miércoles, 7 de mayo de 2014

Las canonizaciones nos invitan a ser santos


Lo más importante en una canonización no es la persona canonizada sino DIOS. Así lo señala la formula con la que el Papa ordena que el nombre del nuevo santo sea inscrito en el libro pertinente.

La fórmula completa con la que Papa declara esto, así lo señala, y añade que también es para la exaltación de la fe católica y el incremento de la vida cristiana.

Los santos son testigos del amor de Dios al ser humano, son un ejemplo a seguir y son nuestros intercesores, pero esto es un efecto secundario, lo más importante es la Gloria de Dios y en esto tenemos que imitarlos, procurar que toda nuestra vida esté dedicada a ese fin. Como diría san Ignacio de Loyola; “en todo amar y servir a Dios”.

Quien es declarado santo(a) es una expresión de la acción de Dios en una persona y lo que la persona es capaz de hacer, cuando se deja guiar por el Espíritu Santo y es fiel a la Gracia de Dios. Por eso una canonización es una invitación para que todos los católicos estemos conscientes de que en cuanto hijos de Dios estamos llamados a la santidad, pues formamos parte del pueblo sacerdotal, redimido por Jesucristo.

Así los santos son un ejemplo a seguir, pues su testimonio de vida nos ha de estimular para esforzarnos en ser santos. San Juan XXIII decía: “Me llaman Santo Padre y no soy santo, pero deseo con toda la fuerza de mi alma, ser santo”. Santa Teresa decía “Si no soy santa, lo intento”. San Juan Pablo II afirmó que la búsqueda de la santidad tiene que ser el estilo de vida más alto en la vida ordinaria de todo bautizado, contentarse con menos sería conformarse con una vida mediocre (cf. Novo Millennio Ineunte No. 31 6-ene-2001). Demos gloria a Dios con nuestra vida y esforcémonos en ser santos.


En apoyo de lo que he señalado meditemos las palabras con las que el Papa Francisco canonizó a sus antecesores: “Por honor de la Santísima Trinidad, exaltación de la fe católica y el incremento de la vida cristiana, por la autoridad de Nuestro Señor Jesucristo y de los Santos Apóstoles Pedro y Pablo, y nuestra luego de una adecuada deliberación y tras frecuente oración pidiendo la asistencia divina y habiendo recibido el consejo de muchos de nuestros hermanos obispos declaramos y definimos Santos a los Beatos Juan XXIII y Juan Pablo II y los inscribimos en el libro de los santos y establecemos que en toda la Iglesia ambos sean devotamente honrados. En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo” (PAPA FRANCISCO. Ceremonia de Canonización. Plaza de san Pedro.27-abr-2014).

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