo escuché / tus palabras de amor.
Dime como pudo suceder / si en la luz que el sol vierte al surgir / o en la claridad que hace vivir; o fue en la noche al volver.
¿Fue cuando una rosa deshojé, / o en la fuente el agua que bebí / o fue en el calor del dulce hogar, / dónde por fin te miré?
No fue en esas horas de ilusión, / sino al decidir mirarte bien; / como amigo en mi alma te encontré. / Tú me esperabas ahí.

Si deseas hacer algún comentario puedes escribirme a
evangelizarorando@yahoo.com.mx



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