martes, 9 de septiembre de 2014

EL ENCUENTRO CON JESÚS
Mons. Pedro Agustín Rivera Díaz

El Evangelio de Lucas 7, 1-10, nos narra que un hombre enfermo tiene un jefe centurión, que es su amigo. Este centurión tiene a su vez, “unos amigos”, que a su vez son “amigos de Jesús” quienes en atención al centurión piden por el enfermo. Jesús atiende a sus amigos y se pone en camino hacia la casa de “un pagano”. Enterado de esto y quizá sabiendo el riesgo que corría Jesús con esta acción y sintiéndose indigno de que lo visitara en su casa, le envía a decir a Jesús, que basta con que ponga en sus oraciones al enfermo. Jesús señala la fe del centurión y su criado queda curado en el lugar donde estaba. Esto lo constatan los enviados del centurión cuando regresan a su casa.

El centurión era un oficial romano que tenía a su cargo 100 soldados. Para el israelita, contemporáneo de Jesús, representa al gobierno opresor y enemigo del pueblo de Israel, por eso, el que en su casa entrara Jesús, hacía que la vida del Señor corriera peligro. A Jesús no le importa esa situación, a Él no le detiene el miedo ni el qué dirán para hacer el bien. Además, Jesús, no hace distinción entre buenos o malos, enemigos o amigos, romanos o judíos, criados o patrones. Él vino a servir a todos y llevar a todos hacia Dios, mostrándonos que por encima de las diferencias humanas, todos somos hijos de Dios.



Ciertamente este centurión era un hombre de buenos sentimientos, trataba bien a los judíos e incluso les “había construido una sinagoga” (templo donde los judíos se reúnen a orar), y su argumento para señalar que no es necesario que llegue a su casa es que él “no era digno” de que Jesús entrara a su hogar. Así, tenemos el perfil de es-te hombre que a pesar de tener todo: es humilde, ama y tiene fe. Por eso el Señor Jesús alabará al centurión, porque se mueve por la fe y el amor. Ama a un sirviente y sabiendo que el Señor Jesús está cerca, le pide que baste con que ore por su amigo enfermo. El corazón del centurión está abierto a Jesús y por eso le pide la salud del sirviente.

La relación entre los personajes de este pasaje bíblico nos lleva a reflexionar sobre nuestra fe y nuestra relación con la Iglesia. El amigo del enfermo, que a su vez busca a sus amigos y ellos a Jesús, son expresión de la incipiente Iglesia, que se construye y consolida a través de las relaciones humanas que se establecen en torno a Jesús.

Ciertamente cuando se tiene un problema hay quien busca ayuda, aunque no siempre la adecuada y así, procurando sus propios caminos, alejados de Jesucristo y de la Iglesia. Hay quienes recurren a “creencias” con una “embarradita de fe” y hacen o utilizan cosas que distorsionan la fe como ritos, cuarzos, amuletos, etc. Otros acuden a la mal llamada “santa muerte” o van a la lectura de horóscopos, cartas, café, o con curanderos, brujos o esotéricos.

Es importante que superemos las creencias y adquiramos una fe adulta, a través del estudio de la Sagrada Escritura, de la doctrina de la Iglesia, la vivencia de los sacramentos; la acción apostólica y decisiva que haga presente la misericordia de Dios y testimonie la fuerza transformadora del Evangelio en la educación, la política, la econo-mía, los medios de comunicación, etc.

La fe en Jesús suscita la confianza, anima la esperanza y acrecienta el amor. ¿Tú confías en Jesús, con la fe del centurión? ¿Eres humilde y estas dispuesto a servir a los demás? ¿Acercas a tus amigos a Dios?

Sólo si, en Cristo, nos convertimos en hombres nuevos, el mundo se hará nuevo.





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