martes, 9 de septiembre de 2014

HAZME UN INSTRUMENTO DE TU PAZ

Mons. Pedro Agustín Rivera Díaz



Cuando nos sentimos rechazados o atacados por otros, nuestra primera reacción es defendernos e incluso, si es posible propiciar más daño del que se nos podría haber producido, para manifestar que somos más poderosos.

El Señor Jesucristo, aun en vida, no fue bien recibido por todos. Ante esta situación, sus discípulos pretenden manifestar poder, destruyéndolos con “fuego bajado del cielo”. Jesús les reprende, porque ese no es el proceder que predica, sino el de la paciencia, el perdón y el amor.

En ocasiones, podemos aguantar que nos insulten, pero que no nos hablen mal de Dios, de Jesús, de la Virgen, de la Iglesia o cualquier otro tema referente a la religión, porque inmediatamente nos sale atacar e insultar y si es posible destruir al otro y todo “en defensa de nuestra fe”. ¿Este tipo de comportamiento lo aprobaría Jesús?

No significa que nos tengamos que quedar callados, pero sí que demos testimonio de paciencia. Que en lugar de responder agresivamente o enojados (recuerda el que se enoja pierde), respondamos con razones y no con agresiones. Que respondamos con el perdón y no con insultos.

El poder que Jesús aporta a los discípulos no son, las armas, los insultos, la violencia, sino el de la verdad, de la justicia, del diálogo, del perdón, del amor.

Jesús muestra su capacidad de amar y de adaptarse a las circunstancias. Él no impone su presencia a nadie, si alguien no lo recibe, no se da por ofendido, simplemente busca otra opción, ¿De forma similar actúas tú cuando alguien te rechaza?

Jesús reprende a sus discípulos, con el tiempo serán sus apóstoles, predicarán el Evangelio, serán rechazados y perseguidos, y habiendo aprendido la lección, ya no pretenderán hacer “caer fuego del cielo”, sino que con su vida darán testimonio del perdón y del amor de Dios.

Hoy, te invito a que revises tu proceder para que reflexiones sobre cómo reaccionas cuando te sientes agredido u ofendido y procura actuar en conformidad con las enseñanzas de Jesucristo. Ante quienes me agraden o persiguen: ¿les guardo odio para siempre?, ¿les respondo de igual manera o con mayor agresividad? ¿me “la guardo” para cuando pueda vengarme?

Pidámosle al Señor nos de su amor y  paciencia para entender que responder con mal al mal, con odio al odio y a la violencia con violencia, no es ser diferente a los demás ni mucho menos cristiano.

Más que responder primariamente guiados por nuestros impulsos, sea su paz la que guíe nuestras palabras y acciones para restablecer la verdad y la justicia en toda relación fracturada por el padre de la mentira.

Procuraremos ser mensurados en la expresión de nuestras ideas y en lugar de provocar o caer en provocaciones, procuremos sembrar la paz de Dios en los ambientes donde desarrollamos nuestra vida.

“Hazme un instrumento de tu paz, donde haya odio lleve yo tu paz, donde haya odio, lleve yo tu amor, donde haya injuria tu perdón Señor. Hazme un instrumento de tu paz” San Francisco.





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